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jueves, 19 de octubre de 2023

Sacrificios presentes para construir un futuro promisorio

Sergio Cadena 

Antes del 2000, a nivel mundial, parecía dominar una realidad completamente desfavorable para las masas trabajadoras: el bloque de países socialistas europeos había desaparecido en 1991 junto con la otra potencia, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Parecía que el mundo entero experimentaba una escalada integral de la derecha en donde aparecía Estados Unidos de Norteamérica como el dueño absoluto del planeta. En ese contexto los imperialistas norteamericanos han invadido militarmente a más de cien países después de terminada la llamada Guerra Fría en los inicios de la década de los 90. Entre los países sometidos militarmente, después del 2000, se encuentran Afganistán, Irak, Libia, Yemen, Pakistán, Somalia, entre otros.


No obstante, ante ese negro panorama, surge un rayo de luz: la República Popular China muestra al mundo entero, aprovechando el ser anfitrión de los juegos olímpicos de 2008, su gran potencial económico, sus alentadores éxitos en su lucha contra la pobreza, etc. Por otro lado, en Rusia Vladimir Putin ya había ascendido al poder, desplazando al peón del imperialismo yanqui: Boris Yeltsin. Así, de manera imperceptible, el gobierno ruso empezó a asumir posiciones antiimperialistas (aunque no ha declarado volver al socialismo).


En la actualidad China y Rusia encabezan a un grupo de países que se han asociado comercialmente formando el BRICS, cuyo objetivo principal es crear un sistema internacional mucho más justo y equilibrado en las relaciones económicas, políticas y sociales entre los países del mundo. En este contexto, una de las economías emergentes con inmensas posibilidades de desarrollo es la de los países africanos. En efecto, África constituye un inmenso territorio (el más grande del planeta) con recursos naturales inagotables y muy diversos. Es de esperarse, pues, que en una o dos décadas África se convierta en un polo económico indiscutible y que, si no pierde su memoria histórica, estará del lado de los antiimperialistas.


Ante la pandemia ocasionada por el Covid-19, el mundo fue testigo de la abismal diferencia entre el trato inhumano que le dieron los países capitalistas (negligencia, teoría del rebaño, reducción del presupuesto asignado a la Secretaría de Salud, etc.) y la aplicación de la ciencia y tecnologías para combatirla eficientemente por parte de los países socialistas (los chinos construyeron y equiparon, en tan sólo diez días, un hospital de punta en la lucha contra el Covid-19).


En resumidas cuentas, estamos presenciando la formación de varios polos económicos integrados por países independientes que rechazan la hegemonía norteamericana. Estados Unidos se está quedando solo, sus antiguos aliados lo están abandonando. Sin embargo, durante una o dos décadas, en lo que tarde en fortalecerse de manera significativa el bando socialista o antiimperialista, y se siga debilitando el imperialismo a nivel mundial, el proletariado tendrá que seguir luchando en condiciones adversas, tendrá que seguir sacrificando a sus mejores hombres y mujeres en aras de un futuro luminoso ya libre de la explotación del hombre por el hombre. En ese tenor, la clase obrera mexicana puede jugar un papel muy importante, ya que la vecindad con la potencia imperialista, la pone en un sitial de honor para jugar un papel determinante en la agonía del imperialismo. Que así sea.


viernes, 21 de octubre de 2022

Acerca del avance ruso en Ucrania

Ricardo Torres 

Recordemos que Ucrania formó parte de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), sin embargo, a raíz de la disolución de la URSS, en 1991, Ucrania se convierte entonces en una república independiente. En 2014, se produce un golpe de Estado en Ucrania contra el presidente Víctor Yanukovich, impulsado por los nacionalistas de extrema derecha y las fuerzas neonazis apoyadas por el poder económico y político norteamericano provocando el rechazo de la población prorrusa asentada de Crimea, Donetsk y Lugansk, estas últimas ubicadas en la región del Donbás.


En marzo de 2014 Crimea realizó un referéndum separatista para adherirse a la Federación Rusa: más del 95 por ciento de la población aprobó dicha integración. En mayo Donetsk y Lugansk realizaron referéndums para obtener su independencia de Ucrania: más del 95 por ciento aprobó dicha autonomía. Nacieron así la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk. Sin embargo, el nuevo gobierno golpista de Ucrania no aceptó los resultados de dichos referéndums separatistas y desató un criminal ataque militar contra la población radicada en la región del Donbás. Rusia entonces intervino militarmente en defensa de las repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk.


