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jueves, 29 de junio de 2023

Los horrores del trabajo Infantil

 

Renata Aguilar 

 

        El pasado 12 de junio, Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, diversos organismos sociales y gobiernos hicieron pronunciamientos contra el trabajo infantil y desde diversas plataformas, al igual que cada año, pudimos leer o escuchar las condenas contra este deleznable fenómeno y enérgicos llamados a erradicarlo.

 

Desde 2002 la ONU instauró el 12 de junio como el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, a decir del organismo “desde el año 2000 se habían realizado progresos constantes en su reducción, pero en los últimos años, los conflictos, las crisis y la pandemia del COVID-19, han sumido a más familias en la pobreza - y han obligado a millones de niños más a recurrir al trabajo infantil”. ¿Por qué no ha podido erradicarse a pesar de los enormes esfuerzos?, ¿por qué es necesario erradicarlo?, ¿cuáles son sus causas?, ¿cómo afecta a la sociedad? Son preguntas complejas a las que no pretendo dar una respuesta en unas breves líneas, pero ponerlas sobre la mesa y reflexionar sobre ellas es necesario.

 

El trabajo infantil no es un fenómeno nuevo, probablemente surgió con la humanidad misma, se sabe que los niños fueron recolectores en la comunidad primitiva, no obstante; podríamos decir que su carácter inhumano se acentúa con el nacimiento del capitalismo, la revolución industrial en Inglaterra necesitó todas las manos posibles para su florecimiento, niños y mujeres se incorporaron a un trabajo arduo, todo el auge económico y la riqueza tuvo como base el trabajo mal remunerado, la explotación laboral, en particular la explotación laboral de mujeres y niños.

 

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el término “trabajo infantil” suele definirse como todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico”. Esta definición debe ser analizada profundamente, es necesario mostrar los horrores del trabajo infantil, la clase trabajadora debe ver con claridad lo que hace de sus hijos el sistema capitalista.

 

 Recientemente Alejandra Martins publicó un artículo donde retoma el estudio de Rebecca Gowland profesora de Bioarqueología, quien analiza los huesos de niños trabajadores durante el siglo XIX en Inglaterra y revela el terrible impacto que genera el trabajo en sus cuerpos.

 

Cito solo algunas de las condiciones que revelaron:  

 

  • Los esqueletos de los aprendices delatan las brutales condiciones en las fábricas. Los huesos de los menores estaban deformados, eran cortos en comparación con otros niños de esa época, y mostraban señales de deficiencias de vitaminas y enfermedades respiratorias”. 
  • “También había evidencia de raquitismo y otras enfermedades causadas por deficiencias como el escorbuto”.
  •  “Los niños también eran extremadamente bajos para su edad”.

 

 Además de los innumerables accidentes que los privaban de sus extremidades y de su vida, si se puede llamar vida al infierno en que se desarrollaban.

 

 En una conferencia obrera publicada en 1999, podemos leer: “En el informe de una comisión fabril se cuenta cómo los niños eran sacados de las camas por los vigilantes y enviados a las fábricas, desnudos, con los vestidos en la mano, a bofetadas y empellones, cómo se les quería sacudir el sueño a fuerza de golpes y cómo, a pesar de todo, se quedaban dormidos trabajando”.

 

 Lo anterior solo es una muy breve síntesis de las condiciones laborales y de vida de los niños a los inicios del capitalismo y particularmente las consecuencias en el desarrollo físico, pero hay que ser conscientes y tener muy claro que el sistema capitalista continúa y que el trabajo infantil crece en México y en el mundo y seguirá creciendo mientras este sistema económico domine en nuestra sociedad; el capitalismo es su causa y por ello a pesar de los “esfuerzos” que se realicen para su erradicación no podrá eliminarse hasta que no se elimine el sistema que lo crea.


En Estados Unidos, el país capitalista por antonomasia, se multó recientemente a la empresa McDonald's por emplear a más de 300 menores de edad, entre ellos algunos de 10 años que fueron hallados trabajando sin paga hasta las 2 de la mañana en uno de los locales de McDonald's en Kentucky. Una noticia conocida, pero hay miles que no se dan a conocer. En México son más de 3 millones los niños que realizan trabajo infantil y 160 millones a nivel mundial. La clase trabajadora tiene el deber de luchar por un mundo más justo para sus hijos y para ellos, y hasta el momento el único camino viable es la organización y la lucha contra el sistema que los oprime.


lunes, 27 de junio de 2022

Trabajo de los niños en México

 

Raúl R. Pérez


        El pasado 12 de junio se conmemoró el “Día mundial contra el trabajo infantil declarado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Por ello, se publicaron varios informes y análisis que merecen comentario.


Por trabajo infantil se entiende toda actividad física, mental, social o moralmente perjudicial que priva a las niñas y niños de su niñez, potencial y dignidad, pues interfiere en su educación, les impide realizar actividades propias de su edad y limita su desarrollo pleno e integral. Se realiza entre los 5 y los 17 años; por lo común, con horarios prolongados, en lugares insalubres y peligrosos, con cargas pesadas que dañan su desarrollo físico y emocional. En la mayoría de los casos, se ven obligados a abandonar la escuela. Incluso, muchos infantes caen en las redes del narcotráfico, la prostitución o el crimen organizado.


