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domingo, 18 de diciembre de 2022

Los patrones no quieren siquiera garantizar la existencia de la clase trabajadora

 


Federico Hernández

Mientras vemos que en este gobierno -el de la 4T, el que dice que “primero los pobres”, la riqueza de magnates como Carlos Slim, Germán Larrea, Salinas Pliego y otros, se incrementa fabulosamente, por otra parte, vemos que millones de trabajadores asalariados caen en la llamada pobreza laboral. El obrero, después de una semana de largas y extenuantes jornadas diarias de trabajo, recibe un mísero salario con el cual no alcanza a comprar los artículos más básicos para la subsistencia de él y de su familia.


Nos dice Plano Informativo en una nota de la agencia Reforma, en su edición del 30 de noviembre del 2022: “En el tercer trimestre de este año, 19 estados del país reportaron un mayor porcentaje de personas en pobreza laboral, es decir, que no pueden adquirir la canasta básica con los ingresos laborales de su hogar. La causa: “Esto se debe en gran medida al alza en el precio de alimentos […] La inflación general es de 8.14 por ciento a la primera quincena de noviembre, pero experimentamos una tasa de crecimiento muy importante en alimentos que va entre el 13 y el 15 por ciento […] Al no tener estos incrementos si los salarios no se ajustan al ritmo de la inflación es donde tenemos este incremento en la pobreza laboral”, dijo Katia Guzmán, coordinadora de Datos México, ¿Cómo vamos? Hasta aquí lo que dice el medio poniendo los puntos sobre las íes en cuanto a la pobreza laboral.


Alguien se preguntará ¿cómo entonces logra sobrevivir el trabajador, si su salario no le alcanza para adquirir los medios de vida indispensables contenidos en la canasta básica? No es difícil averiguarlo: el trabajador busca que se le den horas extras en la empresa en que labora, busca otros empleos de medio tiempo o emplearse en el comercio ambulante, etc.; también sobrevive con las remesas que sus familiares le envían desde Estados Unidos, en caso de tenerlos, y, por último, de los apoyos monetarios asistenciales de los programas sociales, etc. O sea que sobrevive mediante un esfuerzo casi sobrehumano, que lo lleva a un desgate físico, mental y moral más allá de los límites naturales, que le implican estrés, enfermedades, envejecimiento prematuro; o mediante la separación de parte de la familia que emigra con los vecinos del norte para mandar dólares. Por cierto, López Obrador se siente orgulloso –pues lo ha manifestado públicamente en innumerables ocasiones- de las remesas que mandan los paisanos que viven al otro lado del Río Bravo, aun y a pesar de que esto lleva aparejado la destrucción y separación de familias de las más humildes.


En el régimen esclavista de la antigua Roma, el esclavista tenía que asegurar la subsistencia del esclavo -ese “instrumento parlante” del que era propietario, como lo podía ser de un animal, un arado, etc., al que podía hacer trabajar a su antojo, venderlo y matarlo si así lo deseaba- para asegurar su propia existencia llena de excesos, privilegios y comodidades. Hoy, la clase dueña del dinero, los empresarios capitalistas, no quiere ni siquiera asegurarle al esclavo moderno, al obrero, los medios de vida que le permitan que viva éste y su familia. Los empresarios, en su afán de máxima ganancia, están comprando por debajo de su valor esa mercancía especial llamada fuerza de trabajo. Esa mercancía cuya peculiaridad, la que la distingue de otras mercancías, es crear más valor de la que ella misma encierra y que es fuente de plusvalía de la que se apropia el empresario en forma de ganancia.


Dice Carlos Marx en el Manifiesto Comunista: “Todas las sociedades anteriores, como hemos visto, han descansado en el antagonismo entre clases opresoras y oprimidas. Más para poder oprimir a una clase, es preciso asegurarle unas condiciones que le permitan, por lo menos, arrastrar su existencia de esclavitud”. Unas líneas adelante, dice en esa obra que, como dijo acertadamente alguien, vale tomos enteros: El obrero moderno, por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende siempre más y más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase.”


Ahí vemos, con meridiana claridad, la vigencia de Karl Marx: Hoy en México la clase dominante y su representante, el gobierno de la 4T, no le están asegurando a los trabajadores “ni si quiera unas condiciones que les permitan, por lo menos arrastrar su existencia de esclavitud” pues “no pueden- los obreros- adquirir la canasta básica con los ingresos laborales de su hogar.”


La 4T, representante de los dueños del dinero, con su política neoliberal, con su mal manejo de la economía ha llevado a una incontenible espiral inflacionaria que deprecia día a día el poder adquisitivo del salario. Pero no solo eso: como complemento son enemigos de todo aumento verdaderamente sustancial a los salarios de los trabajadores y no quieren aplicar una política fiscal progresiva en el que los que más ingresos perciben paguen más impuestos, como se hace en otros países.

Para acabar con la pobreza laboral, y con todas las modalidades de pobreza, es necesario que los trabajadores se decidan a dar una lucha por un cambio del modelo neoliberal a un modelo económico más justo y equitativo que reparta la riqueza social para quien la crea; pero para ello será indispensable que eleven su conciencia política de clase y construyan su propio partido político obrero.