Ricardo
Torres
En solo un par días quedó al descubierto la verdadera política
laboral del presidente Andrés Manuel López Obrador: su absoluto menosprecio por
los trabajadores asalariados y su abierta defensa en favor del capital. La
falsa imagen de paladín de los derechos laborales de los trabajadores,
celebrada por sus fanáticos aplaudidores, quedó hecha polvo tras los
acontecimientos sucedidos en la refinería de PEMEX en Dos Bocas que se
construye en el municipio de Paraíso en Tabasco.
El martes 12 de octubre más de 5 mil trabajadores iniciaron
un paro de labores debido a la explotación
laboral a que están sometidos, razón por la cual exigen a la empresa, ICA
Fluor, respeto a su jornada de ocho horas, pago de horas extras y salarios
justos que contemplen los riesgos de trabajo, entre otras mejoras a sus
condiciones laborales.
Sin embargo, al siguiente día, lejos de escuchar, revisar y
encontrar solución a las legítimas peticiones de los trabajadores, la empresa
declaró: “ICA Fluor ha cumplido con todas las obligaciones patronales,
salariales, seguridad social, física e integral, así como con las
correspondientes prestaciones de ley para todos los trabajadores, en
cumplimiento con lo acordado con el representante sindical.”
Por su parte, el presidente de la República, en su
conferencia mañanera explicó: “[…] es un paro momentáneo, transitorio,
espero, porque se están disputando la titularidad del contrato, es un asunto
entre sindicatos […] que tiene que ver con los líderes que se están peleando
por el contrato […] no es que se esté
pagando mal a los trabajadores, tienen todas sus prestaciones y tienen sus
sueldos justos”.
Mientras que Rocío Nahle García, titular de la Secretaría de
Energía y encargada de la obra, queriendo minimizar el conflicto dijo: “Son 10 personas que están con esto y no vamos a permitir que haya un
desorden, no vamos a permitir que un grupito con una intención particular o de
beneficio particular afecte a una obra tan importante”.
Hasta aquí la soberbia de las declaraciones que desdeñan los reclamos de
los trabajadores.
Por otro lado, en el terreno de los hechos, lo que
conocimos fue que, con el resguardo de elementos de la Secretaría de Marina y
la Guardia Nacional, la policía estatal reprimió a los trabajadores; no hubo enfrentamiento como tendenciosamente manejan algunos medios
oficiosos, sino una abierta y artera represión de la fuerza pública en contra
de los indefensos obreros de la construcción que con justicia reclaman mejores
condiciones de trabajo. Cabe señalar que a pesar de que el presidente ha
declarado en reiteradas ocasiones que “no son iguales” y que en su gobierno “no
se va a utilizar la fuerza pública para reprimir al pueblo”, hoy los hechos en
Dos Bocas lo desmienten.
Ahora bien, si ICA Fluor cumple cabalmente con sus obligaciones, si solo
se trata de un grupito de 10 personas que buscan beneficios personales y si es
solo un conflicto entre líderes sindicales, ¿cómo se explica la multitudinaria
concentración de trabajadores exigiendo solución a sus justas peticiones y por
qué el conflicto escaló a tal grado que el Gobierno decidió reprimir a los
obreros utilizando la fuerza pública? Porque la empresa y el Gobierno están mintiendo.
Los trabajadores de México no debemos dejarnos engañar, el problema en
Dos Bocas no fue generado por un grupito de 10 personas ni por el conflicto
entre líderes sindicales, sino que obedece al incumplimiento de la empresa a
sus responsabilidades laborales y a su interés desmedido por obtener el máximo
de ganancia: si paga salarios por debajo de lo que pagan otras empresas obtiene
entonces mayores ganancias; si extiende la jornada de trabajo sus ganancias se
multiplican; si deja de pagar horas extras y días feriados sus ganancias se
triplican; si deja de gastar en alimento, hidratación, seguridad y demás
condiciones que los obreros reclaman, sus ganancias diariamente seguirán
incrementándose.
Dicho de otro modo, el dinero que el patrón destine a mejorar el ingreso
y las condiciones laborales de los trabajadores significa, inevitablemente, que
tiene que reducir sus ganancias y, por el contrario, las ganancias del patrón
se verán incrementadas significativamente en la medida que reduce los gastos de
salarios, horas extras y mejores condiciones laborales para los trabajadores.
Este es el inalterable problema que desde hace siglos existe entre el capital y
el trabajo asalariado; el permanente problema que sufren, no solo hoy los
trabajadores de Dos Bocas, sino todos los trabajadores asalariados de México y
el mundo. La causa del conflicto se encuentra en la explotación laboral que sufren
los trabajadores por parte de los patrones que se enriquecen día con día, a
costa del trabajo y la pobreza de millones de obreros asalariados.
