sábado, 12 de diciembre de 2020

Ausente el gobierno ante la pandemia y los problemas económicos de México

 

Por: Patricia Saavedra Caballero

Era el 31 de diciembre de 2019 cuando de acuerdo a reportes recibidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aparecía una neumonía de origen desconocido, en la ciudad de Wuhan, en China. De inmediato, para principios de enero, las autoridades de este país identificaron la causa como un grupo de virus que causan enfermedades que van desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como neumonía, es decir, un virus que de acuerdo a investigaciones científicas es nuevo y no se tenía conocimiento previamente, que provoca una enfermedad denominada Covid-19 que para colmo de males rápidamente fue expandiéndose hacia los continentes de Asia, Europa y América, y que por fin llegó a nuestra patria en la segunda quincena de febrero del presente año con dos individuos que provenían de Italia, es decir, personas que después de pasar algunos días en aquel país resultaron contagiados y de esta forma trasladaban este terrible mal a suelo mexicano, lo que de inmediato debió poner en alerta a las autoridades mexicanas para activar una serie de protocolos, principalmente en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y puertos que recibían embarcaciones de otros continentes, es decir, toda una serie de medidas que pudieran contener el ingreso de este virus a nuestro país.

Pero lamentablemente no fue así y, a pesar de que a finales de marzo y principios de abril el mismo titular del Ejecutivo federal se mostraba escéptico, la realidad mundial se imponía y cada vez se agudizaba la presencia de la pandemia en territorio mexicano. En contraste el presidente de la república repartía besos y abrazos a niños y personas de la tercera edad siendo estos últimos los más vulnerables; como vemos con políticas irresponsables muy parecidas o similares a las del presidente brasileño Jair Bolsonaro, país sudamericano golpeado con más de 125 mil muertes después de Estados Unidos que suma más de 190 mil fallecimientos, es decir, una cruda realidad que jefes de Estado se resistían y se resisten a entender y ver con objetividad la realidad para dimensionar los catastróficos resultados de sus políticas sanitarias.

 En nuestro país hemos rebasado los 66 mil muertos y a lo más que llegamos es a escuchar conferencias todos los días por parte del Subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, todo un epidemiólogo el funcionario federal, investigador científico que ha llegado a la “sabia” conclusión de que el presidente “no tiene fuerza de contagio, sino fuerza moral”, negando que López Obrador sea una persona de riesgo por coronavirus, incluso el propio inquilino de Palacio Nacional, al inicio de la pandemia, recomendaba a la gente que salieran y se dieran besos y abrazos; y a estas fechas es la hora en que el propio presidente como todos lo vemos ni siquiera hace uso del cubrebocas.

            En la pandemia, la sociedad ha estado por delante del gobierno, sin un liderazgo responsable y unificador, sin una información clara y consciente, la ciudadanía ha actuado y caminado de manera casi instintiva mostrándose solidaridad en los momentos más difíciles, haciéndose preguntas de cómo ayudar a los demás, pero también de cómo salvar a los suyos. Pero hay sector todavía más vulnerable: los trabajadores de la salud, médicos, enfermeras, laboratoristas, administrativos, de limpieza y mantenimiento, que son la vanguardia heroica de la sociedad en el frente de guerra contra la pandemia, sometidos a condiciones sumamente peligrosas, son incomprendidos, hostigados, maltratados y aun así cumplen con su juramento, carecen del respaldo de un sistema de salud solvente, equipado y eficaz que les garantice seguridad, pero los médicos siguen mitigando el dolor, salvando vidas, a veces a costa de la suya propia. Cuando esta terrible pesadilla pase, México tendrá una noción muy distinta de la profesión del médico y la vocación de enfermera y un deber de coadyuvar para reconstruir y reforzar a todas las instituciones de salud, esta será acaso una de las consecuencias positivas, si se le puede llamar así de esta terrible tragedia.

Pero ante la indolencia, ante la indiferencia, ante el abandono del Gobierno federal, necesitamos ideas prácticas y hace falta una campaña de concientización sobre la labor de los médicos y las enfermeras, se necesita un importante apoyo económico del Gobierno para la contratación de más médicos y enfermeras, para la infraestructura y equipamiento en hospitales públicos (camas, medicamentos, cubrebocas, caretas, botas, impermeables y ventiladores), solo así la sociedad misma y organizada podrá hacerle frente a un enemigo invisible que pronto rebasará los 70 mil muertos; una verdadera catástrofe como afirmara en algún momento el propio López Gatell, enlutándose decenas de miles de hogares, dejando vacíos, huérfanos, y en el peor de los casos infantes en la orfandad, dando al traste con miles y miles de planes, de sueños, de proyectos y de ilusiones que muchos compatriotas hasta hace más de medio año habían proyectado sin imaginar la difícil situación que enfrentarían.

En especial al Ejecutivo federal pareciera que el problema de salud de los mexicanos no le importa, no se ven esfuerzos palpables para contener esta pandemia, la falta de medicamentos en el sector salud, en los hospitales públicos es evidente, algo tan elemental como el cubrebocas no lo tiene los ciudadanos y algunos de acuerdo a sus posibilidades improvisan este material por su propia cuenta para protegerse.

También se notan pocos esfuerzos para salir del hundimiento económico  que, a la fecha, ya anda por -18.9 por ciento, desastre de un gobierno que en campaña nos prometió la luna y las estrellas creciendo en un 6 por ciento anual; como vemos estamos ante un escenario sumamente complicado donde deberíamos de ver a un presidente echado para adelante y con visión de verdadero estadista; lamentablemente vemos todo lo contrario, no a un jefe de Estado, sino al jefe de un partido político que está en campaña electoral permanente, denostando y calumniando todos los días y a todas horas a quiénes considera sus adversarios políticos, haciendo un uso faccioso de las instituciones fiscales en contra de líderes sociales como interviniendo y bloqueando cuentas bancarias de la forma más grotesca, arbitraria e ilegal sin previa sanción de un juez, es decir, los mexicanos no solo nos encontramos ante problemas sumamente complicados como el de la salud por la pandemia y el económico por la falta de empleos, la caída del Producto Interno Bruto (PIB), sino otro más y el peor diría yo el de tener un jefe de Estado que no se comporta a la altura de las circunstancias, sino todo lo contrario, alguien que calumnia, que descalifica, que está en permanente confrontación con medios de comunicación, con líderes empresariales y con líderes sociales siempre buscando fantasmas donde no los hay.

Esa es la triste y cruda realidad cuando la cifra de muertos por Covid-19 cada vez va en aumento, cuando miles y millones de trabajadores pierden su empleo, cuando no hay en la mayoría de los hogares mexicanos los productos más elementales de la canasta básica. México no cuenta con el jefe de las instituciones que garantice políticas públicas para hacer crecer la economía, para generar empleos para la clase trabajadora, garantizar la estabilidad y confianza para el sector empresarial y algo más que urgente, garantizar el abastecimiento de medicamentos en el sector salud para poder hacer frente a la pandemia, además de utilizar medidas sanitarias para la contención del Covid-19.

Ante la falta y ausencia del gobierno en estos problemas solo la sociedad misma, consciente y bien organizada puede encontrar alternativas de solución a los males que aquejan al país, no hay de otra. Vale.

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