lunes, 15 de noviembre de 2021

La industria automotriz se desarrolla pagando salarios bajos

 


(Segunda parte)

Raúl R. Pérez

¿Qué nos queda de la prosperidad de esta rama industrial?

Se dice que proporciona una cantidad de divisas mayor que la que se obtiene por la venta del petróleo, del turismo o de las remesas que envían los mexicanos que trabajan en el extranjero. Puede ser, pero no debemos desconocer que las utilidades de dichas empresas regresan a su país de origen y no se quedan en el nuestro. Y los impuestos que pagan dichas empresas apenas rebasan el 0.5 por ciento del valor agregado.

Los voceros del gobierno ponderan mucho la creación de empleos y los salarios que se reciben. Desde luego, no desconocemos las ventajas que acarrea la creación de empleos. Sin embargo, no hay que olvidar que 9 de cada 10 trabajadores del sector se ocupan en las maquiladoras, donde el trabajo se realiza en condiciones precarias y con los salarios más bajos. Que es una tendencia en México y en el mundo, la reducción de personal mediante la automatización de los procesos, la utilización de robots programables (que se utilizan en las cadenas de ensamblado), el empleo de impresoras 3D que producen de manera rápida, económica y dentro de la misma planta los cabezales para las herramientas; el control numérico por computadora (“statistical process control”) y la informatización general. Además de que, para “ahorrar” puestos de trabajo, se impone a los obreros largas jornadas con trabajo intenso.

El salario que se paga en México en las empresas automotrices dista mucho de los que se devengan en otros países. En Estados Unidos la hora en el sector se paga a 23.83 dólares estadounidenses (USD); en Canadá, 29.23 (USD); en Brasil 6.17 (USD); en China 5.19 (USD) y en México 3.29 (USD). (INEGI  y Boston Consulting Group 2016).

El salario que se paga en México sale mal parado no solo en la comparación con nuestros socios comerciales del T-MEC; sino incluso con China, a quien con frecuencia se critica diciendo que su productividad se basa en los bajos salarios. Pero la realidad es que China, primer productor mundial de vehículos, tiene un salario promedio que es 57.7 por ciento superior al que se percibe en México. La crítica no debe dirigirse hacia China, sino contra la situación salarial en México. Todavía peores son los salarios que se pagan en las maquiladoras instaladas en nuestro país, que es apenas de 1.68 (USD) por hora. A pesar de todo lo antes dicho, los salarios que se perciben en esta industria, especialmente en las empresas ensambladoras, son algo mejores que los que otorgan otras ramas de la economía mexicana.

Mucho se ha dicho que el nivel de los salarios depende de la productividad del trabajo. No podemos negar que una alta productividad (entendida como cantidad de mercancías producidas por unidad de tiempo), permite salarios más altos. Pero esto no es automático. Justamente en esta industria se ha aumentado considerablemente la productividad: utilizando tecnologías más avanzadas, intensificando el trabajo y organizando mejor la producción; sin que se hayan aumentado los salarios reales, entendidos como la capacidad de compra de bienes y servicios por los trabajadores. Los empresarios capitalistas tratarán, hasta donde les sea posible, de mantener bajos los salarios para aumentar sus ganancias.

Entre los factores que influyen en la determinación de los salarios se encuentran el desempleo, las normas laborales, las decisiones de gobierno y la posición de los sindicatos. La gran cantidad de desempleados permite a las empresas deshacerse de los trabajadores exigentes y reemplazarlos fácilmente por obreros sumisos que acepten bajos salarios y malas condiciones de trabajo, procedentes de la gran masa de desempleados (ejército industrial de reserva).

Los gobiernos en turno con el objetivo de atraer inversiones promovieron la adecuación de la legislación laboral al tratado comercial. Especialmente la Ley Federal de Trabajo (LFT) se reformó al gusto de los patrones: se abarató el despido injustificado, se aceptó el contrato a prueba, el contrato por horas, se le puso límite al reparto de utilidades (PTU); se legalizó, bajo ciertas condiciones, la subcontratación laboral, etc.

Los sindicatos que de acuerdo al artículo 356 de la LFT debieran ser “asociaciones de trabajadores para el estudio, mejoramiento y defensa de sus intereses” desde hace muchos años no defienden a los trabajadores; sino que, en “alianza estratégica” con los patrones y el gobierno, son una barrera de contención contra la lucha obrera. Formalmente en todas las empresas armadoras hay sindicato y contrato colectivo de trabajo (se agrega una lista de sindicatos titulares del contrato colectivo por empresa armadora. Ver anexo). La mayoría de las empresas de autopartes no tienen contrato o tienen un contrato de protección que es desconocido por los trabajadores.

Los contratos de protección firmados a espaldas de los trabajadores son una realidad. Los sindicatos  parecen más un departamento de personal de las empresas que un instrumento de lucha obrera. Se sabe de empresarios que antes de establecer la empresa, contactan y se ponen de acuerdo con algún “líder” que tenga un registro sindical con radio de acción que abarque el giro de su empresa; juntos determinan el texto del contrato colectivo de trabajo, lo firman y lo depositan ante las autoridades del trabajo, de forma que para cuando el primer trabajador es contratado ya tiene sindicato y contrato colectivo de trabajo. El mundo al revés, que sigue vigente en los tiempos de la 4T, como se evidenció en el reciente conflicto de la refinería de “Dos Bocas” en Tabasco, al comprobarse estos métodos en una de las obras emblemáticas del Gobierno federal.

Existen diferencias significativas entre los salarios que otorgan las distintas firmas automotrices, incluso en algunos casos entre las distintas plantas de una misma compañía. Así, en orden decreciente los mejores salarios se perciben en Nissan de Cuernavaca, VW de Puebla, Chrysler de Saltillo, Chrysler de Ramos Arizpe; entre los salarios más bajo de menor a mayor están Mazda de Gto, Honda de Gto, BMW de SLP y GM de SLP. Las diferencias de salarios entre plantas de la misma empresa las observamos entre: la Nissan de Cuernavaca otorga mejores salarios que la Nissan de Aguascalientes; la GM de Toluca da mejores salarios que la GM de Ramos Arizpe; la Ford de Hermosillo paga mejores salarios que la Ford de Cuautitlán.

Como podemos constatar los salarios no son algo fijo e inamovible. Pero, los sindicatos no luchan o luchan muy poco por aumentos salariales.

La industria automotriz se ha venido desarrollando en México con capital extranjero y sobreexplotando a los trabajadores. El gobierno se pone al servicio de las trasnacionales con tal de que vengan a invertir en el país: otorgándoles infraestructura de servicios y beneficios fiscales. Los sindicatos controlados por “líderes charros”, afines a los gobiernos anteriores y al actual, no han defendido a los trabajadores. Urge renovar a los sindicatos para convertirlos en auténticos instrumentos de lucha de los trabajadores.

¡Proletarios de todos los países, uníos!

 


 

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