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domingo, 1 de octubre de 2023

Acerca de la reducción de la jornada laboral

Antón Rojo

La clase obrera mexicana necesita de un fuerte movimiento que realmente luche por sus intereses de clase.


        "No se puede pedir a un cuerpo cansado y consumido que se dedique al estudio, que sienta el encanto del arte: poesía, música, pintura, ni menos que tenga ojos para admirar las infinitas bellezas de la naturaleza. Un cuerpo exhausto, extenuado por el trabajo, agotado por el hambre y la tisis no apetece más que dormir y morir. Es una torpe ironía, una burla sangrienta, el afirmar que un hombre, después de ocho o más horas de un trabajo manual, tenga todavía en sí fuerzas para divertirse, para gozar en una forma elevada, espiritual. Sólo posee, después de la abrumadora tarea, la pasividad de embrutecerse, porque para esto no necesita más que dejarse caer, arrastrar. A pesar de sus hipócritas cantores, el trabajo, en la presente sociedad, no es sino una condena y una abyección.


"Los bellos cantos a las masas activas, laboriosas, pujantes: los himnos a los músculos vigorosos: las aladas peroraciones al trabajo que ennoblece, que eleva, que nos libra de las malas tentaciones y de todos los vicios, no son más que puras fantasías de gentes que nunca han tomado el martillo ni el escalpelo, de gentes que nunca han encorvado el lomo sobre un yunque, que jamás se han ganado el pan con el sudor de su frente".


Así lanzaba a la hipócrita cara de la burguesía de su tiempo esas afiladas palabras el bravo luchador proletario italiano Severino Di Giovanni (1901-1931), denunciando claramente lo que el trabajo asalariado es en el actual modo de producción capitalista: una esclavitud asalariada, el estrujamiento del cuerpo y el espíritu de los trabajadores para enriquecer a la clase parasitaria que se ha adueñado de los medios de producción para su provecho exclusivo como clase y que vive, como los vampiros, de chupar la sangre al proletariado. Eso es y será el trabajo mientras exista esta sociedad que hace ricos a los que no trabajan y cada vez más pobres a los que trabajan y que a pesar de que se esfuerzan, nunca salen del hoyo obscuro de la necesidad y la pobreza.


Está a punto de discutirse y definirse en las cámaras de diputados y senadores la iniciativa de reforma a la ley laboral que propone la reducción de la jornada de trabajo de 48 a 40 horas y también el incremento del aguinaldo de 15 a 30 días. La mayoría de los analistas de este tipo de asuntos augura que tales iniciativas serán aprobadas pues dicen que, a estas alturas donde en la gran mayoría de los países se han reducido las jornadas laborales (donde incluso, por ejemplo, los trabajadores españoles están luchando por la reducción de la jornada de 40 a 35 horas), nuestro país se encuentra rezagado y sería algo justo la aprobación de esa medida, lo mismo que el incremento del pago mínimo de aguinaldo de 15 a 30 días.


Otro elemento que influirá, dicen, en la aprobación de las reformas planteadas, es que ya están encima los tiempos electorales de relevo presidencial y de otras tantas posiciones de poder y los políticos de todos los colores van a aprovecharlas para acarrear agua a su respectivo molino. En especial morena, el ahora partido oficial y sus satélites, que presume de ser el autor e impulsor de esas propuestas y las presenta como novedosas y de su exclusiva paternidad, las presume para apuntalar sus ambiciones políticas de perpetuarse en el poder.


Antes de entrar al punto esencial de ver a dónde irán a parar dichas propuestas, conviene evidenciar la falsedad e hipocresía de todos esos políticos del partido oficial que han sido unos verdaderos saltimbanquis de la política desde hace décadas, que han brincado de un partido a otro según soplen los vientos del poder y que ayer fueron contrarios a esas medidas y ahora presumen de ser sus promotores.


