Ricardo
Torres
En
medio de una prolongada y letal pandemia que en nuestro país, según las cifras
oficiales más conservadoras, arroja un saldo superior a los 3 millones 700 mil
contagios y más de 280 mil fallecimientos; en presencia de la variante delta
del coronavirus SARS-CoV-2 que resultó ser más agresiva y contagiosa; con un
sistema nacional de salud en ruinas que lo imposibilita para brindar una eficaz
atención médica a la población; con una criminal escases de insumos y medicamentos
no solo para combatir el covid-19 sino también para atender el tratamiento de pacientes
con cáncer, diabetes, etc.; con una espeluznante carencia de más de 200 mil
médicos y 300 mil enfermeras, según declaraciones del propio secretario de
Salud, Jorge Alcocer Varela; es decir, en medio del desastre sanitario que
vivimos tras la llegada de la pandemia, resulta escandaloso e inaceptable que
el presidente Andrés Manuel López Obrador, en complicidad con el gobernador de Oaxaca,
Alejandro Murat Hinojosa, hayan lanzado a la calle a cerca de 3 mil
trabajadores de la salud en aquella entidad.
Fueron despidos especialistas, cirujanos, médicos generales,
enfermeras, terapeutas, radiólogos, laboratoristas, camilleros, así como
personal administrativo, de mantenimiento, cocina y limpieza que tenían trabajando
de dos hasta más de doce años en los distintos Hospitales de Especialidades,
Generales y Comunitarios, Unidades y Clínicas de Especialidades Médicas y
Centros de Salud. Hecho que no solo afecta a los trabajadores despedidos y sus
familias, sino que impacta directamente en la humilde población oaxaqueña que
requiere atención médica. El Gobierno de Oaxaca justificó dichos despidos
argumentando la falta de presupuesto para el pago de salarios y debido al
vencimiento de los contratos establecidos con dichos trabajadores de la salud
que laboraban como empleados “eventuales”.
Las protestas no se hicieron esperar: desde el 15 de
septiembre que inició la ola de despidos y con la consigna de “Ayer héroes, hoy
desempleados”, los trabajadores de la salud que súbitamente se quedaron sin
empleo, con el respaldo solidario de otros trabajadores y de organizaciones
sociales de la entidad, han salido a las calles para manifestarse en contra de
los injustos despidos realizando marchas, mítines, bloqueos y plantones,
exigiendo justicia laboral y su recontratación definitiva como trabajadores de
base. A las movilizaciones se han sumado padres de niños con cáncer que exigen
la quimioterapia para sus hijos y la reinstalación de los especialistas que
fueron despedidos.
Para
darle cohesión e impulso a su justa lucha, los trabajadores despedidos y no despedidos unieron
sus fuerzas sindicales en una Coordinadora de Sindicatos de Salud de Oaxaca
(CSSO), que agrupa al Sindicato Independiente de Trabajadores del Sector Salud
(SITSS), al Sindicato de Trabajadores del Sistema Nacional de Salud (STSNS), al
Sindicato Independiente de Trabajadores y Profesionales en Salud (SITYPS), al
Sindicato Independiente Nacional de los Trabajadores de la Salud (SINTS) y al
Frente Nacional de Trabajadores de Salud de la República Mexicana (FNTSRM); organizaciones
sindicales legalmente constituidas que hoy reclaman el derecho al trabajo de
sus agremiados, en virtud de que incluso habiéndose vencido el termino fijado
en sus contratos, puesto que la materia de trabajo aún subsiste entonces la
relación laboral debe continuar y prolongarse por el tiempo que sea necesario,
tal y como lo establece el artículo 39 de la Ley Federal del Trabajo (LFT); hoy
con mayor razón debido a la pandemia y a la escases de profesionales calificados
que tanto se requieren para atender los servicios de salud que la población
demanda.
