Mostrando entradas con la etiqueta Texas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Texas. Mostrar todas las entradas

lunes, 11 de julio de 2022

Acerca del tráiler de la muerte en Texas

Ricardo Torres


    El lunes 27 de junio se localizó un tráiler que transportaba a 67 inmigrantes indocumentados en la carretera interestatal en San Antonio, Texas, en Estados Unidos, de los cuales 53 personas fallecieron por asfixia y deshidratación; se ha confirmado que 27 de ellas eran mexicanos provenientes del estado de México, Guanajuato, Querétaro, Morelos, Oaxaca, Veracruz, Zacatecas y la Ciudad de México; 14 provenían de Honduras; siete de Guatemala y dos de El Salvador. Hasta el momento se sabe que el resto de las personas se encuentran hospitalizadas y su estado de salud es crítico pues presentan problemas neurológicos, renales, hepáticos y hemorrágicos, entre otros.


Ante esta lamentable tragedia, los medios de comunicación de control masivo, presurosos en orientar el impacto y la indignación social lo más lejos posible de sus verdaderas causas, lanzaron su dedo acusador contra el chofer del tráiler quien enfrentará un juicio en donde lo condenarán a cadena perpetua o pena de muerte como culpable directo del fallecimiento de los emigrantes, según lo informó el Departamento de Justicia. Pero todos sabemos que la reciente muerte de los emigrantes en Texas no es un hecho aislado y extraordinario, sino el pan nuestro de cada día de un histórico problema económico que han sufrido y sufren los pobres de México y Centroamérica, por tanto, la sanción que sufra el chofer, por muy severa que parezca, no servirá en absoluto para frenar o corregir el problema de fondo de la migración que se vive en América Latina.


Desde hace décadas, los inmigrantes que intentan llegar a Estados Unidos se ven obligados a ingresar subrepticiamente en condiciones inhumanas y cruzando regiones inhóspitas debido a las diversas restricciones antiinmigrantes impuestas por el Gobierno norteamericano que, frente a la pandemia actual, se han endurecido: tan solo el año pasado fueron detenidos más de 1.7 millones de migrantes y, a decir de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, en las últimas dos décadas se han registrado oficialmente cerca de ocho mil migrantes muertos; pero lo cierto es que el número de personas que han perdido la vida  intentando alcanzar el “sueño americano” es mucho mayor en virtud de que no existe un sistema para localizar y contabilizar el número real de migrantes muertos ya que las autoridades estadounidenses tardan meses y hasta años en encontrar los restos de cadáveres de cientos de ellos, por ejemplo, en las zonas desérticas donde mueren de insolación o deshidratación, o intentando atravesar el río Bravo donde mueren ahogados. Este es el costo que pagan miles de personas humildes que buscan una alternativa de trabajo para obtener los recursos necesarios para el sostenimiento de sus familias.


En su conferencia matutina del 28 de junio, AMLO se limitó a decir “quiero expresar mi más profundo pésame a familiares de migrantes mexicanos, guatemaltecos, hondureños que murieron ayer asfixiados en un tráiler, una tremenda desgracia […] estamos apoyando: está desde ayer nuestro cónsul, están también funcionarios de migración de México, y vamos a estar atentos para apoyar a los familiares de las víctimas, el traslado de los cuerpos y, desde luego, hacer la investigación en lo que a nosotros nos corresponde porque estos hechos lamentables que desde luego tienen que ver con la situación de pobreza, de desesperación de hermanos centroamericanos, de mexicanos, suceden porque también hay tráfico de personas y falta de controles, en este caso, en la frontera de México con Estados Unidos y al interior de Estados Unidos. Entonces vamos a estar informando sobre eso.


De inmediato Marcel Ebrard, Secretario de Relaciones Exteriores, en su twitter señaló: “Sostuve llamada con el Fiscal General de la República, Dr. Alejandro Gertz Manera, quien ha dispuesto abrir carpeta de investigación respecto a la tragedia en San Antonio Texas por hechos relacionados en nuestro territorio. Me comparte vuela equipo hacia Texas para ese fin”.


