domingo, 21 de noviembre de 2021

¿Nos importa el cambio climático?

 


Rufino Córdova Torres

 

La Conferencia de Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas (ONU) es un mecanismo entre los gobiernos del mundo para acordar acciones que combatan los efectos negativos del llamado Cambio Climático e incluso, se dice, combatan sus causas.

Para comprender, con mayor claridad, la importancia del Cambio Climático es necesario identificar que se trata del aumento de la temperatura debido a la captura del calor en la atmosfera del planeta Tierra, por la presencia de diversos gases como el bióxido de carbono y el metano los cuales resultan de la respiración, digestión animal y la quema de materiales para obtener energía útil.

El aumento de la temperatura promedio del planeta se asocia al surgimiento del ser humano, hace unos 10 millones de años, pues desarrolló la combustión para obtener energía requerida por las diversas sociedades surgidas a lo largo de su historia.

Sin embargo, el incremento de la temperatura se intensifica a partir de la segunda mitad del Siglo XIX, aumentando mucho más en el Siglo XX, por la quema del carbón, el petróleo y otros materiales para mover máquinas en la fabricación, transporte y consumo de mercancías en la sociedad capitalista actual. Es a tal grado este proceso que hoy, algunos especialistas, lo denominan capitaloceno para caracterizar tan grave situación.

Cabe recordar que el industrial o empresario capitalista no busca ayudar a los obreros o empleados que contrata ni tampoco al comprador de la mercancía. Al contrario, organiza su negocio para explotar la fuerza de trabajo hasta el límite que lo permita el obrero y, al mismo tiempo, extraer el inmenso beneficio de los recursos que la naturaleza brinda. Todo esto para lograr la máxima ganancia al vender sus atrayentes chucherías.

En consecuencia, a partir de la década de los años 50 del Siglo XX, los empresarios implementaron mecanismos de todo tipo como la moda y la pronta descompostura de las mercancías para promover el consumismo, acelerar la producción y, al vender, obtener niveles cada vez mayores de dinero hasta alcanzar grados nunca vistos antes en la historia de la humanidad. Y, en relación con ello, el consecuente desperdicio y el cumulo de basura que nos agobia por todas partes.

En síntesis, se extraen materias primas, procesan estas y, mediante la sobreexplotación de los trabajadores, se producen ingentes cantidades de mercancías las cuales se trasladan a cualquier lugar del mundo para su uso. Todo esto en ciclos continuos con gran gasto de energía, creando basuras toxicas y, entre estas, los mencionados gases y otros que contribuyen al aumento de la temperatura de la Tierra.

Insistiendo. Es explotación porque el salario recibido en un día a cambio de la fuerza de trabajo del obrero —aproximadamente una media hora de la jornada total— es mucho menor respecto al tiempo restante contratado en el que se producen grandes cantidades de mercancías las cuales al venderse generan las ganancias que acumula el capitalista y comparte con el banquero.

Ahora vale apuntar que el calentamiento global es parte de otros procesos de degradación de la Tierra agrupados en la denominada Crisis Ambiental también causada por la economía capitalista que padecemos y de la que venimos hablando. Pero de la explotación del trabajador, la pobreza que ocasiona esto y la crisis ambiental, cada vez más extremas como efectos de la sociedad capitalista, contra las que se puede y debe luchar, nos ocuparemos con más detalle en otro momento.

Volviendo al tema. Conviene relatar las consecuencias de la inestabilidad en la atmosfera ocasionada por el  calentamiento de la Tierra: oleadas de calor o frío, lluvias torrenciales e inundaciones, sequias prolongadas y otros fenómenos como el derretimiento de los grandes bloques de hielo en los polos terrestres, los cambios en las corrientes marinas y el aumento en varios metros del nivel del mar; todos los cuales se refuerzan mutuamente afectando tanto a los ecosistemas y seres vivos como a millones de familias trabajadoras en el campo o las urbes modernas del mundo.

Todo lo anterior sucede hoy cuando se ha alcanzado 1.1 grados de incremento en la temperatura promedio de la Tierra. Pero, sí se extiende todavía a otros 0.4 grados, hasta alcanzar un total de 1.5 grados de temperatura, será catastrófico y se pone en peligro la supervivencia futura de la propia especie humana.

No cabe duda. Los efectos negativos en el clima generados por el proceso de industrialización durante el Siglo XIX eran insospechados. Pero en el Siglo XX fueron científicamente estudiados aunque ignorados e incluso disimulados durante décadas por las multinacionales y los bancos junto con muchos gobernantes pues quieren continuar alabando al dinero.

Ahora bien, en la reunión número 26 de la COP que se celebra en Glasgow               —Escocia en el Reino Unido— se calcula que las acciones para evitar que no se llegue a los 1.5 grados de incremento de la temperatura costarán alrededor de 100 mil millones de dólares al año en los países del Tercer Mundo, incluido México.

Empero, como ha ocurrido en las 25 anteriores conferencias, los gobiernos angloamericanos y europeos más poderosos, habiendo firmados los insuficientes acuerdos a los que arribaron, seguramente no aportarán los recursos económicos comprometidos para limpiar el aire y capturar los gases que las 400 multinacionales, al amasar sus grandes fortunas, han arrojado a la atmosfera de la Tierra.

Es aquí donde entra en juego la disposición de nosotros los trabajadores, sea en fábrica o en el campo mismo, pues en el fondo los ricachos, multimillonarios y gobiernos directamente beneficiados, no desean cambiar el capitalismo pues los beneficia aunque se afecte a la naturaleza y a la humanidad.

Imaginemos, sí los administradores y dueños de las distintas empresas regatean el uniforme y el equipo de protección para evitar accidentes o niegan la importancia del aumento del salario y, en su caso, los gobiernos niegan las obras sociales necesarias para que, sintiéndonos mejor, incrementemos la producción. ¿Cuándo admitirán su responsabilidad respecto a los desechos en el aire resultado de la producción de mercancías y de sus elevadas ganancias?

Los administradores, propietarios o inversionistas de la empresa, banqueros y el gobierno, nacional o internacional, realmente no están interesados en cambiar lo que les beneficia y enriquece. Aquellos simulan, dicen y engañan. Y por ello, compañero trabajador, se requiere que nos involucremos y ayudemos a forjar un mundo mejor para nosotros los trabajadores.

No lo dudes, nuestras familias necesitan que cada uno de nosotros estudie, se organice y exija cambios reales para eliminar tanto la contaminación del aire, el desperdicio y el consumismo; así como la producción para la obtención exclusiva de la ganancia del capitalista y las consecuencias desastrosas aquí referidas. Todo esto es viable. Es posible y necesario transformar un orden económico que nos pone en una encrucijada: la supervivencia futura de nuestras familias o no y, con ello, la especie humana.

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