viernes, 18 de diciembre de 2020

EL DESEMPLEO EN MÉXICO VISTO A TRAVÉS DE LAS AFORES

 

Por: Humberto Castro

     Muchos trabajadores deslumbrados por la propaganda de las campañas políticas de 2018 para la elección de la presidencia de la república, confiaron en las promesas de la “cuarta transformación” (4T) con la esperanza de mejorar su suerte y sus ingresos y así elevar su nivel de vida y de sus familias y le dieron el voto a los que “juntos harían historia”,  con lo que encumbraron en el poder no sólo al licenciado Andrés Manuel López Obrador, sino también a una serie de diputados y senadores arribistas, se les entregó pues, el poder Ejecutivo y el poder Legislativo. El candidato de esta 4T prometió que al llegar él a la presidencia, los trabajadores y sus familias tendrían más ingresos, habría más generación de empleos, mejores pensiones, habría mejor salud, mejor educación, más vivienda, en fin, una vida muy superior para “los de abajo”.

     Se han cumplido dos años de gobierno y la suerte de los trabajadores ha cambiado pero para empeorar. El Gobierno presume que han aumentado como nunca los salarios mínimos, pero en los hechos lo que obtienen como ingreso los trabajadores sirve para comprar menos productos cada vez. La generación de empleos se ha caído porque no hay crecimiento de la economía y aquí no valen los enredos del presidente que si lo que vale es el desarrollo y no el crecimiento ni otras zarandajas por el estilo. No hay crecimiento económico y, por  tanto, no hay generación de empleos.

     Un factor que poco se maneja por quienes analizan con frecuencia estos temas, es el que hoy utilizaremos para demostrar que el desempleo se ha acentuado desde la llegada del gobierno “transformador” y es el dinero prestado que solicitan los trabajadores de sus ahorros depositados en las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores). Debemos aclarar que casi desde la aprobación del nuevo sistema de ahorro para el retiro hay trabajadores que han solicitado préstamos de sus ahorros, pero tanto en 2019 como en 2020, se ha incrementado escandalosamente el número de trabajadores que se han visto obligados a pedir préstamos a las Afores.

     La absoluta mayoría de asalariados están conscientes de que a partir de la reforma al sistema de pensiones en 1997, ya no contarán con una pensión garantizada por el Estado, que sólo podrán contar con lo que buenamente puedan ahorrar durante sus años de trabajo, por tanto, saben que deben cuidar como lo más preciado esos ahorros porque son los que les permitirán tener un magro recurso para vivir durante su vejez. Saben pues que no pueden dilapidar esos recursos, ni siquiera tocarlos, sobre todo con los negros augurios de quienes se han puesto a hacer los cálculos y les dicen, con razón, que con este sistema pensionario obtendrán menos de la tercera parte de su último salario. Si se atreven a pedir préstamos de lo que tienen ahorrado es sólo porque no tienen otros medios para sobrevivir, porque han perdido su empleo y ante la difícil situación económica por la que atraviesan sus familias no les ha quedado más remedio que echar mano de lo que la ley de las Afores les permite. Veamos pues las cifras que nos presenta la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR).

     En el año de 2019, les fueron autorizados préstamos a un millón 401,053 trabajadores y el pasado 15 de octubre de 2020 la CONSAR informó que de enero a septiembre de este año 2020 los retiros por desempleo sumaron un millón 349 mil 621 trabajadores. Esto es, que sólo en los primeros 9 meses del año actual casi se alcanzó la cifra del año pasado y, si continua el mismo ritmo de despidos, llegaremos al final del año a un millón setecientos noventa y nueve mil trabajadores despedidos que irán por su préstamo ante su Afore.

