Humberto Castro
En los
días que corren, pocos mexicanos dudan o desconocen que uno de los principales
problemas de nuestro país es la pobreza. Gobiernos van y gobiernos vienen y el
número de pobres sigue creciendo. El Consejo Nacional de Evaluación de la
Política del Desarrollo Social (CONEVAL) en su informe de 2018 estimaba en 61
millones el número de mexicanos que vivían con un ingreso inferior a la línea
de pobreza. A principios de este año, este mismo organismo publicó que una de
las consecuencias de la pandemia del covid-19 fue el empobrecimiento de otros
9.8 millones de mexicanos, por lo que “bajo el escenario planteado por la
crisis del covid-19, ese número aumentaría a más de 70 millones de pobres.” (El
País, 9 de febrero de 2021).
Por su
parte, el líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), hoy presidente
de la República, a pesar de los malos resultados de su gobierno para mejorar la
suerte de la población, sigue insistiendo que el mayor problema del país es la
corrupción y que combatiendo ésta mejorará la situación económica, política y
social de los mexicanos.
Siempre
hemos sostenido en este medio que el principal problema de México es la injusta
distribución de la riqueza y su concentración en pocas manos y que, tal como
hoy lo estamos viviendo, ese fenómeno es lo que genera cada vez mayor número de
pobres. Por eso hemos insistido en que uno de los remedios verdaderos para
combatir la pobreza es la aplicación de una nueva política salarial, en donde
el trabajador gane lo suficiente para sostener a su familia en las condiciones
que establece la fracción VI del artículo 123 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM): “Los salarios mínimos generales deberán
ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia,
en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación
obligatoria de los hijos.” Para cumplir con este precepto los gobiernos
mexicanos, todos, debieron haber aplicado medidas para que, por una jornada de trabajo
de ocho horas, los asalariados ganaran lo suficiente para satisfacer las
necesidades normales de su familia. Pero esto no ha sido así, han dejado tal derecho
constitucional de los trabajadores en letra muerta. Es más, muchos mexicanos confiaron
el voto a López Obrador con la esperanza de que su gobierno cambiaría la
situación en favor de los que viven de un salario. No ha sido así ni lo será en
este gobierno. A tal grado confió la gente en el proyecto de gobierno de
Morena, que no sólo llevó a su candidato a la Presidencia, sino que ganó
también la mayoría en la Cámara de Senadores y la Cámara de Diputados. Tienen
pues todas las condiciones para cambiar las leyes en favor de los trabajadores
pero no lo hacen.
La
reflexión anterior es muy actual en este momento porque los senadores y
diputados morenistas, que son mayoría en ambas cámaras, acaban de aprobar las
modificaciones legales que, a su entender, requieren los trabajadores mexicanos
en materia salarial.
La
primera de ellas fue titulada por algunos diarios así: “Diputados aprueban que
el salario mínimo no esté por debajo de la inflación” (La Jornada, 3 de marzo
de 2021) y consistió en modificar el artículo 90 de la Ley Federal del Trabajo
(LFT), al cual le agregaron un cuarto párrafo que dice: “La fijación anual de
los salarios mínimos o la revisión de los mismos, nunca estará por debajo de la
inflación observada durante el periodo de su vigencia transcurrido”. Ya antes, en el mes de diciembre, los
senadores habían aprobado esa misma reforma, por lo que después de aprobarla
los diputados la turnaron al jefe del Ejecutivo para su publicación y
aplicación. La segunda modificación apareció bajo el título: “Aprueba el senado
igualdad salarial de hombres y mujeres” el 11 de marzo de 2021 (diario La Jornada)
y seguramente, como la anterior, será aprobada los próximos días por la Cámara
de Diputados.
Como era de esperarse, la mayoría de
senadores y diputados, sobre todo los afines al gobierno morenista, se
desvivieron en alabanzas para esas reformas y llegaron a plantearlas como algo
insólito y nunca realizado por otras legislaturas.
