lunes, 23 de agosto de 2021

Acerca del conflicto de General Motors en Silao

 

Ricardo Torres

          En el marco del Tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y la reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) de 2019, el pasado 17 y 18 de agosto se realizó el proceso de legitimación del Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) suscrito entre la empresa General Motors (GM) de Silao, Guanajuato y el Sindicato de la Industria Automotriz Miguel Trujillo López, adherido a la CTM; en presencia de observadores de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS) y el Instituto Nacional Electoral (INE), de los 5 mil 876 trabajadores que participaron a través del voto libre, secreto y directo, por mayoría, 3 mil 214 obreros decidieron rechazar el CCT.

          Conforme al “Protocolo para la legitimación de contratos colectivos de trabajo existentes”, con este resultado se da por terminado dicho CCT; esto significa que, a pesar de que los trabajadores conservan en lo inmediato sus prestaciones y condiciones de trabajo, carecerán formalmente de un CCT y una representación sindical, lo que da el banderazo de arranque a la futura pugna sindical por obtener la firma del nuevo CCT de GM en Silao.   

               Las causas que provocaron que dicha legitimación  escalara a nivel nacional e internacional fueron, por un lado, la suspensión de la consulta a los trabajadores, programada para los días 20, 21 y 22 de abril, que fue interrumpida por las evidentes irregularidades cometidas por la empresa y el sindicato: la STPS declaró nulo el procedimiento. Y, por otro lado, porque dichas irregularidades fueron motivo suficiente para que el Gobierno norteamericano utilizara el Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida contenido en el capítulo 23 del T-MEC y promoviera una queja por violación a los derechos de los trabajadores de GM en Silao. A decir de la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, “El mecanismo se creó para abordar rápidamente las disputas laborales, y este anuncio demuestra nuestro compromiso de utilizar las herramientas del acuerdo para defender a los trabajadores en el país y en el extranjero”.

Finalmente el Gobierno mexicano aceptó la queja y se comprometió a reponer el proceso a más tardar el 20 de agosto. La intervención directa del Gobierno norteamericano explica entonces la pronta reposición del procedimiento de legitimación, la presencia de observadores de la OIT, la STPS, el INE y el cumplimiento inamovible del proceso en los días establecidos, pese a la agudización de la pandemia.

 A mi juicio, para comprender un poco más la naturaleza de este conflicto, los trabajadores no debemos perder de vista tres consideraciones.

Primera. El Gobierno norteamericano que hoy se erige como defensor de los trabajadores mexicanos de GM en Silao, es un simulador que pretende ocultar sus verdaderos intereses; en realidad es el continuador de las políticas expansionistas y explotadoras de un Estado que nos despojó más de la mitad de nuestro territorio nacional; que arrojó sus bombas asesinas sobre Hiroshima y Nagasaki; que mintió al mundo sobre la existencia de armas de destrucción masiva para invadir Irak y asesinar a Sadam Hussein; que eliminó a Muamar Gadafi en Libia para adueñarse del petróleo africano; que durante más de 60 años ha mantenido un criminal bloqueo económico, financiero y comercial en contra de Cuba; que durante décadas ha promovido la aniquilación del pueblo palestino; que por más de 20 años mantuvo su invasión homicida en Afganistán para beneplácito de la industria militar, etc., etc. En suma, resulta que los asesinos del mundo se disfrazan ahora de candorosos defensores de los trabajadores; un engaño, una mentira que los obreros de México y el mundo debemos desterrar y denunciar ante la opinión pública.

Los dueños del capital, a través del neoliberalismo, han impuesto su hegemonía en el planeta ya no solo por la vía de la guerra y las intervenciones militares, sino ahora, además, a través de una invasión económica que va eliminando todas aquellas barreras nacionales, económicas y legales, que impiden la libre circulación de capitales, mercancías y servicios, apoderándose así de la vida material y social de los países más débiles. Esto significa, en los hechos, la pérdida gradual de la soberanía de las naciones pobres o en vías de desarrollo como la nuestra. Así, al tiempo que se va imponiendo su dominación imperialista en el planeta, se va anulando también la libre determinación de los pueblos.