Este mal afecta a todos los países capitalistas del mudo; naturalmente, es más grave en países con menor desarrollo económico y pobre crecimiento, como el nuestro.


En el mundo hay 160 millones de niños que se encuentran laborando en precarias condiciones. El Papa Francisco en un mensaje a la OIT, lo dijo claramente: “La pobreza es la madre de todas las explotaciones [] engulle a millones, empezando por los que no pueden defenderse, niñas y niños, que se encuentran arando los campos, trabajando en las minas, recorriendo grandes distancias para sacar agua y realizando trabajos que les impiden asistir a la escuela, por no hablar del delito de la prostitución infantil”. El pontífice conoce la situación.

 

México es un caso grave: después de Brasil, es el país latinoamericano con más niños trabajando en malas condiciones. Según datos del INEGI, 3.3 millones de niños y adolescentes realizan trabajos que están prohibidos por la ley laboral.  Cifra que aumenta con los que trabajan en la economía informal, en el trabajo doméstico o en negocios familiares sin control o registro alguno. De ese total, 2 millones son hombres (61%) y 1.3 millones son mujeres (39%). En términos generales, el 11.5% de la población entre 5 y 17 años están ocupados en estas actividades.


Hay opiniones, muy reaccionarias, que sostienen que el problema se genera porque muchos padres irresponsables se desentienden de la obligación de mantener a sus hijos hasta la mayoría de edad. Se equivocan, no es su voluntad obligar a sus hijos a trabajar: ellos saben los sufrimientos y peligros a los que los exponen. No es una cuestión de voluntad sino de sobrevivencia. Es una salida obligada por el desempleo, los bajos salarios y la falta de oportunidades. Saben lo dañino que resulta para sus hijos, pero no tienen opción.


El trabajo infantil es una manifestación de la pobreza, es una de sus consecuencias más crueles.


¿En qué estados o regiones del país es más grave el problema? Evidentemente, en los más pobres. No es una casualidad que Oaxaca tenga el más alto índice de trabajo infantil (21%), casi el doble de la media nacional. Y entre las regiones que sobresalen por la gran cantidad de mano de obra infantil que emigra en busca de mejores oportunidades debemos señalar a la Mixteca (que abarca porciones de los estados de Oaxaca, Guerrero y Puebla), la Meseta Tarasca (en Michoacán) y el llamado Filo mayor de la Sierra de Guerrero. Emigran por miles a los campos agrícolas de Sinaloa, Sonora, Baja California, Baja California Sur, Tamaulipas, Nuevo León, Colima, Campeche, Morelos y la Comarca Lagunera (que abarca parte de los estados de Coahuila y Durango).


Solo he señalado algunos casos relevantes, pero no hay ni un solo estado que se libre de este mal. Por ejemplo, en Nayarit en las zonas de playaBahía de Banderas, San Blas, etc.— se ven muchos niños indígenas vendiendo artesanías al turismo.


En Chihuahua, miles de niñas y niños de la Sierra Tarahumara recorren grandes distancias para trabajar en los campos agrícolas en la recolección de chile, tomate, nuez y otros productos de la región.


La Ciudad de México tampoco escapa a este mal. Es muy triste ver a tantos niños en las estaciones del Metro, en la Central de Abastos, en las calles vendiendo cualquier cosa o en los semáforos exponiendo sus vidas como limpiaparabrisas, trabajando como tragafuegos o malabaristas por unas monedas que puedan darles los automovilistas.


 ¿En qué trabajan los menores? El 31.6% se emplean en la agricultura; el 24.5%, en la construcción, la minería y la industria; el 14% en el comercio; el 7.9% como vendedores ambulantes; el resto, en trabajos domésticos y otras actividades menores. Todo esto es síntoma inequívoco de que vivimos en una sociedad enferma.


¿Qué medidas ha tomado el gobierno de la 4T para enfrentar este problema? Reformaron el artículo 176 de la Ley Federal del Trabajo para legalizar las actividades de jóvenes entre 15 y 17 años en la agricultura, limitando solamente aquellas actividades que impliquen el uso de químicos, manejo de maquinaria, vehículos pesados y los que determine la autoridad. Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de MORENA, elogió la reforma diciendo que era una gran conquista, que daba a los jóvenes la oportunidad de trabajar.


En realidad, estamos ante la legalización de la sobrexplotación de la mano de obra infantil en la agricultura. Hay una sustitución del trabajo de los adultos por el trabajo de los niños: a quienes se les paga menor salario, más fácilmente se les despide y no se les otorga seguridad social.


Ahora para completar el sustento familiar, deben trabajar el padre, la madre y muchas veces los hijos mayores, preferentemente los varones.


Contra lo que dice la propagando morenista, esto no reduce la explotación, la acentúa.


Las otras políticas del gobierno en favor de la niñez y de los jóvenes son los programas sociales “Jóvenes construyendo el futuro” y las becas Benito Juárez; los resultados están a la vista, los jóvenes no están construyendo ningún futuro y las becas no han logrado impedir el abandono escolar que —según diversas estimaciones— alcanza millones. Tan solo durante el último año, más de 350 mil niños y adolescentes se incorporaron al trabajo.


Si de verdad se quiere mejorar la situación de los niños y los jóvenes, se deben crear empleos suficientes y bien pagados, para que los padres sufraguen el gasto familiar. Y que los niños regresen a las aulas. Lo demás, son engaños.