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jueves, 18 de agosto de 2022

Precariedad laboral


Ricardo Torres

De acuerdo con cifras publicadas por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI del primer trimestre de 2022, en el país existe una Población Económicamente Activa (PEA) de 58 millones 85 mil 314 trabajadores; 31 millones laboran en la informalidad, 24 millones laboran en la formalidad y cerca de tres millones se encuentran desempleados.  En consecuencia, esto significa que la inmensa mayoría de los mexicanos trabajan sin las prestaciones laborales establecidas en la ley.


Cabe señalar que la pérdida de millones de empleos que provocaron los más de dos años de pandemia, contribuyó también a la precarización de las condiciones de vida de los trabajadores. La mayoría de ellos deben ahora tolerar condiciones laborales precarias, inseguras e inciertas; no cuentan con un empleo estable y un salario digno, carecen de protección social y del goce de sus derechos fundamentales.


Hace ya algunas décadas, el neoliberalismo se impuso en el mundo a través de la globalización económica, fortaleciendo al capital por la vía de la libre circulación de mercancías, servicios y capitales por el mundo entero, lo que significó que, en el ámbito laboral, esta agresiva política neoliberal modificara las relaciones de trabajo, interviniera en la vida sindical, eliminara la estabilidad en el trabajo, controlara el monto de los salarios, eludiera el pago de pensiones, desconociera el derecho de antigüedad, modificara a su antojo las jornadas laborales, se desentendiese de las enfermedades y accidentes de trabajo, además de restringir al máximo el derecho de huelga, entre muchas otras violaciones a los derechos laborales. A esta política neoliberal en el ámbito laboral se le conoce como “flexibilidad laboral” o “desregulación”. La pandemia solo agudizó la precariedad laboral de los trabajadores mexicanos.


En el marco de esta política de “flexibilidad laboral” que busca adecuar las relaciones de trabajo en interés del mercado, la empresa y el capital, encontramos que, por ejemplo, uno de sus instrumentos más eficaces es la subcontratación de empresas (outsourcing). Por medio de la subcontratación, las empresas contratantes buscan eludir sus responsabilidades laborales frente a los trabajadores, transfiriendo dichas responsabilidades a las empresas subcontratadas, reduciendo así los costos laborales al abastecerse de personal a través de empresas outsourcing que se ajustan a sus necesidades económicas. 

 

La precariedad laboral es pues la forma utilizada por los patrones, bajo el modelo económico neoliberal, para trasladar sus responsabilidades a otras empresas o a los propios trabajadores. En la economía formal se caracteriza por la inestabilidad en el trabajo, salarios miserables y prestaciones laborales restringidas o nulas. Por tanto, en buena parte de las empresas existe una fuerte resistencia de los patrones para permitir el sano funcionamiento de los sindicatos y la negociación colectiva.


El acelerado crecimiento de la precariedad laboral es también una política impuesta por el capital a nivel mundial para impedir la libre sindicalización y la negociación colectiva que ahora son sustituidos por subcontratación y los contratos individuales, en virtud de que evaden así la responsabilidad de establecer una relación de empleo directo con sus trabajadores. Así pues el crecimiento del trabajo precario en todas sus formas debilita aún más la participación y la lucha obrera en virtud de que los contratos de trabajo se individualizan y los derechos colectivos son abolidos de un plumazo.


Es por ello que en el proceso de la recuperación económica las empresas promueven nuevos empleos o la recontratación de personal, sin embargo, dichos empleos no incluyen las prestaciones laborales establecidas en la ley, sabedores de que, ante la falta de empleo, los trabajadores aceptan esas desfavorables condiciones laborales, dado que al no tener ingreso alguno, será mejor aceptar algo sin prestaciones que carecer de ingresos. Por tanto, la reactivación económica y la recuperación de los empleos significan también una menor calidad en los salarios y prestaciones de los trabajadores, es decir, una mayor precariedad laboral.


Además, esta visión distorsionada que simula una recuperación económica del país a costa de la precariedad de los trabajadores, no contempla el crecimiento natural de la población en edad de trabajar que aumenta por lo menos en un millón y medio de trabajadores que se suman a la PEA.


