domingo, 3 de octubre de 2021

CONACYT: corrupción y retroceso de la justicia penal con la 4T

 


Humberto Castro

Sostienen diferentes juristas que cuando existió el sistema penal mixto en nuestro país imperó la privación de la libertad de los inculpados, que se les seguía proceso y únicamente hasta la sentencia, si probaban su inocencia, salían en libertad; que ante tal abuso del Estado como impartidor de justicia, a partir de 2008, se vio necesario cambiar el antiguo sistema por el nuevo sistema procesal penal acusatorio, el cual contendría como uno de sus ejes la presunción de inocencia la cual, en unión con el debido proceso y el respeto a los derechos fundamentales de los gobernados, sería parte del garantismo procesal penal. Se llegó a decir que la presunción de inocencia es un derecho humano garantizado por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) y los tratados internacionales y constituye un principio de protección y tutela de los derechos de todo ciudadano.

La presunción de inocencia es el derecho que tiene todo ciudadano a que se le considere inocente hasta que se demuestre lo contrario cuando sea acusado de un delito (CPEUM, artículo 20, apartado B, fracción I). El debido proceso es el conjunto de formalidades que deben observarse en cualquier procedimiento legal para asegurar los derechos de toda persona acusada de cometer un delito.

Tales conceptos legales, vienen al caso a raíz de que fue noticia nacional, el pasado 22 de septiembre, la persecución de 31 científicos por parte de la Fiscalía General de la República (FGR) a cargo del abogado Alejandro Gertz Manero; los científicos están adscritos al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) y al Foro Consultivo de Ciencia y Tecnología (FCCyT). El diario El Universal tituló en su primera plana “Fiscalía va por nueva orden de aprehensión contra científicos” (22 de septiembre de 2021).

La persecución a los hombres y mujeres de ciencia consistió en que a toda costa la Fiscalía quiere encarcelarlos y llevarlos al penal de Almoloya de Juárez, un penal de máxima seguridad ubicado en el estado de México, donde se tiene privados de la libertad a los peores asesinos y narcotraficantes del país. A los científicos la FGR los acusa de delitos muy graves tales como peculado, lavado de dinero, uso ilícito de atribuciones y facultades, corrupción y delincuencia organizada, es decir, de delitos que ameritan cárcel por casi cien años y los cuales son sujetos también de prisión preventiva inmediata. La persecución con saña de la FGR no sólo se demuestra con la imputación deliberada de los delitos con las peores sanciones del Código Penal, sino con el hecho de que por segunda vez el juez ante el cual se interpuso la denuncia rechazó otorgar la orden de aprehensión contra los acusados porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) conoció de los delitos que les señala la FGR y “no hay delito que perseguir porque la Corte se pronunció al respecto”. A pesar de tal respuesta, la FGR se pronunció por insistir una tercera vez y cuantas veces sea necesario para lograr la detención de los inculpados.

La pregunta para los ciudadanos comunes, como el que esto escribe, y seguramente para la mayoría de trabajadores es ¿por qué arremeten con tal vehemencia la directora del CONACyT y el fiscal general contra los estudiosos de la ciencia?, ¿por qué tanta saña y sevicia contra mujeres y hombres que han contribuido al desarrollo científico de México?, ¿por qué continúa el gobierno de la 4T con el despliegue de todos sus recursos para privar de la libertad a personas que se dedican a cumplir con su trabajo?

