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jueves, 28 de septiembre de 2023

La situación laboral de los egresados universitarios en México


Ulises Bracho

El sueño de los padres de familia por ver egresar a sus hijos de la universidad es considerado, sobre todo los de origen humilde, no solo como un logro frustrado de su pasado, sino obedece más bien a las mejores condiciones de vida que pueden acceder los hijos y, en alguna medida, también en el mejoramiento de ellos mismos. Pero la ilusión de los egresados universitarios en la situación actual evidencia una cruda realidad: no hay trabajo. De los 892 mil 836 egresados de las universidades (ANUIES, 2022) el año pasado, ¿cuántos lograron acceder a un trabajo digno donde se recompensen económicamente los años de dedicación al estudio?


A este respecto, la Encuesta Nacional de Egresados 2022, elaborada por la Universidad del Valle de México, enfatizó que el 33% de los egresados no tuvo un empleo al egresar y el tiempo para ser admitido a un trabajo formal, es después de los cinco años. Los otros porcentajes son “el 30.4% tiene un empleo en el sector privado, el 24% son profesionistas independientes, solo el 10% cuenta con un empleo propio y 16.8% labora en el sector público” (El Economista, noviembre 2022). Sin embargo, la falta de oportunidades laborales y de empleos de calidad han empujado a los jóvenes egresados a refugiarse en trabajos precarios, y esto “porque no salen –los universitarios- dotados de habilidades para desempeñarse debido a una falta de nuevas y mejores formas de aprendizaje” (Azteca Noticias, marzo 2023) o como razona el Instituto Mexicanos para la Competitividad (IMCO): “las carreras del futuro no son prioridad para los jóvenes mexicanos” (El Economista, agosto 2023).


Además, el empleo en actividades diferentes al área de conocimiento en que se especializaron, “la mitad de los universitarios no ejerce su carrera (El Economista, julio 2023). Es decir, la necesidad ha obligado a los egresados a refugiarse en la informalidad, a trabajar donde exista la mínima oportunidad. Este fenómeno social ha escalado de manera sorprendente que, en julio de este año, fueron tendencia en las redes sociales los videos llamados “Rosa pastel” relacionados con la famosa canción de Belanova, pero no precisamente por tratarse de las decepciones amorosas a la que hace referencia la letra, sino porque el tema está siendo utilizado por distintos jóvenes para exponer una comparativa entre lo que esperaban hacer con su vida profesional al terminar sus estudios universitarios, y la realidad en la que ahora se desarrollan, decepcionados, en un empleo que dista mucho del futuro que deseaban alcanzar. Lamentablemente, la informalidad crece cada año de manera alarmante.


Pero el sistema capitalista conoce sus contradicciones, ahora se encuentra en un momento crítico en el que el desempleo evidencia el desbordado ejército de reserva donde se suma cada vez más un sector más profesionalizado. De ahí la necesidad de la doctrina liberal del emprendimiento individual promovido en las aulas universitarias que se utiliza como arma ideológica para que el estudiante egresado acepte la crisis y su inmutabilidad sabiendo que no corresponden sus valores auténticos con el desarrollo del “libre mercado” del que tanto se engalanan. Eso es lo que esconde en el fondo el análisis convencional del problema.


Las explicaciones aisladas y la unilateralidad de estudiar el fenómeno del desempleo llevan –en el extremo de los casos- a supercherías que culpabilizan a los propios jóvenes de su desventura. Estas ideas se materializan, por ejemplo, en que los patrones obligan a los nuevos empleados a aceptar absurdas exigencias: experiencia laboral cuando apenas egresan y para explotarlos mejor arguyen esa “falta de experiencia” para pagarles salarios de hambre. Por tanto, la informalidad en estos jóvenes no se debe al subterfugio de “ser sus propios jefes” sino a las contradicciones de este sistema económico que, como bien apunta el destacado Doctor en Economía Abel Pérez Zamorano “el problema, más allá de aspectos específicos y operativos, es estructural”, es inmanente a este sistema económico.


El panorama laboral de los egresados de las universidades de nuestro país es crítico y, a la vez, un problema complejo que no se resuelve únicamente con “programas sociales” ni con la decisión de que ahora los estudiantes se especialicen en “las diez mejores carreras del futuro” ni mucho menos por el cacareado emprendimiento. La mejor de las determinaciones es enfrentar el problema de raíz, empezando por comprender que la situación económica, política y social que vivimos hoy en día, demanda una nueva política y una nueva clase política en el poder, porque la sociedad del libre mercado solo es libre para los potentados de nuestra patria.


