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martes, 31 de enero de 2023

La reforma a las vacaciones

Ulises Bracho 

         “Cuando hay avances que benefician a los trabajadores, tienen que celebrarse” dijo, el economista y doctor en sociología por El Colegio de México, Máximo Jaramillo refiriéndose a la reciente aprobación de la reforma a las vacaciones remuneradas que entró en vigor este primero de enero de 2023. No obstante, lo que impide elogiar con satisfacción esta reforma, más que otra cosa, es el tener pleno conocimiento sobre los términos en que será aplicada en el transcurso de los años.


            En 1931 se creó la Ley Federal del Trabajo (LFT) y en 1970 fue reformada por una ley más completa y moderna, desde entonces no se habían modificado los artículos 76 y 78 de la ley para ampliar el período vacacional de los trabajadores. Las condiciones laborales de aquellos años son incomparables a nuestros días, pues desde entonces se ha incrementado el desarrollo tecnificado del trabajo produciendo enormes cantidades de bienes en un reducido número de tiempo; a la par, la sobreexplotación laboral ha llegado a límites históricos que se expresa claramente, por ejemplo, en la revisión puntual de la hora de entrada del trabajador a la fábrica o la hora de ingerir sus alimentos, pero en contrapartida los patrones se muestran inflexibles cuando se trata de la hora de salida de sus empleados. Que, si fuera por ellos, elegirían aplicar la invención de la máquina que le dé de comer al trabajador mientras éste no despegue las manos de las máquinas como ilustró genialmente Charles Chaplin en aquel personaje de su film Tiempos Modernos en 1936.


Aunque me cuesta imaginar cuántos años más habrá de esperar la clase trabajadora para exigir más días de vacaciones, lo cierto es que era necesaria esta reforma desde hace tiempo atrás en sincronía con el avance de las fuerzas productivas. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), “los empleados en México trabajan 2.225 horas al año, 480 horas más que el promedio de los países de la organización, y eso apenas les da una evaluación de 20 puntos en productividad de un total de 100 puntos (Forbes, 2018). Por eso la reciente reforma a la LFT es para los trabajadores un breve respiro ante la despiadada explotación capitalista que sufren y, a la vez, un llamado a la clase patronal para que contribuya en hacer de México un país productivo dándole a los trabajadores mejores condiciones laborales y de vida para que desarrollen una fuerza de trabajo de mayor calidad. Sin embargo, el sistema económico capitalista en que vivimos solo permite que, a través de la sobreexplotación y la excesiva acumulación de la riqueza en manos de los patrones, se produzca la riqueza social.


              De ahí que los dueños del capital, antes de consentir la reforma del aumento a los días de vacaciones remuneradas, hicieron cuentas del alcance de dicha modificación y los términos en que habrán o no de aplicarla. Por su parte, debemos reconocer que los trabajadores no enarbolaron directa y masivamente esta modificación a la ley, lo que explica, por ejemplo, que no hubiera protestas cuando en los medios de comunicación se anunció que “Morena aplazó la discusión para aumentar las vacaciones. ¿No sería necesaria una movilización para exigir no solo un derecho tan fundamental como el  descanso sino el cumplimiento cabal de muchos otros derechos que hoy se violan sin rubor alguno como por ejemplo el pago de utilidades, el respeto a la antigüedad o el pago de una pensión justa? Esto revela, sin duda, lo que afirma Sonia Corona que es escandaloso el silencio de los sindicatos y es preocupante que la voz de los trabajadores sea la que menos se escuche en estos días (El País, 2022). Pero no todos compartimos esta misma opinión, por ejemplo, el senador morenista Napoleón Gómez Urrutia, líder de los mineros, escribió en forma triunfalista en su diario íntimo que “México emprendió una transformación profunda y el mundo laboral no es la excepción: hoy, la voz de los trabajadores se escucha fuerte y clara (La Jornada, 2023).


Esta reforma, más que por los trabajadores, fue celebrada con bombo y platillo por Morena y los diferentes partidos en el Senado y en la Cámara de Diputados. En las portadas de los periódicos no vimos a la clase obrera movilizándose en la avenida Reforma mostrando su unidad, su fuerza y su potencial; como sí lo fueron en cambio las marchas en contra de la reforma electoral y a favor del presidente López Obrador. Esta realidad, por muy dolorosa que sea, expresa el oportunismo y manipulación con que los políticos del sistema simulan haciéndose pasar como interesados en resolver las demandas históricas de los trabajadores. De esa manera nos quieren vender su reforma descafeinada: la reforma se aprobó, cierto, pero con modificaciones al gusto de los empresarios.


