lunes, 20 de septiembre de 2021

Día del trabajo y lucha de clases en Estados Unidos

 


Por: Ricardo Torres

          El pasado 6 de septiembre se celebró en Estados Unidos el Día del Trabajo (Labor Day) con un evento en donde el presidente Joe Biden, reunido con los representantes de la Federación Americana del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO) la central sindical norteamericana más importante del país, pronunció un mensaje en el que dijo: “Después de más de un año en el que los trabajadores esenciales realizaron sacrificios extraordinarios y cargaron la nación sobre sus espaldas, este Día del Trabajo vemos más claramente que nunca que necesitamos construir una economía que responda a las necesidades y las aspiraciones del pueblo trabajador”. Para la mayoría de los asalariados norteamericanos se trató simplemente de un día de descanso que, aunado al fin de semana, aprovecharon como un largo feriado de tres días.

          Cabe recordar que, a diferencia de la conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores que desde 1890 se realiza mundialmente el 1° de Mayo, el Gobierno norteamericano estableció, en 1894, que para ellos el Día del Trabajo debía realizarse como una festividad nacional el primer lunes de cada mes de septiembre; esto, por un lado, para desmarcarse del origen socialista que impulsó la Asociación Internacional de los Trabajadores, encabezada por Carlos Marx (1866) y Federico Engels (1889), que entre sus múltiples tareas se propuso fijar una fecha precisa para realizar una jornada de lucha mundial de la clase obrera en defensa de sus intereses, en aquel entonces demandando una jornada laboral de ocho horas; y por otro lado, para enterrar en el pasado a los Mártires de Chicago, a los cientos de trabajadores que fueron asesinados en suelo norteamericano en mayo de 1886 en la plaza Haymarket por haber tenido la osadía de lanzarse a la huelga y reclamar la jornada de ocho horas.

¡No puede permitirse nada que lesione los intereses económicos del capital,  las empresas y los patrones, nada de jornada de lucha mundial de los trabajadores, nada de reclamos, huelgas ni mártires! De esta manera el Día del Trabajo en Estados Unidos se convirtió en una adormecedora festividad, un día feriado para encubrir la lucha de clases que diariamente se vive entre el capital y el trabajo.

          Sin embargo, aunque así lo pretendan sus promotores, cualquier intento de ocultar el desarrollo histórico de la sociedad moderna tarde o temprano estará condenado al fracaso. Aunque silenciada por su gigantesca y poderosa maquinaria de dominación mediática, la lucha entre obreros y patrones en Estados Unidos avanza; a pesar del control ejercido por la AFL-CIO sobre los asalariados, la lucha entre los empresarios que acumulan ganancias para acrecentar su capital y los trabajadores que exigen mejores salarios y condiciones de vida, se manifiesta inevitablemente debido a la naturaleza explotadora del régimen capitalista. Para sustentar lo anterior sirva como botón de muestra la referencia a dos importantes movimientos que actualmente los trabajadores norteamericanos sostienen en defensa de sus legítimos intereses.

          En la planta de ensamblaje de camiones Volvo en Dublín, Virginia, empresa de capital sueco que tiene capacidad de producir hasta 90 unidades diarias, cerca de tres mil trabajadores realizan una huelga en contra de la empresa por la renovación del contrato colectivo que omite incorporar sus demandas y que el sindicato de Trabajadores Automotrices Unidos  (UAW por sus siglas en inglés) integrante de la AFL-CIO, pretende imponer a toda costa. Los trabajadores exigen un incremento salarial en paralelo con el aumento de la inflación, respeto a las jornadas y horarios de trabajo, salvaguardar su derecho de antigüedad, perfeccionar las medidas de seguridad e higiene frente al covid-19  y mejorar las prestaciones de salud, entre otras justas demandas que deben ser atendidas y resueltas al momento en que se realiza una prolongada negociación contractual con un patrón que se resiste a cumplir con dichos requerimientos y con la complicidad del sindicato UAW que solo busca servir a la empresa.     

