Rufino
Córdova Torres
—Ahora sí, nos han dado
Sidral por Tecate -dijo Félix sonriendo burlonamente y goteando un mar salado-.
—Pablo, pescándolas al
vuelo, contestó: ¿dónde estabas cuando se votó?, ¿te hubieras opuesto?
Afanosamente con la
pala ambos buscaban terminar de mezclar arena, grava, cemento y agua para
enseguida llenar los botes, subir y echar el colado. Por su parte, el maestro
observaba detenidamente que lo hicieran bien, pero se divertía escuchando la
contienda verbal.
—No seas guey, insistió
Félix, estaba empiernado con tu hermana. Y tú estuviste molestingando que
disque la esperanza, el cambio, el voto útil y los trabajadores en el paraíso.
Al masticar esas
palabras Félix ya tenía una mueca amarga y hasta rencorosa pues le vino a la
mente el trabajo como obrero especializado que perdido a mediados de 2020.
Ahora sólo tenía chambitas para ir pasando la necesidad como esa de macuarro. Y
ya puesto a recordar, repasó lo sucedido hacia algunas horas.
El macuarro Félix había
llegado temprano deseando hablar con el maestro de obra para que le diera algo
más, lo que fuera y donde se ubicara el trabajo, pues tenía necesidad de hacer
algunos pagos. Pero accidentalmente escuchó que el dueño tenía una mejor casa
para su familia mientras que estaba haciendo esta otra para rentar.
La sorpresa fue mayor
cuando en silencio escuchó cómo el dueño, respondiendo a la pregunta del
maestro albañil, jactancioso contó que todo se pagaba con el dinero no gastado
antes de las becas otorgadas por la 4T y algo más de las ganancias en sus propios
negocios.
Siempre trabajador
atento, Félix rápido hizo números y concluyó con claridad que quien lo contrataba
no necesitó nunca de los apoyos asignados por MORENA provenientes de los
impuestos dados por todos los mexicanos, ¿cómo había sido posible esto?
—¡Félix échale, con ganas!
-dijo Pablo a voces increpando a quien parecía que estaba ausente-, dejando al
otro la parte pesada de la revoltura. Sin embargo, la mirada de Félix hizo
callar a Pablo.
Félix había esperado varios
meses a que le dieran alguna despensa o algo para sortear el asunto mientras buscaba
y deseaba regresar a trabajar. Incluso, se había propuesto organizarse con quienes
tenían la misma suerte y respetuosamente solicitar y gestionar un mínimo
socorro, sólo para sus hijos.
Jesús, siendo encargado
de la manzana y representante de MORENA, al enterarse de la intención de Félix
de organizarse con sus vecinos desempleados le recomendó que no lo hiciera
porque así apoyaba a los “conservadores”. Además, Jesús otorgó solemne palabra
de que pronto le llegaría un apoyo. Después de aguantar muchísimas semanas era evidente
que ahora nada le otorgarían pues ya ni las llamadas le respondía aquél.
—¿Por qué es tan malo
organizarse para solicitar algo al Gobierno? se repetía Félix para sí y para la
Susa, su mujer, a la cual imaginaba para que le ayudara en ese momento a dar
una respuesta.
—No hay apoyo ni
protección ante el Covid-19, ni facilidades fiscales o de otro tipo a las
empresas para que recontraten personal. Y uno casi solo tiene que empeñarse en
salir adelante con el encarecimiento de las tortillas, las verduras, el huevo y
todo -pensó Félix saltando en su mente a otro tema mientras seguía esforzándose
con la pala y echando miradas de rencor a su cuñado-. Mientras todos los días
nos dicen que toda mejora, que vamos bien, aumenta poquito el contagio pero somos
felices y estamos por llegar al nivel de Finlandia.
—Pablo perspicaz, dijo:
yo te animé a votar por MORENA, pero tú decidiste, tú fuiste, yo solo te hablé.
Y conste que lo mismo fue con mi hermana cuando tú ni te animabas a saludarla
menos a arrimarte.
—Yo también como tú
desconfié -afirmo Pablo ya avergonzado- de quienes nos advirtieron que AMLO y
su partido no sabían o de plano eran incapaces de resolver realmente los
problemas que desde hacía muchos años veníamos arrastrando los trabajadores. Y los
dos no lo creímos.
—También con desilusión
fue que Pablo entendió y confirmo a su cuñado- nos han dado refresco de manzana
por cerveza fría. Estaba avergonzado con quien realmente amaba a su hermana y
se portaba con él como hombre cabal.
—Qué va, dijo Félix, manzanita
por cerveza es poco, al menos, eso sería dulce. Y ya entendiendo la situación
avanzó. En realidad nos han dado orines por cerveza y lo hemos agradecido hasta
ahora. Y entonces volvió a callar mientras continuaba con la faena.
—Pablo sabía de la
sonrisa burlona que ya colgaba en los labios del tío de sus hijos. Por el mal
consejo y el error al votar no daría ninguna retribución a su cuñado y, a la
vez, hermano de clase, pero asumiría la decisión y entonces con hombría le
contesto a Félix: ¡nos han dado orines por cerveza fría ¡
Después no se dijo
nada. Había que actuar, reclamar, organizarse.
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