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sábado, 4 de marzo de 2023

La riqueza de los capitalistas a costa de la salud de los trabajadores


Benigno Urbina

        El trabajo que día a día realizan los obreros genera un nuevo valor a la materia prima que se transforma en mercancía, son los hombres y mujeres los que con su fuerza de trabajo dejan su vida y energías en cada jornada laboral cumpliendo el acuerdo que tienen con el patrón a cambio de un salario, que siempre es muy bajo y que apenas alcanza para medio vivir y reponer energías. La actual inflación ha provocado que el poder adquisitivo decrezca impidiendo la obtención de la canasta básica para que el trabajador tenga una mejor alimentación y así rendir más. Pero si tiene una mala alimentación ¿gozará de buena salud y energías suficientes? La respuesta es clara, el hombre o mujer que labora diariamente sin una adecuada alimentación registra un deterioro significativo en su salud, tiene más posibilidades de contraer enfermedades que muchas veces se adquieren en el trabajo en forma directa o indirecta, y con la poca seguridad que los patrones le brindan, con el paso del tiempo hacen que se agraven hasta volverse enfermedades crónicas e incluso causarles la muerte. 


Con sus escasos recursos económicos y el inoperante sistema de salud que se tiene en el país, no se atienden sus enfermedades y con el paso del tiempo se agravan inhabilitando al trabajador. Al patrón poco le importa esto, pues viva o muera el obrero, afuera hay más gente dispuesta a vender su fuerza de trabajo y para quien paga, lo que le importa es que produzcan y, por tanto, contratan a obreros sanos que pasarán por el mismo proceso de explotación laboral. Esto al Gobierno no le interesa en lo más mínimo, puesto que defiende los intereses empresariales, por ello no hay reformas o nuevas leyes que obliguen a los patrones o al sistema de salubridad a garantizar la salud de los trabajadores.


Ya está visto que para el actual gobierno de la cuarta transformación la salud no es una prioridad y para muestra veamos los siguientes datos; en un informe del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) el 10 de octubre de 2022 dice; la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda invertir el 6% del PIB a su sistema público de salud. “En México, el presupuesto público para salud ha sido insuficiente para dar respuesta a la creciente demanda de los servicios de salud (CIEP, 2018). Sin embargo, entre 2018 y 2022, México solo ha destinado entre 2.5 % y 2.9 % de su PIB anual, esto es menos de la mitad de la sugerencia internacional.” (https://ciep.mx/M4vO). ¡Un crecimiento raquítico que cada año no da ni siquiera esperanza a los trabajadores para atenderse!


Aquí podemos ver que en lugar de aumentarle al presupuesto de manera razonable para que la clase trabajadora pueda atender su salud debidamente, se agrava el problema con el poco recurso que se destina; cuando el trabajador asiste al centro de salud no hay infraestructura, médicos ni medicamentos (ya sea en el IMSS, ISSEMyM, ISSTE o cualquier otro sistema de salud público) y no le queda otra más que buscar a un particular y gastar el dinero que no tiene, tanto en consultas como en medicamentos. La pregunta aquí es ¿con quién se van a respaldar los trabajadores?, ¿si los patrones les pagan poco, no pagan cuotas que les alcance para cubrir su salud y el gobierno los abandona, a dónde van a ir a pedir ayuda? En el artículo 25 de la Ley del Seguro Social dice; “En los casos previstos por el artículo 23 (que habla de las cuotas contractuales con respecto al Contrato Colectivo de Trabajo/ véase LSS) el Estado aportará la contribución que le corresponda en términos de esta Ley, independientemente de la que resulte a cargo del patrón por la valuación actuarial de su contrato, pagando éste, tanto su propia cuota como la parte de la cuota obrera que le corresponda conforme a dicha valuación. Para cubrir las prestaciones en especie del seguro de enfermedades y maternidad de los pensionados y sus beneficiarios, en los seguros de riesgos de trabajo, invalidez y vida, así como retiro, cesantía en edad avanzada y vejez, los patrones, los trabajadores y el Estado aportarán una cuota de 1.5 por ciento sobre el salario base de cotización. De dicha cuota corresponderá al patrón pagar el 1.05 por ciento, a los trabajadores el 0.375 por ciento y al Estado el 0.075 por ciento”.


¡Como vemos ni la ley se aplica en muchos casos! esto no beneficia en lo más mínimo al trabajador que se la pasa trabajando toda su vida produciendo las ganancias para los patrones y cotizando poco para que al final de cuentas, cuando hacen un trámite para pensión por invalidez, retiro por cesantía u otros trámites antes mencionados, simplemente hacen que se cansen y abandonen sus ahorros, pues la burocracia en las instituciones no ven que el hecho de que un trabajador deje de asistir a trabajar un día, en muchos casos es descuento del mismo y no resuelven nada, pagar un licenciado les sale muy caro y en sus precarias condiciones el esfuerzo de muchos años se ve esfumado, pues lo que cotizaron toda su vida ya no lo reclaman. Un ejemplo claro es un ex trabajador de Truper que tiene esclerosis sistémica, miositis, diabetes mellitus e hipertensión arterial, requiere quimioterapias y de cuidados intensivos, así como asistir al seguro para su revisión adquiriendo medicamentos muy caros que el seguro no cubre y lo peor es que por las mismas enfermedades que tiene, ya no puede trabajar. Y aunque ha realizado trámites para su pensión por invalidez, primero decidió atender su salud, por lo cual lo dieron de baja en la empresa y no podrá obtener sus ahorros porque no está activo su número de Seguro Social.


Otro caso similar es el caso de un trabajador de DICONSA, (una dependencia federal) que tuvo un accidente por riesgo de trabajo: por poco se le viene el cargamento encima con el camión en circulación en la parte trasera, por lo que su única opción fue aventarse al asfalto, quebrándose la tibia y quedando inhabilitado para trabajar. Su pensión por invalidez alcanzó una calificación del 21% que se traduce en 803 pesos mensuales para su manutención y la de su familia, esto tiene que alcanzarle para alimentación, pasajes, asistir a su revisión médica periódica y para medicamentos que el seguro no cubre.


Así cómo estos, hay millones de casos en el país ¿se dan cuenta que realmente ni al Gobierno ni a los patrones les importa el destino del proletariado? Por tanto, los trabajadores no tienen más alternativa que unirse para organizarse por sus demandas más sentidas como la salud, el salario, la vivienda, etc. Son los propios trabajadores quienes con su esfuerzo, dedicación y entrega, dejan la vida para producir riqueza pero los patrones al enterarse que no pueden producir más, los corren y los desechan como si fueran un kleenex más que le dejará de dar ganancias y le estorbará si sigue ahí.


¡El luchar por las demandas y leyes que les garanticen mejor calidad de vida a los trabajadores es posible, solo si deciden unirse y luchar de manera permanente en defensa de sus derechos laborales!