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martes, 25 de abril de 2023

1° de Mayo: fecha importante para los obreros


Rodrigo Bobadilla

Es ya un lugar común afirmar que la celebración del Primero de Mayo obedece a la conmemoración de la gesta heroica de los Mártires de Chicago, asesinados en 1886, sin embargo, su origen y significado es otro: realizar una jornada de lucha por las reivindicaciones laborales y políticas del proletariado mundial. Veamos.


La Segunda Internacional fue una organización formada en1889 por los partidos socialistas que deseaban coordinar su actividad a nivel mundial. En los acuerdos del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en Paris, Francia, en julio de 1889, se programó la realización de una gran manifestación internacional de trabajadores en todos los países del mundo, para exigir de manera simultánea la reducción de la jornada laboral a ocho horas diarias, entre otros reclamos obreros. Fue así que entre las acciones más emblemáticas de la Segunda Internacional está la declaración del 1° de mayo como Día Internacional de los Trabajadores.


En la historia del movimiento obrero mundial podemos encontrar que a partir de la Segunda Internacional, 1° de Mayo fue considerado como una jornada de lucha de los obreros de todos los países, fecha en la que el proletariado se unifica para salir a las calles a protestar.


En México, por primera vez y bajo los auspicios del Partido Obrero Socialista se celebró un “Primero de Mayo” en 1912, con una manifestación que recorrió la Avenida Juárez, movilización encabezada por varios dirigentes del incipiente movimiento obrero mexicano. En 1913, en cumplimiento con el acuerdo de la Segunda Internacional, convocados por la Casa del Obrero Mundial y con una participación superior a los 25 mil trabajadores, se conmemoró el 1° de Mayo, exigiendo la reducción de la jornada laboral, entre otras demandas. Asimismo, en varios puntos de nuestro territorio, como fueron Veracruz y Tampico, se supo de varias huelgas estalladas por obreros petroleros, en conmemoración de tan importante fecha.


Por último, desde el recinto de la Cámara de Diputados, el Legislador Santiago J. Sierra, a través de un discurso, propuso fuera tomando el Primero de Mayo como día de combate por todo el proletariado mexicano. Esta propuesta fue aceptada por la clase obrera, la cual se ha manifestado en las calles hasta la actualidad, pese a la distorsión que los líderes oficialistas han querido hacer de esta jornada de lucha, a la cual la han querido convertir en un “dar las gracias” al presidente en turno.


La Asociación Internacional de Trabajadores, descrita por Engels como “el primer movimiento internacional de la clase obrera”, fue persuadida por él para que cambiara su lema de “todos los hombres son hermanos” de la liga de los justos a “¡Trabajadores de todos los países, uníos!”.


Hacemos el llamado a todos los trabajadores a celebrar combativamente esta fecha tan importante por ser un acontecimiento de lucha a nivel mundial, donde los obreros levantan la voz para mejorar sus condiciones económicas pero, sobre todo, para reafirmar la unidad proletaria a nivel mundial.


lunes, 24 de abril de 2023

1° de Mayo

Ricardo Torres

Durante más de un siglo los ideólogos del régimen capitalista se han empeñado en ocultar el verdadero origen y significado del Día Internacional de los Trabajadores, procurando convencernos de que tan solo se trata de un día de descanso, un día de fiesta, de un colorido desfile de trabajadores o, en el mejor de los casos, de la conmemoración histórica de los Mártires de Chicago. Sin embargo, los trabajadores de México y el mundo debemos tener siempre presente que el origen del 1° de Mayo se encuentra en los acuerdos del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en Paris, Francia, en julio de 1889, donde se programó, para el siguiente año, la realización de una gran manifestación internacional de trabajadores en todos los países del mundo, para exigir de manera simultánea la reducción de la jornada laboral a ocho horas diarias, entre otros justos reclamos obreros.


Recordemos que en septiembre de 1864, encabezada por Carlos Marx y Federico Engels, se funda en Londres, Inglaterra, la Asociación Internacional de Trabajadores conocida también como la Primera Internacional, en donde se proclama que el gran deber de las clases trabajadoras es la conquista del poder político y, por tanto, se convoca a la emancipación de la clase obrera bajo la consigna ¡Proletarios de todos los países, uníos! Sin embargo, después del genocidio cometido por el Gobierno francés en contra de los combativos trabajadores de la Comuna de París, en 1871, se desató una feroz persecución sobre los integrantes de la Primera Internacional y sus enemigos lograron desarticularla hasta que oficialmente quedó disuelta en 1876.


