Rosa Espinoza
Las enfermedades profesionales se consideran aquellas que se contraen en el desempeño de las labores del trabajador como consecuencia de la exposición a agentes físicos, químicos o biológicos como el sol, la humedad o temperaturas extremas, que sumados a otro tipo de factores como acciones, movimientos o posturas que causen algún daño físico y factores psicosociales, son los elementos de riesgo desencadenantes de enfermedades profesionales y accidentes de trabajo. De acuerdo con cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 2 millones 700 mil trabajadores mueren cada año a causa de los accidentes de trabajo, en México mueren 400 mil empleados cada año por esta causa.
La Ley Federal del Trabajo (LFT) en su artículo 513 establece que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) actualizará las tablas de enfermedades de trabajo y de evaluación de las incapacidades permanentes resultante de los riesgos de trabajo, mismas que se publicarán en el Diario Oficial de la Federación. En concordancia con ese precepto, en abril de este año, la titular de la STPS, Luisa María Alcalde Luján, dio a conocer que se agregan ahora otros 88 padecimientos laborales, entre los cuales se enlista el Covid-19 y 26 tipos de cáncer de origen laboral.
Por su parte, la Secretaria de Salud informó que el mes de julio inició con un acumulado de 6 millones 58 mil 689 contagios de Covid-19 confirmados y un total de 325 mil 747 fallecimientos, en la que se denomina la quinta ola de contagios. Esta enfermedad es ahora considerada una enfermedad profesional.
Las enfermedades de trabajo que se reconocen son los 161 conceptos que se enlistan en la LFT, pero existen otros muchos males que aún no se reconocen como tales, algunas de los cuales son los 88 padecimientos laborales que próximamente se enlistarán en la Tabla de Enfermedades del artículo 513 de la ley laboral. El grave problema es que el sistema de salud mexicano y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en particular, no tienen la capacidad para atender esta problemática, tanto por el presupuesto con el que cuentan como por la infraestructura hospitalaria de que carecen, todo en menoscabo de la salud y la vida de los trabajadores.
Las empresas no incluyen en sus evaluaciones de riesgos la valoración de agentes o acciones que puedan producir enfermedad, salvo en el caso de sustancias que tengan reconocida su toxicidad. Por ello, no se establecen medidas preventivas para su eliminación, lo que frecuentemente ocasiona que a tales enfermedades se les considere como comunes y se les dé una atención común, es decir, que no se va a la causa real de la enfermedad o del riesgo de trabajo.
El problema se agrava si consideramos que la población trabajadora en México, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, suma 57 millones 700 mil personas, y en la subocupación 5 millones 21 mil personas, un total de 62 millones 721 mil trabajadores, de los cuales, al 31 de diciembre de 2021, se tienen registrados 20 millones 620 mil 148 puestos de trabajo ante el IMSS, el 87 por ciento son permanentes y el 13 por ciento son eventuales.
En suma, en nuestro país se quedan sin atención médica en el IMSS 42 millones 100 mil trabajadores, los cuales tienen que buscar ser atendidos por la Secretaria de Salud, en los hospitales y centros de salud que se supone atienden bajo el esquema del INSABI que sustituyó al Seguro Popular o bien con médicos y clínicas particulares, o con remedios caseros o sencillamente no se atienden. Además, debemos considerar que ni en el IMSS ni en la Secretaria de Salud hay suficientes medicamentos, por lo que los trabajadores los tienen que adquirir por su cuenta.
Escandalosamente la situación empeoró y puso en evidencia el pésimo sistema de salud mexicano, al no poder enfrentar la pandemia generada por el Covid-19, ahora ya sabemos que al esquema de enfermedades se agregan 26 nuevos tipos de cáncer laboral, una terrible tragedia para la salud de los mexicanos que deja en evidencia la política errática en materia de salud del gobierno de la cuarta transformación.
Los trabajadores con su desempeño diario en el proceso de producción dejan literalmente su vida en la mercancía que producen, sus músculos, su energía, sus nervios, sus fuerzas, su pensamiento, su vitalidad, su salud; la inversión de su fuerza de trabajo en el proceso de producción es lo que genera la mercancía y con ella la riqueza social; sin embargo, es el trabajador el que menos recibe de esa riqueza que genera, solo recibe un mísero salario que es el precio de su fuerza de trabajo y el resto de la riqueza que produce se lo queda el dueño de los medios de producción, el dueño del capital invertido.
Urge un sistema de salud en México que realmente garantice la atención médica, los medicamentos y la infraestructura adecuada para atender a la población trabajadora; urge un sistema de salud que vaya al origen de los padecimientos y accidentes de trabajo, que obligue a las empresas a brindar a los trabajadores todas las condiciones necesarias para el desempeño de sus labores, sin correr tantos riesgos de trabajo. Pero no nos engañemos, sin la organización y la lucha combativa de la clase trabajadora en defensa de sus intereses, esto no será posible.