Para frenar este conflicto se suscribieron los acuerdos de Minsk (capital de Bielorrusia donde se firmaron) entre los representantes de Ucrania, Rusia, la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, para poner fin al conflicto en Donbás: fueron dos pactos, el primero en 2014 que se propuso establecer un alto al fuego entre el ejército ucraniano y las fuerzas separatistas prorrusas; el segundo en 2015 surge como respuesta al fracaso del primero por lo que contó, además, con la mediación de Alemania, Francia y la ratificación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El acuerdo establecía la concesión de un estatus especial de respeto a las repúblicas populares independientes de Donetsk y Lugansk siempre y cuando Rusia aceptara la retirada de sus tropas de la región del Donbás. Rusia cumplió los acuerdos pero Estados Unidos y el gobierno ucraniano nazi incumplieron y fue así que durante ocho largos años continuaron atacando a la población de Donetsk y Lugansk: un genocidio que superó los 14 mil prorrusos asesinados por los nazis ucranianos.


 Pero Estados Unidos pretendía devorarse también a Rusia. En febrero de 2022, a raíz del incumplimiento a los acuerdos de Minsk, el Gobierno encabezado por Vladimir Putin no tuvo más alternativa que reconocer la independencia de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, establecer con éstas un pacto de asistencia militar y anunciar entonces el inicio de la operación militar especial en Ucrania con un doble objetivo inmediato: proteger a la población rusa que vive en la región del Donbás y desnazificar al Gobierno ucraniano. Pero la razón de fondo que obligó a Rusia a iniciar su operación militar especial en Ucrania fue detener el cerco militar que el Gobierno de Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) pretendían completar en territorio ucraniano con el objetivo de desestabilizar, atacar y desmembrar a la Federación Rusa.


Después de siete meses de iniciada la operación militar especial del ejército ruso en territorio ucraniano, los objetivos de dicha operación se han cumplido: la infraestructura militar del ejército ucraniano está siendo gradualmente neutralizada y el 95 por ciento del territorio de las repúblicas populares independientes de Donestk y Lugansk se encuentran bajo el control del ejército ruso y de sus legítimas autoridades locales e independientes. De esta manera los intentos de Estados Unidos por cercar militarmente a Rusia han sido frenados.

  

Este avance permitió incluso que en junio de 2022, la XIV Cumbre que reúne a los mandatarios de los países de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), que representan el 43 por ciento de la población mundial y el 30 por ciento del territorio del planeta, reiteraran su compromiso con el multilateralismo a través de la defensa del derecho internacional, en un sistema donde los Estados soberanos deben sumar sus esfuerzos de cooperación para mantener la paz y la seguridad promoviendo el desarrollo sostenible y la cooperación basada en el respeto mutuo, la justicia y la igualdad.


En la última semana de septiembre las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, así como las regiones ucranianas de Jersón y Zaporozhie, celebraron referéndums donde por amplia mayoría (más del 90 por ciento) decidieron su adhesión a Rusia y, por tanto, su independencia territorial del gobierno nazi que ahora dirige el comediante Volodímir Zelensky. Los acuerdos de la incorporación fueron suscritos el 30 de septiembre por Vladímir Putin y aprobados posteriormente por el Tribunal Constitucional ruso, iniciando así un periodo de transición, hasta el 1 de enero de 2026, para establecer la plena integración de los nuevos territorios en el sistema económico, financiero y legal de Rusia.


Por su parte, Estados Unidos y la OTAN siguen apoyando económica y militarmente al gobierno nazi de Ucrania y continúan echando más leña al fuego, por ejemplo, a finales de septiembre se detectaron ataques a los gasoductos Nord Stream 1 y 2 que, a pesar de no estar en operación por motivos del conflicto militar, todavía están repletos de gas; y el 8 de octubre, los nazis ucranianos atacaron el puente de Kerchque conecta a la península de Crimea con la parte continental de Rusia. Como era de esperarse, el Gobierno ruso respondió duramente golpeando con misiles dirigidos algunas ciudades incluida Kiev (la capital de Ucrania).


Los trabajadores de México y el mundo debemos tener claro que el conflicto entre Estados Unidos y Rusia, escenificado en territorio ucraniano, al igual que el conflicto entre Estado Unidos y China, que se protagoniza en Taiwán, son la expresión de la lucha entre las potencias mundiales por definir el nuevo orden internacional: por un lado los países que dócilmente pugnan por un mundo unipolar cuya hegemonía pretende imponer Estados Unidos y, por otro lado, el bloque de los países encabezados por China y Rusia que pugnan por un mundo multipolar.


Los trabajadores de México y el mundo debemos rechazar la criminal hegemonía del imperialismo norteamericano y pronunciarnos en favor de un orden internacional multipolar en donde se respete la soberanía y la libre determinación de los pueblos; en favor de un mundo donde la riqueza social se distribuya de manera equitativa entre todas las naciones del planeta; en favor de un mundo sin explotación ni opresión.