Sin embargo, como la tarea de esta
publicación es contribuir a despertar la conciencia política de los
trabajadores, con una visión que represente los intereses de la clase obrera, tendremos
que echarle un balde de agua fría a los embustes y al entusiasmo de los
legisladores y decirles con claridad que su postura nos parece falsa y más bien
electorera. Veamos lo relacionado a la reforma de la igualdad salarial entre
hombres y mujeres, aprobada en el Senado:
Es falsa porque tanto la Constitución
como la LFT ya contienen lineamientos básicos que contemplan esos derechos de
los trabajadores, el problema de todos los gobiernos es y ha sido que jamás se han
hecho cumplir. Se han establecido esos derechos en las leyes, pero para engañar
a los obreros y a los trabajadores en general, para hacerles creer que en el
sistema capitalista algún día tendrán un ingreso que les permita vivir como
seres humanos. Para que no quede como una simple afirmación nuestro dicho,
transcribimos lo que dice la fracción VII del artículo 123 de nuestra Carta
magna y lo que dice el artículo 86 de la LFT:
Art. 123, Fracc. VII (CPEUM): “Para trabajo igual debe corresponder salario igual,
sin tener en cuenta sexo ni nacionalidad”
Artículo 86 (LFT): “A trabajo igual, desempeñado
en puesto, jornada y condiciones de eficiencia también iguales, debe
corresponder salario igual.”
En esos preceptos, sin necesidad de reforma
alguna, ya está considerada la igualdad de salarios entre hombres, mujeres y
cualquier ser humano que realice un trabajo igual. ¿Qué hace falta?, que los
gobiernos hagan cumplir la ley. Por
tanto, esta reforma es esencialmente demagógica, sólo para engañar otra
vez a las trabajadoras haciéndoles creer que los legisladores ahora sí están
trabajando y que ahora sí habrá igualdad salarial. Ahora bien, si tomamos en
cuenta que ya se acercan las elecciones del 6 de junio y que a muchos diputados
federales ya les gustó el cargo y los buenos salarios, los señores quieren ser
reelectos y no dudan en hacerlo con trampas y engañifas hacia los votantes. Tenemos
que echarles en cara a estos legisladores que no nos tragamos su maniobra y que
desde que llegaron a la curul debieron haber presionado para que se cumpliera en
los hechos el derecho de igualdad salarial y no simular una reforma a todas
luces innecesaria ahora que ya están por salir.
Pero está peor la otra reforma en materia
salarial, referente a que el salario mínimo no esté por debajo de la inflación.
En este caso, debemos decirles a los legisladores que esa reforma de plano es
una burla a los trabajadores, porque los asalariados mexicanos lo que
necesitamos es un ingreso que nos alcance para “para satisfacer las necesidades normales
de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer
a la educación obligatoria de los hijos”, como dice nuestra Carta Magna; si los salarios mínimos están
por los suelos ¿qué ganamos con que se garantice únicamente
recuperar el monto de la inflación? Con esa mugre reforma sólo nos
condenaríamos a tener el mismo salario sin esperar un aumento real, es decir, siempre
recuperaríamos únicamente lo que la moneda se hubiera devaluado.
Una
verdadera reforma salarial, que enfrente y de solución aunque sea parcial, a la
desigualdad social, debiera contener como parámetro el monto de la canasta
básica para una familia o tomar, cuando menos, la que tiene definida el CONEVAL,
que la cuantifica en 6 mil pesos mensuales para alimentos y, a partir de esta
definición establecer por ley, que para la satisfacción de las demás
necesidades normales de la familia del trabajador, debiera percibir el
equivalente a dos canastas básicas más, en total, el costo de tres canastas
básicas. Ese debiera ser el salario mínimo general.
Al no plantearse así el problema y su
solución, los diputados y senadores de Morena están traicionando a la clase
trabajadora, porque en la campaña de 2018 prometieron hacer leyes para mejorar
el ingreso de los asalariados, le pidieron al pueblo tener mayoría en las dos
cámaras para legislar en su favor pero esa mayoría al pueblo no le ha servido
de nada; los mexicanos hoy estamos más empobrecidos, con más desempleo, con
peores sistemas de salud y educación, y, además, con una cámara de senadores y
diputados que busca que sigamos ganando lo mismo por nuestro trabajo, que
recuperemos sólo el monto de la inflación y que no se garantice para nosotros
un aumento real. Es casi seguro que esas hayan sido las indicaciones que les
dio el Presidente porque para él el mayor problema es la corrupción (la de
otros), pero con ese tipo de reformas jamás se acabará la pobreza entre los
trabajadores, los mexicanos necesitamos en el aparato legislativo verdaderos
representantes populares, verdaderos representantes de los trabajadores, no
peleles del Ejecutivo. Pensemos mejor nuestro voto el próximo 6 de junio.
0 comentarios:
Publicar un comentario