jueves, 13 de mayo de 2021

¿Calor natural?

 

Alberto Corona Escamilla 

Cada día, siendo todavía de mañana, voy a ganarme el pan de mis hijas. Al caminar hacia la combi, prácticamente los rayos del sol “cocinan mi carne en el propio jugo”. Y ya en el vagón del metro, de ida y regreso, con el tapaboca, hacinamiento y calor se hacen insoportables.

El calor que se sufre, en aumento cada año, en calles y lugares públicos es aparentemente algo inevitable y natural. Pero esto no es cierto. Hoy, este calor como la presencia del virus COVID 19, se explican por el propósito irracional de la actividad económica que predomina en la sociedad neoliberal, capitalista, que todos sufrimos.

Son diversos los estudios en las ciencias que caracterizan al calor y a la pandemia mundial como efectos negativos de la fabricación de miles de mercancías, algunas incluso baratijas inútiles, durante las últimas cuatro décadas para lograr grandes ganancias obtenidas al venderlas en el mercado.

La actividad de inversionistas y empresarios es guiada por una mentalidad utilitaria, eficaz y deseosa de un nuevo incremento en las ganancias la cual no se detiene ante los riesgos en que ubica a los seres vivos (sean humanos o no) ni la degradación gradual o repentina del ambiente.

Es una mentalidad que se promueve como moderna y es cultivada en la mente a nuestros jóvenes en las escuelas de educación superior. Es tal la instrucción que los hijos ya ni siquiera mencionan que, al finalizar sus estudios, ayudarán a la comunidad en la que crecieron porque toman como modelo de “éxito” social a quien se aprovecha de sus vecinos, compañeros de trabajo o amigos logrando “amasar una fortuna haciendo harina de los demás” y extrayendo de la naturaleza todo lo que le sirve hasta el punto de alcanzar la muerte de esta. ¿Será esta misma mentalidad la que explica parcialmente la violencia contra las mujeres?

Insistiendo, empresarios e inversionistas tienen como actitud constante ignorar las consecuencias negativas que trae cada acto de rapiña -indican los biólogos y economistas críticos- resultado de la mentalidad antes dicha. Esta es la razón por la cual durante ya varias décadas en el Amazonas (Brasil) se sobreexplota el bosque tropical con el corte de madera preciosa para llevar esta al mercado donde se obtendrán grandes dividendos con costos bajísimos y teniendo como consecuencias imprevistas la desaparición de muchas plantas y animales y ahora también el aumento de la temperatura de cada día en el mundo.

En resumen, la reducción de la variedad de la vida conduce a la ruptura del equilibrio dinámico en la relación existente entre todos los seres vivos con el agua, el aire y el suelo que le son necesarios y, finalmente, todo esto lleva a la desaparición de los llamados ecosistemas, de la naturaleza como la conocemos hoy. Y todo por enriquecer a unos cuantos a costa del sacrificio de todos los trabajadores.

Así, todo tipo de inversionistas y empresarios extraen, sin medida y de modo persistente, las riquezas, por ejemplo, en los lugares naturales de China, propiciando la desaparición de seres vivos que controlaban virus como el de covid-19 el cual al desaparecer su “enemigo natural” puede migrar a algún otro animal y finalmente llegar al ser humano, el “paciente cero” dicen los médicos y lo demás es parte de la historia de estos últimos meses que ya se conoce.

En cambio, es el bosque como conjunto y el árbol como individuo asociado a su comunidad vegetal quien produce oxígeno, proporciona sombra y humedad que refresca, regula la absorción de agua al subsuelo, es hogar de múltiples especies de animales y controla los vientos fuertes. Es pues un importante regulador de la humedad, frescura del aire y un buen aliado contra el sofocante calor.

Razones todas estas por la cuales conviene introducir un gran número de árboles y vegetación en todas las poblaciones y colonias para así proporcionar sombra, oxígeno y refrescar el aire durante el traslado de los trabajadores a la empresa, de nuestros hijos a la escuela y de las amas de casa que salen del hogar para atender las necesidades de la familia.

Si con la siembra de árboles se pueden lograr tantos beneficios casi gratuitos para cada empleado, su familia y vecinos, cabe preguntar, ¿por qué las autoridades no lo implementan en las calles donde viven los trabajadores?, ¿una acción así no crearía empleos tan necesarios en estos días?, ¿cómo se aprovechan los impuestos que me cobran?, ¿no es necesario disminuir las oleadas de calor en las colonias donde vive la gente humilde?, ¿mis impuestos pagan la limpieza, verdor y agradable temperatura de las colonias de los ricos?, ¿por qué todo esto ha seguido ocurriendo durante los últimos dos años?

Para las autoridades de la ciudad, la mínima mejoría mencionada para los trabajadores en sus colonias no parece ser de su interés. Y es entendible, pues cada servidor público, siguiendo la mentalidad utilitaria descrita antes, prepara maneras para acumular la mayor riqueza aprovechándose del encargo que se le dio y olvida cuidar de la comunidad defraudando a esta en la confianza otorgada.

No nos engañemos, nadie vendrá a proteger los intereses de los trabajadores. Es indispensable la digna defensa de los derechos y logro de mejorías en nuestra vida como aire limpio y fresco así también una agradable temperatura en las colonias de los asalariados gracias a la organización y acuerdo entre nosotros, nuestros compañeros o vecinos y también mediante la exigencia respecto a que los impuestos que cobra el gobierno se traduzcan en beneficios reales para nuestras familias.

Únicamente la solidaridad organizada y actuante llevara a erradicar la mentalidad individualista y utilitaria de la que hemos hablado y, a final de cuentas, disminuir el agotador calor que sufren nuestras familias y nosotros mismos en el camino a nuestras diarias actividades.

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