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domingo, 14 de mayo de 2023

De la utopía a la realidad

 


Javier Hernández

        En el Palacio Legislativo de San Lázaro, nuevamente se tocó el tema de la iniciativa por la reducción de la jornada laboral, pasando de 48 a 40 horas semanales y de uno a dos días de descanso cuando menos. Este es un “momento histórico”, declaró la diputada morenista Susana Prieto Terrazas, en la sesión de la Comisión de Puntos Constitucionales donde se reanudó la Décima Quinta Reunión Ordinaria, el 25 de abril del año en curso.


Las palabras de la diputada morenista fueron convincentes, argumentando que “somos de los países que más horas laboran anualmente…” también aseguró que “aunque muchas empresas dan dos días de descanso no garantizan las ocho horas diarias de trabajo, por lo que al final, el trabajador llega a estar hasta 12 horas diarias laborando.


En efecto, sus palabras son ciertas, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que en Ecuador y Chile laboran 40 horas, Colombia 42, Brasil, el Salvador y Guatemala 44 horas, mientras Costa Rica, Perú, Argentina y México son de 48 horas semanales (aunque cabe señalar que en Chile y Colombia su reforma laboral está en transición).


También es cierto que las empresas, patrones o empleadores no respetan las horas máximas de trabajo que señala el artículo 123 Constitucional que es de 48 horas por semana, los horarios van de 9 a 12 horas diarias.


Históricamente las jornadas laborales han sido extensas desde que llegó la Revolución Industrial en Europa a mediados del siglo XVIII, y desde entonces también han existido grandes pensadores socialistas que han encabezado la lucha por reducir la jornada laboral, tal es el caso del socialista utópico inglés, Roberto Owen, su planteamiento era dividir las 24 horas del día en tres actividades esenciales: 8 horas de trabajo, 8 horas de recreación y 8 horas de descanso.


Al paso de los años y con la formación de la Asociación Internacional de Trabajadores o mejor conocida como la Primera Internacional, encabezada por los revolucionarios intelectuales Carlos Marx y Federico Engels, pilares del movimiento obrero, quienes dieron contenido y forma al socialismo científico expuesto inicialmente a los delegados del Consejo Central Provisional, en el I Congreso, celebrado del 3 al 8 de septiembre de 1866, en Ginebra. De los nueve puntos a discutir, el tercero era precisamente la Limitación de la jornada de trabajo. Marx sugería lo siguiente: “Nosotros proponemos 8 horas de trabajo como límite legal de la duración de la jornada laboral. Esta limitación es la demanda general de los obreros de Estados Unidos de América; el voto del Congreso la hará plataforma común de la clase obrera del mundo entero.


Para información de los miembros continentales de la Asociación, cuya experiencia en materia de legislación fabril es relativamente reciente, añadiremos que ninguna restricción legal alcanzará el objetivo planteado y todas serán vulneradas por el capital si no se fija con precisión el período del día en que deben encajar estas 8 horas…” 


¿Qué pasó en México? A pesar de que gracias a los hermanos Flores Magón se enarboló y popularizó la demanda de las 8 horas laborales en el célebre Programa del Partido Liberal Mexicano publicado en 1906, no tuvo tanto peso como ellos habían deseado. Sin embargo, esta exigencia se consagró finalmente en el artículo 123 de la Constitución de 1917.


Lamentablemente, en los hechos, no en muchas fuentes de trabajo se respeta las 8 horas laborales, sino que van desde las 9 hasta las 12 horas, las razones son diversas, por ejemplo, los trabajadores se emplean de palabra con los patrones, es decir, solo piden oportunidad para trabajar y los empresarios al ver las necesidades del trabajador los aceptan para laborar con ellos, pero al mismo tiempo violan sus derechos laborales haciéndolos trabajar más de las ocho horas correspondientes por ley; ocurre también que al no contar con un Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) no está definida la jornada laboral, un horario de salida y de entrada; o puede suceder que sí cuentan con un CCT pero aunque en él se especifique la jornada laboral sencillamente no se respeta y, por tanto, queda en letra muerta. Y así podemos exponer infinidad de ejemplos.


Ahora bien, la propuesta de la Cuarta Transformación para la reducción de la jornada de trabajo, a través de su operadora la Licenciada Prieto Terrazas, no es más que un anzuelo de seducción hacia los trabajadores para conquistar su simpatía rumbo a las próximas elecciones de 2024. No olvidemos que el Jefe del Ejecutivo celebró este 1° de Mayo a puerta cerrada con los viejos y nuevos líderes charros del morenismo encabezados por Napoleón Gómez Urrutia.


No echemos las campanas al vuelo, no basta con que se proponga o se fije una jornada laboral más reducida si, en los hechos, los patrones no la respetan y el Gobierno no hace nada para que se cumpla la ley. Los trabajadores sabemos bien que la clase capitalista hará todo lo posible porque este tipo de reformas, como muchas otras, solo queden en letra muerta. Por eso es necesario contar con una autentica representación sindical apoyada firmemente con la participación, unidad y combatividad de la base trabajadora como condición indispensable para hacer respetar sus derechos laborales.