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miércoles, 5 de julio de 2023

INEGI revela la realidad sobre la ocupación laboral en México

Federico Hernández

El Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), acaba de publicar varios indicadores estadísticos de ocupación y empleo en México en su Comunicado de Prensa No. 346/23 del 2 de junio de 2023, que consta de 18 páginas. Son muchos datos y cuadros estadísticos los que aparecen en ese documento, pero echándose un zambullido, leyéndolos con detenimiento, quitando un poco de paja, tomado los datos duros y analizando cómo conceptualiza el INEGI las cifras y resultados, bien podemos sacar conclusiones sobre la difícil situación que priva en nuestro país en relación a la ocupación y el desempleo real. Ni modo: sin números es imposible entender la realidad, y como dijo William Thomson, físico y matemático inglés: “Suelo decir con frecuencia que cuando se puede medir aquello de que se habla y expresarlo en números, se sabe algo acerco de ello…”. Por eso, aunque parezcan engorrosas tantas cifras, éstas son necesarias para los apuntes que haremos y que serán breves por razones de espacio.


Nos dice el documento que en México la Población Económicamente Activa (PEA) en abril del 2023 fue de 60.6 millones de personas, superior en 1.1 millones con respecto a abril del 2022. Por lo que respecta a la Población No Económicamente Activa (PNEA), fue de 39.8 millones de personas, 276 mil personas más que en abril del 2022. Nos precisa el documento que la PNEA es la población que se dedica al hogar, a estudiar, está jubilada o pensionada o tiene impedimentos personales. Desde aquí podemos hacer la primera observación sobre cómo, bajo ciertos conceptos de la PNEA, se esconde la realidad, pues acaso no hay millones de mujeres que trabajan extenuantes jornadas de trabajo en alguna brica u otras fuentes de empleo y, al mismo tiempo, destinan también extenuantes  labores del hogar; hay también millones de mujeres que se dedican exclusivamente al hogar y no se pueden incorporar, aunque lo necesitaran, a la vida productiva en un trabajo, pero no lo hacen pues no hay fuentes de empleos cercanas a donde viven, no tienen guarderías de tiempo completo para dejar a sus hijos, etc. Lo mismo pudiéramos decir de jóvenes universitarios que tienen necesidad de trabajar para sostener sus estudios y quedan agrupados en la PEA y no en la PNEA.

 

Sigamos. De ese universo de la PEA, según datos del INEGI, 58.9 millones de personas que representa el 97.2 por ciento del total, estuvieron ocupadas durante abril de 2023; las personas subocupadas, que para el INEGI son las que declaran tener necesidad y disponibilidad de trabajar más horas, fue de 4.9 millones de personas (8.4%). La población desocupada fue de 1.7 millones de personas en abril de 2023. Por lo que la tasa de desocupación (TD) fue de 2.8 % de la PEA, 0.2%. Como veremos más adelante este concepto de “personas ocupadas” incluye a las subocupadas (las que trabajan menos horas de lo que pudieran trabajar) y a las que están en la informalidad sin servicios de seguridad social y sin prestaciones. Por eso ese 97.2 % de población que “está ocupada”, que es un porcentaje elevado, es engañoso. Pareciera que en nuestro país la mayoría de la población en edad de trabajar esta “ocupada”. Pero necesitamos descender al detalle y ver cuál es su ocupación, cuáles son sus condiciones de trabajo y, sobre todo, cuál es su remuneración.


Veamos ahora, cómo se divide la población ocupada y qué porcentaje representa (esto nos empieza a decir ya algo sobre lo que señalamos más arriba que las cosas no son tan halagüeñas como no lo parece indicar el porcentaje de gente “ocupada”). De los 58.9 millones de personas ocupadas tenemos que unos 40 millones (67.9 %) son trabajadores subordinados y remunerados ocupando un puesto; 13.2 millones de personas (22.4%) son trabajadores independientes o por su cuenta sin contratar empelados; 3.2 millones (5.5%) son patrones y empleadores, 2.4 millones (4.2 %) se ocupan en parcelas o negocios familiares.