Aunque es
cierto que desde hace ya varios sexenios el gobierno del estado no cuenta con
un presupuesto etiquetado para el pago de estos salarios, razón por la cual
acumula una deuda millonaria principalmente ante el ISSSTE y el Servicio de
Administración Tributaria (SAT), en el fondo, la causa que explica este despido
masivo es la ejecución del proceso de federalización de los servicios de salud con
el cual el Gobierno federal, a través del IMSS y el Instituto de Salud para el
Bienestar (INSABI), se hará cargo de todo el sistema de salud de los estados de
la República, con
el objetivo de establecer un control estricto sobre las plazas para
evitar que en las entidades sigan creando nuevos espacios laborales sin fuente
de financiamiento para el pago de salarios, como ocurrió en Oaxaca. Sin
embargo, la navaja dentro del pan consiste en que en dicho proceso de
federalización la asignación de plazas estará determinada por el Gobierno
federal y la Sección 35 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría
de Salud (SNTSA) a quien se reconoce como el representante legal,
legítimo y único titular de los derechos laborales de los trabajadores de la
salud en el estado, lo que significa la exclusión de los sindicatos locales que hoy
conforman la CSSO. La recontratación definitiva como trabajadores de
base será entonces selectiva, discrecional y estará condicionada a su
afiliación obligatoria al SNTSA, esto es una flagrante violación al derecho de
los trabajadores a la libertad sindical.
En
este sentido, los trabajadores mexicanos debemos tener presente lo que dice la
fracción IV del artículo 133 de la LFT: “queda
prohibido a los patrones obligar
a los trabajadores por coacción o por cualquier otro medio, a afiliarse o
retirarse del sindicato o agrupación a que pertenezcan, o a que voten por
determinada candidatura, así como cualquier acto u omisión que atente contra su
derecho a decidir quién debe representarlos en la negociación colectiva.” Por tanto, obligar a
los trabajadores de la salud, agrupados en la CSSO, a retirarse de sus
sindicatos para afiliarse al SNTSA, a cambio de obtener su recontratación
definitiva como trabajadores de base de la Secretaría de Salud, no solo es una coacción
y una violación a la ley, sino una canallada urdida por AMLO y Murat.
Recordemos
que hace solo algunos días, con motivo del recuento de trabajadores para
definir la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo en Nissan
Aguascalientes, los líderes de la Confederación Autónoma de Trabajadores y
Empleados de México (CATEM) decían a los obreros “no tengan miedo de elegir a la CATEM, pues nuestra Constitución, en el
artículo 123, y las reformas laborales impulsadas por nuestro presidente Andrés
Manuel López Obrador otorgan el derecho de afiliarse al sindicato, federación y
confederación que decidan”, y después de su triunfo en el recuento declararon “se acabó el charrismo, hoy llega la
democracia, en este acto se acaba de confirmar.” Sería interesante conocer qué
efecto produce en los aplaudidores de AMLO ver que su discurso vano y adulador
queda hecho añicos al confrontarse con la cruda realidad, al comprobar que el charrismo
del SNTSA, bajo la tutela del Gobierno federal, está más vivo y vigoroso que
nunca; y que la libre decisión para elegir a su representación sindical es un
derecho que ha sido arrebatado a los trabajadores que conforman los sindicatos
integrantes de la CSSO porque así conviene a los intereses de AMLO.
El despido masivo en Oaxaca y la trampa que se
fragua detrás de la federalización de los servicios de salud son prueba fidedigna
de la política laboral oportunista y mentirosa promovida por AMLO: apoyo a los
sindicatos subordinados e incondicionales a su régimen, y por otra parte,
despido y exclusión a los trabajadores adheridos al sindicalismo genuino e independiente.
La lucha que hoy enfrentan los trabajadores de la
salud, agrupados en la CSSO, exigiendo al gobierno respeto
a su derecho a la libre sindicalización
y su
recontratación definitiva como trabajadores de base, es una lucha
compleja que estará plagada de presiones y obstáculos que pondrán a prueba su
unidad y organización interna y, de igual modo, su capacidad para sumar fuerzas
del exterior, sean del sector salud, de distintos sindicatos, organizaciones
sociales y de la propia comunidad que por años, y en especial en este periodo
de pandemia, ha certificado su entrega y profesionalismo.
Por un
lado el Gobierno federal y estatal que de manera perversa buscará dividirlos
para luego derrotarlos, y por otro lado, la construcción de una férrea unidad
que, apoyada por el pueblo, esté dispuesta a erguirse, resistir y vencer. Esta
es la contienda que hoy se libra en Oaxaca.
0 comentarios:
Publicar un comentario