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sábado, 9 de septiembre de 2023

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la lucha obrera

 


Ángel Villegas

        Han pasado 8 años desde que los países que pertenecen a la Organización de las Naciones Unidas emitieron una resolución que plantea alcanzar 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con los cuales se proponen erradicar la pobreza en todo el mundo, proteger el planeta y garantizar la prosperidad y paz, fijando el año 2030 como plazo para lograr dichos objetivos.


En el ODS #8 proponen lograr el “trabajo decente y crecimiento económico”, lo que quiere decir, según explican los expertos, que todos los trabajadores tengan un empleo formal en el que se respeten cabalmente sus derechos, es decir, entre otras cosas, que cuenten con un contrato por escrito para su protección legal, seguridad social y tengan garantizado el derecho a organizarse sin restricción alguna en el sindicato que mejor represente sus intereses.


¿Qué ha ocurrido durante esta primera mitad del plazo establecido? Nada que se pueda llamar alentador. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), basta con que uno solo de los aspectos a calificar falte para considerar que no hay “trabajo decente”. En México, 6 de cada 10 trabajadores no tienen condiciones de empleo digno. Más de 33 millones de mexicanos, el 55 por ciento de la Población Económicamente Activa, trabaja en la informalidad, o como dicen para que no se oiga tan feo, se “autoemplea” y así, a diario podemos ver cómo deambulan por todas partes, vendedores de todo tipo de mercancías. A los trabajadores no se les respetan sus derechos más elementales, las cifras oficiales dicen que el 66.6 por ciento no cuenta con ningún tipo de seguridad social, el 42.9 por ciento trabaja sin que exista por escrito un contrato que establezca las condiciones de trabajo, mientras que sólo el 12.7 por ciento de los trabajadores pertenece a un sindicato. Estas cifras son casi las mismas de hace 8 años, cuando inició el reto. Es decir, la clase obrera mexicana sigue laborando en las peores condiciones sin que los ODS se hayan podido concretar porque su aplicación depende de la buena voluntad de empresarios, gobierno y “sociedad civil” para tomar acuerdos.


Quienes por ejemplo laboran en la industria refresquera, en la maquila de ropa, las granjas porcinas o avícolas, de la ciudad de Tehuacán y zona conurbada, salvo honrosas excepciones que debemos reconocer, no gozan de mejor suerte. Saben, porque lo sufren en carne propia, que las cifras expuestas reflejan su realidad con un alto grado de exactitud, las carencias laborales y las injusticias que soportan porque “no les queda de otra”.


Pero los trabajadores deben saber que el sufrimiento y los abusos laborales que padecen en Tehuacán, en todo Puebla y el país entero, los unifica, los hace hermanos de la misma clase explotada, y es ahí donde radica su fuerza para revertir la situación. Hay ejemplos, llenos de heroísmo, en la historia de nuestro país que demuestran que las condiciones laborales desfavorables para el obrero sí pueden cambiar y que se puede alcanzar el ansiado “trabajo decente” a condición de dos cosas, que los obreros se concienticen y luchen organizadamente. Solo así cambiarán.


sábado, 10 de diciembre de 2022

El desempleo en San Luis Potosí


Federico Hernández 


Los obreros mexicanos, y dentro de ellos los obreros potosinos, deben tomar conciencia de las causas profundas de las injusticias sociales que viven; porque siendo ellos, y solo ellos, los creadores de toda la riqueza social, los que mueven toda la industria, no pueden contar muchas veces con un empleo digno que les dé un ingreso suficiente para sostener a su familia, para proporcionarle alimento, educación y salud de calidad. Veamos cómo está el desempleo en San Luis Potosí, cuáles son sus causas y cuál es la solución a este problema que afecta a millones de trabajadores en México.


El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), recientemente publicó datos sobre el desempleo en nuestro país. En el caso de San Luis Potosí reportó que en el tercer trimestre del año en curso registró su tasa más alta de desempleo, del 3.8 por ciento. “Al dar a conocer los resultados trimestrales de la Encuesta Nacional de Estadística de Ocupación y Empleo (ENOE) del tercer periodo de este año, la dependencia contabilizó 43 mil 323 personas desempleadas en la entidad. Durante el periodo inmediato anterior, el INEGI reportó 42 mil 425; casi 900 personas en edad laboral que no lograron emplearse entre julio y septiembre pasados” (San Luis Hoy, 25 de noviembre del 2022).


Lo anterior no refleja la realidad del desempleo en SLP ya que éste es mucho mayor. Las cifras anteriores son engañosas pues hay un dato que arroja esta misma encuesta y que no podemos dejar de tomar en cuenta ya que está ligado a la anterior y nos proporciona una medida más exacta de la magnitud real del desempleo, y es el que se refiere a los millones de trabajadores que laboran en la informalidad: “El INEGI también registra un incremento en la población laboral ocupada en la informalidad, al crecer de 54.1 al 55 por ciento, casi un punto porcentual” (de la misma nota del diario San Luis Hoy). Otra: “En la informalidad y sin seguro social la mitad de la población trabajadora en SLP revelan resultados de ENOE” (El Sol de San Luis, 19 de febrero 2022).


