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sábado, 11 de marzo de 2023

Muerte y gran capital: la industria de guerra norteamericana

 

Ernesto Acolmixtli


        Se cumplió un año de iniciada la guerra en Ucrania y por la información que recibimos, nos han hecho creer que Rusia y su presidente Vladimir Putin son los provocadores del conflicto por que agreden a un país inocente, mientras que los norteamericanos son un país pacífico y van a salvar a los ucranianos de esa agresión. Sin embargo, las cosas son al revés, pero los poderosos medios de comunicación masiva se han encargado de ocultar la causa de fondo en el conflicto y han convertido una mentira enverdad. Trataré de explicarlo.


Estados Unidos es la nación más guerrerista y agresora de la historia moderna, según especialistas en historia militar, ellos han iniciado o participado directamente en 400 guerras a lo largo de su historia y han provocado las últimas 10 guerras del siglo XXI, llevando sufrimiento y miseria al mundo entero. Pero ¿cómo se explica esta hambre de guerra de los norteamericanos?


En primer lugar, hay que decir que la guerra es para Estados Unidos un medio de constante expansión y dominio sobre otras naciones, además, como actividad económica industrial la guerra es, al mismo tiempo, un gran negocio. Con la guerra Estados Unidos conquista mercados de todo tipo, materias primas para su industria y mano de obra barata, vende armas y servicios de guerra, etc. Todo esto a fuego y muerte.


En nombre de “la democracia” y “la libertad” provoca o inicia directamente conflictos para acrecentar las fortunas de los dueños del capital. En efecto, el llamado “Complejo Industrial-Militar norteamericano es el aparato económico-político-militar más poderoso de ese país y del mundo, y es el encargado de aplicar la Doctrina Armamentista, doctrina que responde al interés fundamental estadounidense de mantener la superioridad militar sobre los países del mundo para lograr el control económico global. En pocas palabras la “Doctrina Armamentista fundamenta filosófica, política y económicamente el crecimiento y existencia del imperialismo norteamericano para la eternidad. El motor material de esta Doctrina es este complejo Industrial-Militar.


Las cabezas personificadas de esta estructura son el Departamento de Defensa Norteamericano, el Congreso Bicameral y la Industria Militar de este país. Pero no están solos, también se suman a ellos un sinnúmero de personajes e instituciones públicas y privadas integradas a este complejo: Compañías de comunicación, Prensa, Televisión, Radio, Internet; más de 3 mil compañías de inteligencia, incluyendo la temible Agencia Central de Inteligencia (CIA); Banca especializada; Casas de Bolsa; Universidades prestigiosas; Laboratorios químicos y biológicos; Centros de investigación en inteligencia artificial e industria aeroespacial y nuclear; Ejércitos Privados, el Ejército y Armada norteamericana, Fuerza Aérea, en fin, todo un mundo de recursos económicos, materiales y humanos que son vitales para la nación del norte.


Pues bien, todo este entramado tiene un objetivo que es expandir el capital norteamericano para acrecentar su poder económico mundial. Y, para ofrecer algún soporte de cómo gana fortunas la industria norteamericana con la guerra, citaré algunos datos de la más seria Institución de investigación en actividad militar que es el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). (Base de datos del Instituto, Blog Oficial).


El Gobierno de Estados Unidos gasta 801 mil millones de dólares anuales en defensa militar. Es el presupuesto más alto del mundo, la mitad de este gasto, 400 mil millones de dólares, se pagan a empresas privadas de ese país para investigación y producción de armas, los otros 400 mil millones va al sostenimiento de sus fuerzas armadas, es decir, la mitad de su gasto anual sirve para financiar con dinero público la producción privada de armas que se aplican contra las naciones víctimas. Esas armas producidas con dinero de Gobierno en empresas privadas tienen que venderse, tienen que usarse en la guerra por fuerza, para producir más armas, de lo contrario la industria se paraliza y el capital pierde. Por tanto, esa Industria y el Gobierno Norteamericano, tienen que provocar guerras o acciones bélicas constantes porque es el único mercado para distribuir sus mercancías. Es vital para este Complejo Industrial-Militar producir armas, consumir  armas, obtener ganancias y volver a invertir en producción de armas; así es el ciclo de vida del capital de Industria Bélica.


Las cinco empresas más poderosas de Estados Unidos tienen la siguiente venta anual de armas: Lokeehd Martin 60 mil millones de dólares, Raytheon Technologies 38 mil MD; Boeing 34 mil MD; Northrop Grumman 32 mil MD y General Dynamics 27 mil MD.


En total ¡solo cinco empresas venden 191 mil millones de dólares en armas! pero en Estados Unidos hay 12 mil empresas productoras de armas entre grandes y chicas. Las ganancias de esta industria son fabulosas.


Un dato final. Estados Unidos prestó a Ucrania 40 mil millones de pesos para armas durante el año pasado y, adivinen a quién le compran las armas los ucranianos ¡claro! a Lokeehd Martin, la principal empresa armas de la Unión Americana. El negocio es redondo: produces armas, creas guerras y vendes armas. La guerra es una extensión de la política económica de los Estados Unidos, es la máquina de la muerte que cae sobre pueblos enteros para crear capital, no importa que haya muerte y destrucción.


La idea de que Rusia invadió a Ucrania injustificadamente es falsa, tenían años los norteamericanos preparando a los nazis de Ucrania para atacar por sorpresa Rusia, dividir la república y apoderarse de su gran territorio e inmensas riquezas. Sin embargo, el heroico pueblo ruso que venció en la Segunda Guerra Mundial a la Alemania nazi, se preparó e inteligentemente adelantó su ataque para detener a Estados Unidos y la OTAN. Hoy están muriendo decenas de miles de ucranianos para engordar las bolsas de los capitalistas gringos y los grandes empresarios de armas gritan emocionados: ¡Ucrania deberá defenderse hasta el último soldado, que siga la guerra!