jueves, 24 de junio de 2021

SOBRE LAS ENFERMEDADES DE LOS TRABAJADORES

 

Por: Sergio Cadena

          Resulta extraño, pero explicable, que en el tricentenario de la aparición del primer Tratado sobre enfermedades de los trabajadores (De morbis artificum diatriba) escrito por el médico italiano Bernardino Ramazzini, se haya mostrado poco interés por la obra que fundó una especialidad: la Medicina del Trabajo. Extraño para quienes todavía creen en la moral burguesa que predica un humanismo hipócrita, limitado y subordinado a los intereses del capital. Explicable, porque a pesar de que hay esfuerzos aislados de personas y organizaciones por defender la salud de los trabajadores, predominan, de manera aplastante, los intereses del capital. En México, el Instituto Mexicano del Seguro Social se pronunció primero por la reedición de tan famosa obra y, finalmente, salió a la luz, en coedición de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco y el Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa. Basada en la traducción castellana del doctor Juan Manuel Araujo Álvarez, esta importante publicación no hubiese visto la luz sin el apoyo que a instancias de la Secretaría de Salud, ofreció para su difusión, la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo.

 

          La importancia del tema está fuera de duda. Según informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2005, acontecen 330 mil defunciones anualmente, consecuencia de 217 millones de enfermedades de índole laboral y 250 millones de lesiones ocurridas durante el trabajo.

         

Sorprende que los determinantes laborales registrados desde hace tres siglos, con los matices del progreso actual, sean practicamente los mismos: las enfermedades ocupacionales por ambientes con polvos, vapores de toda índole en vitrinas, curtidurías, minas, fábricas y talleres con manejo de mercurio o vitriolo no sólo siguen vigentes, sino que se han agregado el asbesto, el ántrax de los cardadores, miles de compuestos químicos orgánicos e inorgánicos, la mayoría tóxicos en grado variable.

 

Además, al ruido inevitable en las forjas y herrerías se agregan ahora la hipoacusia de los músicos de rock que a edades muy tempranas han perdido 30 por ciento de su capacidad auditiva o la experiencia desagradable de las jornadas de la Bolsa y los empleados de pista en aeropuertos; al ambiente físico bajo las especies de calor, frío, humedad, sequedad compañeras de panaderos, ladrilleros, sopladores de vidrio, lavanderas, ahora se suman las radiaciones ionizantes de los rayos X, la industria nuclear, los vuelos estratosféricos y espaciales; a los manejadores de sustancias como yeseros, caleros, tabacaleros, vinateros, curtidores, salineros, jaboneros, aceiteros y boticarios entre otros, la tecnología y la química han agregado varios millones de moléculas nuevas, útiles en la industria, pero que han resultado con efectos adversos a la salud del trabajador.

El sentido común de Ramazzini para alertar sobre posiciones defectuosas durante el trabajo, la conveniencia de suspender periódicamente las labores durante la jornada ya sea para descansar o para hacer un ejercicio diferente. Las quejas de los asiduos a la pantalla de las computadoras, el teclado de la consola y el uso del “ratón” son la expresión moderna de los defectos de posición alertados desde 1700. Sus consejos para protegerse durante el trabajo tienen valor actual: ventilar los centros de trabajo, purificar el aire, usar cubrebocas y mascarillas, no ingerir alcohol durante el horario de trabajo, etc.

         

Por la misma deshumanización que existe en la producción capitalista, en México no se fomenta la Medicina del Trabajo. A pesar de ello, en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social hay en proceso 75 mil demandas por riesgos laborales pero no hay un Instituto de Medicina del Trabajo. La Medicina del Deporte constituye la excepción, como resultado del interés por los juegos olímpicos. Ojalá que la investigación de las enfermedades de los atletas descritas desde hace 3 siglos, sirva para estimular el estudio, prevención, atención y rehabilitación de las enfermedades de los trabajadores en el siglo XXI.

 

 

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