Sobre la reducción de la jornada a 40 horas, conviene recordar que tal propuesta no es tan novedosa como la quieren aparecer: ya por los años 70 la cúpula sindical oficial encabezada por la entonces poderosa central charra, CTM, desplegó una amplia campaña por la jornada de 40 horas y no sólo eso, sino también reclamando el establecimiento de la escala móvil de salarios (es decir, que estos subieran automáticamente de acuerdo a como se incrementara la inflación) e incluso, llegaron a hacer llamados a la huelga general para el logro de estas demandas y de aumentos generales de emergencia (véase el libro “La estructura del Congreso del Trabajo” de Zazueta y De la Peña, editorial FCE 1984, pp. 90-97). Se dirá que sólo lo hacían para presionar y lograr posiciones políticas y, esencialmente, es cierto, pero ¿a poco no es lo mismo que están haciendo los morenistas que presumen ahora de obreristas? Sólo porque se acerca la temporada de cacería de votos y como al igual que los viejos charros sindicales de antes, a los nuevos de morena tampoco les importa que los obreros respalden con su lucha organizada y participativa el logro de estas demandas.


Y sobre lo del incremento al aguinaldo también conviene saber que ya en 1989 el grupo parlamentario ¡del PAN! presentó una iniciativa para aumentar a 30 días esta prestación misma que no fue aprobada. Por aquel entonces, varios de los ahora morenistas ¡eran priistas! y no respaldaron la propuesta. Y eso no es todo, posteriormente a fines del 2021, la bancada ¡del PRI! presentó otra iniciativa que proponía aumentar el aguinaldo a 40 días como mínimo y aumentarlo en un día por cada año de antigüedad en el trabajo. Sometida a discusión en el 2022 la propuesta fue desechada por la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara Baja (consultar el diario “El Economista” del 23 de febrero del presente año). Hay que señalar que ya para ese entonces, la Cámara de Diputados y todas las comisiones parlamentarias, incluida la de trabajo, estaban absolutamente controladas por los políticos hoy morenistas, es decir, pudieron haberla aprobado desde entonces pero no lo hicieron. ¿Qué tan auténtico puede ser ahora su interés por presentarse como adalides de las causas obreras?, ¿hasta dónde es sólo mero cálculo político para ganar votos? Júzguelo usted, amigo lector.


Así es que, ¿por qué antes no y ahora sí?


En primer lugar, ahora sí porque vienen elecciones con las que buscan perpetuarse en el poder. Y la otra parte de la posible respuesta, no habla muy bien de la soberanía de nuestro país y la plantea el estudioso de asuntos económicos y empresariales José Cristóbal Hernández Tamayo, profesor y consultor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Baja California: Hernández Tamayo cree que la reforma será aprobada por la relación que tiene el país con Canadá y Estados Unidos a través del T-MEC, el tratado comercial entre los tres países que se ha convertido en el principal regulador de los cambios laborales en México. (“El Sol de Tijuana, sábado 9 de septiembre de 2023).


Esto es así al grado de que la propia Reforma Laboral del 2019 (que ya estaba cocinada y negociada desde Peña Nieto y que López Obrador sólo vino a continuarla); el reciente incremento a las vacaciones y los mayores porcentajes de aumento al salario mínimos se inscriben en las condiciones generales que los norteamericanos, como mandamases del T-MEC, quieren imponer para “emparejar” las condiciones de trabajo (léase, explotación) en los tres países firmantes.


Así es que los promotores morenistas de tales medidas no tienen una genuina preocupación y consecuente interés de mejorar las condiciones de vida de la clase obrera mexicana y mucho menos la preocupación de organizarla para que luche por eso y más. La de ellos es la conducta de quien graciosamente desde el poder (pero ahora, adecuándose a los planes del imperialismo a través del T-MEC) quiere dar a los descamisados y sufrientes alguna “magnánima” concesión, pero claro con la intención de ganar votos.


Ahora bien, ¿quién en su sano juicio votaría o se opondría a la reducción de la jornada o al incremento del aguinaldo? Parece que no habría quien… salvo la clase patronal que ante tales cambios enfrentaría algunas dificultades pero que intentará hacer valer su poderío económico y sus componendas de todo tipo con el gobierno de la 4T para no salir tan raspados.