     Ahora bien, si sumamos los despedidos de empleos formales durante los dos primeros años del gobierno obradorista, nos arroja una cantidad de 3 millones 200 mil 547 trabajadores. Y podemos tomar esta cifra como real, porque las leyes que regulan las Afores sólo permiten a los trabajadores solicitar un préstamo cada cinco años, es decir, que quienes pidieron un préstamo el año pasado ya no pueden repetir este año, hasta que pasen cinco años. Esta cantidad de despidos, nunca vista en muchas décadas en nuestro país es una gran desgracia para los trabajadores mexicanos. Es cierto que en 2020 se agregó el asunto del confinamiento por la pandemia del Covid-19, sin embargo, la causa principal de la pérdida de empleos es el mal manejo de la economía del país por el actual gobierno. A raíz de la cancelación del aeropuerto de Texcoco por caprichos personales, la cancelación de la Cervecera en Mexicali, la cancelación de la construcción de empresas de generación eléctrica renovable y, en general, la guerra de la actual administración contra la mayor parte de los inversionistas, ahuyentó lo que los economistas llaman la Inversión Extranjera Directa (IED) y buena parte de las inversiones nacionales. Si a eso le sumamos que en los tres Presupuestos de Egresos de la Federación (PEF) anuales aprobados por este gobierno (porque aprobó también el de 2019 y acaba de aprobar el de 2021), se ha eliminado la mayor parte de inversiones en obra pública para destinarlo al Tren Maya, la refinería Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el reparto directo de dinero con fines electorales, se completa el cuadro y se explica porqué en lugar de generar nuevos empleos se están perdiendo aceleradamente. No debemos olvidar que todos los gobiernos emplean el gasto público, sobre todo en la realización de obras de beneficio social, como detonante para desarrollar las inversiones y para generar empleos. Pero este gobierno eliminó el ramo 23 a donde se canalizaba una suma millonaria del erario para la realización de obras en estados y municipios, y todavía acaba de recortar más a estos niveles de gobierno el presupuesto de 2021, unos 180 mil millones de pesos, informaron algunos diputados.

     Pero volviendo al tema de las Afores, por si no bastara la pérdida de dinero de sus ahorros, los trabajadores tendrán que enfrentar otro problema, esto es, la disminución del número de semanas cotizadas. Ya el problema era grave para los asalariados porque muchos en toda su vida productiva no iban a alcanzar la cifra total de semanas cotizadas que exige la ley para poder otorgarles una pensión y, si con cada préstamo les descuentan semanas, menos podrán cumplir con este requisito.

     Ahora nos quiere presumir  el gobierno que intenta disminuir el requisito de las semanas cotizadas y que sólo se necesitará tener cubiertas 750 semanas al IMSS para poder pensionarse, pero con tanta pérdida de empleo ni las 750 semanas cotizadas podrán cumplir la mayoría de trabajadores.

     Por último, hay otra consideración que debemos tener presente y es el hecho de que, fuera de las estadísticas adormecedoras, en nuestro país el 57 por ciento de la población en edad de trabajar laboraba en la informalidad (unos 33 millones de personas), pero con el fenómeno de la pandemia alrededor de 11 millones se quedaron sin empleo. Esto significa que si sumamos la pérdida de empleos formales  (los que pidieron prestado dinero de su Afore por desempleo) y los 11 millones de informales, en diciembre de este año, al cumplirse dos años del gobierno “transformador” de la 4T, se tendrá una pérdida de más de 14 millones de empleos.

     Con tales resultados, no nos queda a los trabajadores más remedio que enfrentar la realidad y darnos cuenta que nos equivocamos con este gobierno. Que confiamos en un espejismo y que hoy nuestra situación económica está peor,  que, por tanto, no debemos volver a confiar en las falsas promesas demagógicas de que un solo individuo, por muy iluminado que se sienta, puede transformar nuestra realidad. La transformación de esta sociedad requiere la participación del pueblo organizado y dentro de él la clase trabajadora.

     Por el momento y ante la situación tan grave de pérdida de trabajos en México, desde hace varios años en esta publicación venimos insistiendo en que el Gobierno federal debe aprobar el seguro de desempleo para todos los trabajadores, para que puedan tener un ingreso aunque pierdan su trabajo, pero para que el gobierno haga caso hace falta que esta demanda legítima sea abrazada por todos los asalariados, sin importar el sindicato o partido político al que pertenezcan, todos unidos por un solo objetivo: que las familias de trabajadores tengan un ingreso más estable.  

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