Renata Aguilar
“Hay alguien más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero” (Flora Tristán)
Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer; en la capital del país y en diversos estados se han convocado marchas y movilizaciones no solo para conmemorar el día, sino, sobre todo, como una forma de continuar la lucha por nuestros derechos, de exigir igualdad de género y de condenar enérgicamente la creciente violencia.
Son varios los fenómenos que se ciernen sobre las mujeres y las colocan en desventaja respecto a los hombres, dirigiremos la mirada a la desigualdad en el aspecto laboral.
Por cada 100 pesos que un hombre ocupado percibió en ingresos laborales, una mujer recibió 86 pesos, lo que implica una brecha de 14%. Esto significa que, a nivel nacional, si una mujer quisiera tener el mismo ingreso promedio al año que un hombre, tendría que trabajar 51 días más para obtenerlo. (IMCO, 2022)
Otro aspecto importante es el Trabajo No Remunerado en los Hogares (TNRH), en el que las mujeres contribuyeron con el 19.1% al PIB nacional y trabajaron 2 mil 181 horas en tareas domésticas y de cuidado, mientras los hombres tan solo contribuyeron con el 7.2% y trabajaron 771 horas en las tareas domésticas y de cuidado.
El cuidado infantil es una de las barreras principales, o la principal, para la incorporación de la mujer en el mercado laboral. No obstante, el uso de servicios de cuidado infantil en México es bajo debido a limitaciones de demanda y oferta. A esto se suma que no hay ninguna ley que reconozca el derecho al cuidado, sino solo se encuentra de manera parcial en el derecho a la seguridad social. (Banco de México, 2021)
En este contexto, es importante mencionar el golpe que, en 2019, el Gobierno federal produjo a las mujeres y a sus hijos al cancelar el Programa de Estancias Infantiles, los desayunos escolares y las comidas en las escuelas de tiempo completo.
Todo lo anterior manifiesta que, aún hoy día, a pesar de los distintos avances que se han tenido, como la paridad de género o la obligatoriedad de afiliación de las trabajadoras del hogar al IMSS, todavía queda mucho por hacer. La mujer continúa sujeta a tareas domésticas que la encadenan y le impiden incorporarse plenamente al trabajo y esto afecta no solo a la mujer, sino al país en general.
En el sistema capitalista la mujer está colocada en una situación de falta de derechos y de sumisión a un sistema patriarcal que le impone determinados roles de género y aunque sí hay cada vez más mujeres que además de dedicarse al hogar, se incorporan al mercado laboral, como veíamos; es con una desigualdad de condiciones y una brecha salarial. Además, esto no es una victoria, porque si han tenido que incorporarse, ha sido por una necesidad económica tácita, pues a pesar de lo que enmarca la constitución, un hogar no puede ser sostenido solo con un jefe de familia, sino que en la gran mayoría, mujer e hijos tienen que trabajar sea en el mercado formal o informal, este último mayoritariamente.
Por lo anterior, es imprescindible que con todas las dificultades que implique, por el poco tiempo que tienen, las mujeres participen en política, particularmente las mujeres proletarias pues en ellas se refleja más la injusticia, que los movimientos y las marchas tomen como bandera la incorporación plena de la mujer al trabajo en igualdad de condiciones y el cierre de la brecha salarial. Pero para ello, deberán exigir también como derecho el cuidado a sus hijos y la creación de estancias infantiles. Esto beneficiará no solo a la mujer, sino también al hombre; por tanto, es imprescindible que estos también se unan a la lucha por la liberación de la mujer, porque será también la liberación suya. La igualdad en el trabajo permitirá también la apreciación conjunta de mujeres y hombres proletarios de la explotación que padecen por parte de los opresores capitalistas y la clase proletaria unida podrá dar una lucha más sólida contra el sistema económico actual que perpetua la injusticia.
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