El sueño de los padres ahora se ha vuelto una pesadilla de tristezas. Por eso, los jóvenes universitarios y no universitarios, deben sumarse a la lucha por cambiar el modelo económico capitalista; dejar de buscar soluciones individuales a un problema de naturaleza social. Nuestro país no puede hacer realidad las ilusiones que muchos se han formado en las aulas, pensando que al egresar les está deparado el paraíso terrenal, que hay empleos para escoger, dignos, donde apliquen sus conocimientos y les paguen lo que merecen por el esfuerzo de tantos años de estudio. No hay tal paraíso, no hay tales esperanzas. Urge, por tanto, que los jóvenes, junto con otras fuerzas sociales, ataquemos el problema de raíz.


domingo, 10 de septiembre de 2023

¿Se redujo la pobreza en México?

 


Ricardo Torres


        El pasado 11 de agosto del año en curso, en su conferencia mañanera el presidente Andrés Manuel López Obrador, con ánimo victorioso, se refirió a la reducción de la pobreza en México. Según estimaciones presentadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en los últimos cuatro años, de 2018 a 2022, dejaron de ser pobres 5.1 millones de mexicanos, es decir, que de 51.9 millones de personas que vivían en situación de pobreza en 2018 pasamos a 46.8 millones en 2022. Las cifras publicadas en el comunicado del CONEVAL, dijo AMLO, muestran que ha habido una disminución de la pobreza y de la desigualdad de manera histórica en el tiempo que llevamos en el Gobierno […] lo que demuestra que ha funcionado nuestra estrategia, que se puede resumir en una frase: por el bien de todos, primero los pobres".


Que nadie se engañe, los trabajadores de México no debemos morder el anzuelo, estas cifras son solo estimaciones parciales que no reflejan la magnitud de la pobreza que existe en nuestro país. Veamos.


El CONEVAL considera que una persona se encuentra en situación de pobreza cuando no tiene ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades y presenta al menos una de las seis carencias sociales básicas: rezago educativo, falta de acceso a servicios de salud, a seguridad social, a espacios de vivienda, a servicios básicos en ésta y cuando carece de una alimentación nutritiva. Se considera en pobreza extrema cuando sufre tres o más de estas carencias y, además, cuando su ingreso es inferior a la llamada Línea de Pobreza Extrema por Ingresos, que corresponde al valor de la canasta alimentaria por persona al mes.


Así las cosas, los economistas nos informan que la estimación sobre la reducción de la pobreza que celebra AMLO se explica por el promedio de ingresos recibidos a través de tres vías: el incremento de los salarios mínimos, los programas de asignación monetaria directa y las remesas enviadas por los trabajadores mexicanos radicados en Estados Unidos. Ahora bien, como el envío de remesas no es resultado de ninguna estrategia del gobierno sino, precisamente su contrario, es decir, consecuencia de la falta de políticas públicas que garanticen empleo y salarios dignos a los trabajadores dentro del país, entonces podemos afirmar que la estrategia” a la que se refiere AMLO se reduce a los incrementos salariales y a los programas de asignación directa. No más.


En este sentido, los trabajadores del país sabemos bien que los incrementos salariales del 20 por ciento anual durante el gobierno morenista, comparados con los incrementos salariales obtenidos en las administraciones del PRIAN, -que no superaban el 6 por ciento- resultan significativamente mayores y esto es cierto, sin embargo, también sabemos que dichos aumentos están todavía mucho muy lejos de alcanzar un monto suficiente para satisfacer nuestras necesidades más apremiantes. Por ejemplo, el aumento del 20 por ciento al salario en 2023, en términos reales, fue de tan solo 34.57 pesos, al pasar de 172.87 a 207.44 pesos diarios. ¿Con este incremento de 34.57 pesos diarios hemos dejado atrás la línea de la pobreza, cuando un kilo de tortillas está por encima de los 20 pesos y un kilo de huevo supera los 40 pesos?