¿Se aprobarán las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo que buscan acortar la jornada a 40 horas e incrementar el aguinaldo a 30 días? Lo del aguinaldo suena como más posible y aceptable para la clase empresarial pero, dentro de sus filas han sonado voces que buscan rebajar sus efectos: posponiendo su aplicación hasta el próximo año, dando una parte de aumento este año y otro tanto para el próximo, etc. Y probablemente en eso quede: menguada la medida lo más que se pueda. Y seguramente así habrán de aceptarla los morenistas.


En cuanto a la reducción de la jornada laboral también lo más probable es que se trate de atenuarla lo más que se pueda (aplicándola en retazos, rebajándola, condicionándola) y si en última instancia fuera aprobada, hay que tomar en cuenta que ese beneficio solo llegaría a ser efectivo legalmente a una pequeña parte de la clase trabajadora porque a nivel nacional casi el 60 por ciento de los trabajadores se encuentra en la informalidad, es decir, sin derechos laborales efectivos.


Lo más seguro es que se acuerde pues diferir la propuesta o irla aplicando por etapas. Pero, se reduzca o no la jornada, no debemos olvidar nunca, que el trabajo asalariado es y seguirá siendo, mientras prevalezcan las condiciones esenciales del modo de producción capitalista, un régimen de esclavitud asalariada.


Antes de la introducción de la maquinaria y los avances tecnológicos, la ganancia (plusvalía del capitalista que es el valor de más que obtiene el burgués al hacer producir al obrero cualquier tipo de mercancía) salía de manera absoluta por la vía de la prolongación sin misericordia de la jornada laboral y esta llegaba a ser de 14 o hasta de 16 horas diarias para hombres, mujeres y niños. Vinieron luego las primeras máquinas y aun con eso, la prolongación de la jornada siguió siendo el método principal para exprimirle la plusvalía al obrero; pero vino también la resistencia obrera y su lucha por la reducción de la jornada de 14 a 12 y luego a 10 horas diarias y los patrones vieron amenazado su enriquecimiento (hablamos de los años 1847-1848 cuando por fin se implanta en Inglaterra, país de origen de la gran industria maquinizada).


Astutos y ambiciosos como siempre han sido, frente a la reducción legal de la jornada, los patrones encontraron la salida: habría que acortar la parte de la jornada que el obrero ocupa para reproducir el valor de lo que se le paga como salario, buscando con ello hacer más grande la parte de la jornada en la que el obrero produce pura plusvalía para el patrón. Y lo lograron, encontraron la escapatoria con la generalización del uso de la maquinaria, cada vez más veloz y productiva con la que sustituyeron a cientos y miles de obreros que antes eran necesarios y n así continuaron conservando sus niveles de ganancia. Es más, la reducción de la jornada a 10 horas no solo no les perjudico, los hizo obtener en menos tiempo lo que antes producían de mercancías en más horas de trabajo. Y con la reducción luego a 8 horas de trabajo, pasó lo mismo.


Así es que para los capitalistas no existe una situación insalvable: dentro de su régimen económico de producción, encontrarán siempre la manera de seguir sacando su provecho y seguirse enriqueciendo a costa de la explotación del trabajo asalariado.


Para la clase obrera en el capitalismo no hay salvación definitiva, si acaso leves mejorías que se desvanecen con la ambición de la clase capitalista. La única salida verdadera y definitiva para su liberación esta en acabar con el régimen del trabajo asalariado y en hacer que el trabajo beneficie a quien lo realiza.


Y mientras ese momento llega, y para que llegue, habrá que generar un fuerte movimiento obrero con organización y conciencia de clase, que no espere que caigan migajas de la mesa de los poderosos: que luche verdaderamente por los intereses de clase del proletariado; por la reducción verdadera de la jornada laboral, por salarios verdaderamente remuneradores, por verdaderas medidas de respeto a la democracia y la lucha sindical, todo eso para irnos preparando hacia la lucha definitiva para terminar con la explotación del hombre por el hombre.