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jueves, 27 de julio de 2023

Huelga en Hollywood

Renata Aguilar 

 

        El pasado jueves 13 de julio la junta directiva del Sindicato de Actores de Cine-Federación Estadounidense de Artistas de Radio y Televisión (SAG-AFTRA por sus siglas en inglés), que cuenta con más de 160 mil miembros, aprobó por unanimidad iniciar una huelga que se prevé paralizará la industria de Hollywood. Esta huelga se suma a la iniciada el 2 de mayo por 11 mil guionistas miembros de Writers Guild of America (WGA, gremio de escritores de EE.UU.).


Una de sus demandas principales es la modificación del contrato en el que solicitan salarios más altos y una mayor participación en las ganancias del streaming actual, es decir, en los ingresos extraordinarios que reciben las empresas al reproducir cualquier contenido de medios, ya sea en vivo o grabado, que se puede disfrutar en computadoras y aparatos móviles a través de internet y en tiempo real. Pero también algo que ha desatado una serie de preocupaciones y que ha impulsado también dicha huelga es el uso indiscriminado de la Inteligencia Artificial, que amenaza a los trabajadores de la industria.


El vehemente discurso de Fran Dresher quien es líder del sindicato levanta alarma y preocupaciones no solo para la industria cinematográfica, sino para todas las grandes empresas, porque da voz y pone alerta a los trabajadores. Dijo: si no nos mantenemos firmes en este momento, todos vamos a estar en problemas. Todos vamos a estar en peligro de ser remplazados por máquinas y grandes empresas”.


Los actores, guionistas y demás trabajadores, se están enfrentando a las más grandes y voraces corporaciones del mundo: Netflix, Disney, Amazon, Fox, Apple y Warner Bros, las cuales, a decir de Dresher, “ahora alegan pobreza, que están perdiendo dinero a diestra y siniestra, al mismo tiempo que les dan cientos de millones de dólares a sus directores ejecutivos” y agrega “es asqueroso. Me avergüenzo de ellos”. Estas palabras de la líder son muy puntuales y se extienden a todas las empresas, a todo el sistema capitalista que persigue insaciable la acumulación de ganancias, un sistema que funciona apropiándose de la riqueza que crean los trabajadores, un sistema diseñado para acrecentar el capital de un puñado de multimillonarios a costa del empobrecimiento de las mayorías que solo reciben migajas.


Este acontecimiento, a mi juicio, es muy importante ya que se está generando precisamente en el seno de una poderosa industria que reproduce incesantemente la ideología individualista y arribista de la clase dominante estadunidense, pero hoy los trabajadores de cine, radio y televisión han dicho basta. Debemos ver en este suceso de naturaleza laboral su trascendencia económica, política y social, entendido como una grieta más del sistema capitalista estadunidense que desde hace décadas se ha erigido asimismo como “modelo” para el resto de los países del mundo. Sin embargo, la realidad nos demuestra que dicho modelo se encuentra en descomposición, que Estados Unidos refleja descontento por donde se le mire y, en este sentido, la huelga en Hollywood revela en alguna medida que el sistema capitalista se encuentra en un inevitable y acelerado declive.

   

lunes, 25 de julio de 2022

Sobre el sindicato de Amazon en Estados Unidos

Ulises Bracho 

 

        El primero de abril del año en curso, un grupo de empleados que laboran para la empresa Amazon, en una bodega de Nueva York, en Staten Island, aprobaron por mayoría cambiar su condición de trabajadores no sindicalizados a trabajadores sindicalizados, esto en virtud de que en la empresa, desde su creación en 1994, se había opuesto a dicha sindicalización. Pero finalmente los trabajadores lograron derrotar a la empresa al crear y quedar afiliados al Sindicato de Trabajadores de Amazon (ALU, por sus siglas en inglés).


Para entender la magnitud de este triunfo de los trabajadores de Amazon, debemos tomar en cuenta que el sindicalismo en Estados Unidos ha perdido predominio desde las últimas décadas del siglo XX, no solo en el ámbito laboral sino también en el político. Durante el periodo de 1980 a 2015 formó parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), sin embargo, fue perdiendo gradualmente su presencia. El investigador de la UNAM, Roberto Zapeda (2016) apunta que, en términos porcentuales, su debacle fue del 23.2 al 11.1 por ciento. El sindicalismo en las empresas industriales pasó de 20.6 por ciento en 2000 a 6.7 en 2015, mientras en las empresas estatales actualmente se mantiene por arriba del 35 por ciento.


Por otro lado, hay que referirnos a la histórica represión político-sindical que en Estados Unidos es altísimo, hay una gran cantidad de estados donde es imposible la sindicalización. El historiador por la Universidad de Buenos Aires, Pablo Pozzi, señala que el proceso de sindicalización en un lugar de trabajo depende de que un porcentaje elevado de trabajadores firmen una ficha reclamando una elección sindical, sin embargo, las empresas buscan el mecanismo disuasivo para impedirlo: rentan compañías que se dedican a garantizar a los empresarios que los trabajadores no se sindicalicen.