En suma, podemos afirmar que la precarización laboral es una política impuesta por el capital a nivel mundial como consecuencia inevitable del régimen económico neoliberal. Se flexibilizan las relaciones laborales para asegurar un mayor incremento en las ganancias de las empresas a costa de los derechos y el bienestar de los trabajadores. Si los patrones de este modo pretenden desarticular aún más la participación de los trabajadores en la defensa de sus derechos laborales, los obreros no tenemos más alternativa que luchar sin descanso en sentido contrario de lo que imponen las empresas, es decir, debemos luchar por conseguir una genuina sindicalización de los trabajadores que permita la defensa colectiva de las condiciones laborales y los contratos de trabajo, como mecanismos inmediatos que pongan freno a la creciente precarización laboral.


domingo, 5 de septiembre de 2021

Mitos y realidades del outsourcing

Raúl R. Pérez

El pasado 1º de septiembre entró en vigor la reforma a la Ley Federal del Trabajo en materia de subcontratación, también conocida como outsourcing; incluida en la ley desde 2012.

          ¿En qué consiste este sistema de trabajo, por qué se recurre a él con tanta frecuencia y qué consecuencias trae para las empresas y para los trabajadores? Es el régimen mediante el cual una empresa contrata con un tercero —por eso se le llama también: tercerización—, para que esta realice algún trabajo o le proporcione algún bien o servicio. Fenómeno que también se le conoce con la palabra de origen inglés outsourcing (de out = fuera y source = fuente, origen) que podríamos traducir al español como suministro desde el exterior o aprovisionamiento de bienes o servicios. También se le denomina intermediación, porque en la relación entre trabajador y patrón interviene un intermediario, que se le denomina contratista.

Veámoslo con un caso hipotético. La empresa “A” (llamada CONTRATANTE) es la empresa fundamental, beneficiaria del trabajo que se lleve a cabo, fija las tareas del contratista y supervisa el desarrollo de los servicios o la ejecución de las obras contratadas; la empresa “B” (denominada CONTRATISTA) considerado patrón, ejecuta las obras o presta el servicio correspondiente, con los trabajadores bajo su dependencia y cobra a la contratante por los trabajos realizados. El trabajador tiene la relación laboral, exclusivamente, con el contratista.

Las razones de los empresarios para justificar este artificio legal, radica en sostener que con la globalización de la economía —si quieren mantenerse en el mercado—, están obligados a aligerar la carga laboral, flexibilizar las relaciones de trabajo y volverse más competitivos asignando trabajos especializados a otras empresas para concentrarse en lo que son más eficientes. Dicho en palabras más sencillas: mediante esta argucia pretenden volverse más competitivos pagándoles menos a los trabajadores. Las empresas que recurren al outsourcing transfieren todas sus obligaciones laborales y de seguridad social a las empresas contratistas. Son estas últimas las que les pagan sus salarios y sus prestaciones laborales a los trabajadores, cuando se las pagan.

Normalmente, los trabajadores sometidos a este régimen no generan antigüedad en el empleo, pues se les trae de un lugar a otro. Son contratados por periodos cortos: un mes, tres meses o lo que haga falta; se les descansa cuando quiere el patrón. Adiós a la estabilidad en el empleo, a las vacaciones, al aguinaldo y ni hablar de las utilidades que se quedan en la empresa contratante y nunca llegan a los trabajadores empleados por la contratista. Lo común es que se les registre ante el IMSS (cuando se les registra), con salarios inferiores a los que realmente ganan, con lo que se les afecta el monto de sus pensiones, así como en sus incapacidades y accidentes de trabajo. Las posibilidades de defenderse por medio de un sindicato para este tipo de trabajadores son prácticamente nulas; antes de que concluya cualquier procedimiento de defensa colectiva termina el periodo por el que fueron contratados.

Frente al despido, quienes laboran en este régimen, se encuentran en estado de indefensión. Comúnmente, el trabajador se encuentra con estas dificultades: 1. No sabe a quién exigir el cumplimiento de sus derechos laborales, 2. La empresa no cuenta con patrimonio para hacer frente a sus obligaciones legales en materia laboral y, 3. La empresa que lo contrató ya no existe, pues es práctica común que cambien de razón social y de domicilio cada cierto tiempo.

No se piense que el outsourcing sea un fenómeno limitado a funciones de limpieza, vigilancia o a comedores de las grandes empresas. No. Este régimen laboral ha permeado a casi todas las ramas industriales y de servicios; nos lo encontramos en las ramas más diversas. Por ejemplo: la mayoría de los trabajadores de los bancos en México laboraban con este sistema; al tiempo que reportaban abultadas ganancias. “De enero a julio pasado, las ganancias de los 51 bancos que operan en México acumularon 96 mil millones de pesos, un crecimiento de 40% respecto del mismo periodo del año previo, informó la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV)”. Tomado de “ El Universal” del 30 de agosto de 2021. Los Bancos exprimen a sus clientes pero también a sus trabajadores.

