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viernes, 10 de noviembre de 2023

Germinal: enseñanzas para la clase obrera actual


Renata Aguilar 

 

        Germinal, a decir de muchos literatos, es un verdadero poema épico del proletariado y una admirable epopeya del sufrimiento humano; agregaría también que su lectura es una sacudida violenta y una ferviente llamada a la acción. Es una obra que, a mi juicio, todo revolucionario debería conocer. Se trata de una campanada de alerta a las innumerables generaciones que esperan justicia, el árbol genealógico de los Rougon Macquart llega hasta nuestros días. De ahí la intención de recomendar Germinal.


El autor de tan magna obra es Emile Zola, padre del naturalismo, que en un primer momento se llamó novela experimental. Se inscribe en el proyecto de Les Rougnon Macquart, subtitulado “Una historia natural y social de una familia bajo el segundo imperio”, una colección de obras que Zola concibió en 1871 y que concluyó en 1893. Emilia Pardo Bazán señaló: “Adviértase que la idea fundamental de los Rougnon Macquart no es artística sino científica, y que los antecedentes del famoso ciclo, si bien lo miramos, se encuentran en Darwin y Haeckel mejor que en Stendhal, Flaubert o Balzac”. Lo concebido por Bazán se palpita en toda la obra de Germinal: vemos que los personajes están completamente atados a las condiciones sociales que los rodean y su voluntad no está determinada por la ideología que llegan a abrazar, sino por sus condiciones materiales de existencia, por el hambre y la miseria.


 Otro elemento significativo que he de mencionar antes de entrar al contenido del libro es el contexto histórico en el que se inscribe. Si bien fue escrita en 1885, aborda la vida de los mineros en 1860; hasta ese año se puede decir que se consolida la revolución industrial y desde entonces hasta 1880 hubo una desaceleración de la expansión económica producto de la crisis provocada por la modernización de la industria. La respuesta a la crisis en varios puntos del mapa europeo fue la protesta. Principalmente en Francia la naciente clase obrera había iniciado el largo camino de la lucha y las lecciones que inevitablemente se arraigan en los pueblos. En 1848 fuimos testigos del importante papel que empezó a jugar esta clase social en toda Europa hasta llegar a ocupar la dirección del movimiento con la Comuna de París en 1871, (año en que Zola concibe la idea de los Rognon Macquart). A pesar de que los movimientos concluyen en derrota, no por ello desaparece la esperanza y la seguridad de que la clase proletaria va a llegar a triunfar. Todo este contexto, sintetizado, influye de manera casi determinante en la obra de Zola.


A continuación, me permito abordar tres aspectos de Germinal: 1) La evolución de las ideas, 2) El aprendizaje a partir de la experiencia y 3) La necesidad de la fraternidad obrera internacional.  

 

La evolución de las ideas


Germinal comienza con la llegada de Esteban Lantier a Montsou, joven obrero de 21 años que ha sido despedido de su trabajo como maquinista por haber abofeteado a su jefe, anda caminando en busca de un trabajo mientras lo acosa el hambre, entonces “una sola idea bullía en su cerebro vacío, de obrero sin trabajo y sin albergue; una sola: la esperanza de que haría menos frío cuando amaneciese”. Por casualidad será contratado en la mina la Voreux, tendrá un salario, aunque miserable y un techo, entonces ya no solo pensará en el hambre y el frío como un tormento, sino en las condiciones inhumanas en que dejan su vida él y todos los mineros bajo tierra, enriqueciendo a otros mientras ellos cada día son más miserables. Observamos en Esteban Lantier la evolución de sus pensamientos, más adelante lo escuchamos decir: “Mira, yo, por la justicia, lo sacrificaría todo: la bebida y las mujeres. ¡No hay más que una cosa que me entusiasme: la idea de que vamos a acabar con todos los burgueses!” Muy rápido se consolida como un líder entre los obreros de Montsou y despierta en ellos el sueño de una vida donde serán los amos, donde ya no padecerán hambre y miseria; no obstante, no tenía una teoría lo suficientemente consolidada para llevar a la práctica y la falta de método minaba el éxito de su lucha. Por último, y después de la derrota, coincidía con la Maheu en que era necesario antes de lanzarse a un movimiento espontáneo, organizarse tranquilamente, conocerse y reunirse en sindicatos, al amparo de las leyes 

 

Esta evolución de las ideas no solo la vemos en Esteban Lantier como el líder, sino también en todos los obreros de la mina, quienes en un principio lo escuchan con apatía, pero terminan convenciéndose de que un cambio para bien es posible y no solo eso, sino que hay que actuar para que así sea. Esto lo apreciamos con mayor fuerza en la Maheu, una mujer que se resiste incluso a que su esposo participe en la huelga, pero cuando se decide a entrar a la lucha la escuchamos decir: “¡Antes morir, que hacer como si no se tuviera razón, teniéndola! Pero al final de la novela cede ante los acontecimientos y ella misma se va a trabajar, pero ya con otra conciencia […] Estaba segura de que los burgueses pagarían alguna vez aquellas matanzas de infelices, sin necesidad de que nadie se metiese a precipitar los acontecimientos, que llegarían por sus pasos contados; entonces, tal vez los soldados hicieran fuego contra los señores, como lo habían hecho antes contra el pueblo”. Vemos pues, como la clase proletaria va cambiando de parecer, va desarrollando sus ideas hasta alcanzar la madurez y con ello adquiere conciencia de clase. 