A este factor se le suma el sindicalismo de negocios que se impuso en la economía norteamericana desde inicios del siglo XX y que ha repercutido en la desconfianza de los trabajadores: “En EEUU existe un sindicalismo de negocios. () Ese modelo tiene como una de sus premisas que no hay que combatir sino colaborar con él (hacer más rico al patrón) para que la torta a repartirse sea más grande”, sintetizó Pozzi. Es decir, lo que aquí en México conocemos como charrismo sindical, donde el líder del sindicato, para garantizar el incremento de las ganancias y productividad de la empresa, se alía con los patrones y negocia a espaldas del trabajador.


            Son diversos los factores que han repercutido en la crisis sindical actual en Estados Unidos, además de los ya mencionados, Roberto Zepeda enumera otros más: está la débil alianza política entre sindicatos y partidos políticos, debido a que los partidos no dependen de los votos de los trabajadores para ganar elecciones; las federaciones sindicales nacionales están fraccionadas y, por ende, existe una menor capacidad organizativa del movimiento obrero para oponerse al neoliberalismo antisindical; la legislación es desfavorable para organizar trabajadores porque impide el crecimiento de la membresía sindical; y la burocratización en el reconocimiento oficial de los sindicatos, es decir, después de haber decidido formar un sindicato el Gobierno impide la formalización.


El año pasado el Sindicato de Tiendas Minoristas, Almacenes y Departamentos (RWDSU), afiliada a la central obrera norteamericana más importante del país, la Federación Estadounidense del Trabajo y el Congreso de Organizaciones Industriales (AFL – CIO), intentó sindicalizar a los trabajadores de Amazon en Bessemer, Alabama, pero no tuvo éxito. Lo cierto es que el RWDSU no arrancó desde abajo como un movimiento de las bases, sino que fue una operación desde las cúpulas de la AFL-CIO, es decir, la clase dominante y el Estado, que son los principales interesados por controlar el descontento de los trabajadores que se veía potencializar por la pandemia


En este escenario surgió el Sindicato de Trabajadores de Amazon: lo que reclaman los obreros de la empresa líder de comercio online que da trabajo a 1.1 millones de personas en Estados Unidos, es seguridad en varias de sus instalaciones y estabilidad en el trabajo, ya que usualmente son despedidos sin que nadie los defienda.


Fue en el centro de distribución de Amazon en Staten Island, encabezados por el exempleado Christian Smalls, que los trabajadores orientaron su coraje y la impotencia que les generan las malas condiciones de trabajo y las violaciones a sus derechos laborales. La creación de un sindicato independiente que realmente defienda sus intereses, fue el primer logro importante para enfrentarse organizadamente a Jeff Bezos, dueño de la empresa online. Y ante los embates antisindicales de este multimillonario, los resultados de las elecciones del 1° de abril fueron contundentes en Island: con 2,300 votos a favor de la sindicalización y 1.855 en contra, de un total de casi 8 mil trabajadores.


Aplaudimos la victoria del ALU, sin embargo, los trabajadores que votaron a favor del sindicato deben estar conscientes que han dado solo el primer paso, que su legítima lucha será sinuosa y prologada, repleta de obstáculos para obtener los requerimientos que les impone la Junta Nacional de Relaciones Laborales. El reto será ahora recorrer todos los centros de trabajo de Amazon para organizar el voto a favor de que más trabajadores se sumen al sindicato, y, en este sentido, la realidad no se muestra tan favorable: “los trabajadores del almacén más pequeño, conocido como LDJ5, realizaron una votación similar poco después, pero ALU perdió con 380 votos a favor y 618 votos en contra” (https://www.marxist.com/). La adhesión de los trabajadores de los diversos almacenes, les está demostrando la complejidad de abatir las dificultades que supone este nuevo nivel de organización.


A los trabajadores de México nos debe quedar claro que en Estados Unidos –país del sueño americano y paladín de las libertades- los trabajadores también sufren la precariedad laboral y su sistema de sindicalización es completamente antidemocrático (el recomendable film “Norma Rae” nos muestra esta realidad). No es totalmente cierto que los trabajadores en Norteamérica viven mejor que en otros países de Latinoamérica como lo pintan en las películas hollywoodenses, ellos también sufren la explotación y la violación a sus derechos laborales. Sin embargo, no les queda otro camino que su organización como clase obrera. Los sindicalistas del ALU deben ser conscientes de que el futuro de su movimiento laboral dependerá de su capacidad de organización para cohesionar y convencer a los trabajadores pertenecientes a los diferentes almacenes de Amazon. Su perseverancia, combatividad y la igualdad de intereses como hermanos de clase serán determinantes para alcanzar el éxito.