Selene Aguiar
En México, un millón 18 mil trabajadores laboran en condiciones precarias en la industria textil, sin ningún respeto a sus derechos laborales y 629 mil personas laboran bajo la modalidad de subcontratación abusiva (outsourcing), a pesar de que las empresas del ramo generan ingresos anuales superiores a los 2 billones de pesos, de acuerdo con Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.
Los trabajadores en esta industria, sobre todo los de las grandes empresas, laboran en condiciones precarias, tienen una jornada laboral que sobrepasa las 8 horas diarias que establece la ley, al ser contratados por outsourcing, a la mayoría no les otorgan el pago de las utilidades, no los inscriben seguro social, carecen de contrato y, por tanto, de organización sindical.
Particularmente en las empresas dedicadas a la fabricación de la ropa, el calzado y los accesorios, los trabajadores al final de la jornada no solo terminan completamente agotados, sino que, debido a la gran división del trabajo, ni siquiera reconocen su producto final, a decir de Marx, han sido “alienados”. Ven a su producto como algo ajeno, extraño a su creación.
Uno de estos casos es el de la empresa Aldo Conti, ubicada en la Alcaldía de Azcapotzalco, en la Ciudad de México. Ésta reúne las características atrás descritas: algunos trabajadores son contratados por outsourcing, laboran jornadas que sobrepasan las 8 horas de trabajo, no les otorgan seguridad social, no les pagan las utilidades a las que tienen derecho y aunque hay algunos trabajadores que sí pertenecen a un sindicato, dicho sindicato no representa sus intereses.
Una trabajadora de esta empresa hasta el año 2020, a quien entrevistamos y cambiamos el nombre por su preferencia a mantenerse en el anonimato, y que en este escrito llamaremos Regina Flores, nos comenta que “tenía un horario de 7:30 a.m. a 5:15 p.m. y descansaba los sábados y domingos”. Dentro de las diversas actividades que se realizan en la empresa, ella planchaba y cosía. Nos explica que “La costura tiene un tiempo, al igual que la planchada, el tiempo varía entre una actividad y otra, por ejemplo, al hacer un saco, se une la parte de la espalda con el delantero y eso lo teníamos que hacer en 49 segundos. El trabajo está muy dividido, hay quienes hacen solo las mangas, solo los forros, o solo la parte de la espalda”. Regina agrega: “Es un trabajo cansado porque hay que estar de pie para planchar, en cuanto a la cosida terminaba con dolor de cabeza porque debía tener la cabeza baja mirando exactamente donde se debe coser. Además, las telas son diferentes, por ejemplo, el lino desprende mucha pelusa y terminábamos con pelusa en cejas y pestañas, nos irritaba mucho los ojos, aparte de que se encerraba mucho el calor, por las planchas y las calderas de agua caliente, todo eso hacía el trabajo más agotador”.
En cuanto al salario, tienen un sistema de pago a destajo, es decir, se paga por unidades de producto creadas. Regina nos explica: “Tenemos un salario base para el que debemos crear al menos 700 piezas y de ahí se nos va pagando por pieza extra que elaboremos, cada trabajo diferente tiene un sueldo base distinto, por ejemplo, de planchadora es de 1,500 pesos y de costurera 550 pesos”.
Este sistema de pago los obliga a esforzarse y trabajar hasta el agotamiento total para elaborar tantas piezas como puedan, para obtener un salario mayor, lo que para la empresa está bien pues eleva la productividad, no obstante, están explotando al trabajador e incluso en no pocas ocasiones esta presión los lleva a tener accidentes laborales. Es muy común que los trabajadores se piquen algún dedo con las agujas de las máquinas y, por percibirlo como un “accidente menor”, no se atiendan como corresponde. Regina Flores nos comenta que en el caso de una amiga “solo le pusieron un curita y ya, pero a los tres días seguía con dolor y se le estaba infectando, hasta que fue al seguro social y le sacaron la aguja que tenía dentro y no se había dado cuenta”.
A esto se añade que el local donde laboran los trabajadores de Aldo Conti tiene complicaciones con la ventilación, doña Regina nos dice que “los ventiladores son un problema, porque quienes planchamos terminamos mal debido a lo caliente y lo frío, y terminamos doliéndonos diferentes partes del cuerpo, entonces por precaución preferimos no tener ventilación”.