Veamos otro ejemplo. “Los trabajadores mineros del país pidieron a las autoridades laborales que sean revisados y vigilados todos los contratos de outsourcing existentes en las empresas del ramo. Con ello, los trabajadores quieren evitar que se violen las medidas de seguridad, que se dé empleo en el sector a personas sin capacitación adecuada o menores de edad, y disminuir al mínimo accidentes en las zonas de trabajo” (periódico “Reforma” del 5 de agosto de 2020). Esta situación prevalece en una rama industrial caracterizada por los bajos salarios y por las pésimas condiciones de seguridad evidenciados por los accidentes que han tenido lugar en los últimos tiempos y que han cobrado la vida de muchos humildes trabajadores.

Veamos ahora que tan congruente es el gobierno de la 4T: “El Gobierno federal, uno de los principales empleadores, ha utilizado […] la tercerización de personal, por lo que ahora ‘debe poner el ejemplo’ y contratar directamente a los 500 mil trabajadores que realizan funciones en limpieza, seguridad, comedores y servicios de tecnología, a partir de 2021. Así lo expresó en entrevista Joel Ayala Almeida, dirigente de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), quien explicó que en el gobierno se han mantenido diversas figuras ‘híbridas’ para la contratación de personal pero que en realidad se han quedado en el limbo trabajadores a los que no se les respeta la antigüedad laboral, ni sus derechos de seguridad social” (El Economista, 25 de noviembre de 2020). Casi todas las Secretarías del gobierno federal tienen a su servicio trabajadores que laboran bajo la figura del outsourcing; otro tanto sucede con las dependencias del gobierno de la Ciudad de México.

Esta otra nota confirma lo dicho por el dirigente de la FESTSE, “Quiere eliminar el outsourcing, pero el gobierno federal paga 5 mil mdp por subcontratación laboral” (el Contribuyente, 29 de octubre de 2020).

Para comprender hasta donde se ha extendido el outsourcing, basta mencionar lo dicho por Zoe Robledo, director del IMSS: “el 40% del empleo formal en México labora bajo el outsourcing, intermediación laboral o tercerización” (foro organizado por El CEO. 27 de agosto de 2021). Se calcula que, antes de la reforma, cerca de seis millones de trabajadores se encontraban en este régimen.

¿A qué se debe que haya proliferado tanto la subcontratación laboral? A que refleja el alma del capital, que anda siempre en busca de la máxima ganancia. Dejando clara la contradicción de intereses entre patrones y trabajadores, que muchas veces se trata de ocultar otorgando algunas migajas a los trabajadores “para que se sientan parte de la empresa”. A los patrones no les interesa la suerte de los trabajadores más allá de conservarlos para que les sigan produciendo ganancias. Para acrecentar sus utilidades tratan de reducir sus gastos en mano de obra. Además del outsourcing, utilizan “ingeniosos” enredos mediante los cuales tratan de enmascarar la relación laboral y desentenderse de sus obligaciones laborales y de seguridad social. Dejan de pagar las cuotas al IMSS, al INFONAVIT y se olvidan de indemnizaciones y liquidaciones. Presentan a los trabajadores como miembros de una cooperativa, como socios de una empresa fantasma, como comisionistas, como prestadores de servicios profesionales sujetos a un contrato civil, etc.

El outsourcing es una simulación más, del gusto de los patrones, que justifican diciendo que crea empleos y que vuelve más competitiva a las empresas. El sector patronal ha expresado de muchas maneras su apego al outsourcing, veamos algunas opiniones representativas: “El presidente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), Gustavo de Hoyos, declaró que la reforma…es una traición al compromiso pactado con las empresas del sector privado (debate.com., 12 noviembre, 2020).  Más moderada es la opinión de los dirigentes de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA), “Propone Canacintra corregir abusos en outsuorcing en vez de eliminar la figura de la contratación laboral” (zetatijuana.com., 8 noviembre, 2020.). Por su parte, Ricardo Salinas Pliego, presidente del grupo Salinas y asesor del Presidente de la República expresó: “El que una empresa le preste servicios a otra no es malo, por más básicos o complejos que éstos sean, escribió el empresario en sus redes sociales…el dueño del Grupo Salinas señala que es ‘una práctica que deberíamos extender más, pues fomenta que nuestra economía sea cada vez más competitiva’” (El Universal, 29 noviembre, 2020). Al final, los empresarios terminaron por aceptar una reforma parcial en materia de subcontratación porque el gobierno les concedió beneficios relativos al reparto de utilidades.

Se prohíbe la subcontratación de personal que consiste en que una persona física o moral proporcione trabajadores propios en provecho de otra; pero se permite la prestación de servicios especializados de empresas que sean autorizadas por la Secretaría del Trabajo.