          Por otro lado, en DANA, empresa de capital norteamericano productora de componentes de propulsión y transmisión electrónica para automóviles, el contrato colectivo venció en agosto y debe ser renovado pero hasta el momento no existe acuerdo alguno: en las plantas de Pennsylvania, Indiana, Tennessee, Michigan y Kentucky, los trabajadores han rechazado la ratificación del contrato colectivo propuesto por los dos sindicatos que los representan: UAW y el sindicato de Trabajadores Siderúrgicos Unidos (USW) también integrante de la AFL-CIO. Los obreros exigen incremento salarial conforme al aumento de la inflación, respeto a las jornadas y horarios de trabajo, rechazo a las horas extras obligatorias y a los arbitrarios incrementos de productividad y reclaman mejores medidas de seguridad e higiene frente al covid-19 ya que, por ejemplo, en la planta de Kentucky más de 60 trabajadores en activo resultaron contagiados por el coronavirus.

Por lo pronto la empresa, sin importarle la negativa de los trabajadores,  extendió unilateralmente la temporalidad del contrato colectivo, los obliga a seguir laborando exigiendo que se incremente la producción, provocando mayores cargas de trabajo y, en consecuencia, incrementando el índice de lesiones y accidentes. Crece el descontento de los trabajadores quienes han ordenado a los líderes de los sindicatos UAW y USW que no podrán seguir negociando más con la empresa a espaldas de los trabajadores; que en la primera quincena de septiembre deben convocar a todos los obreros de las distintas plantas para acordar, por mayoría, el estallamiento de huelga; y que, además, los gastos de la misma deberán ser sufragados con el dinero de sus cuotas y activos sindicales que superan los 2 mil millones de dólares. 

En la carta abierta que el Comité de Trabajadores de DANA envía a la UAW y la USW dice: “Creemos que no solo estamos luchando por un mejor contrato, estamos defendiendo a la clase trabajadora en todas partes. En medio de una pandemia mortal, millones de trabajadores se han visto obligados a trabajar para que las corporaciones puedan seguir obteniendo ganancias. ¡Ahora la clase dominante está sacrificando a nuestros hijos obligándolos a ir a la escuela para que podamos ir a trabajar!”

He de aclarar que cualquier semejanza entre las demandas y la situación que viven los obreros de Volvo, DANA y los trabajadores de México, no es mera coincidencia; que la lucha mundial de la clase obrera en defensa de la jornada de ocho horas impulsada hace más de 150 años por la 1ª y 2ª Internacional de Marx y Engels, y la lucha de los Mártires de Chicago masacrados en la plaza Haymarket tampoco son mera coincidencia, sino que unas y otras son expresiones, en diferentes formas y distintos tiempos, de un mismo fenómeno: la lucha de clases entre el trabajo asalariado y el capital. Una realidad que, en los tiempos que corren, no puede ocultarse con solo cambiar la fecha y significado del Labor Dey, ni con el discurso demagógico y vacuo de Biden.

La AFL-CIO y los sindicatos UAW y USW, atendiendo a los designios del Gobierno norteamericano, están convertidos en fieros guardianes del capital queriendo imponer a los trabajadores los contratos colectivos diseñados por las empresas Volvo y DANA; son a todas luces sindicatos patronales apoyados y consentidos por el poder para frenar y controlar el descontento de los obreros. Y no está de más señalar que estos cancerberos del capital que hoy menosprecian la voluntad de los trabajadores norteamericanos, son los mismos cínicos que ayer, enmascarados, exigían transparencia y respeto a los derechos de los trabajadores de General Motors en Silao, Guanajuato, en el proceso de legitimación de su contrato colectivo de trabajo. ¿El Gobierno norteamericano y la AFW-CIO son enemigos opresores de los obreros norteamericanos pero, al mismo tiempo, amigos y defensores de los obreros mexicanos? Nada de eso. Que nadie se confunda; los intereses económicos, políticos y sindicales del imperio solo sirven al capital. A nadie más.

 

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