Aquí cabría preguntar, más allá del simple dato general de 13.2 millones, ¿quiénes forma este grupo de ocupados que son independientes? Albañiles, taxistas, profesionistas que trabajan por su cuenta, es decir, trabajadores que no tienen un ingreso seguro, que tienen que atenderse cuando se enferman ellos o su familia, si es que pueden, en consultorios de farmacias que ofrecen medicamentos genéricos; que no tienen las demás prestaciones laborales como vacaciones, aguinaldo, utilidades, etc. ¿Y quiénes son los que se ocupan en parcelas y negocios familiares? Acaso los que tiene puestos de tacos, peluquerías, tiendas de abarrotes, etc. Como vemos no podemos quedarnos en la superficie de los datos, los trabajadores debemos estudiar estas cifras que nos da el INEGI y de esa manera comprender la situación en que nos encontramos como clase trabajadora.


Llegamos a la parte en que el reporte del INEGI nos revela la grave situación que hay en el país en relación al empleo. En las páginas 8 y 9 se informan las cifras correspondientes a la informalidad y nos dicen: “La población ocupada en la informalidad laboral considera, sin duplicar a quienes son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan, así como a las personas cuyo vínculo o dependencia laboral no reconoce su fuente de trabajo. Así, se incluyen- además de la población que trabaja en micronegocios no registrados o sector informal- otras modalidades análogas, como las y los ocupados por cuenta propia en la agricultura de subsistencia, así como los que laboran sin seguridad social y cuyos servicios los utilizan las unidades económicas registradas. En abril de 2023, la población ocupada en la informalidad fue de 32.2 millones de personas y la Tasa de Informalidad Laboral 1 (TIL1) fue del 54.7% de la población ocupada”. Tenemos pues del universo de 58.9 millones de personas ocupadas, y de esas 26.6 millones de personas laboran en la formalidad y 32. 2 millones de personas en la informalidad. amable lector escuchó usted bien ¡32 millones de mexicanos trabajan en la informalidad! El 54% de la población ocupada trabaja sin tener seguro social, sin tener un salario estable, sin aguinaldo, sin vacaciones, sin registro de antigüedad, etc. En fin, en una situación de zozobra e incertidumbre de qué pasará en el día a día.


Es de reconocer el esfuerzo que hace el INEGI por proporcionarnos información sobre la realidad económica y social de nuestro país. Sabemos que, aunque se dice un órgano “autónomo con gestión, personalidad jurídica y patrimonio propios, en los hechos no va a descorrer totalmente el velo que cubre la realidad dantesca que vive México. Aun así, las encuestas de empleo y desocupación que nos presenta el INEGI, si analizamos y relacionamos los números y no vemos en ellas solo simples cifras, sino personas de carne y hueso, obreros, campesinos, empleados pobres, comerciantes ambulantes, etc., entonces podremos confirmar que las cosas no andan tan bien como las pinta este gobierno farsante y embustero de la 4T.


En un país de régimen neoliberal o capitalismo salvaje, como el que rige actualmente en México, nunca se alcanzará el pleno empleo ya que no es del interés de los empresarios capitalistas ni del Estado que los representa (su junta de notables) dar empleo bien remunerado a toda la población; su interés exclusivo es la obtención de la máxima ganancia. Y si para eso se necesita tener en paro total o parcial a millones de trabajadores, se hará sin contemplaciones. Los trabajadores de México debemos tomar consciencia de nuestra situación como clase explotada, nuestro papel en la sociedad como clase que produce la riqueza social y que, sin embargo, vive en la pobreza; debemos saber que sólo conscientes, organizados y luchando podremos mejorar nuestras condiciones de vida y, al mismo tiempo, por la vía democrática, podremos impulsar un gobierno de y para los trabajadores. Solo así estaremos en condiciones de construir una sociedad más justa y equitativa.


domingo, 19 de marzo de 2023

2023: Negro panorama para los mexicanos

 

Jaime Reyes


        Para este 2023 se espera una mayor inflación, la cual impactará en el precio de los productos de la canasta básica, mientras que el poco empleo que se llegue a generar será de mala calidad (explotado y sin prestaciones, ni seguridad social), ante lo cual ni el aumento al salario mínimo, ni la política de subsidios de la 4T ayudarán a reducir la pobreza.


