Renata Aguilar
Sabemos que las distintas artes reflejan la vida humana desde todos sus ángulos y especialmente el cine de denuncia social es una de ellas, una importante herramienta donde podemos observarnos y tomar conciencia de nuestras virtudes y defectos, como personas y como sociedad. Made in Bangladesh, una película de la cineasta Rubaiyat Hossain, expone un aspecto fundamental en nuestra sociedad: el trabajo, la sumisión de los trabajadores a un sistema que vive a costa de ellos pero que no los toma en cuenta y, sobre todo, que da cuerpo y vida a un instrumento totalmente necesario para la defensa de los derechos laborales, el sindicato, un instrumento que en nuestro país parece abandonado y que a su vez ha sido cooptado por las empresas y el Estado para inhibir su poder. En México, como mencionó Graciela Bensusán en una entrevista para Carmen Morán, “los trabajadores no saben para qué sirven los sindicatos, porque los sindicatos no les han servido para nada” pero deben saberlo y utilizarlos en su beneficio porque tienen un gran potencial para mejorar sus intereses económicos inmediatos, pero también y, sobre todo, para crear conciencia política.
Pues bien, en Made in Bangladesh, la historia de Shimu seguramente es muy similar a la de muchas mujeres trabajadoras en México, ella siendo menor de edad migra a la capital de su país, a partir de entonces comenzó su vida laboral en la que de inmediato percibe la explotación, e incluso abandonó un trabajo porque no soportaba los golpes que le amotinaban sus patrones. Tiene 23 años cuando trabaja en Modal Apparels, una fábrica de la industria textil, un día debido a la falta de mantenimiento en las instalaciones ocurre un incendio que cobra la vida de una trabajadora, amiga y compañera de Shimu, lo que en gran medida la impulsará a tomar la iniciativa de formar un sindicato. Después del “accidente” cierran la fábrica algunos días, durante los cuales las trabajadoras permanecen en la incertidumbre respecto a su trabajo y a su salario. El esposo de Shimu no tienen ningún sustento, deben meses de renta y no tienen para comer, por lo que Shimu va a buscar a su patrón a la fábrica para exigir su salario, no la dejan entrar, pero al retirarse del lugar se encuentra con Apa, una mujer que quiere entrevistarla y que finalmente será su guía para ayudarla a conformar un sindicato auténtico.
El filme tiene muchas escenas realmente aleccionadoras que reflejan de una manera cruda la realidad de los trabajadores en las fábricas y tiene diversas enseñanzas respecto al papel de la mujer en el sistema económico, expone la desigualdad de género en el ámbito laboral, la sumisión de la mujer y su rol en el hogar y en el sistema, no obstante, desde mi punto de vista, lo esencial está en la lucha sindical que se emprende y en la explotación laboral del sistema capitalista que ilustra. Por ejemplo, una escena muy aleccionadora es cuando Shimu está con Apa y ésta le dice que los están explotando y le pregunta cuántas prendas elabora, a lo que Shimu contesta que mil 665 al día y Apa le explica que solo dos o tres de esas conforman su salario del mes. Brutal. Pues bien, dentro de todo lo que expone la película lo que me interesa destacar son los obstáculos a los que se enfrenta todo líder nato para poder defender sus derechos y de sus compañeros dentro de esta bestial explotación laboral, el filme los expone de manera muy natural.
El primero obstáculo que aparece es la desconfianza de los trabajadores, pues no creen que realmente un sindicato los pueda ayudar, pero, sobre todo, el temor que sienten al poder ser despedidos, un temor que se afina y ahonda cuando los directivos que están al frente de la empresa, instados por el patrón, mienten y manipulan para evitar que los trabajadores se unan y organicen. Esto lo vemos en Made in Bangladesh, donde incluso, cuando el amedrentar no le funcionó al patrón, pasa a querer comprar a Shimu con una gran cantidad de dinero e incluso queriéndola mandar a “descansar”, pero ella no cede, pues sabe que sus compañeras la necesitan.
Otra escena muy ilustrativa es cuando vemos a Shimu leyendo las leyes que protegen a los trabajadores, ella no las conocía, pero conocerlas le ha abierto los ojos y quiere hacer cumplir lo que ahí dice, pero lo más valioso es cuando les lee a sus compañeras algunos artículos, convenciéndolas de que la apoyen para formar el sindicato.
La desconfianza de sus compañeras respecto al beneficio que puede traerle el sindicato no es el único obstáculo, Shimu también se enfrenta a la oposición de su esposo, a quien incluso escuchamos decir: “he visto a muchas personas terminar en prisión por andar en cuestiones sindicales”, quien también en una ocasión se la lleva por la fuerza a su casa, pero Shimu ve más allá de su beneficio individual y gracias al acompañamiento de Apa, sabe que abandonar la idea de crear el sindicato es dejar en el desamparo a todas sus compañeras y es abandonar sus derechos.
El tercer obstáculo que podemos apreciar en el filme es, quizá, el más difícil, Shimu se enfrenta a la burocracia sindical y al poder económico de la empresa, gracias al cual puede influir en las decisiones de los funcionarios. Shimu ya ha juntado todas las firmas necesarias, ha dejado todos los documentos solicitados y ha ido constantemente por su registro, pero le dan largas ante eso, les pide a sus compañeras de trabajo que vayan junto con ella a exigir dicho registro y ellas acceden, ni siquiera las dejan entrar, pero Shimu lo logra, después de tantas largas finalmente le niegan el registro aceptando francamente que “hay un poder más grande, que viene de arriba” y que, por tanto, no pueden hacer nada, entonces vemos a una mujer que se niega a abandonar la lucha, de ver en el rostro de Shimu aflicción pasa a ser un rostro firme, decisivo y hasta con odio, vemos a una mujer transformada que logra doblegar al funcionario.
Estos tres obstáculos que expone el filme son obstáculos a los cuales se van a enfrentar los trabajadores que quieran defender sus derechos pero finalmente deben ser superados y la única forma para ello es estar conscientes, organizados y unidos; sí, al principio habrá desconfianza, oposición familiar y sobre todo, la oposición de la empresa, pero los trabajadores deben ir siempre hacia delante, con la frente en alto, porque sus exigencias nunca son muchas y están inscritas en la ley correspondiente, ya que ellos son los creadores de la riqueza social y sus salarios son raquíticos como en el caso de Shimu, la mayoría de los trabajadores, con unos pocos minutos al día o si se quiere horas, producen su salario del mes ¿en dónde queda toda la riqueza que producen? Sin ningún derecho, en las manos de los empresarios, así que, compañeros trabajadores, no teman exigir sus derechos laborales, porque éstos son lo menos que deben exigir.