Por ello, en lugar de
distraernos en los falsos argumentos vertidos por el gobierno, a los
trabajadores nos conviene centrar nuestra atención en conocer cómo la empresa
explota a los obreros y comprender así, grosso modo, el papel que juegan los
patrones en este conflicto: Ingenieros Civiles Asociados (ICA) fundada en 1947,
se convirtió rápidamente en la principal empresa constructora de obra pública
en el país, entre sus muchas edificaciones que así lo demuestran se encuentran
el Conservatorio Nacional de Música, la Nueva Basílica de Guadalupe, el Palacio
Legislativo de San Lázaro, el Estadio Azteca, el Palacio de los Deportes,
además de puentes, carreteras, presas, vías férreas,
centrales eléctricas, puertos, plantas hidroeléctricas, naves e infraestructura
para la industria petrolera y de más obras públicas que los gobiernos federales
y estatales, durante décadas, han utilizado como herramienta para la activación
de la economía de la nación.
Por tanto, debemos tener claro que ICA es una empresa constructora
cuyo poder económico ha crecido paralelamente a la industrialización del país; que
sus propietarios han logrado acrecentar su riqueza gracias a la explotación
laboral de millones y millones de obreros de la construcción que, como hoy en
Dos Bocas, han sido mal pagados, sometidos a extenuantes jornadas de trabajo,
sin recibir pago de horas extras ni las
prestaciones que por ley les corresponden; es decir, que ICA es una experimentada
constructora cuyos propietarios se enriquecen a costa de la explotación laboral
que ejercen todos los días sobre millones de trabajadores.
Para proteger entonces las ganancias de esta emblemática empresa que
durante mucho tiempo ha servido a los intereses del Gobierno, el presidente
miente. Afirmar que el problema en Dos Bocas es un asunto entre sindicatos que
se “están disputando la titularidad del contrato” es faltar a la verdad. Ante
la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje ningún sindicato ha promovido
alguna demanda para competirle a otro la titularidad del Contrato Colectivo de
Trabajo (CCT) en Dos Bocas. No existe pues admisión, procedimiento ni acuerdo
alguno por parte de las autoridades del trabajo sobre la titularidad de dicho
CCT.
Si bien es cierto existen pugnas entre los nuevos charros morenistas y el
viejo líder charro de la CTM (quien es actualmente el administrador de uno de
los CCT en Dos Bocas), afirmar que este pleito es la causa del problema en la nueva
refinería es solo una cortina de humo para cuidarle las espaldas a la empresa.
Lo que el presidente pretende es que se concluya la obra de Dos Bocas con un CCT
que proteja las ganancias de ICA a costa de la explotación laboral de los
obreros; y para ello no necesita a Pedro Haces Barba o Susana Prieto Terrazas,
le basta y sobra con el viejo charro cetemista Ricardo Hernández Daza.
Así las cosas, resulta que el presidente de “izquierda”, aliándose con
el charrismo priista de la CTM, está utilizando un contrato de protección que
sirve para explotar y burlar a los obreros de Dos Bocas y garantizar las
millonarias ganancias que ICA obtendrá con los recursos económicos que, a
través de los impuestos, aportamos todos los mexicanos para el erario. Y si el
plan no resulta como fue diseñado, porque los insurrectos obreros alzan la voz
y protestan, no hay problema, sin contemplaciones serán reprimidos porque para
eso está la fuerza pública. Los obreros baleados, heridos, golpeados, detenidos
y despedidos servirán como escarmiento para quien en el futuro intente reclamar
sus derechos. He aquí la verdadera política laboral del presidente de México.
Así se explica entonces el porqué, ignorando los reclamos y
declaraciones públicas de los trabajadores de Dos Bocas y asumiéndose como
defensor de la empresa, el presidente se atrevió a afirmar que “no es que se
esté pagando mal a los trabajadores, tienen todas sus prestaciones y tienen sus
sueldos justos.” Afirmación que en voz de los patrones resulta comprensible
porque de esta manera pretenden deslindarse de sus responsabilidades laborales;
pero dicho en palabras del presidente de la República a unas horas de iniciado
el conflicto se convierte en una prueba irrefutable de que el mandatario miente
para proteger los intereses de la empresa.
López Obrador resultó ser más neoliberal que sus antecesores del PRIAN.
Incursionando en la teoría económica, desde 2018 el presidente ha negado la existencia
de la explotación laboral que sufren los trabajadores al producir las ganancias
que el patrón se apropia para acumular capital, porque esta es, dijo, una teoría
que “en México no aplica”. Sin embargo, la inocultable realidad económica del
país y los obreros de Dos Bocas se han encargado de desmentirlo.
Finalmente, en virtud de que el “paro laboral” no está reglamentado en
la ley, los obreros de Dos Bocas tendrán que regresar a trabajar bajo las
condiciones que imponga el patrón; sin embargo, a pesar de que la empresa y el
gobierno la nieguen y pretendan acallarla reprimiendo a los obreros con la fuerza
pública, la explotación laboral seguirá existiendo y los reclamos seguirán acumulándose
aquí y en todas las empresas del país. En lo inmediato, corresponderá a los
obreros y solo a los obreros fortalecer su unidad y cohesión, conformar una
legítima representación sindical y prepararse para enfrentar futuras batallas laborales
con mucho mayores posibilidades de éxito. Al tiempo.
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