El gobierno dice que como fruto de la reforma los trabajadores recibirán más utilidades, lo cual es absolutamente falso. No recibirán ni un centavo adicional de lo que les hubiera tocada con las reglas anteriores a la reforma. Se incluyó un tope o límite superior que no podrán rebasar las utilidades de ningún trabajador. El art. 127, frac. VIII, de la ley laboral reformada dice: “El monto de la participación de utilidades tendrá como límite máximo tres meses de salario del trabajador o el promedio de la participación recibida en los últimos tres años; se aplicará el monto más favorable al trabajador”. Un ejemplo nos ayudará a entender el procedimiento que se va a aplicar: si un trabajador gana 8 mil pesos al mes, cuando mucho podrá recibir 24 mil pesos de utilidades (que es el tope impuesto con la reforma); aunque la empresa haya tenido un buen año y con el procedimiento del 10% le pudieran corresponder 30 o 40 mil pesos. Si López Obrador dice lo contrario es porque es un ignorante que no lee las leyes que promulga o porque es un malintencionado que quiere engañar al pueblo.

De acuerdo con los datos del Seguro Social, a la fecha han pasado a la nómina de las empresas 2.6 millones de los 5 millones que laboraban con el sistema de outsourcing. De los cuales el 27 por ciento tienen un salario inferior al que tenían antes del cambio de régimen. Lo que demuestra que la modificación del régimen laboral por sí solo no garantiza el bienestar de los trabajadores. Los patrones tratarán de explotar al máximo, como ya lo vienen haciendo, a sus trabajadores.

No olvidemos que la propia ley laboral permite el trabajo por horas y que la mayoría de los trabajadores laboran en la economía informal (actividades sin control oficial y con trabajadores que no gozan de seguridad social). Que tenemos uno de los niveles salariales más bajos de Latinoamérica y que tenemos un alto y preocupante nivel de desempleo. Nada de esto se corrige con las políticas de este gobierno. Tenemos, eso sí, mucha propaganda gubernamental. Mucho ruido y pocas nueces.

 

martes, 10 de agosto de 2021

T-MEC Y REGULACIÓN DEL OUTSORCING

 

Rosa Espinoza

El primero de agosto venció el plazo que el Gobierno federal dio a las empresas para que se aplicara la reforma a la ley que regulará el outsourcing, pero ante el incumplimiento de las empresas y el rezago que todavía existe, el Senado de la República acordó ampliar el plazo un mes más, hasta el 1° de septiembre.

Este nuevo plazo es insuficiente de acuerdo con la opinión de los empresarios, quienes estiman que las más de 387 mil empresas que enfrentan problemas de operatividad  tienen que consumar la sustitución patronal y deben inscribirse en el Registro de Prestadoras de Servicios Especializados y Obras Especializadas (REPSE), dependiente de la Secretaria de Trabajo y Previsión Social (STPS) y, por tanto, el plazo resulta muy corto, consideran que debe ampliarse hasta enero de 2022, de acuerdo a lo expresado por José Medina Mora Icaza, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX).

El outsourcing o subcontratación, es la tercerización en las relaciones obrero-patronales, es decir, que una empresa puede contratar los servicios de un tercero para que éste a su vez se responsabilice de las obligaciones del patrón con los trabajadores a su servicio. Una maniobra que le ha permitido a los capitalistas reducir los salarios, eliminar la antigüedad del trabajador en una empresa, liberarse de sus obligaciones para con los trabajadores y transferir esa responsabilidad a un tercero. El outsourcing cobró carta de naturalización en nuestro país a partir de la reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) en 2012; de 55 millones de trabajadores que conforman la Población Económicamente Activa, 4.6 millones de ellos se encuentran en el esquema de la subcontratación.

Cabe señalar que la reforma laboral del 2019, así como la reforma que regulará el outsourcing obedecen al cumplimiento de los acuerdos contraídos por el Gobierno mexicano a la firma del nuevo Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). El proyecto de reforma en la legislación laboral incluye cambios no sólo en la LFT, también en la Ley del Seguro Social, la Ley del Infonavit, del Impuesto Sobre la Renta, del Impuesto al Valor Agregado, así como al Código Fiscal.

