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miércoles, 16 de agosto de 2023

Acerca de la jornada laboral de 40 horas

Ricardo Torres 

        El pasado 2 de agosto, en el programa Lo Marginal en el Centro, transmitido en Facebook por el Canal 6, se abordó el tema de la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, aprobada en abril por la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados. Esta propuesta de reforma constitucional al artículo 123 establece que los trabajadores tendrán derecho a dos días de descanso por cinco días de trabajo semanal. En la emisión de dicho programa participaron José Alfonso Bouzas Ortiz, Manuel Fuentes Muñiz y Jesús Valencia Mercado, especialistas en la materia.


El Dr. Alfonso Bouzas, expuso el contexto internacional en torno a los esfuerzos gubernamentales que se realizan en distintos países para lograr la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales; la resistencia de la clase empresarial a implementar esta disminución; destacó los beneficios que en algunos países ha generado esta medida, por ejemplo, en relación al aumento del empleo, el decremento del ausentismo y el número de renuncias, además del tiempo de descanso que permite mayores periodos destinados a la vida personal y familiar de los trabajadores; señaló que el nuevo modelo laboral que se instrumenta en nuestro país exige, como premisa necesaria, una vigilancia de las autoridades en el cumplimiento de la ley; remarcó de manera especial que el éxito de este nuevo modelo laboral se sustentará en la creación de una mayor productividad; y, finalmente, entre otras cosas, anotó la necesidad de un cambio conceptual, de patrones y trabajadores, sobre los tiempos reales de trabajo, por jornada o por horas, en la sociedad del siglo XXI.


Por su parte, el Dr. Manuel Fuentes expresó la complejidad del tema en virtud de que se afectan importantes intereses económicos y políticos; señaló la correlación de fuerzas existente en el Congreso de la Unión como el marco político que podría favorecer la aprobación de dicha reforma; se refirió a los avances en la implementación de la semana inglesa que ya existe actualmente en algunos contratos colectivos de trabajo; habló de la jornada de trabajo real que labora una buena parte de los trabajadores mexicanos, es decir, superior a las 48 horas semanales; destacó, además, las dificultades operativas que implica por ejemplo la vigilancia de los inspectores de trabajo en las empresas a nivel federal y estatal. Entre los temas pendientes de la reforma laboral de 2019 destacó la seguridad social, los accidentes de trabajo, las enfermedades profesionales; la equidad laboral de género, la incorporación de la juventud al trabajo y la falta de presupuesto destinado a funcionamiento eficaz del mundo laboral en nuestro país.


En su turno, el Lic. Jesús Valencia reconoció el avance que representa la reducción de la jornada laboral como una medida que sin duda podría beneficiar a los trabajadores mexicanos ya que, recordó, según estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) los trabajadores mexicanos son quienes más horas laboran en comparación con los trabajadores de los países que conforman dicho organismo internacional; no omitió señalar que si esta reforma no se refuerza con otras medidas adicionales que acompañen el mejoramiento de la calidad de vida y el bienestar de los trabajadores como lo es, por ejemplo, el incremento salarial o el control de precios de la canasta básica, de poco servirá la reducción de la jornada laboral ya que los trabajadores seguirán empleando su tiempo en otros trabajos para completar el ingreso familiar. Entre los pendientes de la reforma laboral de 2019 destacó que las medidas tendientes a garantizar la libertad sindical pierden toda efectividad cuando los patrones despiden a los trabajadores porque estos deciden ejercer su libertad sindical; y destacó la necesidad de una política salarial progresiva cuyo incremento real en las revisiones contractuales no quede por debajo de la inflación como actualmente ocurre.


Como podemos observar, resulta de enorme interés para los trabajadores acercarse a conocer sobre el tema, sus distintos enfoques y las variantes que lo envuelven, en voz de especialistas. Si bien la reducción de la jornada de trabajo de 48 a 40 horas debería significar una disminución en la explotación que sufre el trabajador y, por tanto, un beneficio al obtener dos días de descanso a la semana con la consiguiente atención de su vida personal y familiar, lo cierto es que esta o cualquier otra medida que se aplique en favor de los trabajadores debe insertarse en la realidad concreta de éstos y no solo en la visión estadística, porcentual y macroeconómica que manejan el Gobierno y los patrones.


Por ejemplo, los incrementos salariales durante el gobierno morenista han sido timbre de orgullo de AMLO y su administración; el aumento del 20 por ciento anual comparado con los incrementos salariales obtenidos bajo las administraciones del PRI y el PAN, que no superaban el 6 por ciento, resultan significativamente mayores y es cierto. No obstante, en mi opinión, los incrementos salariales no deben tener como referencia solo los diminutos aumentos nominales de administraciones pasadas, sino que deben tener como referencia directa la capacidad adquisitiva del trabajador cuando este con su salario acude al mercado para adquirir los satisfactores mínimos de la canasta básica alimentaria y no alimentaria.


Dicho en otras palabras, el aumento del 20 por ciento al salario en 2023, en términos reales fue de 34.57 pesos, al pasar de 172.87 a 207.44 pesos diarios, lo que significa que con dicho incremento el trabajador no puede comprar siquiera un kilo de huevo que actualmente tiene un precio promedio de 42 pesos, es decir, que dicho incremento en muy poco ayuda al fortalecimiento de la capacidad de compra del trabajador cuando los precios de las mercancías se incrementan aceleradamente; la medida de aumentar el salario en 20 por ciento se escucha bien pero no se trata de un incremento real del salario, sino solo de un insuficiente incremento nominal. El aumento salarial debe servir pues para mejorar la calidad de vida del trabajador, para que su capacidad adquisitiva se fortalezca en términos contantes y sonantes, en función de su realidad microeconómica.


Pero regresemos a la reducción de la jornada de trabajo. Si se atendiera sustancial y gradualmente el problema del ingreso salarial real, entonces una reducción en la jornada de trabajo cobraría sentido porque, como dicen los expertos, además de un mayor tiempo de descanso, el trabajador dispondría de mayores periodos destinados a su vida personal y familiar. Sería, sin lugar a dudas, una medida adecuada y progresista en favor de los trabajadores.


Luego entonces, a pesar de que la reducción de la jornada de trabajo de 48 a 40 horas también se escuche bien y aparezca como una medida correcta, si la insertamos en la realidad concreta del trabajador que recibe salarios de hambre, es decir, en el marco general de pobreza, desigualdad y desempleo en el que se encuentra inmersa la mayoría de los mexicanos; donde contando con una Población Económicamente Activa que supera los 60 millones de trabajadores, tan solo 4.5 millones cuentan con un contrato colectivo de trabajo mientras que más de 30 millones laboran en la informalidad; que se reduzca entonces la jornada de 48 a 40 horas resulta poco relevante porque ello no le permitirá a la clase obrera elevar su nivel de vida. Será entonces solo un espejismo bien diseñado, una medida vana que más bien servirá como bandera política para el gobierno morenista en estos tiempos electorales que tanto le apremian, pero de poco o nada servirá para elevar la calidad de vida de los trabajadores asalariados de México.