Porcentual y nominalmente existe un incremento salarial, cierto, pero es insuficiente para fortalecer la capacidad de compra del trabajador cuando los precios de las mercancías, por efectos de la inflación, se incrementan aceleradamente. En términos macroeconómicos el CONEVAL y AMLO pueden autoengañarse sobre la reducción de la pobreza, pero en términos reales los trabajadores y nuestras familias seguimos comiendo poco y de mala calidad. Además, cabe señalar que en nuestro país la Población Económicamente Activa supera los 60 millones de personas, de los cuales más de 30 millones laboran en la informalidad y cerca de 25 millones trabajan en la formalidad, lo que significa que el incremento porcentual de los salarios mínimos no aplica de manera automática para una buena parte de los trabajadores mexicanos.


Sobre los programas de asignación directa, los trabajadores sabemos bien que son programas asistenciales que tienen un claro objetivo electoral y que han sido implementados a costa de la drástica reducción presupuestal a sectores tan importantes como la salud y la educación. El propio informe del CONEVAL nos dice que el porcentaje de personas con carencia por acceso a los servicios de salud pasó de 16.2 a 39.1 por ciento entre 2018 y 2022, lo cual representa un aumento de 20.1 a 50.4 millones de personas en esta situación, respectivamente. La farsa del INSABI y los más de 600 mil fallecidos por el Covid-19, hablan por sí solos. Por otro lado, el comunicado del CONEVAL nos dice que el rezago educativo se incrementó al pasar de 23.5 millones de personas en 2018 a 25.1 millones en 2022. Y por si estas cifras no fueran suficientes, resulta revelador que la población en situación de pobreza extrema se incrementó al pasar de 8.7 a 9.1 millones de personas entre 2018 y 2022.


Pero hay más. En un artículo publicado el año pasado por la agencia informativa alemana Deutsche Welle (DW) titulado “Las pobres cifras de la pobreza en México”, el periodista José Ospina Valencia nos dice que en entrevista con la investigadora Araceli Damián González, presidenta del Consejo de Evaluación de la Ciudad de México, ésta declaró que mientras la CEPAL habla de 52 millones de pobres en México en 2018, la realidad es que aquí ya teníamos 90 millones de pobres, o sea, alrededor del 73 por ciento de una población de 132 millones” es decir, que la investigadora “parte de que los pobres en México son casi el doble de las cifras oficiales". Es más, "en México, existe hoy un aproximado de 100 millones de personas que padecen algún grado de pobreza, o sea 8 de cada 10 mexicanos", dice Damián, que se basa en un "método integral" de medición de la pobreza creado junto con el investigador mexicano Julio Boltvinik Kalinka, una autoridad mundial en medición de la pobreza y asesor de la ONU.


Esto significa que habría que recibir con reservas las recientes cifras publicadas por el CONEVAL ya que existen expertos en medición de la pobreza que afirman que los datos reales de la pobreza en México son “casi el doble de las cifras oficiales” que presenta el CONEVAL. De modo que el triunfalismo de AMLO radica no en un avance real del combate a la pobreza en el país, sino en que tendrá carta abierta para seguir comprando votos a través de sus programas asistenciales, mientras que la mayoría de los mexicanos seguiremos viviendo en la pobreza, siendo víctimas del desempleo y la violencia, careciendo de atención médica, educación y servicios públicos.


Y no podía ser de otra manera, el modelo neoliberal que AMLO intenta enmascarar bajo el falso ropaje de “primero los pobres” es un modelo económico que avanza en favor de un puñado de capitalistas a costa de la miseria de millones de mexicanos. El problema de la pobreza en México es pues un problema estructural propio del modelo económico capitalista que no se resuelve con programas asistencialistas electoreros.


Que nadie se engañe. Para salir de la pobreza en México lo que se requiere son empleos y salarios dignos que fortalezcan de verdad la capacidad adquisitiva de los trabajadores mexicanos, hecho que habrá de incidir directamente en la  disminución gradual de la gigantesca migración de compatriotas hacia Estados Unidos; se requiere de inversión pública y privada para desarrollar la infraestructura nacional especialmente en el mejoramiento en los sectores de la salud, la educación, la seguridad social, la vivienda, los servicios públicos e incluso con la aplicación rigurosa de programas sociales de apoyo económico directo a la población en extrema pobreza, sí, pero sin sectarismos, sin banderas políticas ni manipulación electorera; y para ello se requiere inevitablemente una distribución del gasto social en favor de la población vulnerable así como la implementación de una carga impositiva fiscal progresiva para los multimillonarios y capitalistas nacionales y extranjeros. Se debe pues promover una distribución más equitativa de la riqueza social, cualquier otra “estrategia” de políticas públicas será solo un espejismo.