lunes, 29 de noviembre de 2021

Dos propuestas diametralmente opuestas en materia fiscal

 

(Primera parte)

Federico Hernández

Solo creando cientos de miles de empleos bien remunerados, aplicando un gasto social en obras públicas y acciones en favor de los más pobres, así como una política fiscal progresiva (que pague más impuesto quien más gana), en pocas palabras, logrando una mejor distribución de la riqueza social, nuestro país podrá salir del atolladero que mantiene a millones de mexicanos en la pobreza. La política de apoyos monetarios directos y otros programas asistenciales implementados por la 4T no acabará con la pobreza; antes la incrementará. Son dos propuestas opuestas diametralmente las que se pueden aplicar: una, por un México próspero y que distribuya verdaderamente la riqueza de manera más justa y equitativa, con un desarrollo económico significativo; la otra, la de la 4T, la de la continuación y profundización del modelo neoliberal, solo que con tintes populistas, en que la carga fiscal recae sobre las espaldas de la clase trabajadora mientras que a la clase del dinero no se le toque ni “con el pétalo de una rosa”. Modelo neoliberal que genera más empobrecimiento de las masas populares y más enriquecimiento de un puñado de ricos.

La política fiscal está en manos del gobierno en turno y es, en palabras llanas, a quién (a la población en general, a la industria, a una rama en específico, etc.) se le cobra impuestos y en qué monto, pero, sobre todo, en qué se gastan y aplican (los Presupuestos de Egresos de la Federación de cada año), nos habla del carácter de un Gobierno, de si es y defiende a los más pobres o sigue, por el contrario, abriendo más y más la brecha entre pobres y ricos, favoreciendo a estos últimos. La Ley de Ingresos 2022, aprobada por la Cámara de diputados y el senado, plantea que el Gobierno captará 7 billones 88 mil 250.3 millones de pesos, de esta cantidad, 3 billones 944 mil 520.6 millones provendrán de impuestos que se proyecta recaudar (ISR, IVA, IEPS, etc.), mismos que saldrán en su mayor parte formalmente de la gran base gravable: la población humilde.

La pregunta que nos permite entender muchas cosas de la cuestión fiscal y la gran injusticia en el reparto de la riqueza en nuestro país es: ¿de dónde provienen en última instancia los impuestos que llegan al Gobierno y que éste gasta en los distintos rubros?, ¿de dónde concretamente saldrán en realidad los cerca de 4 billones de pesos? Necesitamos ahondar más, explicarnos de dónde provienen, en última instancia, los impuestos, para esto debemos auxiliarnos con la ciencia económica científica y no lo que nos hacen creer los patrones, Gobierno y sus representantes. Formalmente se nos dice que los pagamos todos los ciudadanos: los pobres, las clases medias y la clase del dinero. ¿Será estrictamente cierta esta afirmación? La realidad es que el impuesto sale del trabajador, como veremos a continuación.

Empecemos diciendo que el dinero con el que compramos medios de vida, y pagamos, entre otras cosas, impuestos (IVA, IEPS, ISR, etc.), tiene varias funciones como lo son ser medio de circulación, medio de pago o de atesoramiento, pero el dinero es ante todo la medida general de valor en que expresan su valor todas las demás mercancías, es el equivalente general, y con él podemos comprar todas las demás mercancías que tengan la misma magnitud de valor. De paso digamos que el dinero se cristalizo históricamente, nos dice Marx en su obra de El Capital, y fueron las tribus nómadas las primeras en emplearlo por dos razones: primera, en que todo su ajuar era móvil y, por tanto, enajenable, y segunda, porque, al desplazarse de un lado a otro, estaban en contacto con las demás tribus. Pero volvamos al hilo de la explicación. Al pagar un impuesto estoy entregando un valor, pues el dinero es una mercancía especial que sirve para medir el valor, un valor que se produjo en alguna parte, pues no pudo surgir de la nada. “Nada surge de la nada”, decían ya los filósofos en la antigüedad. 

Avancemos. Veamos cómo los impuestos, tanto los que paga el obrero como el empresario, tienen igualmente la misma y única fuente: el trabajo del hombre. Dice la teoría económica científica que solamente el trabajo es fuente de valor; el valor no es más que la materialización del trabajo; la magnitud del valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo socialmente encerrado en ella. Y sí, no hay más explicación: se puede tener materia prima y ésta seguirá igual, sin transformarse en un producto acabado, si el trabajador, con su fuerza de trabajo y manejando instrumentos de trabajo como una máquina en el caso del obrero, el arado en el caso de un campesino, no interviene y hace posible el milagro del proceso de trabajo. La madera no se convertirá en mesa, en ropero, en marco, si el carpintero no emplea su capacidad transformadora, su trabajo; no se obtendrá la semilla si el campesino con sus manos endurecidas rotura y siembra la tierra.

Ahora bien, nos dice también esta misma teoría económica científica que la fuerza de trabajo, en el régimen económico en que vivimos, es una mercancía (como los es el azúcar, un pantalón, una pluma, etc.) que el trabajador vende al dueño de los medios de producción por un salario, y esta peculiar mercancía  tiene la virtud de crear un valor superior al que ella misma encierra, crea más valor que el que representa, en el caso del régimen actual, el salario que le paga  el patrón dueño de los medios de producción; salario con que el trabajador compra los medios de subsistencia (tortillas, frijol, aceite, una dura cama donde descansar, etc.), necesarios para reponer su fuerza de trabajo, después de una  agotadora jornada laboral. Pues bien, ese plusvalor o plusvalía (valor no pagado al obrero) es apropiado por el dueño del capital, por el empresario. Cuando un empresario dispone de un capital, con el que compra materia prima, por ejemplo, acero, compra maquinaria y herramienta, compra mano de obra (paga salarios), dispone de un local, de transporte, etc. El acero, con el trabajo del hombre que maneja el torno, la fresadora, la prensa, se convierte en tornillos, tuercas, rondanas, piezas para maquinaria, etc. Una vez que termina el proceso de producción, el empresario tiene mercancías en su almacén que posteriormente debe distribuir y vender en el mercado, y una vez logrado, tendrá, además de su capital original, C, un nuevo capital con incremento, C´. ¿De dónde sale ese incremento del capital, pues inicio con C y ahora tiene C´, si antes, por decir una cantidad, tenía un millón y ahora, después del proceso productivo y realizar las mercancías salidas de este proceso, tiene un millón doscientos mil pesos? Esa plusvalía o ganancia sale del trabajo no pagado al obrero, la plusvalía se obtiene de la fuerza de trabajo, misma que tiene la virtud de crear un valor nuevo, un valor mayor.

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