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miércoles, 27 de septiembre de 2023

El despido de obreros: poderosa arma de explotación y control

 

Ernesto Acolmixtli

        Desde el momento en que el trabajador depende exclusivamente de la venta de su fuerza de trabajo para ganar su salario, su destino laboral queda totalmente en manos del patrón. Se impone sin remedio la ley económica del sistema capitalista donde la fuerza de trabajo del obrero es una mercancía que compra el patrón y, por tanto, el tiempo que el trabajador permanecerá en el empleo dependerá de los intereses del patrón. Todos los obreros conocemos el despido pues lo vemos por todos lados o lo sentimos en carne propia, porque lo practican todas las empresas y lo sufrimos todos los trabajadores de país. 
 
        ¿Qué es el despido del trabajo? Es el rompimiento de la relación laboral por parte del rico empresario quien decide injustificadamente prescindir de los servicios del obrero; sabemos que un trabajador está impedido de correr a su patrón, cuando más, lo abandona porque está harto del maltrato o porque gana tan mal que deja de laborar en una empresa para buscar otra con un mejor salario y mejores condiciones de trabajo. En la ley laboral al despido le llaman recisión de las relaciones de trabajo, concepto elegante del lenguaje jurídico que pretende ocultar el atropello y arbitrariedad de los patrones cuando injustificadamente echan a la calle al trabajador. 
 
        El obrero debe conocer, de fondo, el mecanismo económico-social que facilita al patrón despedir al trabajador; debemos comprender por qué el patrón puede despedir con tanta facilidad a los trabajadores las veces que quiera, sin que le pase nada a su negocio y sus ganancias. Para ello, tenemos que conocer sus causas económicas, cómo se desarrollan y manifiestan. 
 
        La causa fundamental del despido individual o masivo, se puede encontrar en el constante crecimiento del capital o riqueza del empresario. De esas enormes ganancias que todos los días obtiene el patrón gracias al trabajo de los obreros, una buena parte se invierten en lo que se llama capital constante compuesto por naves industriales, energía eléctrica, maquinaria, herramientas, materias primas, computadoras, transporte para desplazar sus productos, etc., es decir, lo forman todos aquellos medios que utiliza el trabajador para producir mercancías. Y otra parte la invierte en lo que la ciencia económica llama capital variable que es, ni más ni menos, el dinero que el rico paga en salarios a los trabajadores. Entonces, el patrón gasta en satisfacer las necesidades de él y su familia, pero para acrecentar su riqueza invierte en capital constante y capital variable: la mayor parte la invierte en medios de producción que es el capital constante, y la parte menor la invierte en capital variable que representa los salarios de los obreros. De esta manera el patrón, ansioso de más riqueza, hace más grandes sus empresas o crea nuevas, invirtiendo más en capital constante buscando en ellas alcanzar más productividad, que significa producir más mercancías por cada hora de trabajo. Él sabe perfectamente que esto se logra modernizando su industria con mejores maquinas, mejores sistemas productivos, computarizando la producción, usando robots que simplifican el trabajo, etc. Sabe que si lo logra, además de productividad, tendrá el arma más poderosa para eliminar del mercado a las empresas débiles con las que compite, deshaciéndose de ellas y quedándose con sus consumidores. “El pez grande se come al pez chico”. 
 
        Pues bien, todo este desarrollo del capital constante que crece a un ritmo más veloz que el capital variable y el incremento de la productividad para enfrentar la competencia por el mercado, tienen su impulso principal en el permanente desarrollo de las fuerzas productivas que, en estos tiempos, depende de la investigación científica y de la tecnología aplicada a la producción. Lamentablemente para los obreros esta ley de desarrollo económico se traduce en expansiones gigantescas y veloces de nuevas empresas modernizadas que ocupan menos mano de obra. Por su continuo perfeccionamiento, las máquinas automáticas desplazan a los trabajadores en cantidades sorprendentes, dejando cada día, grandes masas de obreros sin empleo, es decir, fuerza de trabajo que no absorbe la industria moderna a pesar de su incesante crecimiento. Este proceso continuo va en aumento cada año, dejando, día a día, miles de trabajadores inactivos que forman un ejército de hombres sin empleo denominado Ejército de Reserva de Trabajo. Este ejército de desocupados se incrementa con la incorporación anual de mujeres y jóvenes que alcanzan la edad laboral y que pueden desempeñar cualquier actividad dentro de la fábrica debido a la simplificación del trabajo que ofrecen las maquinas computarizadas. Asimismo, se suman los campesinos que emigran a las ciudades para encontrar trabajo porque sus parcelas ya no producen. 
 