Por su parte, Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, acudió a Palacio Nacional, con el fin de dialogar con el Gobierno sobre los migrantes mexicanos fallecidos en San Antonio, Texas, enfatizando en la necesidad de hallar pronta resolución al tema migratorio entre ambas naciones, especialmente que se reconsidere aplicar el marco de migración legal que planteó el presidente Joe Biden, a través de la Declaración sobre Migración en la reciente Cumbre de las Américas, en la cual, dice, se pretende instrumentar una migración segura, ordenada, humana y legal, para reducir así la migración irregular, además, de la ayuda económica que están ofreciendo a los países los bancos multilaterales de desarrollo e instituciones financieras internacionales. Declaró que los hechos ocurridos en Texas fueron el resultado de leyes migratorias “rotas y disfuncionales” que poco o nada han hecho para que se resuelva el tema binacional. Y, finalmente, agregó que en esta nueva tragedia las personas murieron a manos del crimen organizado.


Los trabajadores de México sabemos bien que la razón por la cual miles y millones de personas salen de sus lugares de origen para buscar trabajo en Estados Unidos, obedece a la falta de empleo, pobreza, hambre y violencia que enfrentan en nuestro país y en la mayoría de las naciones de nuestro continente. Los migrantes arriesgan su vida para llegar a suelo norteamericano, no por gusto sino por hambre y necesidad. La causa de fondo que explica la migración y sus mortales efectos, como el ocurrido en Texas, se encuentra en el viejo modelo económico capitalista que enriquece a un puñado de multimillonarios, a costa de la pobreza de millones de trabajadores. La pandemia y la inflación solo han agravado su difícil situación económica: ha crecido el desempleo y, por otro lado, los precios de las mercancías se elevan progresivamente, en especial aquellos de la canasta básica alimentaria. Es por ello que garantizar la alimentación, la salud y la educación de nuestros hijos se torna cada día en un problema sin solución. Por tanto, emigrar a Estados Unidos en busca de un trabajo es solo una consecuencia obligada ante la falta de oportunidades económicas en nuestras propias naciones.


Que nadie se deje engañar, el problema de fondo de la emigración hacia Estados Unidos es económico: para combatirlo es necesario que se generen fuentes de empleo seguras en nuestros países, con estabilidad laboral y respeto a los derechos de los trabajadores, con una retribución salarial digna y no con sueldos de hambre, es decir, con ingresos suficientes que permitan una vida decorosa para los trabajadores y sus familias. Solo atendiendo esta necesidad básica de la población se estará atacando en serio el problema migratorio y, consecuentemente, protegiendo la vida y la seguridad de los mexicanos. Lo ocurrido en San Antonio, Texas, se explica entonces por la permanencia de un modelo económico capitalista, neoliberal, que está provocando desigualdad y pobreza creciente; un modelo económico que, con el paso del tiempo, se está agotando al mostrarse incapaz de dar respuesta a las necesidades más elementales de subsistencia de la población; un modelo económico diseñado para que la riqueza que genera la actividad productiva de los trabajadores colectivamente, se la apropien, individualmente, los dueños de la industria, el comercio y los bancos. Se requiere pues un nuevo modelo económico que genere empleos estables y distribuya la riqueza social de manera equitativa.


Planteadas así las cosas, resulta un despropósito reducir la tragedia de Texas culpando tan solo al chofer del tráiler; resulta indignante escuchar a López Obrador limitándose a ofrecer condolencias a los familiares, el traslado de los cuerpos de nuestros compatriotas fallecidos y la apertura de una carpeta de investigación que tampoco servirá absolutamente para nada, queriendo ocultar de esta manera su verdadera responsabilidad en los hechos, cuando AMLO y su gobierno saben bien que el Estado mexicano es el encargado de fomentar el crecimiento económico y el empleo, así como de promover una justa distribución del ingreso nacional que garantice la dignidad del pueblo mexicano.


