Por: Humberto Castro
Con gran despliegue
informativo, en la conferencia matutina del 12 de noviembre pasado, el
presidente Andrés Manuel López Obrador presentó su iniciativa contra el outsourcing para lo cual también se deben actualizar la Ley
Federal del Trabajo, el Código Fiscal y las leyes del IVA, ISR, del Seguro
Social y del Infonavit. Como era de esperarse, la noticia fue bien recibida por
muchos trabajadores mexicanos, quienes han sufrido en carne propia los estragos
de esa forma de contratación que fue aprobada en la legislación desde 2012.
Como señalamos en esta
publicación, en artículos anteriores, en que rechazamos el outsourcing, esta
forma de contratación de personal por parte de las empresas viene de una palabra
del inglés que se traduce como subcontratación
y consiste en que la empresa que recibe el trabajo y esfuerzo de los
empleados no es la que los tiene contratados sino una empresa a la que se llama
terciaria, por eso al outsourcing también se le conoce como terciarización.
Pues bien, los trabajadores que han laborado bajo este esquema han sufrido
limitaciones al ejercicio de libre organización y, por tanto, están impedidos
de ejercer también la negociación colectiva; se han enfrentado al problema de
salarios más bajos, no hay reparto de utilidades, no se les respeta su
antigüedad o se les despide y recontrata para que no la generen, al no generar
antigüedad se les afecta en su pensión,
en el fondo de vivienda y, si hay despido, salen afectados en sus indemnizaciones.
El outsourcing les perjudica hasta en el aguinaldo, licencias de maternidad e
incapacidades.
A partir de que fue
aprobada esta forma de contratación en 2012, se ha generalizado en todo el
país, a grado tal que de las grandes, medianas y hasta algunas de las pequeñas
empresas utilizan este mecanismo de contratación con la finalidad de ahorrarse
miles de millones de pesos que debieran percibir los trabajadores de acuerdo
con la ley. Bueno, hasta el Gobierno federal y gobiernos locales tienen contratados
decenas de miles de trabajadores con este esquema para ahorrarse dinero a costa
del sudor de sus empleados. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS)
reconoce más de cuatro millones y medio de trabajadores bajo este esquema.
Por tales circunstancias,
muchos trabajadores de buena fe pensaron que ahora sí, con la iniciativa mencionada,
mejoraría su suerte y sus ingresos, aún más cuando escucharon las “tronantes”
palabras del presidente: “el outsourcing es injusto y es inmoral”, “en mi gobierno
eso se va a acabar”, “se ha utilizado como una forma de defraudación fiscal y
afecta a los trabajadores” y para eso es esta iniciativa “para que haya un
mercado laboral más justo”, “no queremos hacer una reforma que puedan burlar de
nuevo”.
Y efectivamente, si la
reforma se aprobara y aplicara tal como fue presentada a la Cámara de Diputados,
atacaría los siguientes puntos:
1.- Prohibiría la
subcontratación de personal que consiste en que una persona moral o física
proporcione trabajadores propios en provecho de otra.
2.- Sólo se permitiría
la prestación de servicios especializados que no sean parte del objeto social o
de la actividad económica de la empresa que se beneficie de los mismos.
3.- Las empresas que
contraten la prestación de servicios con algún contratista serán responsables
solidarios de los trabajadores que los presten.
4.- Las empresas que
otorguen servicios especializados deberán tener autorización por la STPS y deberán
renovarla cada tres años.
5.- Se permitirá que
existan agencias de colocación pero en ningún caso serán consideradas como
patrones.
6.- Si se violan esas
normas las multas podrán ir de 173 mil pesos a más de 4 millones 300 mil pesos
y aumentarán cuando aumente la Unidad de Medida y Actualización (UMA).
7.- Las
irregularidades en materia de pago de impuestos se castigarán como delito de
defraudación fiscal.
Sin embargo, apenas se
hizo pública la iniciativa, de inmediato
protestaron los empresarios: el presidente de la Confederación Patronal de la
República Mexicana (COPARMEX), Gustavo de Hoyos, calificó de traición al sector
privado la firma de la iniciativa por parte del Gobierno federal; Pablo Lezama,
presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Capital Humano (AMECH) dijo
que con esa iniciativa se ponen en peligro 4.5 millones de empleos que existen
bajo esa modalidad laboral; protestó también el Consejo Coordinador Empresarial
(CCE) y otras asociaciones de empresarios como la Confederación de Cámaras
Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (CONCAMIN) y la Confederación de
Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (CONCANACO). Y como siempre
ocurre, después de las tronantes afirmaciones de AMLO, que utilizó sólo para
aparentar ante los trabajadores del país que no está de acuerdo con el outsourcing,
15 días después, tanto él como los legisladores, que son mayoría de Morena y
aliados, dieron marcha atrás a la aprobación inmediata de la iniciativa y
decidieron “escuchar las propuestas de los empresarios”.