        Pues bien, de este inmenso número de desocupados dispone la clase burguesa, la clase capitalista dueña de la producción, las mercancías y el dinero, por tanto, está en condiciones para despedir injustificadamente al obrero que ya no quiere en su negocio porque puede encontrar al sustituto del trabajador despedido en menos que canta un gallo. Este ejército de reserva de obreros sin trabajo se encuentra en la Población No Económicamente Activa (PNEA), es decir, en la población que está en edad de trabajar pero que no encuentra empleo y que en México son 40.8 millones de personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2022). Estos 40.2 millones de desempleados también son usados por el patrón para explotar más tiempo o más intensamente a los obreros que sí tienen trabajo, prolongando la jornada laboral o haciendo que un solo obrero realice el trabajo de dos; todo ello sin que el trabajador sobreexplotado pueda reclamar algo pues tiene sobre su cabeza la amenaza del despido y, en consecuencia, un futuro de mayor sufrimiento para su familia. Lo mismo pasa con el salario y las prestaciones: “¿no te gusta el salario o las prestaciones? pues búscale por otro lado porque allá afuera hay mucha gente que quiere trabajar por un salario menor”, les dice el patrón a los obreros. Esta es la explicación económica, de fondo, del permanente y dañino problema del despido, resultado del desarrollo y crecimiento de los poderosos capitales que concentran los patrones. 
 
        Como complemento opresor de este fenómeno económico de consecuencias negativas e inevitables para la clase obrera del país, están las leyes laborales que protegen al patrón y legalizan sus abusos, pues un patrón puede correr a un obrero y, con ayuda de las autoridades corruptas, alargar hasta por cuatro años o más la demanda por despido injustificado, para que finalmente el obrero logre recibir una miseria de indemnización después de haber laborado por muchos años dentro de una empresa. 
 
        Sin embargo, esta masa de desempleados crece constantemente al igual que crece la inconformidad de los obreros en las fábricas, millones de trabajadores desempleados e inconformes que van conformando una fuerza social que, organizada y educada, sería capaz de cambiar esta situación. Es por ello que, desde ahora, tenemos que encausar esta gran fuerza obrera por la ruta de la acción política planificada con el objetivo de cambiar tanta explotación e injusticia por mejores condiciones de trabajo. Pongamos manos a la obra.


martes, 11 de julio de 2023

Despido injustificado: una vulneración a los derechos laborales


Dante Vázquez


        En México, el despido injustificado es un problema recurrente que afecta a la inmensa mayoría de los trabajadores asalariados del país. Esta práctica, contraria a los principios fundamentales del derecho laboral, genera una serie de consecuencias negativas tanto para los empleados como para la estabilidad del mercado laboral en general. Exploraremos brevemente el concepto de despido injustificado, su impacto en los trabajadores y las medidas legales que existen para proteger los derechos laborales en México.


Definición del despido injustificado: acción que implementa un empleador cuando unilateralmente termina la relación laboral con un trabajador sin una justificación o sin cumplir con los requisitos legales establecidos. Esto implica que el trabajador es despedido sin causa justificada y sin recibir una compensación adecuada.


Consecuencias para los trabajadores: los trabajadores despedidos injustificadamente enfrentan diversas dificultades, como la pérdida de empleo, la disminución de sus ingresos económicos y la inestabilidad financiera. Además, el despido injustificado puede generar un impacto negativo en su desarrollo profesional, bienestar emocional y autoestima. Estas consecuencias no solo afectan al trabajador, sino también a su familia y al entorno social cercano.


Marco legal en México: los Tratados Internacionales, la Constitución Política y la Ley Federal del Trabajo (LFT) establecen los derechos y las garantías de los trabajadores. La LFT prohíbe el despido injustificado y establece que los empleadores deben tener una causa justificada para terminar la relación laboral. Si no se cumple con esta exigencia, el trabajador tiene derecho a solicitar la reinstalación en su puesto de trabajo o bien recibir una indemnización.


