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sábado, 19 de noviembre de 2022

Origen del sindicalismo en México

 

Sergio Cadena


Como ya se sabe, el actual sindicalismo en México dista mucho de ser un instrumento de lucha a favor de los trabajadores. El charrismo sindical como comúnmente se le conoce, se encuentra representado principalmente en dos modalidades: sindicatos blancos y de protección. Pero ¿cómo se llegó a esta desafortunada situación para los trabajadores?


Recordemos que la corriente política que llegó a nuestro país, vía España, fue la del anarquismo. Dicha concepción del mundo fue la que adoptaron los hermanos Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano (PLM) fundado por ellos. Dicha ideología también se adueñó de la primera confederación de sindicatos, la Casa del Obrero Mundial. Y aunque ambas organizaciones fueron derrotadas y desaparecidas por la represión y persecución políticas, dejaron huellas importantes en los primeros movimientos obreros en nuestro país (Cananea, Río Blanco, etc.). Inclusive buena parte de los puntos del programa del PLM se ven reflejados claramente en algunos artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Sin embargo, el anarquismo no es la concepción científica de la sociedad contemporánea, no es la concepción científica del proletariado. Esa, como cualquier estudiante lo sabe, es el marxismo-leninismo.


Esta deficiencia (el haber adoptado al anarquismo, el cual representa los intereses económicos y hasta la forma de sentir de los pequeñoburgueses), explica el por qué hasta uno de los hermanos Flores Magón (Jesús) fue cooptado por el gobierno carrancista, convirtiéndose en uno de sus flamantes ministros. También explica la utilización de que fue objeto la Casa del Obrero Mundial al formar los famosos batallones rojos. Para que esto último quede más claro, hay que analizar un punto en el que difieren totalmente el anarquismo de la Casa del Obrero Mundial con el leninismo. A saber, el primero se limita a la lucha económica y el segundo, además de la lucha económica, pugna por la lucha política como una etapa superior en la concientización de la masa trabajadora. Lo que Marx llamó pasar de ser “clase en sí” a “clase para sí”.  En efecto, Rosendo Salazar, en su obra, Las pugnas de la gleba, México, Comisión Nacional Editorial (PRI), 1972, pp 56-57, nos dice “En adelante, concluían, para evitar persecuciones, la Casa del Obrero se concretaría a promover la sindicalización de los obreros absteniéndose por completo de tratar asuntos políticos.”


Después de que la naciente burguesía mexicana había derrotado y desaparecido en toda la línea a estas primeras organizaciones obreras, continuó cooptando a sus posibles líderes y poniendo trampas de tipo legaloide para que los sindicatos se convirtieran en un instrumento castrado que en casi nada podían defender al trabajador. Así, algunos se convirtieron en asociaciones de resistencia, otros en bolsa de trabajo, etc., y, la mayoría de ellos, incapacitados para ejercer el derecho a la huelga.


Así van pasando los años y hacia finales de la década de los 40 el concepto de “charrismo” fue acuñado cuando Jesús Díaz de León, a quien apodaban “El charro”, con el apoyo de los granaderos asaltó el local del Comité Ejecutivo del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM) para deponer a Valentín Campa y Luis Gómez, de la dirección sindical. Él no fue el primero en utilizar la violencia, pero sí fue el primero que públicamente utilizó el apoyo gubernamental de la fuerza coercitiva para someter a los trabajadores.


Ahora, el gobierno de la 4T combate al viejo charrismo sindical (CTM) pero promueve a un “nuevo” charrismo encabezado por el defraudador de los mineros Napoleón Gómez Urrutia. Para los trabajadores ¿cuál es la diferencia entre uno y otro? Ninguna. El gobierno de la 4T no puede controlar a su antojo al viejo y rancio sindicalismo, en cambio, al “nuevo charrismo” lo ha hecho su incondicional.


No hay de otra, urge destacar de entre la masa obrera a los más inteligentes y valientes trabajadores para conformar, como diría José Revueltas, a la cabeza dirigente del proletariado. Que así sea.