martes, 11 de enero de 2022

La huelga de Río Blanco

 

Ricardo Torres

El pasado 7 de enero del año en curso, en su habitual conferencia mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo referencia a la huelga de Río Blanco, Veracruz, ocurrida en 1907, mientras en la mampara que sirve de fondo se leía: “2022 Año de Ricardo Flores Magón, Precursor de la Revolución Mexicana”.

          Por su importancia, conviene que los trabajadores de México tengamos siempre presente el papel revolucionario que jugó Ricardo Flores Magón en la historia de la lucha de los obreros y campesinos de nuestro país, así como la trascendencia que tuvo la sangrienta huelga de los obreros de Río Blanco, Veracruz, en 1907; no solo como datos históricos pertenecientes a un pasado anquilosado para ser dignos de conmemorar, sino como acontecimientos dinámicos y aleccionadores que nos ayuden a comprender nuestro presente y, sobre todo, a orientar nuestro porvenir.

          Ricardo Flores Magón (1873-1922) fue un brillante e incansable luchador social de su tiempo. Nació en San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca. Desde muy joven se incorporó al movimiento estudiantil en contra de la dictadura de Porfirio Díaz. Estudió en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, posteriormente se dedicó al periodismo revolucionario para finalmente, además de su trabajo editorial, concentrar toda su capacidad e inteligencia a la organización política de los pobres de México; en 1900 funda la revista “Regeneración” desde donde se publicarían las más radicales y fundamentadas críticas contra el régimen de Díaz. Flores Magón se fue convirtiendo así en ideólogo defensor de los explotados de México. Por su participación en el movimiento estudiantil antireeleccionista y por las publicaciones en “Regeneración” fue encarcelado por el gobierno de Díaz.

          En 1901, en San Luis Potosí, participó en el Primer Congreso Nacional de los Liberales, destacándose por la claridad de su pensamiento y sus posiciones radicales en contra del régimen de explotación. El gobierno porfirista desata entonces una prolongada y feroz persecución, por todo el país, en contra de los liberales; algunos fueron asesinados o detenidos y otros huyeron al extranjero. La revista “Regeneración” es suprimida. El movimiento de los liberales quedó temporalmente desarticulado. En 1902, Flores Magón arrienda el periódico de sátira política “El Hijo del Ahuizote” desde donde continúa su permanente denuncia contra el gobierno de Díaz. Por este motivo, en 1903, es nuevamente encarcelado.

Saliendo de prisión, en 1904, junto con su hermano Enrique, se exilia en Estados Unidos, primero en San Antonio, Texas y luego en San Louis Missouri, lugar donde los Flores Magón planean la fundación del Partido Liberal Mexicano. Como trabajo preparatorio se crea, en 1905, la “Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano” que, apoyada por un importante grupo de luchadores y revolucionario magonistas, de inmediato comienza a trabajar en la sistematización y difusión de las ideas libertarias, en un plan de lucha nacional concreto y convocando a los trabajadores de México a organizarse y levantarse en contra de la dictadura de Porfirio Díaz. Las luchas promovidas por dicha Junta Organizadora fueron exitosas: en octubre de 1905 estalla la huelga en la fábrica de cigarros “El Valle Nacional” en Xalapa, Veracruz y en junio de 1906 la huelga en Cananea, Sonora, que, como bien se conoce, constituyó uno de los momentos estelares de la lucha de los obreros mexicanos.     

 El 1° de julio de 1906 se funda el Partido Liberal Mexicano (PLM) y, consecuentemente, se publica su Programa en el que se proponía un proyecto de nación posible dentro del marco del capitalismo naciente en nuestro país. Agrupó su contenido en ocho grandes apartados: 1. Reformas Constitucionales; 2. Mejoramiento y Fomento de la Instrucción; 3. Extranjeros; 4. Restricciones a los Abusos del Clero Católico; 5. Capital y Trabajo, 6. Tierras, 7. Impuestos; 8. Puntos Generales; además de una Clausula Especial sobre la deuda externa.