Protección legal para los trabajadores: los trabajadores despedidos injustificadamente tienen la opción de recurrir a los Tribunales Laborales del Poder Judicial, los cuales son instituciones encargadas de mediar y resolver conflictos laborales. Estos tribunales pueden ordenar la reinstalación del trabajador o el pago de una indemnización, dependiendo de los elementos probatorios y las circunstancias del caso.


Además, existen organismos como la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (PROFEDET), encargados de brindar asesoría gratuita a los trabajadores y representarlos legalmente en caso de despido injustificado.


Retos y perspectivas: a pesar de que existen leyes y mecanismos de protección para los trabajadores en México, el despido injustificado sigue siendo un problema persistente. Es necesario fortalecer los mecanismos de aplicación y vigilancia de las leyes laborales, así como promover una mayor conciencia sobre los derechos laborales entre los trabajadores y empleadores.


Conclusión: El despido injustificado en México constituye una violación de los derechos laborales fundamentales de los trabajadores. Es importante que se promueva un entorno laboral justo y equitativo, donde los empleados estén protegidos y se les brinde la oportunidad de ejercer sus derechos. La existencia de sindicatos auténticos que defiendan los derechos de los trabajadores se convierte en una necesidad impostergable. La aplicación efectiva de la legislación laboral, la creación de conciencia sobre los derechos laborales y la defensa colectiva de los propios trabajadores son pasos clave para una verdadera protección laboral.


lunes, 21 de noviembre de 2022

El despido del trabajador y sus causas

Federico Hernández 

 El trabajador que labora en las empresas sufre a diario injusticias de todo tipo en su persona -actos impositivos, ponerlo a realizar actividades que no están en su contrato, no darle equipo adecuado de seguridad, obligarlo a trabajar horas extras, etc.- por el patrón, personal de recursos humanos o responsables de área o departamento. Pero, además, se le suprimen sus derechos y prestaciones consagradas en la Ley Federal del Trabajo y en otros códigos. Por ejemplo, cuántas veces vemos que el trabajador no recibe las utilidades que le corresponden sino una gratificación” pues en su declaración anual al SAT, la empresa reporta -maquillándola obviamente-, que no tuvo ganancias o estas fueron muy modestas.

 

Pero el acto de mayor injusticia es, a no dudarlo, el despido. No solo porque en un 99 por ciento son injustificados legalmente, sino por otras dos razones: primera, porque de la noche a la mañana, de tajo, se deja al trabajador sin su salario, sin un ingreso mínimo con qué mantener a su familia; segunda, porque si demanda a la empresa, iniciará para él un calvario para lograr que los Tribunales laborales, después de un largo, tortuoso y caro proceso, le den un laudo favorable, cosa que en muchas ocasiones no sucederá. Y si no demanda, recibirá una bicoca por tantos años de trabajar en la empresa.

 

El trabajador soporta tales abusos porque sabe que requiere un ingreso semanal para sostener a su familia; porque tiene que buscar que él y su familia estén asegurados para tener atención médica del IMSS ante cualquier contingencia de salud que se presente; porque aspira a avanzar en el pago de su vivienda a crédito en el INFONAVIT, etc. Pero sobre todo soporta los abusos de su patrón, porque sabe que no es sencillo encontrar trabajo en otra empresa, pasarán semanas e incluso meses para colocarse en nuevo empleo y tener de esa forma un ingreso.


El trabajador –aquí entramos en la segunda parte de nuestro tema: causas económicas del despido- debe preguntarse, ¿por qué se da, en última instancia, el despido? El patrón le dirá siempre que lo despide por faltista, por improductivo, porque ya no son necesarios sus servicios, etc., etc. Una vez despedido, el dueño de la empresa buscará por todos los medios, con sus abogados y con su influencia en las Juntas -una vez que concluyan los procedimientos a su cargo- o los nuevos Centros de Conciliación y Tribunales Laborales, no pagarle lo que al trabajador le corresponde por ley.


