Por: Rufino Córdova Torres
Siempre que voy al tianguis de
Las Torres, siento curiosidad y angustia. Es una mezcla emocional por el
descubrimiento de herramientas para mi trabajo u objetos interesantes e incluso
de ideas.
El
sábado anterior, un tanto por asolearme, me paré en un puesto de libros antiguos
y arrugados. Allí, como juego y al azar, abrí uno de estos y encontré un
fragmento que leí en voz alta, pero me atrapó el significado.
— Un Estado totalitario se inmiscuye
en todos los aspectos de la vida de sus ciudadanos y trata de dar forma a sus
opiniones sobre todos los temas. El Gobierno concreto puede adoptar la forma
de… un presidente electo o un consejo sacerdotal. Y, sin pensar nada más, exclame:
¡Uf¡
—Subrayé y pregunté con
jiribilla al locatario, ¿el libro es de alguien caído en desdicha por el trueno
presidencial? Y, segundos después, tanteando ¿cuánto?
—El dueño meneó la cabeza a
punto de la carcajada, pero dijo: es un cuento llamado El Patrón de Yancy
escrito en el siglo XX por el maestro de la ciencia ficción Philip K. Dick, reeditado
por la editorial Minotauro y, midiéndome con la mirada, agregó, para usted, 30
pesitos.
No soy
supersticioso. Pero todo indicaba llevar el ejemplar a casa. Y, al leer el
cuento con lenguaje sencillo, obtuve un ameno rato e incluso una lección acerca
del México de hoy por un bajo precio, ¿quiere saber?
Veamos.
En Calisto existen mercaderes que promueven se admita el satélite como planeta;
situación que acortaría comercio y ganancias de los poderosos de la Tierra. Así,
se decreta que el satélite es una amenaza a la seguridad y forma democrática de
vivir. Situación que recuerda el trato a todos los países por parte de EE. UU.
En el
relato se explica el envío de espías para conocer cuál es el secreto militar de
tal desafío. No encuentran nada. Pero observan que predomina la preferencia del
público por John Eduard Yancy y su familia en todos los
medios de comunicación. En el México de hoy, ¿Andrés Manuel López Obrador
(AMLO) y su familia?
J. E. Yancy
es central en el cuento pues se muestra como un ser espiritual, creyente en
Dios, en la honradez, en la acción de gobierno, en el trabajo duro y en la
rectitud y, sobre todo, le agrada a quienes viven en un mundo sencillo. Por
esto mismo, todo el pueblo lo estima, atiende lo que dice y lo tiene como su
modelo. Guardando las debidas proporciones, ¿Yancy
representa al Sr. Presidente de la 4T?
Por
esta razón Travener, el espía mayor, procurar entrevistar a tan importantes personajes,
pero sorpresivamente descubre que dicha familia es una creación por computadora.
Además, averigua que a los programadores de Yancy se les ha ordenado que logren
la sugestión para obedecer o adoctrinar para la guerra total contra los
malvados terrícolas lo cual ha funcionado perfectamente durante 15 años, ¿es
AMLO un Yancy mexicano?
En
efecto, John Eduard Yancy —siendo el personaje por computadora más influyente
de todos—siempre se decide por la solución más superficial, la que requiere
menos esfuerzo, la que no puede llegar lo bastante hondo para inspirar
pensamientos de verdad.
Después
de algunos incidentes, Travener entrevista al Sr. Sipling quien ha programado a
los Yancy, pero arrepentido muestra el adoctrinamiento logrado en Mike, su
propio hijo, quien no duda en hacer todo lo que dice Yancy.
El
cuento termina cuando el Sr. Sipling, ya contrario a la guerra promovida por
los mercaderes del satélite, reprograma a J. E. Yancy para gradualmente
orientar e inducir a la población a pensar por sí mismos, disentir y hacer
cambios.
Para
muchos no es agradable pensar una sociedad futura en la que se muestra la influencia
de los medios de comunicación masiva ordenada por los ricachos y políticos de
una nación (en el cuento, Calisto). Pero el relato fantástico me ha llevado a
ver, en el fondo y encontrar semejanza de AMLO en las actitudes y palabras de J.
E. Yancy. Y, en ambos casos, descubrir claramente que estorban las acciones para
obtener salud, trabajo, salario decoroso y vivienda digna, gracias a la organización
entre los humildes tanto de Calisto como de México.
Así, al
darse cuenta de los efectos negativos producidos en los hijos, parientes y
población mexicana quienes, como el Sr. Sipling y yo mismo, repiensan el voto
al hoy Presidente incumplido y rectifican y modifican las decisiones y la
conducta, debemos invertir el doble de los esfuerzos para evitar males futuros que
ya se ciernen en las cabezas de todos nosotros.
Los nuevos Sr. Sipling deben tener la
seguridad, según este relato, que el cambio es un proceso gradual, lento pero
que a la larga tendrá que manifestarse en una nueva forma de pensar y actuar por
parte de los descendientes inmediatos. Así pues, no desesperarse es la
conclusión.
Por mi
parte, también visitaré otra vez el tianguis y al locatario vendedor de libros
en busca de nuevos hallazgos. Y siendo provechoso, te invito a que tú también
te animes a explorar en la literatura qué se puede encontrar acerca de la
realidad del mundo. Vale.
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