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domingo, 19 de marzo de 2023

Se aproxima el reparto de utilidades

 


Sergio Cadena


        Infinidad de derechos laborales que están establecidos tanto en el artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como en la Ley Federal del Trabajo (LFT), la Ley del IMSS, etc., lastimosamente quedan en letra muerta, por un lado, ante la falta de conocimiento, organización y conciencia de los trabajadores, y por otro lado, debido a la ausencia de dirección proletaria honesta, valiente y preparada en lo jurídico para encabezar las luchas de la clase que produce la riqueza social.


Para tratar de resarcir, aunque sea en una modesta medida, la primer carencia, es decir, la falta de conocimiento, diré lo siguiente: el reparto de utilidades es un derecho colectivo que no puede reclamarse individualmente. Se debe reclamar por la mayoría de los trabajadores, a través de una unión temporal donde no exista sindicato o bien por el sindicato que sea titular del Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), donde sí lo haya. Por tanto, si queremos hacer valer nuestro derecho a la participación de las utilidades y no tenemos sindicato, hay que formar uno; y si tenemos uno pero es controlado por el patrón, hay que quitarlo y poner uno que verdaderamente defienda los intereses de los obreros.


Como ya quedó asentado, el derecho al reparto de utilidades en la inmensa mayoría de las fábricas no se cumple. Pero incluso, en las que sí se respeta, se engaña al obrero al presentar una doble contabilidad: una para la Secretaría de Hacienda, la real, y otra para el trabajador, la falsa. Pero aún suponiendo que el patrón fuera una persona legal y respetara de manera total y absoluta la ley sobre este tema, nos daríamos cuenta del injusto reparto de la riqueza que existe en nuestro país, ya que la LFT dice que los trabajadores tendrán derecho al 10% de la utilidad generada en la empresa. ¡Ojo! ¡sólo el 10%! Cuando son precisamente los trabajadores quienes producen la riqueza social, en cambio, el patrón se lleva el 90%, ¡sin trabajar!


No obstante, los empresarios dicen hacerles un favor a los trabajadores al emplearlos, en vez de sentir vergüenza por ser una clase parásita. En efecto, la sociedad podría seguir funcionando y hasta mejor, ya que, ya sin ellos, la riqueza se repartiría de manera más equitativa. Muy lejos de la humildad, los empresarios adoptan desplantes de prepotencia y vanidad sin límites, muy acordes con su infinita ambición de enriquecimiento.


Hace unos días, circuló por las redes sociales la noticia de que un trabajador de Elektra le había ganado una demanda laboral al señor Salinas Pliego logrando que se le pagaran 750 mil pesos. Y que éste lo felicitaba por haberle ganado, pero, agregaba que no le preocupaba, puesto que esa cantidad de dinero la recuperaría en 1.3 minutos de su vida. ¡Cuánto sarcasmo! Y ¡cuánta soberbia! Así son los explotadores de la clase obrera, así se las gastan.


Pero esta humillante situación debe cambiar de inmediato. No debe de seguir habiendo productores de alimentos con hambre, ni fabricantes de prendas de vestir que anden en harapos, ni tampoco constructores de casas y edificios, sin vivienda.


Por ello, conocer nuestros derechos es sólo el principio. Es necesario luchar para hacer que se respeten y hagan valer; y posteriormente llevar la lucha hasta los niveles que nos permitan construir un mundo mejor, en donde la riqueza sea para quienes la producen y no para los parásitos sociales. Que así sea.