Algunos de los analistas que han hablado del tema sostienen que es una venganza del fiscal general Hertz Manero, porque sintiéndose hombre de ciencia, durante más de diez años quiso ingresar al Sistema Nacional de Investigadores (SIN) pero diferentes comisiones de científicos del CONACyT no lo aceptaron “porque no tenía los méritos para entrar”, para ello demostraron además, Guillermo Sheridan, entre otros (dice Aziz Nacif), que varios de los libros que firma como de su autoría contenían pasajes que revelan plagio por parte de Gertz, es decir, que copió partes enteras de otros libros y otros autores sin otorgarles el respectivo crédito. Agregan, por otra parte, que se inconformaron varios científicos (algunos de los cuales son de los denunciados por la FGR) porque a partir de que fue nombrada la actual directora María Elena Álvarez Buylla por Andrés Manuel López Obrador, ésta formó una comisión con tres investigadores (y no de 14 como es el reglamento interno) para otorgarle a Gertz el “nivel tres” (el más alto) dentro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

No dudo que la persecución emprendida por la FGR tenga ese ingrediente de venganza de Gertz contra los 31 científicos acusados, del que hablan varios comentaristas, sin embargo, creo más bien que la saña y la sevicia de que son objeto hoy los investigadores obedecen a una política de Estado, obedecen a la estrategia que el “gobierno del cambio”, “el gobierno de la esperanza” ha fabricado para aplastar a todos aquellos que no se sometan a su política, a sus intereses, y que tengan la osadía de criticar sus errores, su falta de cumplimiento a las promesas de campaña y todo lo fallido de este mal gobierno.

Para que no quede sólo como una afirmación sin sustento, veamos algunas de las razones que fortalecen mi opinión.

Primera, Gertz no tiene ya necesidad personal de irse tan a fondo contra los investigadores porque gracias a sus “cuates” ya obtuvo lo que quería; logró no sólo ser parte del SNI, sino que obtuvo el “nivel tres” y eso significa una mejor posición y un pago mucho más elevado, cuando lo reciba, aunque pesen sobre él las acusaciones de copiador de libros de otros autores y la obtención fraudulenta del máximo grado del sistema de investigadores.

Segunda, el aparente respaldo que de inmediato recibió Gertz a sus acciones para perseguir a los científicos, por parte del presidente López Obrador, quien desde la mañanera no sólo respaldó sino fustigó a la FGR a seguir con las acciones emprendidas. Con su manera de plantear las cosas el presidente dejó evidente que no sólo estaba enterado del asunto, sino que la orden de la persecución salió de allí, del propio Palacio Nacional. Por eso digo que el respaldo fue aparente, porque fue un respaldo a la acción que previamente le había ordenado López Obrador al fiscal, aunque se diga que la Fiscalía es autónoma y que ésta solo busca aplicar la ley. 

Tercera, es conocido que diferentes investigadores han cuestionado y se han inconformado con la política del actual Gobierno federal, especialmente los recortes a la ya de por sí maltrecha partida económica destinada por los gobiernos a la investigación científica en México. En 2020, AMLO eliminó 91 fideicomisos de investigación científica, eliminó becas y proyectos de investigación; hay una reducción sistemática del presupuesto destinado a ciencia y tecnología que ya había iniciado en los últimos años del gobierno anterior; prohibió a los científicos asistir a congresos en el exterior, etc. Ante ese desastre, diferentes investigadores subrayaron la violación de la Ley de Ciencia y Tecnología por parte del actual gobierno, la cual establece que por lo menos debe destinarse a la ciencia y la investigación el 1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) cuando actualmente se destina tan solo el 0.38 por ciento. Agregaron también que el 42 por ciento de lo que se aprueba se va a la Secretaría de Educación Pública para promover la ciencia en educación básica y no en proyectos de investigación. Asimismo, denunciaron que los países de la Organización para el Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) destinan en promedio el 2.4 por ciento de su PIB para ciencia y tecnología, y que si México no destina más recursos a estos rubros seguiremos en el atraso y la dependencia de los países más avanzados. En todo esto, a los científicos les asiste la razón.

Y aquí estalló el hígado del “Mesías”. Encolerizado, de inmediato dio la orden para frenar a los corruptos, a los delincuentes “que se van al extranjero para enseñarse a robar”. Aquí está el verdadero trasfondo de la persecución a los científicos. El gobierno autócrata de López Obrador hubiera deseado que todos esos seres pensantes y prestigiados por su trayectoria dentro de la ciencia mexicana se prosternaran ante sus decisiones y sólo repitieran amén, amén, amén.

