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domingo, 16 de julio de 2023

Accidentes en los centros de trabajo


 Facundino Gómez

Antonio Torres López, es un joven trabajador de 21 años, tiene siete meses que se juntó con su novia; la muchacha tiene seis meses de embarazo. Él trabaja para mantener a la nueva familia, los domingos venden en los campos de fútbol para completar el gasto de la casa. Toño es trabajador y, además, quiere ser ingeniero, estudia a la vez. Para costear sus estudios trabaja en una empresa que produce alimento para mascotas.


La primer semana del mes pasado a Toño la máquina selladora de las bolsas le atrapó los dedos de la mano derecha y casi se los arranca. Fue llevado de urgencias al hospital Magdalena de Las Salinas donde le reconstruyeron los ligamentos de los dedos.


Toño no está inscrito en el IMSS, por tanto, no se puede solicitar la atención de ese instituto. Toño está convaleciente en su casa, pero ante la falta de seguridad social, el patrón solo le dio la primera semana como “incapacidad” la mitad del salario que corresponde a $1,090.00 (Mil noventa pesos). Situación que complica la vida de la joven familia porque hay que llevar a la mujer a revisión del embarazo, no hay de otra que transportarse en servicio público.


En la segunda semana de incapacidad, no han cicatrizado las heridas, pero como Toño no tiene IMSS la clínica que lo atiende no puede extender la incapacidad, por tanto, lo han regresado a trabajar. Estudios médicos indican que la cicatrización toma de 6 a 12 semanas y que la parte dañada debe ser inmovilizada.


Vaya la suerte de estos venes, con pocos ingresos, la cabeza de familia incapacitado y la mujer a punto de dar a luz. La seguridad social del país los ha traicionado, la corrupción empresarial de no registrar a sus trabajadores al seguro y sin un sindicato honesto que represente el interés de los trabajadores. Prácticamente Antonio y su familia han quedado a su propia suerte.


A lo que tanto cacarea el Gobierno federal de que México ya cambió y que los ciudadanos son muy felices, la realidad le asesta una tremenda bofetada a la perfumada cara del presidente y sus morenos. Lo ocurrido a Antonio es solo uno de miles de casos que suceden en nuestro país todos los días. Sin duda, la clase trabajadora necesita una educación política y un conocimiento profundo de los pocos derechos que la Ley Federal del Trabajo le otorga.