Humberto
Castro
Después
de mucho prometer una reforma al Instituto
del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT),
finalmente el pasado 16 de diciembre de 2020 fue publicado en el Diario Oficial
de la Federación, el decreto emitido por el presidente Andrés Manuel López
Obrador donde se reforma la ley del INFONAVIT y la ley del Instituto de Seguridad Social al Servicio de
los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Dijeron que esta ley entraría en vigor a
partir del 17 de diciembre de 2020, pero le dieron 120 días a las instituciones
para que expidan las reglas de otorgamiento de créditos, es decir, que podrá
aplicarse, si acaso, para abril o para mayo de 2021.
A decir de quienes la impulsaron, la reforma contempla
varias ventajas para los trabajadores: que los créditos no sean sólo para
adquirir vivienda, sino también para adquirir terreno para construirla; que los
créditos se puedan autorizar para remodelación, construcción o ampliación de
vivienda; que personas que no tengan una relación laboral activa pero que hayan
cotizado al INFONAVIT puedan también ser beneficiarios de un crédito y, que
quien ya tiene crédito con otras instituciones pueda entrar a un esquema de
refinanciamiento con el Instituto.
Obviamente, como es su costumbre, tales modificaciones
fueron celebradas con grandes aspavientos, tanto por el Presidente como por el
Director del INFONAVIT, Carlos Martínez Velázquez, y señalaron a dicha reforma
como uno de los avances más importantes para beneficio de los trabajadores. El
propio director llegó a decir que con la apertura de créditos para las personas
sin una relación laboral activa, se está dando la “inclusión financiera más
grande del país”, porque son cerca de 40 millones de personas que no tienen una
relación laboral activa pero que sí realizaron cotizaciones a la Institución.
Los propios diputados se unieron a la celebración cuando declararon que “la
reforma atiende uno de los mandatos constitucionales que respalda el derecho de
los mexicanos de tener un lugar para vivir de manera digna”.
Lamentablemente, tenemos que decir que nuestra visión es
otra. Que la reforma emprendida por la 4T es cierto que traerá un poco de
libertad a los trabajadores, especialmente en lo referente a la aplicación y el
manejo del crédito que obtengan. Sin embargo, una de las principales quejas y demandas
de los trabajadores mexicanos contra el INFONAVIT es el alto costo de los créditos que les otorga. Una gran cantidad de
trabajadores han tenido que pagar tres veces o más el valor inicial de su vivienda a lo largo de 30 años o más que
dura el pago de su préstamo. ¿Dónde está la explicación?
La explicación es que el Consejo de Administración, que en
lo esencial es controlado por el Gobierno federal a través del nombramiento de
sus directores, mantiene una tasa de interés sumamente alta que equivale en la
actualidad al 12 por ciento anual. El director justifica este porcentaje diciendo
que a algunos trabajadores se les cobra una tasa de interés más baja, pero a final de cuentas acepta públicamente que
“de acuerdo al comportamiento histórico de su otorgamiento de crédito, dicha
tasa promedio es del 10.5 por ciento anual”.
Pero, ojo trabajadores, resulta que los bancos comerciales
otorgan créditos con ¡¡¡menores tasas de interés hipotecario!!! Así lo informó
el diario Expansión del 25 de
noviembre de 2020 (unos días antes de la aprobación de la reforma de que
hablamos): Santander 7.75%, BBVA 7.9% y Banorte 8%. Se supone que el INFONAVIT
fue creado para otorgar créditos baratos a los asalariados y que el dinero que
maneja esa Institución es dinero de los trabajadores pero, ante su necesidad de
vivienda, el Gobierno les presta ¡para hacer negocio a sus costillas!, ¡con su
propio dinero! Todos sabemos que los bancos comerciales no son instituciones de
beneficencia, que siempre están detrás
de la ganancia y, si en esta ocasión bajaron sus tasas de interés a los
créditos que otorgan, aun así están ganando cantidades millonarias.
¿Y qué dice la tan celebrada reforma respecto a la tasa de
interés que mantiene el INFONAVIT del 12 por ciento anual? NADA, ABSOLUTAMENTE
NADA. LA TASA DE INTERÉS QUE SE CONTINUARÁ COBRANDO A LOS TRABAJADORES ES LA
MISMA, allí no hay cambio.
Lo que sí destaca de la reforma a la ley del INFONAVIT, es que el Gobierno federal quiere
hacer de esa Institución una gran empresa inmobiliaria, que abarque una
población cada vez más amplia para que sus ingresos crezcan, especialmente sus
ganancias, y todo ello a costa del trabajo y sudor de la población trabajadora.
Por tanto, la reforma al INFONAVIT no es una reforma social, no es una reforma
que sea, en lo principal, para beneficio de la población.
Tan es así, que lo demuestran las opiniones de algunos
empresarios como el expresidente de la Asociación Mexicana de Profesionales
Inmobiliarios (AMPI) Alejandro Kuri, o Daniel Narváez, director de Marketing de Lamudiun, quienes al aprobarse la reforma expresaron
respectivamente: “es para favorecer el mercado inmobiliario”, “es un gran impulso para el sector inmobiliario”.
Por tanto, es falso lo que dicen los diputados afines al gobierno morenista acerca
de la reforma, que “se está atendiendo
uno de los mandatos constitucionales que respalda el derecho de los mexicanos
de tener un lugar para vivir de manera digna.”
Los que en esta publicación escribimos, opinamos que el INFONAVIT
debe transformarse de ser una de las inmobiliarias más caras que hay en el
país, más cara incluso que las empresas privadas, en una institución de
verdadero servicio social, que otorgue créditos baratos a los trabajadores, que
construya viviendas de calidad con todos los servicios, que su precio sea
justo, que las dimensiones de las viviendas sean dignas y decorosas y no “cajas
de cigarros” donde no cabe la familia del trabajador y que las viviendas estén
cercanas al centro laboral de los beneficiarios.
El año que acaba de terminar, tanto la dirección del INFONAVIT
como la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU),
reconocieron que el INFONAVIT registra 650 mil casas abandonadas en todo el
país, debido principalmente a los altos costos del crédito, a los materiales de
mala calidad con que se construyen las viviendas, a la falta de servicios, a su
tamaño y a su lejanía.
En este tiempo que los trabajadores esperaban que el Gobierno
cumpliera con la promesa de bajar el precio de los créditos, el gobierno morenista
aprobó una reforma que privilegia la ganancia del prestamista, la ganancia del
que otorga los créditos y no el que los
trabajadores cuenten con una vivienda digna y decorosa, como lo establece la
Constitución.
Está claro que a quienes han cotizado al INFONAVIT no se
les consultan las políticas que la institución aplica, ni en los anteriores
gobiernos ni en este, todo ello aunque el actual Director declare a los medios
que la reforma “se dio a través del diálogo entre sectores”. Lo mismo decían
los gobiernos anteriores. Es un hecho, y lo sabe el Gobierno, que los
representantes de trabajadores que allí se reúnen son sólo comparsas de los
intereses del Gobierno y de las cúpulas patronales.
Para que haya una reforma en materia de vivienda que
verdaderamente beneficie a los trabajadores, para que se cumpla el derecho
constitucional de que los mexicanos cuenten con una vivienda digna y decorosa,
es necesario que la reforma no
la esperemos del Gobierno o de algún gobernante iluminado, sino que los asalariados organizados y unidos hagamos
escuchar nuestra voz para que se cumpla ese y los derechos que merecemos como
productores de la riqueza social que somos.
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