La dialéctica materialista nos enseña que todo cambia, todo está en constante movimiento y esto aplica también para nuestras ideas, cambian a la par que cambian las condiciones sociales en que nos desenvolvemos, esa es también una enseñanza de Germinal.  

 

El aprendizaje a partir de la experiencia


El movimiento huelguístico fracasó, los trabajadores regresaron a la mina, pero cabe destacar que su fracaso se debe a que en ese momento no estaban en condiciones de triunfar debido a la falta de experiencia revolucionaria y debido a la falta de teoría, no podía ser de otra forma. Pero eso no quiere decir en ningún momento que el movimiento no haya tenido que llevarse a cabo, al contrario, debió de llevarse a cabo porque dejó un aprendizaje que no pudieron haber adquirido de otra manera. Al final de la novela queda expresado cuando Esteban Lantier se despide de los mineros: “Hubo un momento de silencio, y cuando su antiguo jefe les dio la mano en son de despedida, todos se la estrecharon con efusión, todos pusieron en aquel apretón de manos la rabia silenciosa de haber cedido, y la febril esperanza de un desquite”. “Así es que su derrota no satisfacía a nadie; la clase media de Montsou, poco gozosa de su victoria, no se atrevía a darse la enhorabuena, temiendo que el día menos pensado se reproducirían las escenas terribles de la huelga, comprendiendo que la revolución no agachaba la cabeza y que los obreros simulaban paciencia y resignación sólo por tomarse el tiempo de organizarse convenientemente”. Y finalmente “Esteban expuso a sus compañeros con febril entusiasmo: un hombre solo puede ser valiente, pero una muchedumbre muerta de hambre carece de fuerza siempre”. Los obreros de Montsou sabían por qué razón habían sido derrotados y ahora solo pensaban en acumular fuerzas para llegado el momento embestir a la bestia del capital. 

 

La necesidad de la fraternidad obrera internacional


La Compañía Minera de Montsou ha bajado los salarios, ha puesto mayores multas a los obreros argumentando que no hacen bien su trabajo porque son flojos y estos acontecimientos sumados a toda la miseria que han estado padeciendo los obliga a decidir ir a la huelga. Meses han pasado y los burgueses han resistido, finalmente ellos tienen dinero y aunque los mineros tenían una caja de resistencia ya no les queda nada, el hambre los hostiga, pero la decisión está tomada, llegarán hasta las últimas consecuencias, la Compañía tendrá que ceder. Al menos ese era el sueño. Finalmente, los burgueses traen trabajadores belgas a continuar los trabajos de la mina y entonces el movimiento de lucha se ve frustrado. La lección es clara, los capitalistas siempre intentarán echar abajo las luchas de la clase trabajadora y para que estas triunfen no solo es necesaria la valentía y la conciencia de un solo grupo de obreros, sino que es necesaria la fraternidad internacional.  

 

Reflexiones finales


Decía al inicio del texto que creo que todo revolucionario debe leer Germinal y lo reitero nuevamente; al terminar la última página de la novela podemos darnos cuenta de que la historia que narra es una historia aún no concluida. Es la historia de la lucha de clases que aún hoy día sigue en pugna esperando sea resuelta su contradicción. Aquella lucha revolucionaria fracasó, como han fracasado muchas otras, pero estaban atadas a condiciones sociales y naturales específicas, hoy el movimiento revolucionario mundial ha madurado, es riquísimo en experiencias revolucionarias y se puede decir que incluso hay un escenario favorable para que la clase obrera se enseñoree y triunfe sobre el capital. Estados Unidos es el país capitalista por antonomasia y estamos viendo cómo pierde poder a nivel internacional. Los países capitalistas de Europa viven crisis económicas bastante fuertes, las huelgas vuelven a resonar y, por otro lado, China se erige como potencia mundial y abiertamente acepta ser un país socialista. El sistema capitalista se ha vuelto insostenible y observamos como alienta el genocidio en Gaza y la guerra en Ucrania. La necesidad de un cambio hacia un sistema socialista es evidente y por ende sucederá, contribuyamos a ello.  

 

miércoles, 25 de octubre de 2023

Reducción de la jornada laboral



 ¿Dádiva empresarial y gubernamental o conquista de la lucha obrera?