 ¿Por qué son engañosas las cifras y, por tanto, no es correcta la interpretación que se da del desempleo? Muy simple: porque los gobiernos encubren el desempleo real que existe, lo maquillan; hacen aparecer el empleo informal (lavacoches, comercio informal, trabajadoras domésticas, etc.) como una forma de empleo que no se considera dentro de la tasa de desempleo. En SLP existe una población de 2 millones 822 mil 255 habitantes de los cuales 1 millón 285 mil 70 son Población Económicamente Activa (PEA), y si sumamos la tasa de desempleo y tasa de informalidad, 3.8 y 55 por ciento, respectivamente, resulta que en realidad la población con un empleo formal tal como debiera ser, con salario estable, con seguridad social, etc., rondaría en el 41.2 por ciento. Quiere decir que de cada 10 potosinos en edad de trabajar (PEA), solo cuatro tienen empleo y seis no tienen empleo formal. ¡Terrible situación de la clase trabajadora en esta entidad!


Los indicadores que nos da el INEGI son verdaderamente preocupantes, por no decir que son literalmente ¡aterradores! Decenas de miles de potosinos desempleados no tiene un ingreso para solventar las necesidades más básicas de su familia; y los que están en la informalidad laboral tienen un magro e inestable ingreso, sin seguridad social, sin acceder a créditos a la vivienda, entre otras cosas. El desempleado, el que no tiene que llevarle a su familia un mendrugo para comer, vive en la peor de las angustias, vive en una situación de desesperanza y zozobra.


Pasemos ahora a la explicación de por qué el desempleo. El desempleo es un fenómeno inherente de los países capitalistas -también llamados de “libre mercado-, como es el caso de México. Inherente porque los empresarios siempre buscarán innovar su tecnología y procesos productivos para ganar el mercado a otros empresarios con los que compiten, innovación que desplaza y desemplea a los obreros que no le son útiles porque bajo su objetivo de máxima ganancia explota de manera intensa a los obreros que están en sus fábricas para no emplear a más y evitar el aumento de sus costos. El régimen capitalista no está diseñado para dar empleo a toda su población económicamente activa. No en absoluto. El dar empleo a los millones de desempleados no es una prioridad del capital, pues no es éste, ni mucho menos, una “hermanita de la caridad”; es su afán insaciable de ganancia lo que mueve al capital a invertir en distintas ramas de la producción, lo que determina dónde y en qué monto lo hace y, por tanto, qué cantidad de obreros necesita.


Dice para si el dueño de capital: si invierto mi dinero en esto obtendré esta ganancia, este remanente… me conviene… no me conviene. Una vez decidida la conveniencia de su inversión compra, con un capital suficiente, materia prima, compra máquinas, adquiere una nave industrial… ¡Ah! -dirá- pero no puede faltar la mano de obra, esa mercancía peculiar llamada fuerza de trabajo, la cual pertenece al obrero, y sin la cual de nada sirven ni las maquinas ni la materia prima: unas quedarían inmóviles y las otras sin poderse transformar. Si hay algo que le queda claro al empresario es que comprará solo la mano de obra estrictamente necesaria para explotarla al máximo: si cien obreros son los que necesita para mover su empresa, esos, y solo esos, son los que contratará con un salario lo más mísero posible. El empresario capitalista nunca de los jamases piensa en el obrero como ser humano -y menos en la familia de éste-, en sus penurias y necesidades, si tiene vivienda, si tiene medicina en caso de enfermedad, si tiene para educar a sus hijo, etc., eso le importa un bledo. Además, el capitalista sabe que la gran masa de desempleados le sirve para reducir los salarios de los obreros que está empleando en un momento determinado pues hay una gran oferta de mano de obra de la que puede disponer en el momento que desee utilizarla y sabe que uno de los mayores temores del trabajador es ser despedido y caer en las filas del desempleo.


¿A quién debemos culpar de esta situación de desempleo que priva no solo en San Luis Potosí sino en todo el país?, ¿por qué esas tasas elevadas de desempleo?, ¿por qué cientos de miles de mexicanos laboran en la informalidad? Se lo debemos al régimen económico en que vivimos: el neoliberalismo o capitalismo salvaje, como también se le conoce. Régimen en el que un puñado de dueños del capital (dinero y medios de producción como maquinarias, locales, materias primas, etc.) explotan a millones de obreros, los cuales solo son dueños de su fuerza de trabajo, la que venden por un mísero salario para el sostenimiento de él y de su familia Las máquinas cada vez más modernas, y demás medios de producción en dicho régimen, no tienen por finalidad mejorar en nivel de vida del obrero, solo sirven para explotarlo, para arrancarle más trabajo no remunerado, plusvalía.


¿Y en México quién representa a ese régimen?, ¿quién representa a los dueños del dinero, del capital? La autodenominada 4T. Dicho gobierno dice a los “cuatro vientos” que “primero los pobres”, pero en los hechos es el representante embozado de este modelo neoliberal. Y la prueba irrefutable de esto es que mientras millones de mexicanos padecen hambre, no tienen atención médica, carecen de educación, al no tener un empleo bien remunerado, por otro lado, tenemos que los grandes potentados como Calos Slim, German Larrea, Salinas Pliego y otros ricachones, ¡sólo un puñado de familias!, en estos tres últimos años incrementaron enormemente sus fortunas. A estos empresarios la 4T no quiere tocarlos ni con el pétalo de una rosa, como se dice. Son sus empresarios consentidos.


Por último, diremos que la única solución al problema del desempleo y a otros fenómenos que afectan la vida del trabajador, está en la concientización política de éste; pero no sólo eso, deben organizarse y emprender una lucha por lograr una mejor sociedad con un modelo económico que no solo cree riqueza, sino la distribuya de manera justa y equitativa. Ese cambio no lo hará la 4T; lo hará la clase obrera mexicana cuando se decida a cambiar este injusto modelo económico neoliberal.