El pasado 21 de diciembre apareció una nota
informativa en el diario El Financiero bajo el título: “La recaudación del
IMSS alcanza máximo histórico”. Al entrar en detalle, la nota destaca que
al mes de noviembre de 2021 se recaudaron 348 mil 724 millones de pesos y que
es una cifra que nunca antes había obtenido el IMSS. Asimismo, señala que con
esta cifra se alcanza un superávit por encima de los 7 mil 500 millones de
pesos y que se espera cerrar 2021 con una recaudación por cuotas obrero-patronales
de 381.5 mil millones de pesos, “lo que llevaría al Instituto a alcanzar un
superávit de 9 mil millones de pesos”.
Obviamente,
para los directivos de esa institución todo se debe, según la nota, a su
“magnífica actuación”: “El incremento es resultado directo de las estrategias y
mejoras de los actos de autoridad […] se implementaron diferentes acciones que
permitieron fortalecer la fiscalización y cobranza […] se debe a la mejora en
los salarios asociados a los trabajadores migrados de la subcontratación” y a
la “evolución favorable del empleo en los últimos meses” (¡)
Sin
embargo, como acostumbran todos los malos funcionarios y en especial los de la
4T, realizan un reporte a medias y tendencioso que oculta todo lo malo de su
actuación. De manera sobresaliente en esta colaboración tenemos que recordarle
a los directivos que de acuerdo con la Ley del IMSS, el Seguro Social es el
instrumento básico de la seguridad social y que ésta “tiene como finalidad
garantizar el derecho a la salud, la asistencia médica, la protección de los
medios de la subsistencia y los servicios sociales necesarios para el bienestar
individual y colectivo, así como el otorgamiento de una pensión que, en su caso
y previo cumplimiento de los requisitos legales, será garantizada por el
Estado”.
Y si
bien es cierto que la recaudación es importante para brindar los servicios que
tiene como obligación proporcionar el IMSS, en la situación actual de
sufrimiento de la peor pandemia que ha vivido nuestro país y el mundo, de
desaparición del Seguro Popular, y de esperar ver cumplida la promesa
presidencial de tener un sistema de salud “como el de Noruega, Suecia o Canadá”
a tres años de ejercicio del “gobierno del cambio”, lo que esperaríamos es un
informe pormenorizado de las mejoras en el sistema de salud en general y en particular
del IMSS, sobre todo en materia de atención médica a todos los derechohabientes.
En
este aspecto, es innegable que los gobiernos anteriores, emanados tanto del PRI
como del PAN, nunca tuvieron un sistema de salud adecuado a las necesidades de
los mexicanos, y el IMSS mantuvo una atención cada vez más deficiente a todos
los enfermos inscritos en él; hubo mala atención médica porque los pacientes
eran revisados superficialmente en diez minutos o menos; hubo falta de
medicinas porque muchas de éstas desde hace años tenían que ser subrogadas
porque no estaban en el cuadro básico que maneja la institución y los pacientes
tenían que realizar muchos trámites para las intervenciones quirúrgicas y la
hospitalización. La programación de las citas a consulta también ha sido un
gran problema, pues tienen que pasar meses para que puedan reprogramarse.
Muchos
mexicanos en las pasadas elecciones presidenciales dieron su voto al mal
llamado “Gobierno de la esperanza” precisamente para que todos esos problemas
fueran resueltos; muchos compromisos hicieron los actuales gobernantes
prometiendo que al llegar al poder las cosas cambiarían, la promesa más
sobresaliente fue la del presidente Andrés Manuel López Obrador que reiteró en
enero de 2020 que al término de ese año tendríamos un sistema de salud como el
que tienen los países del primer mundo. Ya pasó 2019, 2020 y 2021 y ahora
tenemos un PEOR sistema de salud que con los gobiernos que tanto criticó López
Obrador. Las deficiencias en materia de salud que arrastraron los gobiernos
anteriores ahora las vemos pero en grado superlativo: al desaparecer el Seguro
Popular el Gobierno federal actual dejó sin posibilidades de atención a más de
15 millones de mexicanos, al gastarse este gobierno los Fondos para la Salud y del
Fideicomiso para atención de enfermedades graves, dejó a su suerte a miles de
mexicanos con enfermedades incurables que no tienen las posibilidades
económicas para enfrentarlas y, para rematar, el problema de la falta de
medicamentos en todos los niveles de salud se agudizó con la actual
administración.
El IMSS
dejó de surtir unos 5 millones de recetas en 2019, 20 millones en 2020 (Revista
Proceso del 21 de abril de 2021) y en los primeros seis meses del 2021 se ha
negado a surtir 8 millones de recetas (El Economista, 26 de julio de 2021). La
revista Proceso agregó dos cosas: que en el 2020 dejó de aplicarse la vacunación
a infantes en 41 por ciento porque hubo desabasto de biológicos en tuberculosis,
difteria, tosferina y tétanos; agregó también que su informe se basa en el
informe de Transparencia en salud 2019-2020 y ese reporte aclara que “el
desabasto de medicamentos y vacunas no se incrementó debido a la pandemia del
covid-19, sino porque el gobierno de la Cuarta Transformación modificó los
mecanismos de adquisición de medicinas, al dejar que la Secretaría de Hacienda
hiciera las compras consolidadas, sin tener experiencias de ese tipo ni
conocimiento de los insumos que se requieren.”