En 1883 muere Carlos Marx y seis años después, con motivo del centenario de la Revolución Francesa (1789), Federico Engels encabeza la fundación de la Segunda Internacional precisamente en el Congreso Obrero Socialista celebrado en París, en 1889, donde se retoman las principales exigencias de la clase obrera, plasmadas desde la Primera Internacional. Las célebres palabras de Engels expresadas el 1° de mayo de 1890, son elocuentes: ¡Proletarios de todos los países, uníos! Solo unas pocas voces nos respondieron cuando lanzamos estas palabras por el mundo […] Pero hoy, en el momento en que escribo estas líneas, el proletariado de Europa y América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por vez primera en un solo ejército, bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la jornada normal de ocho horas, proclamada ya en 1866 por el Congreso de la Internacional celebrado en Ginebra y de nuevo en 1889 por el Congreso Obrero de París. El espectáculo de hoy demostrará a los capitalistas y a los terratenientes de todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los países están unidos. ¡Oh, si Marx estuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos!”


Es entonces, a partir de 1890, que los obreros de todos los países realizan anualmente, cada 1° de Mayo, una jornada de lucha combativa donde pasan revista de sus fuerzas organizadas, con movilizaciones multitudinarias exigiendo respeto a sus derechos laborales, solución a sus principales demandas económicas, políticas y sociales, además de promover la unidad y solidaridad internacional de la clase obrera en el mundo. Cabe señalar que en México fue hasta 1913 que, en cumplimiento con el acuerdo de la Segunda Internacional, convocados por la Casa del Obrero Mundial y con una participación superior a los 25 mil trabajadores, se conmemoró por vez primera en nuestro país el 1° de Mayo, exigiendo la reducción de la jornada laboral, entre otras demandas.


Cuatro años después habría de concluir la Revolución Mexicana, en consecuencia, entre otras importantes conquistas, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 estableció, en la primera fracción del artículo 123, que la duración de la jornada laboral máxima debe ser de ocho horas. Sin embargo, en nuestros días, la globalización económica impuesta por el régimen neoliberal ha transformado las relaciones laborales en México y el mundo: las empresas modifican las jornadas de trabajo; controlan rigurosamente el incremento salarial, incumplen con los contratos colectivos de trabajo, subcontratan empresas (outsourcing) para eludir responsabilidades laborales, despiden a los trabajadores a su antojo y muchos otros atropellos que son tolerados y hasta reglamentados por el Estado.


Ahora bien, recientemente la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe titulado “Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo. Tendencias 2023”,  nos advierte que “Las perspectivas mundiales de los mercados de trabajo se deterioraron considerablemente durante el año 2022. Las nuevas tensiones geopolíticas, el conflicto de Ucrania, una recuperación desigual tras la pandemia y la obstrucción de las cadenas de suministro han creado las condiciones propias de un episodio de estanflación, el primer periodo de inflación alta y bajo crecimiento simultáneos desde la década de 1970. […] La mayoría de los países todavía no han alcanzado los niveles de empleo y de horas trabajadas registrados a finales de 2019, antes del estallido de la crisis sanitaria de la COVID-19. Sin embargo, una serie de perturbaciones de la oferta, predominantemente en los mercados de alimentos y materias primas, han empujado al alza los precios de producción, provocando repuntes de la inflación de los precios al consumo, lo que a su vez ha motivado la adopción de una política más restrictiva en los principales bancos centrales.


Centenares de millones de personas carecen de acceso a un empleo remunerado. Las personas empleadas a menudo están desprovistas de protección social y no pueden ampararse en los derechos fundamentales en el trabajo, debido a que trabajan mayoritariamente en situación de informalidad o no disponen de cauces para expresar sus intereses a través del diálogo social. La distribución de los ingresos es muy desigual, de modo que muchos trabajadores no consiguen salir de la pobreza.


