lunes, 20 de septiembre de 2021

Por qué y cómo deben luchar los obreros

Por: Ulises Bracho

En una economía capitalista como la nuestra son los obreros, empleados, técnicos y demás trabajadores asalariados de las diferentes áreas que componen una empresa, fábrica o taller, quienes con su fuerza de trabajo y experiencia laboral ponen en movimiento las máquinas y transforman la materia prima en una mercancía que contiene ahora un nuevo valor, mismo que sirve para el pago de salarios y para acrecentar la riqueza del patrón; de esta manera el obrero vende su fuerza de trabajo para generar la ganancia que se apropia el dueño de la empresa para incrementar su capital; a cambio de ello, los trabajadores reciben salarios de hambre que los obligan a vivir en la miseria, en hacinamientos donde carecen de servicios, seguridad y desarrollo social.

                En un informe reciente, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE)  indicó que en el país existen millones de trabajadores que laboran más de 11 horas diarias. En este sentido, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), nos coloca como la nación en donde los trabajadores laboran las jornadas más extensas de los 36 países que la conforman. La clase obrera mexicana labora entonces prolongadas jornadas de trabajo para generar gigantescas ganancias en favor de la clase patronal;  labora prolongadas jornadas de trabajo con horas extras que muchas veces no son pagadas conforme a la ley; y cuanto más ahora, tras los devastadores efectos producidos por la pandemia, la situación laboral que viven los trabajadores es aún peor. ¿Con el salario que ganan es suficiente para disfrutar de una vida digna? 

              Según un artículo de la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE), el 60.7 por ciento de los trabajadores mexicanos ganan entre uno y dos salarios mínimos, es decir, entre 3 mil 596 y 7 mil 393 pesos mensuales. ¿Qué son 3 mil 500 pesos mensuales para un padre de familia?, ¿alcanza para la alimentación, agua, luz, gas, vestido, calzado, vivienda, transporte, educación, salud y recreación que requiere una familia? No. Los salarios en México son salarios de pobreza. Tan solo el gasto que se destina a la alimentación, por ejemplo al consumo de carne que, en promedio, es de 670 pesos al mes, seguido de los cereales con 500 pesos, embutidos y lácteos 350 pesos, y verduras con 350 pesos mensuales, productos que oficialmente contiene la canasta básica, nos arroja un monto total de mil 870 pesos mensuales. Esto quiere decir, que un padre de familia que gana el salario promedio mensual destina el 46 por ciento del ingreso a la alimentación, y aunque pudiera parecer que le resta poco más del 50 por ciento para destinarlo a otros gastos o necesidades, no es así. El salario mínimo actual solo alcanza para adquirir 1.3 canastas alimentarias cuyo contenido es suficiente para satisfacer las necesidades de una sola persona, pero no para satisfacer las necesidades alimenticias de una familia de cuatro integrantes y cuanto menos para cubrir otros gastos no alimentarios. Además, dicha canasta solo trata de priorizar la hambruna (de requerimiento energético), no de la alimentación decente y saludable.

         Entonces, ganar el pan de cada día en México no es igual que en otras naciones, por eso el obrero mexicano requiere laborar más horas de trabajo para poder cubrir el costo de la alimentación y “supervivencia” de su familia. Pero, además, los trabajadores sufren sobreexplotación e incremento en sus cargas de trabajo, pésimas condiciones para laborar, muchas veces sin adecuadas medidas de seguridad e higiene, es decir, en un entorno que garantice la integridad del trabajador en el desarrollo de sus actividades. Erika Villavicencio Ayub, especialista en psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que en el país el 85 por ciento de las empresas genera malas condiciones de trabajo, lo que deriva en la aparición de trastornos físicos, psicológicos y de relaciones interpersonales.

                     Otro problema importante que enfrentan los trabajadores es la falta de seguridad social. En términos generales, de los 57 millones 700 mil personas que integran el mercado laboral, solo 32 millones 600 mil son asalariados, de los cuales únicamente 20 millones 175 mil están inscritos al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y 2 millones 748 mil al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), por tanto, 9 millones 677 mil de ellos quedan fuera de las estadísticas de la seguridad social. Además, los restantes que son más de 20 millones de personas, pertenecientes a la economía informal, carecen de cualquier tipo de protección social.

           En suma, es evidente que con ingresos miserables un jefe de familia no puede satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, casa, vestido, transporte, servicios urbanos, educación, salud y mucho menos diversiones y descanso. Por más que tenga la posibilidad de tener dos trabajos o labore horas extras, solo le alcanza para mal comer y vivir en la pobreza.

Estas son algunas de las causas por las que los obreros y la mayoría de los trabajadores están inconformes y su malestar vaya en aumento. Este descontento es totalmente justificado porque ellos producen toda la riqueza social que existe en nuestro país pero no disponen de ella. Por esta razón, tienen derecho a exigir mejores condiciones de vida,  más acorde a su permanente esfuerzo; de luchar por aumentar sus salarios y mejorar sus condiciones laborales. Tienen, pues, el derecho y la necesidad de luchar por una vida digna para él y su familia.

         Pero un obrero solo, aislado, no lo puede hacer; no tiene ninguna posibilidad ni perspectiva de resolver sus problemas: si en solitario protesta por su situación y exige un mejor salario y condiciones de trabajo, lo menos que puede ocurrir es que lo amonesten y lo castiguen, lo cambien de turno, lo pasen a un trabajo más pesado, le quiten el tiempo extra o lo suspendan; pero lo que ocurre con mayor frecuencia es que lo despiden de la fábrica, porque sus reclamos pueden fácilmente extenderse al resto de sus compañeros. Se convierte en un elemento que atenta contra los sagrados intereses de la empresa ya que cualquier mejoría para el trabajador significa una reducción en las ganancias del patrón.  

Por eso el único camino que tienen los trabajadores para defender sus derechos laborales es la organización sindical, unirse para defender sus intereses inmediatos: salarios, jornadas de trabajo, seguro social, aguinaldo, utilidades, vacaciones y demás prestaciones que deben estar contenidas en su contrato colectivo de trabajo. El sindicato es el instrumento legal que tienen los trabajadores para exigirle al patrón respeto a sus derechos laborales. Nuestra Constitución y la Ley Federal del Trabajo así lo establecen. Los trabajadores deben crear sus propios sindicatos; si en la empresa ya existe pero es un sindicato patronal deben unirse, luchar para sacudirse de los charros y colocar al frente a líderes genuinos; o bien pueden adherirse a un sindicato honrado y combativo, que ya exista, para que en verdad los organice, los represente y los oriente en la  lucha por la defensa de sus derechos laborales. Sea en la forma que su realidad lo permita, luchar organizadamente es el único camino. 

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