La propuesta original sostenía que los patrones estaban obligados a garantizar de manera continua las vacaciones remuneradas. Sin embargo, la presión de las patronales y sindicatos aliados a ellas, pedían flexibilidad para modificarla. Ahora se lee en el Diario Oficial de la Federación: “…la persona trabajadora disfrutará de doce días de vacaciones continuos, por lo menos. Dicho periodo, a potestad de la persona trabajadora podrá ser distribuido en la forma y tiempo que así lo requiera. Queramos o no, la trampa consiste en el manejo del concepto “potestad” que vulnera el derecho del trabajador pues el patrón elegirá, guiado por su hambre de riqueza, la manera de distribuir las vacaciones a sus empleados. Pero, ¿qué podemos esperar de la organización patronal que llegó a cabildear con el Gobierno y los políticos la posibilidad de extender la aplicación total de las vacaciones remuneradas hasta el año 2026?


Los trabajadores tienen que reconocerse como pertenecientes a la clase obrera, pues esto implica ejercer una lucha ante su antagonista, la clase patronal. Sin los trabajadores no se produciría la riqueza y, por tanto, las maquinas, oficinas, almacenes, etc., serían inútiles. Los patrones saben lo peligro que es que los trabajadores cobren consciencia de la grandeza de su unión, por eso han buscado los medios para ocultarles no solo la verdad, sino para impedir a toda costa su concientización y organización. Y esta labor de adormecimiento y manipulación contra los trabajadores la han hecho bien ya que, desde hace más de dos décadas, no ha habido algún movimiento obrero que haga temblar a los patrones y a sus aliados del Estado.


Los trabajadores no deben esperar nada bueno que venga de arriba, de los patrones y el Gobierno; los trabajadores deben confiar en su unidad, en su fuerza como clase social, deben luchar organizada y conscientemente en defensa no solo por unos días de descanso sino por el respeto cabal a todos sus derechos laborales como lo establece nuestra Constitución y la ley laboral que de ella emana. Es por ello que la actual reforma aparece más bien como un bálsamo laboral con objetivos electorales que está todavía mucho muy lejos de ser una modificación que ofrezca una verdadera transformación en las condiciones de vida de los trabajadores.


viernes, 2 de diciembre de 2022

Incremento en el día de vacaciones

Ulises Bracho 

            Celebro que el pasado 3 de noviembre el Senado de la República haya aprobado la reforma a los artículos 76 y 78 de la Ley Federal del Trabajo para ampliar el período vacacional de los trabajadores mexicanos. El nuevo esquema propuesto es que en el primer año los trabajadores disfrutarán de 12 días de vacaciones pagadas, hasta llegar a 20, aumentado dos días por año. Después del sexto año, el periodo aumentará dos días por cada cinco de servicio hasta alcanzar los 30 días, y de ahí hasta llegar a los 32 días de descanso obligatorio por 35 años de servicio. La reforma es una merecida modificación a la ley en favor de esa enorme masa de personas a las que, desde hace 52 años, nunca se les han otorgado más días de descanso. La reforma es, sin duda, un paso hacia adelante en la vida laboral del país, pero el procedimiento para su aplicación aún no ha concluido, falta la aprobación de la Cámara de Diputados para su posterior publicación en el Diario Oficial de la Federación y, solo hasta entonces, habrá de comenzar su vigencia.


          No tengo duda de que los políticos que enarbolan esta legítima demanda de los trabajadores han de sentirse los héroes y el gobierno de López Obrador aprovechará dicha reforma para vender la idea de que dicha modificación a la ley es una victoria de su administración. Sin embargo, no estoy de acuerdo con el manejo político-electoral que subyace en dicha reforma porque de nueva cuenta se revelan varias de las insuficiencias que existen en la vida obrera de nuestro país.


Llama la atención que la reforma no provenga de una lucha activa y directa emprendida por los propios trabajadores o sindicatos, sino que se promueve obedeciendo a los intereses políticos de Morena. Lo que demuestra, en primer lugar, es que la solución a las demandas obreras sigue estando supeditada a los intereses del Estado y, por tanto, que no existe una verdadera independencia del movimiento obrero con relación a los intereses de los grupos de poder en el país. Es por ello que son los políticos, y no los propios trabajadores, quienes determinan el momento político en que habrán de enarbolarse las demandas más sentidas de los trabajadores a cambio de fortalecer sus intereses políticos de grupo.