Otra de las cuestiones que causan descontento entre los trabajadores que laboran para Aldo Conti es que no generan antigüedad, ya que la empresa cada año cambia de razón social y aunque les hacen firmar un documento en el que supuestamente ésta se va a respetar, en los hechos no funciona, así nos lo comenta doña Regina y agrega que “la empresa al cambiar de razón social nos perjudica sobre todo porque no aumentamos puntos para el Infonavit”. Es decir, muchos de los trabajadores ni siquiera cuentan con vivienda propia, vivienda a la que tienen derecho, cuestión que a la empresa no le importa. Al cambiar de razón social y no generar antigüedad, la empresa también se ahorra el pago de la prima de antigüedad, otro derecho de los trabajadores que han cumplido más de 15 años laborando, que, como lo establece el artículo 162 de la Ley Federal del Trabajo, consiste en el importe de doce días de salario, por cada año de servicios.
Estas son pues las condiciones laborales de los trabajadores de la empresa textil Aldo Conti, aunque pareciera que tales condiciones no deberían ser aceptadas por los trabajadores, (largas y extenuantes jornadas, bajos salarios, accidentes laborales sin atención médica oportuna, violación a sus derechos laborales, etc.) las aceptan; y esto porque así funciona el sistema capitalista. “Nos dicen que, si el trabajador no acepta las jornadas laborales extensas, o le parecen bajos los salarios, o las condiciones demasiado duras, puede irse y buscar un mejor trabajo; nos dicen además, que ‘si en verdad los trabajadores quieren, están en posibilidades de encontrar empleo’, pero en la realidad no es así: el sistema económico no funciona así, el trabajador no tiene la ‘libertad’ y las ‘posibilidades’ a las que aluden los patrones, esto porque nunca hay suficiente empleo, pero siempre hay trabajadores dispuestos a laborar en condiciones precarias con tal de conseguirlo”.
Al respecto nos sirve de ejemplo la misma empresa de la que hablamos, ya que sin ninguna consideración despidió a sus 600 trabajadores, recurriendo a artimañas para obligarlos a firmar su “renuncia voluntaria”. Estos obreros pasaron a formar lo que Marx llamó “Ejército de reserva de trabajadores” y ahora estarán dispuestos a sustituir a otros “obreros descontentos” que no acepten las condiciones laborales de tal o cual empresa.
Doña Regina nos habló un poco de dicho despido: “Nos dijeron que durante un mes descansaríamos por la pandemia, pero después nos estuvieron llamando por teléfono, nos llamaban por grupos y nos liquidaban, a mí me dieron 6 mil pesos por los 6 años en que laboré y así hicieron con la mayoría de mis compañeros, prometiéndonos que nos iban a llamar cuando reabrieran. Nunca me llamaron”. Doña Regina es madre soltera y mantiene a una hija de 21 años que cursa la universidad y requiere recursos para el sostenimiento de sus estudios, por lo que no fue un periodo nada fácil. Agrega: “después no encontré trabajo, estuve dos años sin trabajar, seguí buscando, fui a varias empresas y nada. Algunos de mis compañeros sí encontraron, los emplearon para hacer cubrebocas, gorros, pero ganaban todavía menos y muchos tenían condiciones peores, otro tanto tampoco encontró trabajo”.
Así pues, vemos que la empresa Aldo Conti no solo explota a sus trabajadores y viola sus derechos laborales, sino que tampoco tiene una pizca de sensibilidad al momento de despedirlos y los envía a ser desempleados sin su liquidación correspondiente, a vérselas como puedan en medio de una fatal crisis económica. Vemos que los trabajadores no tienen poder de negociación, no tienen el poder de mejorar sus condiciones laborales, esto es verdad, pero solo en lo individual, en lo colectivo sí pueden y deben, es su única alternativa. Los trabajadores deben desarrollar su consciencia de clase, su sentido de solidaridad, deben unirse, organizarse y luchar por mejorar sus condiciones de vida, ese es el único camino posible para liberarse de las cadenas que los atan.
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