En este sentido el T-MEC, en vigor desde julio de 2020, es precisamente un mecanismo de sometimiento que el imperialismo norteamericano perfeccionó e impuso a nuestro país para facilitar la actividad comercial de la región en favor del capital norteamericano. Para ratificar el T-MEC, el Gobierno de Estados Unidos exigió al  Gobierno mexicano reformar la ley laboral, no porque el imperio estuviera muy preocupado por los derechos e intereses de los trabajadores mexicanos, sino porque entre muchas otras pretensiones que se establecen en el Tratado, en el ámbito laboral, especialmente en la lucrativa industria automotriz, argumentan que existe una competencia desleal que provoca un desplazamiento de miles de puestos de trabajo de Estados Unidos hacia México debido a que nuestra mano de obra es más barata.

La dependencia económica de nuestra nación con los vecinos del norte y su feroz política neoliberal derrumbaron las barreras nacionales contenidas en nuestras leyes; violando nuestra soberanía y bajo los ventajosos acuerdos del T-MEC, el Gobierno norteamericano realiza hoy una descarada intromisión en la vida laboral de nuestro país: contratos, salarios, prestaciones, derechos, sindicatos, paros, huelgas, etc., todo ello estará bajo la vigilancia y aprobación del supremo Gobierno norteamericano.        

          Segunda. Desde su toma de posesión como presidente, Andrés Manuel López Obrador decretó el fin del modelo neoliberal en México, sin embargo, la reforma morenista a la LFT, en 2019, simplemente sirvió para ejecutar y dar continuidad a la reforma constitucional promovida en 2017 por el gobierno neoliberal de Enrique Peña Nieto. Hoy vemos no solo continuidad en la aplicación de este modelo, sino un reforzamiento en las medidas neoliberales que benefician al capital. La intromisión del Gobierno norteamericano en la vida laboral de nuestro país, a través del T-MEC, demuestra que AMLO resultó ser más neoliberal que sus antecesores.

Pero el gobierno morenista no solo se ha plegado dócilmente a los intereses económicos y laborales ordenados por el imperialismo estadounidense, sino que, al mismo tiempo, ajustó la reforma laboral para ir adquiriendo el control del sindicalismo oficial con miras a imponer su predominio en el seno de la clase obrera mexicana. En GM de Silao, la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), encabezada por el senador morenista Pedro Miguel Haces Barba, se perfila como fuerte candidata para obtener el nuevo CCT de GM.

Tercera. El indiscutible triunfo de los trabajadores de GM en Silao merece el reconocimiento de los trabajadores de México. En mi opinión, más que rechazar la legitimación de su CCT, lo que con justa razón buscaba la mayoría de ellos era sacudirse al charrismo de la CTM y lo lograron. Han dado un paso muy importante pero lo cierto es que sus condiciones de trabajo siguen siendo exactamente las mismas; podrán cambiar de representación sindical, sí, pero el verdadero problema es la empresa; no olvidemos que los artífices de los contratos de protección han sido y seguirán siendo los patrones que pagan a los líderes charros para proteger sus intereses; son las empresas quienes buscando conservar o ampliar sus márgenes de ganancia, en las negociaciones salariales o contractuales, se resisten a mejorar las condiciones de trabajo de los obreros. Seguramente su nuevo CCT presentará sustanciosos avances para cumplir con el T-MEC pero nada que lesione las reglas del mercado y la ganancia proyectada por el capital.   

Es por ello que los obreros de GM en Silao deberán desplegar su cohesión y capacidad organizativa no solo para evitar que el viejo charrismo de la CTM sea sustituido por el nuevo charrismo morenista, sino para enfrentar directamente a una importante empresa transnacional que ajustará sus métodos de control para entregar mejores cuentas al capital. En futuras contiendas obrero-patronales, la victoria o derrota de los trabajadores de GM en Silao dependerá de su unidad, organización y combatividad frente a los patrones. Se confirma, la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos, de nadie más.


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