Y peor aún resulta escuchar al representante del Gobierno norteamericano, principal promotor del sistema económico neoliberal, quien, para esconder la responsabilidad de su modelo económico explotador, acusa de los hechos en Texas al crimen organizado y a la falta de una legislación que regule la inmigración hacia su territorio, cuando ha sido el capital estadounidense y su Gobierno los principales responsables del saqueo de materias primas y recursos naturales que por décadas han realizado en los países de América Latina provocando con ello la desigualdad y miseria de la que huyen actualmente sus pobladores con la esperanza de encontrar en Estados Unidos solución a sus necesidades.


Los Gobiernos de Estados Unidos y México, defensores del régimen capitalista, se reunirán próximamente y seguirán eludiendo su responsabilidad, con demagogia y falsas medidas para enfrentar el problema migratorio, sin afectar un átomo los intereses del capital, mientras tanto el pueblo pobre seguirá aportando su vasta fuerza de trabajo a bajo precio y su correspondiente cuota de muertos.


lunes, 30 de mayo de 2022

Masacre en Texas: los verdaderos responsables



 Ricardo Torres 

            El pasado 24 de mayo del año en curso, en una escuela primaria ubicada en la localidad de Uvalde, en Texas, Estados Unidos, un joven de 18 años que acababa de adquirir un rifle AR-15 y cargadores de alto poder, ingresó al plantel escolar, se introdujo en una de las aulas y comenzó a disparar contra los alumnos, arrojando un saldo de 19 niños y dos maestras muertos. Finalmente, agentes de la policía asesinaron al agresor.


Después de la masacre en diciembre de 2012, en la escuela primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut, donde el homicida, tras matar a su madre, irrumpió en la escuela para asesinar a seis adultos y 20 niños; seguida de la matanza en 2018 en una secundaria de Parkland, Florida, donde el agresor asesinó a 17 personas y dejó heridas a otras 20; este nuevo episodio en Uvalde, Texas, ha sido la peor masacre escolar en la última década. Para dimensionar las consecuencias de este problema basta señalar que durante los últimos 13 tiroteos masivos en escuelas en Estados Unidos han muerto 146 niños y adultos, dejando, además, 182 heridos entre estudiantes, profesores y adultos (https://theconversation.com/20220524).


Pero como todos sabemos, los tiroteos y el uso indiscriminado de armas de fuego en la unión americana no solo han tenido mortales consecuencias en los centros de estudio, sino también en iglesias, conciertos y otros lugares públicos: a decir de Everytown For Gun Safety, organización civil que desde hace años lucha por un mayor control en la venta de armas en Estados Unidos, el58%de los estadounidenses reportó que ellos o algunos de sus seres queridos han vivido violencia con armas de fuego al menos una vez en su vida; más de 40 mil estadounidenses mueren cada año en actos de violencia con armas de fuego y unas85 mil más resultan heridos por el mismo motivo: 110 personas mueren cada día por disparos con armas de fuego; en lo que va de 2022, se han registrado 213 tiroteos masivos en el país norteamericano; 9 de cada 10 sobrevivientes de alguna balacera reportó haber sufrido un trauma físico o psicológico a causa del incidente; en promedio, la policía de Estados Unidos mata a disparos a tres personas todos los días (mundo.sputniknews.com/20220526). En suma, existen pues más tiroteos masivos en Estados Unidos que en cualquier otra parte del planeta.


Coincidentemente el arma que utilizaron los homicidas en Connecticut, Florida, Las Vegas, y ahora en Texas, fue el rifle AR-15 de alto poder semiautomático fabricado por la empresa Remingtón; se calcula que existen más de ocho millones de rifles AR-15 en posesión de la ciudadanía estadounidense y, en general, más de 300 millones de armas de fuego en manos de civiles: en promedio por cada diez habitantes hay nueve armas de fuego en sus manos, siendo la proporción más alta del mundo. Esto en virtud de que se mantiene vigente e inamovible la segunda enmienda de la Constitución de Estados Unidos, aprobada desde 1791, donde se declara que “…el derecho del pueblo a poseer y portar armas no será infringido. Por tanto, desde entonces, el argumento jurídico de poseer armas de fuego como un derecho de los ciudadanos estadounidenses” se ha convertido en un jugoso y multimillonario negocio en favor de un puñado de empresarios fabricantes de armas.