Ángel Villegas

        De las entrañas del sistema de producción feudal, en el que predominó la producción agrícola, nació y se desarrolló la producción artesanal que evolucionó hacia el actual modo de producción capitalista. Al artesano se le presentó un gran reto derivado de dos fenómenos: primero, del crecimiento natural de la población que demandaba más ropa, zapatos, productos de alfarería, etc., y segundo, de la ampliación del mercado por el descubrimiento de nuevos territorios antes desconocidos, por ejemplo, el continente americano ocurrido en 1492 y la restauración de las vías para viajar a lugares tan lejanos como India y China con lo que la demanda de mercancías creció. El reto: había que producir mucho, en menos tiempo y al menor costo. Tuvo que crecer el número de artesanos y el taller familiar evolucionó, dejó de ser un pequeño taller para dar origen a la fábrica. Ante la necesidad de incrementar la productividad el maestro artesano se vio imposibilitado de salir a los lejanos mercados a vender su producto por lo que emergió un nuevo grupo: el de los comerciantes. Son ellos quienes empiezan a organizar la producción; surten materia prima y distribuyen en el mercado los productos. Así, gradualmente, se convierten en los dueños de las mercancías que otros producen y los maestros artesanos, antiguos patrones junto con sus ayudantes y aprendices, pasaron a servir al comerciante que se adueñó de los medios de producción y, por tanto, de la producción misma. Así nacieron la burguesía y el proletariado que le dan vida al capitalismo actual.


La producción capitalista nace con el objetivo específico de extraer plusvalor, de ahí el ansia por prolongar al máximo la jornada de trabajo. Los patrones saben a ciencia cierta que de todo el capital que invierten, sea bajo la forma de maquinaria, tecnología, infraestructura, materia prima o fuerza de trabajo, lo único que produce más valor es esta última; es el trabajo vivo del obrero el que además de producir los medios para su propio sustento, genera las ganancias que reproducen al capital. Por eso, no había más remedio que obligar al trabajador a laborar 18 o 20 horas al día, lo mismo empleando a mujeres y niños en jornadas diurnas y nocturnas. Fue tan brutal la explotación que provocó la disminución de talla y peso de la población, provocó muertes por cansancio entre los obreros y obreras de las primeras ramas industrializadas y revolucionadas por el agua, el vapor y la maquinaria en los inicios del capitalismo en la Inglaterra del siglo XVIII.


Los patrones se las han arreglado con los diferentes gobiernos para que incluso sin violar la ley, puedan obligar al obrero a trabajar el mayor tiempo posible. Para los patrones, la jornada laboral es todo el tiempo posible, las 24 horas del día, restándole las pocas horas de descanso que el obrero requiere para apenas reponer su fuerza de trabajo. Carlos Marx explicó que “la hambruna canina de plustrabajo del capital no solo transgrede los limites morales, sino también las barreras máximas puramente físicas de la jornada laboral, escamoteando tiempo de las comidas, robando el tiempo que se requiere para el consumo de aire fresco y luz del sol. Al obrero se le echa comida como si él fuera un medio de producción más, como a la caldera carbón y a la máquina grasa o aceite. Reduce el sueño saludable -necesario para concentrar, renovar y reanimar la energía vital- a las horas de sopor que sean indispensables para revivir un organismo absolutamente agotado” (El Capital, tomo I, Vol. 1, pp. 319, 320 Ed. Siglo XXI).


Así se explica la posición de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), y del resto de organizaciones empresariales en nuestro país, que aglutinan a los descendientes de clase de aquellos capitalistas de la vieja Europa, en el marco del Parlamento Abierto en la Cámara de Diputados, donde se discute la reforma para disminuir la jornada laboral de 48 a 40 horas por semana. José Medina Mora, presidente nacional de la Coparmex, declaró que “la propuesta del sector empresarial es que no es tiempo de que se apruebe la reforma de la jornada laboral” argumentando que primero debe aumentarse la productividad, que por el momento no consideran factible el cambio en el tope de horas trabajo ni con un periodo de transición para su implementación gradual, ni con una reducción menor a la que se analiza en el Congreso. Está claro que defenderán con su propia vida si es necesario cada segundo de trabajo por el que pagan y del que obtienen su riqueza. “El sector empresarial asistirá (al Parlamento Abierto) con la confianza de que el ejercicio sirva para razonar en que no es el momento de hacerlo” ¡Vaya palabrería! Si la razón es lo último que está a consideración cuando de ganancias se trata.


La lucha de la clase obrera por la reducción de la jornada de trabajo se ha dado desde el nacimiento mismo del capitalismo y en todas partes del mundo. Los obreros fabriles ingleses, franceses y norteamericanos, en su momento se organizaron y exigieron con movilizaciones en masa, entre otras cosas, la reducción de la jornada de trabajo. Pagaron con sangre y muerte, pero su lucha y sacrificio han sido coronados con la conquista de la jornada laboral de 8 horas por día; el capitalismo, la explotación y la lucha inevitable entre obreros y patrones no tienen nacionalidad, son un fenómeno mundial, por eso los obreros mexicanos deben conocer esas luchas y adquirir la experiencia que les permita orientarse para defender sus intereses y conquistar su emancipación definitiva al liberarse de toda explotación.


El gobierno de la 4T no va a luchar hasta el final por la reducción de la jornada laboral, si algo le interesa de ello es embaucar ingenuos para arrancarles su voto en el próximo proceso electoral. Nada más. ¡Cuidado! No mordamos el anzuelo. La auténtica lucha consecuente por la jornada laboral de 40 horas la debe dar la clase obrera organizada, nadie más lo hará en su lugar.