Renata Aguilar
El pasado 12 de junio, Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, diversos organismos sociales y gobiernos hicieron pronunciamientos contra el trabajo infantil y desde diversas plataformas, al igual que cada año, pudimos leer o escuchar las condenas contra este deleznable fenómeno y enérgicos llamados a erradicarlo.
Desde 2002 la ONU instauró el 12 de junio como el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, a decir del organismo “desde el año 2000 se habían realizado progresos constantes en su reducción, pero en los últimos años, los conflictos, las crisis y la pandemia del COVID-19, han sumido a más familias en la pobreza - y han obligado a millones de niños más a recurrir al trabajo infantil”. ¿Por qué no ha podido erradicarse a pesar de los enormes esfuerzos?, ¿por qué es necesario erradicarlo?, ¿cuáles son sus causas?, ¿cómo afecta a la sociedad? Son preguntas complejas a las que no pretendo dar una respuesta en unas breves líneas, pero ponerlas sobre la mesa y reflexionar sobre ellas es necesario.
El trabajo infantil no es un fenómeno nuevo, probablemente surgió con la humanidad misma, se sabe que los niños fueron recolectores en la comunidad primitiva, no obstante; podríamos decir que su carácter inhumano se acentúa con el nacimiento del capitalismo, la revolución industrial en Inglaterra necesitó todas las manos posibles para su florecimiento, niños y mujeres se incorporaron a un trabajo arduo, todo el auge económico y la riqueza tuvo como base el trabajo mal remunerado, la explotación laboral, en particular la explotación laboral de mujeres y niños.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el término “trabajo infantil” suele definirse como todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico”. Esta definición debe ser analizada profundamente, es necesario mostrar los horrores del trabajo infantil, la clase trabajadora debe ver con claridad lo que hace de sus hijos el sistema capitalista.
Recientemente Alejandra Martins publicó un artículo donde retoma el estudio de Rebecca Gowland profesora de Bioarqueología, quien analiza los huesos de niños trabajadores durante el siglo XIX en Inglaterra y revela el terrible impacto que genera el trabajo en sus cuerpos.
Cito solo algunas de las condiciones que revelaron:
- “Los esqueletos de los aprendices delatan las brutales condiciones en las fábricas. Los huesos de los menores estaban deformados, eran cortos en comparación con otros niños de esa época, y mostraban señales de deficiencias de vitaminas y enfermedades respiratorias”.
- “También había evidencia de raquitismo y otras enfermedades causadas por deficiencias como el escorbuto”.
- “Los niños también eran extremadamente bajos para su edad”.
Además de los innumerables accidentes que los privaban de sus extremidades y de su vida, si se puede llamar vida al infierno en que se desarrollaban.
En una conferencia obrera publicada en 1999, podemos leer: “En el informe de una comisión fabril se cuenta cómo los niños eran sacados de las camas por los vigilantes y enviados a las fábricas, desnudos, con los vestidos en la mano, a bofetadas y empellones, cómo se les quería sacudir el sueño a fuerza de golpes y cómo, a pesar de todo, se quedaban dormidos trabajando”.
Lo anterior solo es una muy breve síntesis de las condiciones laborales y de vida de los niños a los inicios del capitalismo y particularmente las consecuencias en el desarrollo físico, pero hay que ser conscientes y tener muy claro que el sistema capitalista continúa y que el trabajo infantil crece en México y en el mundo y seguirá creciendo mientras este sistema económico domine en nuestra sociedad; el capitalismo es su causa y por ello a pesar de los “esfuerzos” que se realicen para su erradicación no podrá eliminarse hasta que no se elimine el sistema que lo crea.
En Estados Unidos, el país capitalista por antonomasia, se multó recientemente a la empresa McDonald's por emplear a más de 300 menores de edad, entre ellos algunos de 10 años que fueron hallados trabajando sin paga hasta las 2 de la mañana en uno de los locales de McDonald's en Kentucky. Una noticia conocida, pero hay miles que no se dan a conocer. En México son más de 3 millones los niños que realizan trabajo infantil y 160 millones a nivel mundial. La clase trabajadora tiene el deber de luchar por un mundo más justo para sus hijos y para ellos, y hasta el momento el único camino viable es la organización y la lucha contra el sistema que los oprime.
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