Desde el nacimiento del sistema económico capitalista y su acelerado desarrollo en el siglo XIX, la clase obrera ha sido explotada por los dueños del capital bajo el cobijo y complicidad de los gobiernos a su servicio. Hoy la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y la gigantesca pobreza que sufren los obreros no tienen precedente. Actualmente el 1 por ciento de la población acapara la riqueza mundial mientras crece el empobrecimiento del resto de la humanidad. Un hecho absurdo e inaceptable.


Como podemos observar, los problemas que enfrentamos los trabajadores de México son los mismos que, por siglos, han sufrido los asalariados del mundo entero. La actual crisis económica mundial que se agudizó con la llegada de la pandemia; con el conflicto bélico en Ucrania (generado por los intereses hegemónicos del imperialismo norteamericano); por la obstrucción premeditada de las cadenas de suministro en el mercado mundial causada por los dueños del capital para obtener así mayores ganancias; y la desastrosa conducción económica, política y sanitaria de muchos gobiernos como el nuestro para enfrentar esta andanada de dificultades, obligan a la clase trabajadora a unirse y luchar por sus intereses de clase. Querámoslo o no, resuena hoy como ayer la visionaria y emancipadora consigna ¡Proletarios de todos los países, uníos!


Los trabajadores debemos reflexionar sobre la terrible situación que estamos viviendo y, consecuentemente, debemos prepararnos, unirnos y luchar por nuestros legítimos intereses. Que la conmemoración de este 1° de Mayo sirva para sacudir nuestras conciencias; para que los trabadores impulsemos la lucha en defensa de nuestros derechos laborales con mayor determinación y, al mismo tiempo, retomemos los objetivos revolucionarios de la Primera y Segunda Internacional encabezadas por Marx y Engels, convencidos de la urgente e inaplazable tarea de conquistar el poder político para construir así una sociedad más equitativa, justa y solidaria.


lunes, 2 de mayo de 2022

1° de Mayo

 

Ricardo Torres

Durante más de un siglo los ideólogos del régimen capitalista se han empeñado en ocultar el verdadero origen y significado del Día Internacional de los Trabajadores, procurando convencernos de que tan solo se trata de un día de descanso, un día de fiesta, de un colorido desfile de trabajadores o, en el mejor de los casos, de la conmemoración histórica de los Mártires de Chicago. Sin embargo, los trabajadores de México y el mundo debemos tener siempre presente que el origen del 1° de Mayo se encuentra en los acuerdos del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en Paris, Francia, en julio de 1889, donde se programó la realización de una gran manifestación internacional de trabajadores en todos los países del mundo, para exigir de manera simultánea la reducción de la jornada laboral a ocho horas diarias, entre otros justos reclamos obreros.

Recordemos que en septiembre de 1864, encabezada por Carlos Marx y Federico Engels, se funda en Londres, Inglaterra, la Asociación Internacional de Trabajadores conocida también como la Primera Internacional, en donde se proclama que el gran deber de la clase trabajadora es la conquista del poder político y se convoca a la emancipación de la clase obrera bajo la consigna  ¡Proletarios de todos los países, uníos! Sin embargo, después del genocidio cometido por el Gobierno francés en contra de los combativos trabajadores de la Comuna de París, en 1871, se desató una feroz persecución sobre los integrantes de la Primera Internacional, sus enemigos lograron desarticularla hasta que oficialmente quedó disuelta en 1876.

En 1883 muere Carlos Marx y seis años después, con motivo del centenario de la Revolución Francesa (1789), Federico Engels encabeza la fundación de la Segunda Internacional precisamente en el Congreso Obrero Socialista celebrado en París, en 1889, donde se retoman las principales exigencias de la clase obrera, plasmadas desde la Primera Internacional. Las célebres palabras de Engels expresadas el 1° de mayo de 1890, son elocuentes: ¡Proletarios de todos los países, uníos! Solo unas pocas voces nos respondieron cuando lanzamos estas palabras por el mundo […] Pero hoy, en el momento en que escribo estas líneas, el proletariado de Europa y América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por vez primera en un solo ejército, bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la jornada normal de ocho horas, proclamada ya en 1866 por el Congreso de la Internacional celebrado en Ginebra y de nuevo en 1889 por el Congreso Obrero de París. El espectáculo de hoy demostrará a los capitalistas y a los terratenientes de todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los países están unidos. ¡Oh, si Marx estuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos!”