Por obvias razones de espacio haremos referencia solo a la sección sobre “Capital y Trabajo” destacando algunas de las propuestas sobre las condiciones laborales de los trabajadores: 1) Reducción del jornal a 8 horas diarias y el derecho al descanso dominical; 2) Estipulación del salario mínimo según la zona, así como la exigencia de que el pago se hiciera en efectivo y no en especie u otro modo, sin descuentos ni demoras; 3) Prohibición del trabajo infantil a niños menores de 14 años; 4) Seguridad laboral tanto en lo que se refiere a las condiciones laborales, como a las sanitarias, la propuesta incluye el pago de indemnizaciones por accidentes laborales; 5) Declaración de igualdad de derechos de los trabajadores mexicanos y extranjeros, junto con la exigencia de que se contratara mayoritariamente a trabajadores mexicanos.

De esta manera, bajo un plan de lucha diseñado y ejecutado por militantes y activistas del PLM, se gestó la huelga de los obreros de Río Blanco en Veracruz. La industria textil, junto con la minería, fue de las primeras en instalarse en territorio mexicano extendiéndose principalmente a lo largo del eje México-Tlaxcala-Puebla-Veracruz. Estas industrias se caracterizaron por la sobreexplotación de la fuerza de trabajo y la carencia de algún tipo de derecho laboral para los obreros.

Ante esta situación, los trabajadores textiles comenzaron a organizarse para conformar el “Gran Círculo de Obreros Libres”, siendo de los más combativos los círculos de obreros libres de Orizaba localizados en Nogales, Santa Rosa y Río Blanco. Llega a esta zona textil José Neira, militante del PLM, obrero magonista con una sólida conciencia proletaria que se encargó de fundar el “Gran Círculo de Obreros Libres de Río Blanco”, politizando a los trabajadores no solo sobre la lucha inmediata por el salario y las prestaciones laborales, sino para explicarles que estos problemas eran consecuencia inevitable del régimen económico de explotación que sirve solo a los dueños del capital. Pero los espías, perros de oreja al servicio de los patrones, denunciaron la labor de José Neira y el gobierno porfirista interviene de inmediato para colocar en su lugar a José Morales, un dirigente al servicio de los patrones y el gobierno.

Ahora bien, como respuesta a esta creciente organización obrera, los patrones de la industria textil de Puebla y Tlaxcala, en septiembre de 1906, forman el “Centro Industrial Mexicano” para intentar imponer un reglamento de trabajo que reconocía y justificaba las prolongadas jornadas de trabajo, los salarios de hambre, los descuentos y multas, que prohibía las huelgas, los incrementos salariales y las prestaciones laborales. Por consiguiente, en diciembre de 1906 estalla un movimiento de huelga en Puebla y Tlaxcala por la derogación de dicho reglamento patronal y por la creación de una reglamentación que beneficie a los obreros. Por esta razón los empresarios de la industria textil, en contubernio con Porfirio Díaz, realizan una huelga patronal en todo el país para presionar a los obreros en huelga y justificar la intervención directa del presidente de la república.   

Para completar el engaño, el obispo de la ciudad de Puebla intercedió en el conflicto para manipular a los huelguistas ofreciéndoles una reunión con Porfirio Díaz, donde pudieran exponerle sus reclamos; ello a cambio de aceptar la sentencia final y definitiva que al respecto emitiera Díaz. Los huelguistas aceptaron la propuesta del obispo y cayeron en la trampa. A dicha reunión acudieron los representantes obreros de la industria textil del país, incluido José Morales de Veracruz. Finalmente, como se había maquinado, la sentencia emitida por Díaz fue favorable a los patrones, si bien modificó algunos criterios para imponer descuentos y multas, lo cierto es que dejó intactas aquellas otras medidas que dejaban en la indefensión a los trabajadores. El acuerdo incluía que todos los obreros textiles del país, sin excusa ni pretexto, debían reincorporarse a sus labores el día lunes 7 de enero de 1907. Los huelguistas de Puebla y Tlaxcala, cumpliendo su compromiso con el obispo y representante de Dios, aceptaron la sentencia.