Allí ya pintaba mal el
procedimiento porque no se aprobó de inmediato la reforma como había anunciado AMLO,
aun teniendo todas las condiciones para hacerlo, puesto que su partido tiene
mayoría en las Cámaras donde debe aprobarse la iniciativa. Pero hay otras
señales posteriores que nos indican que el radical anuncio de acabar con el outsourcing
sólo fue un desplante propagandístico y que lo único que busca el Gobierno
federal es lavarse las manos ante esa nociva práctica de sobreexplotación a que
está expuesta la fuerza laboral mexicana.
Enseguida, a sabiendas el gobierno de la 4T
del papel charril y entreguista con los patrones que han tenido varios líderes,
llama a una reunión de empresarios y líderes de algunas centrales obreras (CTM,
CROC, CTC, CATEM, UNT) para escuchar sus opiniones y que se pongan de acuerdo
en relación al problema del outsourcing. ¿Qué resultados se obtuvieron de esa
reunión? Lo que el Gobierno esperaba: retrasar la discusión y aprobación de su
iniciativa haciendo caso de la petición de los empresarios. Resultó entonces
que los patrones y centrales allí presentes acordaron “pedir” a la Cámara de Diputados
que la iniciativa la discutiera no de inmediato sino para febrero de 2021. Con
esta acción ya podrá decir el gobierno de la 4T que el contenido y la
posposición de la aprobación de la iniciativa no serán culpa suya sino de los
empresarios y los dirigentes de las centrales mencionadas. Esta forma de actuar
del Gobierno federal, es decir, el sumar a otros actores en la discusión y
aprobación de la iniciativa, es otra jugada para no aprobarla tal como fue
propuesta originalmente, pero descargando la responsabilidad en esos nuevos
actores.
Sin embargo, en esa
reunión de empresarios y líderes de centrales obreras se tomó otro acuerdo por
demás perverso y negativo para los trabajadores. Tal acuerdo fue que junto con
el asunto del outsourcing también se tenía que “definir un sistema de utilidades
justo y evitar discrecionalidad en su pago”. Si los anteriores elementos ya
indican un sesgo negativo en relación a la discusión de la subcontratación,
agregar el asunto de las utilidades es permitir que los líderes empresariales acepten
regular la terciarización pero utilizando como moneda de cambio el 10 por
ciento de utilidades que siempre han sido reacios a pagar a cabalidad a sus
trabajadores. Esta parte del acuerdo, en nuestro punto de vista, es otro
elemento para considerar que se está dando marcha atrás en la iniciativa presentada.
Por si no bastaran
esos elementos para prever que el anuncio de que “se va a desaparecer el outsourcing”
(promesa de AMLO del 12 de noviembre) “que desaparecería de inmediato en la
administración pública federal esa forma de contratación” (promesa de AMLO del
18 de noviembre) fue puro cuento; el diario El
Universal del 6 de enero de 2021, mediante una nota titulada “Dependencias
federales desoyen a AMLO en outsourcing”, exhibió que varias secretarías
firmaron en el mes de diciembre contratos para el año 2021 bajo el esquema de
subcontratación para sus trabajadores: la Secretaría del Bienestar, de la
Defensa Nacional (SEDENA), la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural
(SADER), el Servicio de Administración Tributaria (SAT), la Comisión Nacional
Bancaria y de Valores (CNBV), entre otras. No es que esas dependencias desoigan
al presidente, como titula su nota el mencionado diario, lo que hacen es
interpretar el verdadero sentido de las promesas de la presidencia: en el fondo
no habrá tal eliminación de la subcontratación.
Son pues varios
elementos que nos indican que el anuncio de la eliminación del outsourcing es
mera propaganda, es un montaje para aparentar ante los asalariados de México,
que no son pocos, que la 4T ve sus problemas y los apoya, no olvidemos que este
es un año electoral y que el presidente y su partido quieren por todos los
medios a su alcance mantener el voto de los mexicanos y que prometer no cuesta
nada, tal como ha sucedido en tantas elecciones anteriores y en la elección
federal pasada.
Mantengámonos atentos
al desarrollo de la discusión del outsourcing, es importante para los
trabajadores porque podremos darnos cuenta hasta donde son capaces de mentir
los políticos para mantener el voto de los trabajadores y hasta donde sabrán
defender sus derechos las centrales obreras que fueron convocadas a la discusión
del tema de la subcontratación.
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