Sin embargo, el anuncio de la prohibición al outsourcing resultó ser solo una simulación de la 4T. Aunque el artículo 12 de la LFT reformada diga que: Queda prohibida la subcontratación de personal, entendiéndose esta cuando una persona física o moral proporciona o pone a disposición trabajadores propios en beneficio de otra”, lo cierto es que, inmediatamente después, el artículo 13 nos dice: “Se permite la subcontratación de servicios especializados o de ejecución de obras especializadas que no formen parte del objeto social ni de la actividad económica preponderante de la beneficiaria de estos…”; el artículo 14 dice: “La subcontratación de servicios especializados […] deberá formalizarse mediante contrato por escrito…” y el artículo 15 dice: “Las personas físicas o morales que proporcionen los servicios de subcontratación, deberán contar con registro ante la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.” Es decir, se reforma la LFT para cumplir con los acuerdos del T-MEC, pero los términos de la reforma permiten que siga existiendo el outsourcing como mecanismo de sobreexplotación de los trabajadores, solo que ahora estará bajo el registro y vigilancia del Estado. Gatopardismo puro: si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie, cumplamos con el T-MEC, reformemos la LFT pero que los trabajadores sigan siendo explotados por el capital.

Como podemos ver, la reforma a la LFT para regular el outsourcing y su respectiva implementación son solo medidas para cumplir con los acuerdos firmados por el Gobierno mexicano al suscribir el T-MEC, ya que de no hacerlo así se expone a sanciones económicas, comerciales y políticas.

Forzado por los acuerdos del T-MEC, el gobierno de la 4T se ha visto obligado a implementar algunas medidas para cumplir en los plazos previstos, pues el Gobierno norteamericano considera una violación a los acuerdos en materia laboral entre los países firmantes, además de una competencia desleal, en ese sentido han intervenido hasta con incentivos económicos; recientemente la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, informó que su país invertirá 130 millones de dólares para la implementación de la reforma laboral en México, recursos adicionales al presupuesto de 180 millones de dólares aprobado por el Congreso estadounidense para la entrada en vigor del T-MEC, un acuerdo comercial con un capítulo laboral cargado e influido en buena medida por el Partido Demócrata de Estados Unidos, el del presidente Joe Biden.

El apoyo económico del gobierno norteamericano al gobierno mexicano para la implementación de la reforma laboral es parte de los compromisos contraídos en el T-MEC, porque hay un interés compartido de que los cambios en la legislación laboral alcancen sus objetivos en favor del capital. Por su parte, la legisladora Anita Sánchez Castro (Morena), secretaria de la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados, aseguró que el recurso adicional que otorgará Estados Unidos sí coadyuva para una implementación efectiva, pero también representa un apoyo a determinados sectores económicos, principalmente hacia la industria automotriz.

AMLO y la 4T no están preocupados por mejorar las condiciones laborales de los trabajadores mexicanos sometidos al régimen de outsourcing, solo obedecen indicaciones de los grandes capitales norteamericanos, es a ellos a los que les interesa que la mano de obra mexicana aparte de lo barata que resulta tenga los menores riesgos posibles para sus inversiones en nuestro país, busca intervenir en los sindicatos, en la leyes laborales, en los conflictos obrero-patronales para someter aún más a la clase trabajadora mexicana pues saben el grave riesgo que conlleva la actual situación económica, política y social que padece; saben que es una bomba de tiempo el desempleo, los bajos salarios, las escasas prestaciones laborales que con el outsourcing se ven aún más reducidas; la nueva legislación laboral que regulará el outsourcing tienen el objetivo de garantizar estabilidad para los grandes inversionistas norteamericanos.

No nos engañemos, lograr una mejora en los salarios y en las prestaciones requiere de la organización y la lucha de los obreros; la clase poderosa, los dueños del capital nunca velarán por los intereses de estos.

Algunas veces callada, en otras ocasiones franca y abierta, pero existe una permanente lucha de los trabajadores en los diferentes centros de trabajo por mejores condiciones laborales, sencillamente porque lo que al obrero le interesa le perjudica al patrón y viceversa, los intereses de unos y otros jamás podrán ser los mismos; obviamente, el patrón busca obtener la mayor ganancia con el menor costo posible y, el trabajador, busca obtener más y mejores ingresos en el menor tiempo posible. Todas las medidas adoptadas por la clase patronal van encaminadas a ese fin, a obtener la máxima ganancia al menor costo. Consecuentemente las leyes laborales las promulga la clase en el poder no para beneficiar los intereses de los trabajadores sino para asegurar sus propios intereses.

Los trabajadores deben mirar más lejos, ver la maniobra que subyace en la nueva legislación obrera, que, en el fondo, busca proteger los intereses de los grandes capitalistas, deben ver que el gobierno de la 4T al impulsar esta nueva reforma a la legislación obrera no busca el bienestar de la clase trabajadora sino cumplirle al gobierno norteamericano para proteger sus negocios en nuestro país, lo demás es demagogia para engañar al pueblo trabajador.