La razón, la causa, en última instancia, de los despidos de los trabajadores es de índole económico. El empresario siempre buscael mayor margen de ganancia posible y, para ello, buscará tener el número de trabajadores -aparte de estrujar al máximo a éstos- que estrictamente necesita para el proceso de producción que lleva a cabo. Si, por ejemplo, se ve obligado por el mercado a reducir su volumen de producción, puede ocurrir que haga paros técnicos –como los vimos recientemente en la pandemia en muchas empresas como en la GM de San Luis, que fue muy sonado en los medios de comunicación-, en tal caso mantendrá a todos sus trabajadores, pero les reducirá sus salarios, acorde a los días trabajados. En segundo lugar, también puede ocurrir que decida despedir a parte de la plantilla de trabajadores como se ve en muchas ocasiones. Se dan también casos, en que la empresa cierra o reubica una de sus plantas por razones de cercanía al mercado. Me viene a la mente el despido injustificado de 11 trabajadores de la empresa GASAMER que fabrica muebles. De buenas a primeras se les dice que la empresa cambió de domicilio de la zona industrial de la capital a la carretera a Zacatecas. De la noche a la mañana esos trabajadores fueron echados a la calle.


La ciencia de la economía política, dentro de este caso – de que el patrón utiliza solo la fuerza de trabajo estrictamente necesaria, la que puede explotar al máximo- dice que al introducirse innovaciones tecnológicas o mejorarse los procesos productivos en una empresa, ésta necesita menos obreros y en consecuencia viene el despido. Esta es la causa más importante de los despidos masivos de los trabajadores.


Hay otras causas del despido que aparentemente nada tiene que ver con la cuestión económica, pero a poco que se les mire de cerca, se verá que sí. Por ejemplo, se dan muchos casos en que el patrón quiere deshacerse de trabajadores que tienen antigüedad en su empresa y son para él un dolor de cabeza que le implicarán, a futuro, erogaciones por los derechos adquiridos por aquellos. Sabe que, al menos en papel, está obligado a liquidarlos conforme a la ley. Buscará que al despedirlos sea “justificadamente”. Aquí vemos también como, en última instancia, el despido obedece a una razón de orden económico, ahorrarse importantes recursos económicos.


Al empresario le importan un bledo los derechos y prestaciones que por ley le corresponden al trabajador. Si se los puede pasar por el arco del triunfo, lo hará sin pensarlo. Para cometer tal tropelía, el empresario capitalista requiere tanto de la ley (interpretada a su conveniencia), de autoridades laborales y de los sindicatos de protección. Requiere de la ley laboral, no solo porque está en sus artículos trata igual lo desigual (el patrón tiene todos los recursos y sus abogados para llevar el juicio, mientras el obrero queda en la calle, ni para comer, menos para pagar un licenciado), sino porque tiene muchas lagunas que son utilizadas por los leguleyos de la empresa para ganar la demanda; de las autoridades laborales que en todo momento tienen un ejercicio parcial en favor del dueño del dinero, las cuales no hallan ocasión para alargar los procesos laborales no llevando a cabo las diligencias de notificación, cometiendo errores en dirección o el nombre correcto de la razón social del demandado, o programando las audiencias allá a las tantas para las calendas griegas para cansar al trabajador; de los sindicatos, en su inmensa mayoría de carácter patronal, que nunca defenderán los intereses de los trabajadores y más que otra cosa son camisas de fuerza para la lucha obrera.


Podemos concluir que, en el régimen capitalista – y más en el régimen neoliberal, también llamado capitalismo salvaje, que es la forma actual que reviste dicho régimen-, el trabajador no deja de ser más que un medio de crear ganancia al empresario. En el momento en que el trabajador ya no es fuente de ganancia -plusvalía, descontando interés comercial, etc.-, es desechado. El trabajador, su vida, sus condiciones materiales, sus problemas, su desarrollo en el terreno cultural, no tienen ninguna importancia para el patrón y el gobierno que representa a éstos.


El trabajador debe saber que solo conociendo como está construida la sociedad en que vive, qué papel importante juega él como creador de la riqueza social y, sobre todo, saber el camino que debe seguir para liberarse y lograr una vida mejor en el terreno material y espiritual. Este camino no es otro que su concientización política, su organización como clase social y su la lucha decidida por un mundo mejor.