Ricardo
Torres
En el marco del Tratado de libre comercio entre México, Estados
Unidos y Canadá (T-MEC) y la reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) de 2019,
el pasado 17 y 18 de agosto se realizó el proceso de legitimación del Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) suscrito entre
la empresa General Motors (GM) de Silao, Guanajuato y el Sindicato de la
Industria Automotriz Miguel Trujillo López, adherido a la CTM; en presencia de
observadores de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Secretaría
de Trabajo y Previsión Social (STPS) y el Instituto Nacional Electoral (INE),
de los 5 mil 876 trabajadores que participaron a través del voto libre, secreto
y directo, por mayoría, 3 mil 214 obreros decidieron rechazar el CCT.
Conforme al “Protocolo para la legitimación de contratos
colectivos de trabajo existentes”, con este resultado se da por terminado dicho
CCT; esto significa que, a pesar de que los trabajadores conservan en lo
inmediato sus prestaciones y condiciones de trabajo, carecerán formalmente de
un CCT y una representación sindical, lo que da el banderazo de arranque a la
futura pugna sindical por obtener la firma del nuevo CCT de GM en Silao.
Finalmente
el Gobierno mexicano aceptó la queja y se comprometió a reponer el proceso a
más tardar el 20 de agosto. La intervención directa del Gobierno norteamericano
explica entonces la pronta reposición del procedimiento de legitimación, la presencia
de observadores de la OIT, la STPS, el INE y el cumplimiento inamovible del
proceso en los días establecidos, pese a la agudización de la pandemia.
A mi juicio, para comprender un poco más la
naturaleza de este conflicto, los trabajadores no debemos perder de vista tres
consideraciones.
Primera.
El Gobierno norteamericano que hoy se erige como defensor de los trabajadores
mexicanos de GM en Silao, es un simulador que pretende ocultar sus verdaderos
intereses; en realidad es el continuador de las políticas expansionistas y
explotadoras de un Estado que nos despojó más de la mitad de nuestro territorio
nacional; que arrojó sus bombas asesinas sobre Hiroshima y Nagasaki; que mintió
al mundo sobre la existencia de armas de destrucción masiva para invadir Irak y
asesinar a Sadam Hussein; que eliminó a Muamar Gadafi en Libia para adueñarse del petróleo
africano; que durante más de 60 años ha mantenido un criminal bloqueo
económico, financiero y comercial en contra de Cuba; que durante décadas ha
promovido la aniquilación del pueblo palestino; que por más de 20 años mantuvo
su invasión homicida en Afganistán para beneplácito de la industria militar, etc.,
etc. En suma, resulta que los asesinos del mundo se disfrazan ahora de candorosos
defensores de los trabajadores; un engaño, una mentira que los obreros de
México y el mundo debemos desterrar y denunciar ante la opinión pública.
Los
dueños del capital, a través del neoliberalismo, han impuesto su hegemonía en
el planeta ya no solo por la vía de la guerra y las intervenciones militares,
sino ahora, además, a través de una invasión económica que va eliminando todas
aquellas barreras nacionales, económicas y legales, que impiden la libre
circulación de capitales, mercancías y servicios, apoderándose así de la vida
material y social de los países más débiles. Esto significa, en los hechos, la
pérdida gradual de la soberanía de las naciones pobres o en vías de desarrollo como
la nuestra. Así, al tiempo que se va imponiendo su dominación imperialista en
el planeta, se va anulando también la libre determinación de los pueblos.
En
este sentido el T-MEC, en vigor desde julio de 2020, es precisamente un
mecanismo de sometimiento que el imperialismo norteamericano perfeccionó e
impuso a nuestro país para facilitar la actividad comercial de la región en favor
del capital norteamericano. Para ratificar el T-MEC, el Gobierno de Estados
Unidos exigió al Gobierno mexicano
reformar la ley laboral, no porque el imperio estuviera muy preocupado por los
derechos e intereses de los trabajadores mexicanos, sino porque entre muchas
otras pretensiones que se establecen en el Tratado, en el ámbito laboral, especialmente en la lucrativa industria automotriz,
argumentan que existe una competencia desleal que provoca un desplazamiento de miles de puestos
de trabajo de Estados Unidos hacia México debido a que nuestra mano de obra es
más barata.
La dependencia económica de nuestra nación con los
vecinos del norte y su feroz política neoliberal derrumbaron las barreras
nacionales contenidas en nuestras leyes; violando nuestra soberanía y bajo los ventajosos
acuerdos del T-MEC, el Gobierno norteamericano realiza hoy una descarada
intromisión en la vida laboral de nuestro país: contratos, salarios, prestaciones,
derechos, sindicatos, paros, huelgas, etc., todo ello estará bajo la vigilancia
y aprobación del supremo Gobierno norteamericano.
Segunda. Desde su toma de posesión como presidente, Andrés Manuel
López Obrador decretó el fin del modelo neoliberal en México, sin embargo, la
reforma morenista a la LFT, en 2019, simplemente sirvió para ejecutar y dar
continuidad a la reforma constitucional promovida en 2017 por el gobierno neoliberal
de Enrique Peña Nieto. Hoy vemos no solo
continuidad en la aplicación de este modelo, sino un reforzamiento en las
medidas neoliberales que benefician al capital. La intromisión del
Gobierno norteamericano en la vida laboral de nuestro país, a través del T-MEC,
demuestra que AMLO resultó ser más neoliberal que sus antecesores.
Pero el gobierno morenista no solo se ha plegado dócilmente a los
intereses económicos y laborales ordenados por el imperialismo estadounidense,
sino que, al mismo tiempo, ajustó la reforma laboral para ir adquiriendo el control del
sindicalismo oficial con miras a imponer su predominio en el seno de la clase
obrera mexicana. En GM de Silao, la Confederación Autónoma de Trabajadores y
Empleados de México (CATEM), encabezada por el senador morenista Pedro Miguel Haces
Barba, se perfila como fuerte candidata para obtener el nuevo CCT de GM.
Tercera. El
indiscutible triunfo de los trabajadores de GM en Silao merece el
reconocimiento de los trabajadores de México. En mi opinión, más que rechazar la
legitimación de su CCT, lo que con justa razón buscaba la mayoría de ellos era
sacudirse al charrismo de la CTM y lo lograron. Han dado un paso muy importante
pero lo cierto es que sus condiciones de trabajo siguen siendo exactamente las
mismas; podrán cambiar de representación sindical, sí, pero el verdadero
problema es la empresa; no olvidemos que los artífices de los contratos de
protección han sido y seguirán siendo los patrones que pagan a los líderes
charros para proteger sus intereses; son las empresas quienes buscando
conservar o ampliar sus márgenes de ganancia, en las negociaciones salariales o
contractuales, se resisten a mejorar las condiciones de trabajo de los obreros.
Seguramente su nuevo CCT presentará sustanciosos avances para cumplir con el
T-MEC pero nada que lesione las reglas del mercado y la ganancia proyectada por
el capital.
Es por
ello que los obreros de GM en Silao deberán desplegar su cohesión y capacidad organizativa
no solo para evitar que el viejo charrismo de la CTM sea sustituido por el
nuevo charrismo morenista, sino para enfrentar directamente a una importante empresa
transnacional que ajustará sus métodos de control para entregar mejores cuentas
al capital. En futuras contiendas obrero-patronales, la victoria o derrota de
los trabajadores de GM en Silao dependerá de su unidad, organización y
combatividad frente a los patrones. Se confirma, la
emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos, de nadie
más.
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