Lo
peor de toda esta situación es la actitud de los actuales encargados de la
salud de los mexicanos empezando por el presidente que durante casi los tres
años que tienen en el poder se han negado a reconocer el problema del desabasto
de medicinas y se han atrevido a atacar y a denigrar con todo el poder del
Estado a quienes denuncian y exigen medicinas, tal como ha sucedido con los
niños y personas que padecen cáncer, a quienes llegaron a llamar “golpistas” y
“manipulados por los conservadores”, entre otros calificativos. Sólo hasta el
11 de noviembre de 2021 AMLO “exigió” al secretario de Salud y al director del Instituto de Salud para
el Bienestar (INSABI)
que resolvieran el desabasto de medicamentos.
De
acuerdo con los reportes antes mencionados, el IMSS dejó de surtir 33 millones
de recetas en los últimos tres años y eso significó dejar a 33 millones de
mexicanos sin la atención a su salud y esto no lo reporta el IMSS en los
informes que dan los funcionarios de esa institución encabezados por su
director Zoé Robledo. ¡Ah!, pero eso sí, las cuotas que tienen que pagar los
trabajadores esas sí las cobran puntualmente y el éxito en esta tarea sirve
para adornarse los funcionarios del IMSS porque “recaudaron máximos históricos”.
Con esta conducta, los funcionarios de la 4T entienden la misión del IMSS
exactamente al revés: presumen lo que recaudan porque seguramente piensan que
eso les traerá reconocimientos de a quien sienten su deber rendirle cuentas que
es al presidente y porque éste anda muy necesitado de dinero para acabar pronto
su Tren Maya, su refinería y su aeropuerto. Pero a esos funcionarios se les
olvida que a quien deben rendir cuentas es al pueblo, es decir, a quien le
prometieron un gran cambio para el progreso del país y en especial en materia
de salud y a quien sólo han traído fallecimientos, desgracias y falta de
tratamientos médicos adecuados para aliviar su salud.
Con la
agudización en el desabasto de medicamentos, el instrumento básico de la
seguridad social que es el IMSS prácticamente está en bancarrota. Si deja sin
curación a los más pobres que no tienen dinero para ir a surtir su medicina a
otro lado y a otros los manda a comprar sus propias medicinas; así no les sirve
a los mexicanos, así no les sirve a los trabajadores que pagan puntualmente sus
cuotas. A eso se refería Germán Martínez, primer director del IMSS del gobierno
morenista, quien renunció y denunció la intromisión de la Secretaría de
Hacienda en tareas que le competen solo al IMSS, pero fue una renuncia
inconsecuente y timorata porque renunció al IMSS para irse cómodamente a la
Senaduría por el partido Morena, y con su militancia en ese partido convalida
de todas formas las malas acciones de este gobierno. Hoy Zoé Robledo, actual
director, más sumiso y obediente a los dictados de Palacio Nacional, solo le
queda agachar las orejas y presumir lo que recauda pero no hablar de la mala
atención y de las recetas que no surte, mostrando más preocupación por obtener
superávits para que Hacienda siga manejando los dineros y les dé prioridad a
las obras que desea presumir López Obrador.
Sin
embargo, tenemos que dimensionar que lo que ocurre en el IMSS solo es una parte
de la bancarrota total del sistema de salud; pero una evidencia más trágica es
el mal manejo de la pandemia del covid-19 que el pasado fin de semana superó
los 300 mil mexicanos fallecidos y reconocidos por el gobierno, con lo que se ubica
a nuestro país en los primeros lugares en el mundo con más muertes.
Urge a
los mexicanos contar con un verdadero sistema de salud, con una verdadera
seguridad social, pero, como se demuestra en los hechos, tampoco vendrán ni del
Partido Morena ni del gobierno actual. Con tres años en el poder y el
agravamiento que vemos en las instituciones de salud queda claro que AMLO y su
partido Morena o no pueden o no quieren restructurar las instituciones públicas
de salud para ponerlas al servicio de los mexicanos más necesitados. Se
requiere un IMSS con personal médico suficiente, bien preparado, que no atienda
superficialmente a los enfermos, que no dé consultas cada cuatro o seis meses
sino cuando las necesiten los enfermos, con medicinas suficientes, con hospitales
bien equipados, con guarderías y personal capacitado y con un sistema de pensiones
suficiente para quienes lo necesiten, pero todo esto solo podrá lograrse si los
trabajadores se unen, se organizan y luchan por su salud y la de sus familias.
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