En segundo lugar, podemos comprobar que el gobierno de López Obrador pretende concluir su mandato en 2024 queriendo hacer creer a la opinión pública que la política laboral de su Cuarta Transformación es un triunfo en favor de los trabajadores a quienes no solo les aumentó el salario sino, además, les incrementó el número de días de vacaciones pagadas.


En el fondo AMLO pretende ocultar su verdadera política laboral neoliberal expresada, por ejemplo, en la tragedia de los diez mineros sepultados en Sabinas, Coahuila (donde, por cierto, el gobierno aplazó el rescate por más de 11 meses) o en la represión que sufrieron los trabajadores que laboran en la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, quienes tan solo exigían respeto a sus derechos laborales. Asimismo, con la reforma al periodo vacacional, AMLO pretende ocultar el hecho de que la inflación del 8.53% que azota al país pulverizó el aumento salarial en términos reales, impidiendo que millones de trabajadores tengan siquiera acceso a la canasta básica alimenticia.


         El Senado de la República aprobó dicha reforma laboral y falta que la Cámara de Diputados haga lo propio. Cabe decir que el esquema no será retroactivo, es decir, que, si “yo cumplí dos años de servicio en noviembre de 2022, entonces me tocará conforme a la ley anterior mis 8 días y para el siguiente año, en noviembre de 2023, daré el brinco a 16 días, pero no sucederá así con la nueva fórmula para calcular los días de vacaciones ya que se aplicará a nivel individual en función de la fecha en la que se cumplan años de servicio estipulado en la nueva reforma” (El Economista, 2022).


         Por su parte, los dueños del capital en México proponen que el aumento de vacaciones sea más escalonado. Por ejemplo, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), a través de su presidente Francisco Cervantes, dice estar de acuerdo con la reforma, pero que las modificacionesno sean de golpe, porque esto se vuelve una carga para la empresa y pudiéramos dejar de ser atractivos” (El País, 10 noviembre 2022). Por tanto, plantean que la reforma tenga su aplicación real y justa hasta 2024. Mientras que la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) pide un poquito más: “con un incremento de nueve días en 2023, uno más el siguiente año y así hasta llegar a 12 días en 2026” (El País,18 de noviembre).


      El hecho de que la reforma muestre fisuras revela su verdadero rostro: la hipocresía. Al respecto, la hipocresía es el colmo de todas las maldades dice Molière, que aplicado a los grandes inversionistas y patrones no es de asombrarse tal actitud. Lo que indigna es la supuesta consecuencia que sufrirán los empresarios por darle más días de vacaciones a sus empleados: según ellos, reducirá su productividad y afectará el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). ¡Ah! pero en lo que respecta a los beneficios del trabajador, eso no es de su incumbencia. Ya lo vaticinó el Lic. Everardo Lara Covarrubias, asesor jurídico de la Defensoría Nacional de los Trabajadores, al afirmar que “la reforma se aprobará, pero con modificaciones al gusto de los empresarios y lesionando los derechos de los trabajadores, Morena se estará mostrando como lo que es: un siervo, pero no de la nación, sino de los ricos potentados de este país.”


          Lamento que las “vacaciones dignas” no sean para todos los trabajadores sino solo para aquellos que se emplean en la formalidad. “Al segundo trimestre de 2022, se registraron 57.4 millones de trabajadores, de los cuales 44% se emplean de manera formal y tienen acceso a prestaciones laborales, como las vacaciones pagadas, el resto trabaja en la informalidad” (Infobae del 7 de noviembre 2022), lo que esto supone es que más de la mitad de la población ocupada quedaría excluida del beneficio que los empresarios quieren aplazar.


           Por tanto, la clase obrera de nuestro país debe de tomar consciencia de su situación actual: no necesita de personas que acudan a salvarla, pues hay en el proletariado una fuerza capaz de presionar a los dueños del capital para obtener mejores condiciones de trabajo. Ahora más que nunca, los trabajadores deben aprovechar la legitimación de sus contratos colectivos de trabajo que la reforma laboral de 2019 está implementando, para valorar si las empresas donde laboran cumplen con sus responsabilidades patronales de ley y si los sindicatos que los encabezan defienden o no sus legítimos derechos laborales. Esto incluye naturalmente el otorgamiento de vacaciones con goce de sueldo. Por eso es importante que se organicen y luchen junto con su representación sindical en favor de sus reivindicaciones laborales.