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domingo, 16 de abril de 2023

Rechazo al charrismo sindical


Facundino Gómez 

 

Desde 1939, cuando México inició una vertiginosa carrera por industrializarse, de manera natural se consolidó el desarrollo de la clase obrera. El presidente Lázaro Cárdenas del Río, entre otras cosas, creó a la Confederación de Trabajadores de México (CTM) que tuvo como primer Secretario General a Vicente Lombardo Toledano que se decía marxista; en 1941 apoyado por el presidente Manuel Ávila Camacho, se apodera de la CTM Fidel Velázquez Sánchez oriundo de Nicolás Romero, Estado de México. Con el paso del tiempo la CTM se convertiría en la central obrera más corrupta de toda la historia del sindicalismo mexicano. También había otras centrales obreras como la CROM, CTC, CROC, COS, etc. todas más o menos igual de tramposas que la CTM.


Los sindicatos agrupados en esas centrales obreras aprendieron pronto que el “sindicalismo” era y es un gran negocio. Que estudiando un poco de leyes laborales y teniendo el valor de enfrentar a algunos patrones les podía dejar buenos dividendos. Así han transcurrido 84 años, los sindicatos han mejorado sus estrategias y crearon grupos de choque (golpeadores a sueldo) para someter a los trabajadores y obligarlos a permanecer en sus sindicatos. Los líderes sindicales se convirtieron en poderosos hombres de dinero, que vendiendo los derechos de los trabajadores se hicieron de enormes fortunas, viven en zonas muy exclusivas y hasta algunos han creado empresas que utilizan para sacar contratos colectivos a empresas y gobiernos. Conocí a un abogado que tenía un sindicato textil y se sabía que viajaba en avión a Las Vegas a pasarse algunos fines de semana y tenía fotos de lugares famosos del mundo como la Capilla Sixtina en el Vaticano, etc.


Pero nada es para siempre, en el año 2017 Enrique Peña Nieto, presionado por los Gobiernos de Estados Unidos y Canadá, inicia una serie de reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Y en 2019 Andrés Manuel López Obrador reforma la Ley Federal del Trabajo. Ahora el ordenamiento legal obliga a los sindicatos a someterse a la aprobación de los trabajadores que se supone representa. La ventaja es que ahora los trabajadores están en posibilidad de decidir libremente.


A los obreros se le ha creado la idea de que algún día llegará un líder a salvarlos de su vida llena de carencias y sufrimientos. Pero ese líder nunca llega, solo se queda en esperanza. Eso nunca ha sido la solución para resolver un problema social. En los problemas sociales es necesario la intervención de cada integrante de la sociedad. En el sindicalismo es exactamente igual, todos los trabajadores deben participar.


La posibilidad de que los trabajadores decidan es real. Jamás algún obrero hubiera pensado eso, pero es una realidad. Se han dado casos reales por todos lados, donde los trabajadores han rechazado a las corruptas centrales obreras. A esos sindicatos a pesar de su poder, los trabajadores los han vomitado, los han corrido de sus centros de trabajo. Eso sorprende a todos, sorprende a los patrones y a esos líderes vendidos, pero también sorprende a los mismos trabajadores que han visto una posibilidad de mejorar y quitarse de encima a esos corruptos.


Los resultados de las consultas a los trabajadores son una verdadera sorpresa. Así se puede leer en algunas actas de resultados: votos a favor de que siga el actual Contrato Colectivo de Trabajo 74; votos en contra 282, y así por el estilo. En fin, ha sido abrumador el rechazo de los trabajadores a los sindicatos charros.


El momento de convertir al sindicalismo en una verdadera arma de lucha a favor de los intereses económicos y políticos de los trabajadores está próximo, hay que correr a los líderes corruptos y ladrones, porque ahora la ley permite que los trabajadores decidan.


Sin embargo, no basta con rechazar a los viejos charros cetemistas para que lleguen ahora los charros morenistas; los obreros debemos prepararnos, agruparnos, conformar directivas auténticas, formar o afiliarnos en sindicatos que en verdad defiendan nuestros derechos laborales y decidirnos a desplegar una lucha permanente en defensa de nuestros intereses de clase.