Es entonces, a partir de 1890, que los obreros de todos los países realizan anualmente, cada 1° de Mayo, una jornada de lucha combativa donde pasan revista de sus fuerzas organizadas, con movilizaciones multitudinarias exigiendo respeto a sus derechos laborales, solución a sus principales demandas económicas, políticas y sociales, además de promover la unidad y solidaridad internacional de la clase obrera en el mundo. Por otro lado, el 1° de mayo de 1886, cientos de trabajadores fueron asesinados en suelo norteamericano en la plaza Haymarket, en Chicago, por haber tenido la osadía de lanzarse a la huelga reclamando la jornada de ocho horas. Para enterrar en el pasado la lucha reivindicatoria de los Mártires de Chicago y desmarcarse de la jornada de lucha de los trabajadores impulsada por los socialistas a nivel internacional, el Gobierno estadounidense estableció que el día del trabajo en Estados Unidos habría de celebrarse el primer lunes del mes de septiembre. Cabe señalar que en México fue hasta 1913 que, en cumplimiento con el acuerdo de la Segunda Internacional, convocados por la Casa del Obrero Mundial y con una participación superior a los 25 mil trabajadores, se conmemoró por primera vez el 1° de Mayo, exigiendo la reducción de la jornada laboral, entre otras demandas.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917  estableció, en la primera fracción del artículo 123, que la duración de la jornada laboral máxima debe ser de ocho horas, sin embargo, en nuestros días, la globalización económica impuesta por el régimen neoliberal ha transformado las relaciones laborales en México y el mundo: las empresas modifican los horarios, jornadas de trabajo y uso de horas extras, rotando y reciclando al personal, asignando al trabajador diversas tareas para hacerlo multifuncional, controlan rigurosamente el incremento salarial, incumplen con los contratos colectivos de trabajo, subcontratan empresas (outsourcing) para eludir responsabilidades laborales, establecen contratos a prueba, despiden a los trabajadores a su antojo y muchos otros atropellos que son tolerados y hasta reglamentados por el Estado.

Este régimen capitalista neoliberal en nuestro país está provocando una acelerada precarización laboral. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, la Población Económicamente Activa (PEA) en nuestro país es de 59 millones de personas pero solo 57 millones tienen una ocupación laboral, de los cuales 32 millones (56%) laboran en la informalidad, 21 millones  se encuentran registrados en el IMSS y 2 millones en el ISSSTE (40%). Del total de la PEA tan solo el 4% tiene ingresos bien remunerados, el resto de los trabajadores viven en la pobreza, de los 21 millones de asalariados con empleos formales más de 13 millones reciben solo un salario mínimo, por tanto, la inmensa mayoría de trabajadores mexicanos carecen de ingresos suficientes para cubrir el costo de la canasta básica; más de 34 millones de trabajadores carecen de afiliación a los institutos de seguridad social (IMSS o ISSSTE); menos de 5 millones de trabajadores están sindicalizados y cuentan con un contrato colectivo de trabajo; va desapareciendo la estabilidad en el trabajo, la subcontratación y el empleo temporal eliminan la antigüedad y el pago de utilidades, entre muchas otras prestaciones laborales. La pobreza en el capitalismo se engendra en las entrañas del sistema laboral: en la desigual distribución de la riqueza que los trabajadores producen con su fuerza de trabajo para beneficio de los dueños del capital.           

Estamos viviendo una crisis económica mayúscula, devastadora, que ha colocado en sus justos términos la importancia de la fuerza de trabajo de la clase obrera que tanto menosprecian y malpagan los patrones: hoy, ante los estragos producidos por la pandemia y la desastrosa política económica aplicada por el gobierno morenista, la pobreza de los trabajadores mexicanos se incrementa aceleradamente. Bajo el régimen capitalista en que vivimos, el obrero necesita trabajar para existir y el patrón para seguirlo explotando y acumular mayor capital. 

Los efectos del Covid-19 han puesto de relieve el carácter imprescindible de la clase obrera como generadora de la riqueza en la sociedad moderna, la importancia de la solidaridad internacional y la inaplazable necesidad que tenemos los trabajadores de unirnos y luchar organizadamente en defensa de nuestros intereses. Que este 1° de Mayo sirva para sacudir nuestras conciencias; para que los trabadores de México retomemos la lucha con mayor determinación, convencidos de la urgente e inaplazable tarea de construir una sociedad más justa y solidaria.