Pero en Orizaba cuando el domingo 6 de enero el desprestigiado José Morales informó de la sentencia presidencial a los trabajadores de Río Blanco, unánimemente éstos rechazaron la sentencia. Al siguiente día miles de trabajadores se congregaron en la entrada de la fábrica pero no para ingresar a laborar, sino para realizar un mitin donde los elementos más conscientes que formaban parte de los “Círculos de Obreros Libres” denunciaron la traición de José Morales, la injusta sentencia de Díaz y llamaban a mantener la huelga hasta conseguir un reglamento que en verdad favoreciera los intereses de los trabajadores textiles.

Al mismo tiempo que se desarrollaba el mitin, las mujeres de los obreros, como lo hacían diariamente, acudieron a la tienda de raya para adquirir algunos víveres que  obtenían a crédito aunque a precios abusivos. Pero el dueño de la cadena de tiendas de raya en Orizaba, cómplice directo de los patrones, al saber que los obreros se negaban a reincorporarse al trabajo, les dijo a las mujeres que no habría más crédito, que si los obreros se negaban a trabajar entonces que se murieran de hambre, lanzándolas a la calle. Fue esta la chispa que encendió los ánimos. Ante la injusticia laboral, la miseria, el hambre y la humillación, en un acto de rabia justiciera, los obreros de Río Blanco saquearon la tienda de raya y le prendieron fuego; y como se trataba del mismo dueño se dirigieron a las tiendas de raya de Nogales y Santa Rosa para hacer lo mismo.

Ese fue el tamaño de los daños provocados por los obreros de Río Blanco, pero la vieja inquina de Díaz contra los obreros libres de Orizaba y el desacato a su sentencia que contravenía a sus intereses en el conflicto textil, indignaron al dictador quien, de inmediato, dio la contundente orden a su subsecretario de guerra: “matalos en caliente”. Una vez que la turba de más de 5 mil obreros regresaba de Nogales y Santa Rosa, acompañada de amplios grupos del pueblo, sin miramiento alguno, fueron recibidos por los criminales disparos del ejército. Se consumaba así una sangrienta página de la historia de la lucha obrera en nuestro país.

Tres años después daba inicio la Revolución Mexicana (1910-1917). Francisco I. Madero por el sufragio efectivo y la no reelección; Ricardo Flores Magón y el PLM por la libertad y la justicia. Madero, empresario y político, fue asesinado en 1913. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se establece en 1917, quedando plasmado en sus artículos el ideario político del PLM.  Flores Magón, político revolucionario, encarcelado en Estados Unidos fue asesinado en 1922. La Revolución Mexicana quedó interrumpida y secuestrada, hasta nuestros días, por los dueños del capital. Hoy el pueblo pobre de México goza de una democracia simulada, cierto, pero sigue careciendo de libertad y justicia.  

Mientras que AMLO, el demócrata maderista, hace una referencia histórica y burocrática sobre la huelga de Río Blanco, la mayoría de los trabajadores asalariados del país siguen laborando como hace más de un siglo lo expresaban las denuncias magonistas: con jornadas por encima de las 8 horas, con salarios de hambre, sin seguridad social, sin pago de utilidades, sin respeto a la antigüedad ni pago justo de pensiones, entre muchos otros derechos y prestaciones laborales que hoy son pisoteados.

Sin duda, la lucha revolucionaria de Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano es aleccionadora: para alcanzar una verdadera transformación social en nuestro país los trabajadores debemos construir un genuino partido político, con un programa que proponga un proyecto de nación posible en el marco de nuestra realidad económica, política y social, desplegando una lucha sin cuartel en contra el régimen de explotación imperante y sus gobiernos títeres, con el objetivo de construir un México con mayor libertad y justicia.                                  

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