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miércoles, 8 de marzo de 2023

8 de marzo: por la incorporación plena al trabajo

Renata Aguilar

“Hay alguien más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero” (Flora Tristán) 

 

 

Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer; en la capital del país y en diversos estados se han convocado marchas y movilizaciones no solo para conmemorar el día, sino, sobre todo, como una forma de continuar la lucha por nuestros derechos, de exigir igualdad de género y de condenar enérgicamente la creciente violencia.


Son varios los fenómenos que se ciernen sobre las mujeres y las colocan en desventaja respecto a los hombres, dirigiremos la mirada a la desigualdad en el aspecto laboral.


Por cada 100 pesos que un hombre ocupado percibió en ingresos laborales, una mujer recibió 86 pesos, lo que implica una brecha de 14%. Esto significa que, a nivel nacional, si una mujer quisiera tener el mismo ingreso promedio al año que un hombre, tendría que trabajar 51 días más para obtenerlo. (IMCO, 2022)


Otro aspecto importante es el Trabajo No Remunerado en los Hogares (TNRH), en el que las mujeres contribuyeron con el 19.1% al PIB nacional y trabajaron 2 mil 181 horas en tareas domésticas y de cuidado, mientras los hombres tan solo contribuyeron con el 7.2% y trabajaron 771 horas en las tareas domésticas y de cuidado.


El cuidado infantil es una de las barreras principales, o la principal, para la incorporación de la mujer en el mercado laboral. No obstante, el uso de servicios de cuidado infantil en México es bajo debido a limitaciones de demanda y oferta. A esto se suma que no hay ninguna ley que reconozca el derecho al cuidado, sino solo se encuentra de manera parcial en el derecho a la seguridad social. (Banco de México, 2021)


En este contexto, es importante mencionar el golpe que, en 2019, el Gobierno federal produjo a las mujeres y a sus hijos al cancelar el Programa de Estancias Infantiles, los desayunos escolares y las comidas en las escuelas de tiempo completo.


Todo lo anterior manifiesta que, aún hoy día, a pesar de los distintos avances que se han tenido, como la paridad de género o la obligatoriedad de afiliación de las trabajadoras del hogar al IMSS, todavía queda mucho por hacer. La mujer continúa sujeta a tareas domésticas que la encadenan y le impiden incorporarse plenamente al trabajo y esto afecta no solo a la mujer, sino al país en general.


En el sistema capitalista la mujer está colocada en una situación de falta de derechos y de sumisión a un sistema patriarcal que le impone determinados roles de género y aunque sí hay cada vez más mujeres que además de dedicarse al hogar, se incorporan al mercado laboral, como veíamos; es con una desigualdad de condiciones y una brecha salarial. Además, esto no es una victoria, porque si han tenido que incorporarse, ha sido por una necesidad económica tácita, pues a pesar de lo que enmarca la constitución, un hogar no puede ser sostenido solo con un jefe de familia, sino que en la gran mayoría, mujer e hijos tienen que trabajar sea en el mercado formal o informal, este último mayoritariamente.


 Por lo anterior, es imprescindible que con todas las dificultades que implique, por el poco tiempo que tienen, las mujeres participen en política, particularmente las mujeres proletarias pues en ellas se refleja más la injusticia, que los movimientos y las marchas tomen como bandera la incorporación plena de la mujer al trabajo en igualdad de condiciones y el cierre de la brecha salarial. Pero para ello, deberán exigir también como derecho el cuidado a sus hijos y la creación de estancias infantiles. Esto beneficiará no solo a la mujer, sino también al hombre; por tanto, es imprescindible que estos también se unan a la lucha por la liberación de la mujer, porque será también la liberación suya. La igualdad en el trabajo permitirá también la apreciación conjunta de mujeres y hombres proletarios de la explotación que padecen por parte de los opresores capitalistas y la clase proletaria unida podrá dar una lucha más sólida contra el sistema económico actual que perpetua la injusticia.


lunes, 20 de junio de 2022

Explotación laboral femenina en la industria textil


Selene Aguiar 


La creciente desigualdad de género ha tomado un lugar importante en la discusión pública, lo que contrasta notoriamente con la vasta normatividad que tiene nuestro país para evitarla, desde nuestra Constitución hasta convenios internacionales que prohíben la discriminación por género y otras normas locales, municipales y estatales.


En el ámbito laboral dicha desigualdad es muy evidente, por ejemplo, una mujer recibe de salario 27% menos de lo que recibe un hombre. Más de la mitad de las mujeres ocupadas perciben hasta dos salarios mínimos (59.1%), con diferencia de 12.0 puntos porcentuales por arriba de los hombres (47.1%); en contraste las mujeres con ingresos superiores a los cinco salarios mínimos representan 2.4% del total de ocupadas, mientras que los hombres representan el 3.9%. (INEGI, 2019)


El trabajo doméstico no remunerado es otra carga desproporcionada para las mujeres, La población de 12 y más años que realiza trabajo doméstico no remunerado se integra por 53.1 millones de mujeres y 44.8 millones de hombres. Las mujeres destinan a esta actividad 39.1 horas a la semana y los hombres 14.1; es decir, por cada hora que ellos destinan, ellas realizan tres.


En la industria textil predomina la fuerza de trabajo femenina, en este sector las empresas prefieren contratar mujeres ya que se considera representan ciertas “ventajas”, dado que sus manos son más rápidas y cuidadosas para la costura, el corte y la confección, porque cuentan con menos organización sindical y porque sus condiciones económicas las hacen más vulnerables a aceptar salarios bajos.


La organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza (ACFP) a través del informe “La precariedad laboral está de moda”, exhibe a la industria del calzado, el vestido y a las tiendas departamentales que comercializan los productos y obtienen millones de pesos en ganancias; mientras que, a un millón 18 mil trabajadores, más de la mitad mujeres, les son transgredidos sus derechos laborales. La mitad carece de seguridad social y el salario que reciben no les alcanza para cubrir el costo de dos canastas básicas.


Cabe destacar que entre las tiendas departamentales que contribuyen a la precariedad laboral de la industria de la moda, se encuentran: Sanborns, Liverpool y Palacio de Hierro, esta última, empresa hasta hace poco de Alberto Baillères, uno de los hombres más ricos de México que por cada segundo, en 2020, ganó dos mil 574 pesos, al tiempo que la misma industria textil se encontraba en crisis debido a la pandemia y por lo cual se perdieron 35 mil 900 empleos en el sector y como es de esperarse, la mayoría mujeres, quienes tuvieron que trabajar desde sus domicilios desarrollando múltiples actividades bajo un estrés constante y afectaciones a su salud mental en un intento por sobrevivir a esta crisis latente y más laboriosa para ellas que para los varones. Ya acertadamente decía Flora Tristán: “Hay alguien más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero”. Esta situación va a ser diferente hasta que todos los trabajadores, hombres y mujeres, luchen unidos y organizados. Como lo dijo Lenin, la verdadera emancipación de la mujer no comenzará sino en el país y en el momento en que se empiece la lucha en masa. Queda.