lunes, 16 de octubre de 2023

Un nuevo genocidio contra Palestina

Ricardo Torres 

        El pasado 7 de octubre, Hamás (Movimiento de Resistencia Islámico Palestino que gobierna la Franja de Gaza), lanzó un fuerte ataque aéreo contra Israel, al tiempo que derribó partes de la valla fronteriza que tiene cercada a la población palestina en Gaza, infiltró milicias en territorio de Israel por aire, mar y tierra, ejecutaron a centenares de israelíes y tomaron como rehenes a decenas de judíos, una ofensiva sin precedentes denominada “Tormenta de Al Aqsa. En respuesta el gobierno de Israel, encabezado por el primer ministro de extrema derecha nacionalista Benjamín Netanyahu, ordenó bombardear Gaza en una criminal operación denominada “Espadas de Hierro” con más 6 mil bombas lanzadas en feroces ataques aéreos, día y noche, contra la inerme población civil palestina, operación que el ejército israelí ha prolongado indefinidamente para demoler por completo la de por sí devastada infraestructura urbana en Gaza: edificios, instalaciones industriales, mezquitas, escuelas, oficinas de prensa, viviendas, hospitales, ambulancias, carreteras, todo, absolutamente todo. Hasta el momento el ataque israelí arroja un saldo de más de dos mil civiles inocentes que han muerto y más de ocho mil heridos, cifras que minuto a minuto se incrementarán todavía mucho más. Un verdadero genocidio.


Para cumplir con sus aviesos intereses de asegurar el sufrimiento y exterminio de la población palestina en Gaza, el Gobierno israelí ha ordenado un bloqueo total al suministro de alimentos, agua, luz eléctrica, medicamentos, combustibles, etc., ya que desde hace 16 años los palestinos están cercados militarmente por un bloqueo inaceptable, un inhumano apartheid impuesto por el Estado israelí que incluso en este momento impide el ingreso de ayuda humanitaria a Gaza. Netanyahu ha declarado, además, que dichos bombardeos son “solo el comienzo” de su embestida, para luego advertir que los más de un millón de palestinos que habitan en el norte de la Franja de Gaza tienen 24 horas para abandonar sus hogares y retirarse de dicha región “por su propia seguridad y protección”. Se anuncia así pues la posible incursión por tierra de las fuerzas militares israelíes para barrer a los palestinos y seguir despojándolos de su territorio, una expulsión masiva, una limpieza étnica. 


Ante la gravedad y trascendencia de estos hechos, los trabajadores de México y el mundo debemos saber qué ocurre en Palestina, identificar bien quiénes son los enemigos del progreso y la paz, reconocer quiénes son los explotadores y asesinos de los pueblos pobres del mundo, es por ello que intentaremos, grosso modo, explicar algunos aspectos que ayuden a entender el actual conflicto palestino-israelí.


A comienzos del siglo XX, alentado por el hostigamiento europeo en contra de los judíos (antisemitismo), tomó fuerza un movimiento nacionalista judío que buscaba establecer un Estado para los judíos (sionismo). Así, tras la desintegración del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Reino Unido recibió un Mandato de la Liga de Naciones para administrar el territorio palestino. Desde entonces el Gobierno británico se declaró a favor de un "hogar nacional" para los judíos en Palestina y los motivos para que éste se estableciera en Medio Oriente se centraban principalmente en argumentos de tipo religioso basados en fuentes bíblicas. Allí se instauró entonces la conexión histórica del pueblo judío con Palestina y las bases para constituir un Estado judío en dicho territorio.


 Tras el injustificado Holocausto nazi contra millones de judíos en Europa, antes y durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), creció la presión internacional para el reconocimiento de un Estado judío. El gobierno británico, imposibilitado de resolver la polarización existente entre árabes y judíos afianzada por la cuantiosa inmigración de colonos judíos a territorio palestino, llevó el problema a la ONU y de esta manera las potencias vencedoras en la confrontación mundial decidieron acelerar la fundación del Estado judío en Palestina. En noviembre de 1947 la Asamblea General de la ONU emitió la resolución 181 que establecía un plan para la partición de Palestina que recomendaba la creación de un Estado palestino, un Estado judío y un régimen especial para la ciudad de Jerusalén, custodiado por la ONU. El plan fue aceptado por los israelíes pero no por los palestinos que, visionarios, lo entendieron como el inicio de la inevitable ocupación y futura pérdida de su territorio.


Justo cuando concluía el Mandato británico sobre Palestina, en mayo de 1948, Israel se impone y formaliza la constitución del Estado Judío. Sin embargo, al siguiente día y en defensa de los palestinos, Egipto, Jordania, Siria e Irak ocuparon Palestina. Fue la primera gran guerra árabe-israelí. Tras el conflicto, el territorio inicialmente previsto por Naciones Unidas para un Estado palestino se redujo a menos de la mitad. Para los palestinos comenzó entonces la “catástrofe” (Nakba) y el inicio de su tragedia nacional. Más de 750 mil palestinos fueron expulsados por las tropas judías y tuvieron que huir hacia los países árabes vecinos.

 

Las agresiones y colonización de los israelíes sobre territorio palestino continuaron incesantes. Basta con recordar que en 1967, árabes e israelíes vivieron una segunda gran guerra denominada La Guerra de los Seis Días, ocurrida entre el 5 y el 10 de junio de ese año, con consecuencias desastrosas para los palestinos. Fue una victoria aplastante de Israel frente a una coalición árabe. Israel se apoderó de la Franja de Gaza, la península del Sinaí, Cisjordania (incluida Jerusalén Oriental) y los Altos del Golán. Medio millón de palestinos fueron expulsados. Así, por más de siete décadas, el gobierno israelí aplicó y sigue aplicando una política de exterminio en contra del pueblo palestino. Entre las últimas ofensivas israelíes contra Gaza, destacan la de 2008-2009 conocida como Operación “Plomo Fundido”, donde el ejército israelí asesinó a más de 1,400 palestinos, la mayoría de ellos civiles; y en 2014 la operación militar israelí “Margen protector” que arrojó un saldo de más de 2 mil palestinos muertos y más de 11 mil heridos. Hoy, como vemos, la operación militar Espadas de Hierro es solo un nuevo capítulo en la política de exterminio del Gobierno israelí contra los palestinos para adueñarse de su territorio y todo indica que, por su magnitud, será la más inhumana, criminal y devastadora.