Pero al no realizarse sus deseos, de inmediato AMLO echó mano de dos de sus estrategias: la primera, en un claro abuso de poder, denostar, calumniar, acusar y sentenciar desde su mañanera a los científicos, tal como lo ha hecho contra comunicadores, maestros, médicos, campesinos, enfermos de cáncer, feministas, estudiantes y organizaciones de ciudadanos en general que reclaman atención para sus demandas. La segunda, amenazar con la cárcel y la pérdida de sus bienes a todo tipo de ciudadanos que se le opongan.

Recordemos que en cuanto llegó al Gobierno de inmediato se propuso “sentar las bases de la cuarta transformación”, y con motivo de su tercer informe de gobierno dijo que ya las había sentado, que ya podía “irse a su rancho sin preocupaciones”. ¿A qué se refería? Con toda seguridad al acatamiento a su mandato de la mayoría de diputados y senadores de su partido en el Congreso de la Unión, que aprobaron la Ley de Extinción de Dominio (2 de julio de 2019) y después la ampliación del catálogo de delitos graves para ser sujeto de prisión preventiva oficiosa (18 de febrero de 2021), dos garrotes contra aquellos ciudadanos que se atrevan a desafiar, censurar o reprobar sus decisiones.

Con esas modificaciones a la ley, basta que a alguien se le acuse de delincuencia organizada, corrupción o lavado de dinero para que se le ubique en un régimen penal de excepción con la reducción o eliminación de sus derechos, mayor discrecionalidad para las autoridades y el incremento de penas para el sujeto acusado. Este puede perder su libertad y su patrimonio de inmediato por una denuncia que no necesita estar acreditada ante el Ministerio Público. La Ley de Extinción de Dominio permite al gobierno asegurar y vender los bienes incautados aun antes de que se dicte sentencia en el juicio.

Cuando se aprobó dicha ley se dijo que su objetivo era “para debilitar al crimen organizado” y muchos tenían en mente que era para aplicársela a ladrones de altos vuelos, asesinos, narcotraficantes, extorsionadores, miembros de cárteles, tratantes de blancas, pederastas, etc. Pero una vez que el gobierno actual dijo que para estos criminales lo que hay son “abrazos y no balazos”, quedó claro que estas modificaciones a la ley van dirigidas contra el resto de la sociedad, especialmente contra aquellos que se opongan a las decisiones de autócrata de Palacio Nacional.

La ambigüedad de delitos como delincuencia organizada, corrupción y lavado de dinero permite encarcelar a quien sea y quitarle sus bienes sin necesidad de justificar el proceder de la autoridad, ante lo cual, todo ciudadano esta inerme frente al poder del Estado. Otra vez regresamos a la privación de la libertad por capricho del Estado o sus miembros. Otra vez es pisoteada la presunción de inocencia que referimos al principio de este escrito; con las reformas de la 4T y el destino que sigue en su aplicación, vamos camino a un régimen autocrático y al sometimiento de toda la sociedad, con lo que echa por tierra uno de los objetivos más importantes del sistema penal acusatorio, por eso el título de este escrito.

Esa estrategia es la que ahora les están aplicando a los 31 científicos para atemorizarlos y someterlos. Declaró con este motivo José de Jesús Orozco Hernández, expresidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que la reiterada pretensión de la FGR de imputar delitos de la mayor gravedad, como delincuencia organizada a eminentes miembros de la comunidad científica, es contraria a los estándares internacionales de Derechos Humanos “al reflejar un uso desproporcionado, excesivo e intimidatorio del derecho penal” y agregó que “según esos estándares internacionales, en toda sociedad democrática se debe respetar el principio de presunción de inocencia y la naturaleza excepcional de la aplicación de la prisión preventiva” lo cual, evidentemente, no sucede en México.

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