 

Y en el colmo del descaro, en medio de una ola de protestas públicas, a dos días del tiroteo en Uvalde, Texas, en ese mismo estado de la unión americana, se celebró la Convención anual de la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés) que cuenta con más de cinco millones de miembros, donde la organización promovida por las empresas fabricantes de armas continúan ofreciendo al público la venta de un enorme muestrario de armas de fuego de diferente tipo y calibre, miras telescópicas, ropa de camuflaje, cuchillos, machetes, y un largo etcétera de accesorios de combate. El mensaje central emitido por los dirigentes de la NRA y personalidades políticas invitadas en dicha convención fue que la masacre en Uvalde fue culpa de un criminal solitario y trastornado” y, por tanto,no hay necesidad de más regulaciones que rijan la compra de armas en Estados Unidos”. Más bien, dijeron, “las escuelas deberían ser ‘reforzadas’ con guardias armados y otras salvaguardias, y deberían tomarse más medidas para encarcelar a los delincuentes e identificar a los enfermos mentales.


Por su parte, con la intención de eludir su responsabilidad y desviar la atención de la sociedad norteamericana que con justa razón reclama seguridad para sus hijos y sus familias, el Gobierno norteamericano promueve con insistencia en los medios de comunicación que el  agresor, Salvador Ramos, era un joven “introvertido y de familia disfuncional” y que “la policía actuó tarde en el tiroteo de Uvalde”.


Como podemos observar, el Gobierno norteamericano y los dueños de las empresas fabricantes de armas hacen esfuerzos por propagar ante la opinión pública una falsa explicación de las causas que provocan estas masacres en las escuelas, para luego justificar las fingidas medidas para enfrentarlas. Bastará entonces, según estos señores, con destinar recursos económicos en programas de apoyo psicológico y emocional para atacar el problema de la salud mental de los jóvenes estudiantes “introvertidos y de familia disfuncional” que se perfilan como potenciales homicidas; y destinar un mayor número de policías en las escuelas para que actúen rápidamente en caso de un tiroteo y asunto arreglado. Este es el Gobierno que pretende imponer en el mundo su criminal y desigual modelo económico, político y social.


Si ahondamos un poco más en el problema encontraremos que la resistencia del Gobierno norteamericano para establecer una legislación que en verdad restrinja con severidad el control y uso de armas, obedece no solo a los intereses económicos de las empresas que fabrican, distribuyen y venden armas en Estados Unidos y el mundo entero, sino que, además, dicha resistencia obedece también a la íntima relación y dependencia que existe entre este puñado de empresarios multimillonarios y la clase política norteamericana: los amos del dinero son, finalmente, quienes respaldan económicamente la proyección de los políticos y el gobierno en turno que habrá de resguardar sus intereses. Así las cosas, los principales grupos de influencia económica y política en Estados Unidos, como lo es la NRA, cabildean permanentemente en Washington para evitar cualquier legislación que intente disminuir las ganancias de su lucrativo negocio.


En consecuencia, los verdaderos responsables de la tragedia en Uvalde, son los dueños de la industria armamentista y el Gobierno norteamericanos que continúan privilegiando la venta de armas en favor del capital por encima de la vida humana y la seguridad de los estudiantes en las escuelas.


La desquiciada política hegemónica del imperialismo norteamericano por adueñarse del mundo entero, sus anhelos de dominio económico y político sobre el resto de los países del orbe, su poder de destrucción para imponer y someter a las naciones por la vía de la intervención armada, son elementos que hoy, inevitablemente, se revierten contra su propia colectividad. El culto a la violencia y las armas, la visión individualista de mundo, el odio exacerbado hacia otras naciones, religiones, razas o personas, son los valores sembrados por el imperialismo en la sociedad norteamericana que explican su elevado nivel de violencia y las lamentables tragedias como la ocurrida ahora en Uvalde, Texas; síntomas inequívocos de la irreversible decadencia del imperialismo norteamericano.