La actual correlación de fuerzas es la siguiente: el imperialismo norteamericano y un fuerte bloque occidental encabezado por Reino Unido, Francia, Alemania e Italia apoyan el terrorismo de Estado impuesto por Israel al bombardear indiscriminadamente a Gaza; Rusia se pronunció en favor de la paz, exigió un cese a las hostilidades así como la aplicación del acuerdo del Consejo de Seguridad de la ONU de formar un Estado palestino, libre y soberano; China se pronunció también en favor de la paz, condenó las violaciones al derecho internacional, llamó a las partes a evitar la expansión del conflicto y señaló como prioritario en este momento garantizar la vida y seguridad de los civiles así como abrir canales para el rescate a fin de evitar una grave crisis humanitaria en Gaza; por su parte la comunidad árabe encabezada por Irán, Siria, Líbano, Egipto y Turquía, condenaron los ataques contra Gaza calificándolos como “crimen de guerra” y algunos se preparan para un posible conflicto regional árabe-israelí. Y por si todo esto fuera poco, para echarle más leña al fuego, como lo hace en Ucrania, Estados Unidos envió al Mediterráneo un portaviones, buques y aviones de combate, seguramente para advertir a los países árabes quién está detrás de la operación militar israelí contra Gaza, lo que indica que el conflicto puede escalar a niveles insospechados.


Aunque en esta ocasión el motivo que provocó la desproporcionada respuesta militar israelí contra Gaza fue el ataque de Hamás, en el fondo, la causa del exterminio israelí en contra de los palestinos para adueñarse de su territorio obedece a los objetivos económicos y políticos del imperialismo norteamericano ya que Palestina está ubicada en el suroeste del continente asiático, en el extremo este del Mar Mediterráneo, colocado como puente natural para el intercambio económico y comercial entre Europa, Asia y África, además que cuenta con importantísimas reservas de gas natural, por consiguiente, este nuevo genocidio en Gaza es solo parte de una política imperialista diseñada por Estados Unidos y sus aliados para adueñarse del mundo y ganar posiciones geoestratégicas con miras a un posible enfrentamiento contra Rusia y China.


Al mismo tiempo, dicha política sirve para reactivar los capitales invertidos en la industria bélica de las potencias agresoras que, después de arrasar con la infraestructura de los pueblos que son sometidos, como en este caso Gaza, se frotan las manos destinando inversiones multimillonarias en la “reconstrucción” de esas mismas ciudades devastadas por sus propios armamentos; de esta manera también persiguen reanimar sus debilitadas economías. Todo ello explica por qué el respaldo incondicional de Estados Unidos a Israel; por qué el Gobierno norteamericano destina millones de dólares en apoyo militar al Gobierno de Israel convirtiéndose éste en el mayor receptor de asistencia militar estadounidense acumulada desde la Segunda Guerra Mundial; y explica también la impunidad con que Israel viola el derecho internacional, los acuerdos del Consejo de Seguridad de la ONU y bombardea sin misericordia al pueblo palestino, porque se sabe protegido por el imperialismo norteamericano y sus aliados del bloque occidental.


Así las cosas, el conflicto en Palestina, un histórico conflicto árabe-israelí, lamentablemente no tendrá una pronta solución porque en el fondo obedece a los intereses de sobrevivencia del propio imperialismo norteamericano que -en medio de la crisis económica y política interna que sufre, la desdolarización de la economía mundial, el avance incontenible de los BRICS, su anunciada derrota en Ucrania, su debilitamiento económico frente a China, en suma, debido a la pérdida de su hegemonía unipolar frente a un mundo multipolar que gradualmente se impone en el terreno de los hechos- mira entonces este nuevo conflicto en Medio Oriente como oxígeno puro en favor de sus intereses económicos y políticos. Cabe señalar que en el mismo sentido Benjamín Netanyahu no tiene la menor intención de escuchar los llamados internacionales ni frenar sus criminales ataques contra Gaza porque no las trae todas consigo, a principios de 2023 enfrentó fuertes protestas sociales en contra de su gobierno, las más numerosas desde la formación del Estado israelí, debido a que busca el control político absoluto de la nación con una reforma judicial que pretende someter al poder de la Corte Suprema en Israel, por tanto, el ataque de Hamás también le vino como anillo al dedo a Netanyahu para intentar fortalecer y rescatar su frágil permanencia al frente del Gobierno israelí.

       

La realidad es paradójica, la sociedad contemporánea contiene inevitables contradicciones, y a pesar de que en lo inmediato las acciones del imperio y sus aliados son operaciones que muestran su inmenso poder económico y militar de sometimiento, son al mismo tiempo síntomas de su inevitable agotamiento. El nuevo genocidio contra el pueblo palestino a manos de sus verdugos israelíes prueba de manera contundente que el capital ya no halla solución racional y civilizada a los problemas del régimen, que el capital ya no encuentra otro camino de sobrevivencia que el exterminio de los pueblos. Esto demuestra el inicio de su ocaso. Esto demuestra que las hienas asesinas del imperio están heridas de muerte, con el debido respeto que nos merecen las hienas.


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