Todo va a seguir subiendo de precio (petróleo, alimentos y mercancías) y va a ser muy difícil que México lo pueda sortear. Las autoridades aseguran que la inflación va a ir a la baja y que van a trabajar para evitar que siga subiendo e incluso disminuya. Esto es totalmente falso, no creemos que esto sea posible, al contrario, va a seguir subiendo y puede llegar a niveles importantes y esto dependerá mucho de las acciones que tome el Gobierno para controlarla.


Desde hace muchos años el empleo en México ha sido de muy mala calidad; si bien se han dado los mayores incrementos al salario mínimo en la actual administración, en realidad en las dependencias gubernamentales y empresas privadas los niveles salariales no han variado desde hace más de una década; es difícil que el ingreso se pueda incrementar sustancialmente sobre todo para los niveles profesionales.


En cuanto a los datos alegres del gobierno, el 28 de diciembre de 2022 el INEGI informó que la tasa de desocupación disminuyó en noviembre pasado a 2.8% de la población económicamente activa (PEA) y menor en 0.8% a noviembre de 2021.


Esa cifra es engañosa. Además de la tasa de desempleo para medir cómo va la economía, hay que tomar en cuenta otros indicadores, como la tasa de subocupación o la tasa de informalidad y por supuesto las tasas de empleo, que han crecido marginalmente. Los empleos que se registran se miden por los incorporados al Seguro Social, pero en el IMSS usualmente hay muchos trabajadores que son incorporados con el salario mínimo. Las personas trabajan cada vez más en el mercado informal y, por tanto, dejan de buscar empleo, por lo que la tasa de desocupación disminuye.


En este contexto, el aumento de 34 pesos al salario mínimo para el 2023 de nada sirve si no hay un control efectivo de la inflación: los planes para mitigar la inflación no han sido efectivos, han sido tardíos y solo han favorecido a un sector muy pequeño de la población, mientras que la gente que está en pobreza alimentaria es la que más resiente el aumento de la inflación y no le impacta favorablemente el aumento a los salarios. Mucha de la población de menores ingresos no recibe salario mínimo, sino que está en la informalidad y muchas veces perciben ingresos por debajo de un salario mínimo.


 Apenas en octubre pasado la misma fuente informó que México, con una población de más de 126 millones de personas, 55 700 000 viven en pobreza, lo que representa 43.9% del total. Asimismo, el número de personas en pobreza extrema es de 10 millones 800 mil (8.5% de la población total), mientras que 23.5% de la población vive en pobreza alimentaria.


 Para colmo, la política de pensiones, becas y subsidios de la 4T tampoco ayudará a reducir la pobreza en este 2023, ya que se da mucho dinero a gente poco productiva o improductiva y entonces no se dan recursos a las personas indicadas. Se les da, por ejemplo, a muchos estudiantes que no son pobres, que no lo requieren y los niños los utilizan para comprar juegos, ropa, pero no para asegurar que van a seguir estudiando.


A pesar del optimismo presidencial de que la economía mexicana ira “viento en popa” para este 2023, se vislumbra un panorama desalentador en materia de ingreso y empleo, lo que repercutirá en un aumento de la población en condiciones de pobreza.


  Si no se aplica una política de inversión que efectivamente favorezca la productividad, esto no va a funcionar. Y esto sólo será posible bajo la presión del pueblo trabajador organizado y consciente de la necesidad de combatir el clientelismo del gobierno morenista.