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lunes, 21 de noviembre de 2022

El despido del trabajador y sus causas

Federico Hernández 

 El trabajador que labora en las empresas sufre a diario injusticias de todo tipo en su persona -actos impositivos, ponerlo a realizar actividades que no están en su contrato, no darle equipo adecuado de seguridad, obligarlo a trabajar horas extras, etc.- por el patrón, personal de recursos humanos o responsables de área o departamento. Pero, además, se le suprimen sus derechos y prestaciones consagradas en la Ley Federal del Trabajo y en otros códigos. Por ejemplo, cuántas veces vemos que el trabajador no recibe las utilidades que le corresponden sino una gratificación” pues en su declaración anual al SAT, la empresa reporta -maquillándola obviamente-, que no tuvo ganancias o estas fueron muy modestas.

 

Pero el acto de mayor injusticia es, a no dudarlo, el despido. No solo porque en un 99 por ciento son injustificados legalmente, sino por otras dos razones: primera, porque de la noche a la mañana, de tajo, se deja al trabajador sin su salario, sin un ingreso mínimo con qué mantener a su familia; segunda, porque si demanda a la empresa, iniciará para él un calvario para lograr que los Tribunales laborales, después de un largo, tortuoso y caro proceso, le den un laudo favorable, cosa que en muchas ocasiones no sucederá. Y si no demanda, recibirá una bicoca por tantos años de trabajar en la empresa.

 

El trabajador soporta tales abusos porque sabe que requiere un ingreso semanal para sostener a su familia; porque tiene que buscar que él y su familia estén asegurados para tener atención médica del IMSS ante cualquier contingencia de salud que se presente; porque aspira a avanzar en el pago de su vivienda a crédito en el INFONAVIT, etc. Pero sobre todo soporta los abusos de su patrón, porque sabe que no es sencillo encontrar trabajo en otra empresa, pasarán semanas e incluso meses para colocarse en nuevo empleo y tener de esa forma un ingreso.


El trabajador –aquí entramos en la segunda parte de nuestro tema: causas económicas del despido- debe preguntarse, ¿por qué se da, en última instancia, el despido? El patrón le dirá siempre que lo despide por faltista, por improductivo, porque ya no son necesarios sus servicios, etc., etc. Una vez despedido, el dueño de la empresa buscará por todos los medios, con sus abogados y con su influencia en las Juntas -una vez que concluyan los procedimientos a su cargo- o los nuevos Centros de Conciliación y Tribunales Laborales, no pagarle lo que al trabajador le corresponde por ley.


La razón, la causa, en última instancia, de los despidos de los trabajadores es de índole económico. El empresario siempre buscael mayor margen de ganancia posible y, para ello, buscará tener el número de trabajadores -aparte de estrujar al máximo a éstos- que estrictamente necesita para el proceso de producción que lleva a cabo. Si, por ejemplo, se ve obligado por el mercado a reducir su volumen de producción, puede ocurrir que haga paros técnicos –como los vimos recientemente en la pandemia en muchas empresas como en la GM de San Luis, que fue muy sonado en los medios de comunicación-, en tal caso mantendrá a todos sus trabajadores, pero les reducirá sus salarios, acorde a los días trabajados. En segundo lugar, también puede ocurrir que decida despedir a parte de la plantilla de trabajadores como se ve en muchas ocasiones. Se dan también casos, en que la empresa cierra o reubica una de sus plantas por razones de cercanía al mercado. Me viene a la mente el despido injustificado de 11 trabajadores de la empresa GASAMER que fabrica muebles. De buenas a primeras se les dice que la empresa cambió de domicilio de la zona industrial de la capital a la carretera a Zacatecas. De la noche a la mañana esos trabajadores fueron echados a la calle.


La ciencia de la economía política, dentro de este caso – de que el patrón utiliza solo la fuerza de trabajo estrictamente necesaria, la que puede explotar al máximo- dice que al introducirse innovaciones tecnológicas o mejorarse los procesos productivos en una empresa, ésta necesita menos obreros y en consecuencia viene el despido. Esta es la causa más importante de los despidos masivos de los trabajadores.


Hay otras causas del despido que aparentemente nada tiene que ver con la cuestión económica, pero a poco que se les mire de cerca, se verá que sí. Por ejemplo, se dan muchos casos en que el patrón quiere deshacerse de trabajadores que tienen antigüedad en su empresa y son para él un dolor de cabeza que le implicarán, a futuro, erogaciones por los derechos adquiridos por aquellos. Sabe que, al menos en papel, está obligado a liquidarlos conforme a la ley. Buscará que al despedirlos sea “justificadamente”. Aquí vemos también como, en última instancia, el despido obedece a una razón de orden económico, ahorrarse importantes recursos económicos.


Al empresario le importan un bledo los derechos y prestaciones que por ley le corresponden al trabajador. Si se los puede pasar por el arco del triunfo, lo hará sin pensarlo. Para cometer tal tropelía, el empresario capitalista requiere tanto de la ley (interpretada a su conveniencia), de autoridades laborales y de los sindicatos de protección. Requiere de la ley laboral, no solo porque está en sus artículos trata igual lo desigual (el patrón tiene todos los recursos y sus abogados para llevar el juicio, mientras el obrero queda en la calle, ni para comer, menos para pagar un licenciado), sino porque tiene muchas lagunas que son utilizadas por los leguleyos de la empresa para ganar la demanda; de las autoridades laborales que en todo momento tienen un ejercicio parcial en favor del dueño del dinero, las cuales no hallan ocasión para alargar los procesos laborales no llevando a cabo las diligencias de notificación, cometiendo errores en dirección o el nombre correcto de la razón social del demandado, o programando las audiencias allá a las tantas para las calendas griegas para cansar al trabajador; de los sindicatos, en su inmensa mayoría de carácter patronal, que nunca defenderán los intereses de los trabajadores y más que otra cosa son camisas de fuerza para la lucha obrera.


Podemos concluir que, en el régimen capitalista – y más en el régimen neoliberal, también llamado capitalismo salvaje, que es la forma actual que reviste dicho régimen-, el trabajador no deja de ser más que un medio de crear ganancia al empresario. En el momento en que el trabajador ya no es fuente de ganancia -plusvalía, descontando interés comercial, etc.-, es desechado. El trabajador, su vida, sus condiciones materiales, sus problemas, su desarrollo en el terreno cultural, no tienen ninguna importancia para el patrón y el gobierno que representa a éstos.


El trabajador debe saber que solo conociendo como está construida la sociedad en que vive, qué papel importante juega él como creador de la riqueza social y, sobre todo, saber el camino que debe seguir para liberarse y lograr una vida mejor en el terreno material y espiritual. Este camino no es otro que su concientización política, su organización como clase social y su la lucha decidida por un mundo mejor.